Sapere aude, atrévete a pensar por ti mismo, ese es el lema de la Ilustración. Kant define la ilustración como la salida del ser humano de su culpable incapacidad o minoría de edad.
Muchos seres humanos se sienten cómodos viviendo sin que tener pensar por sí mismos. Sin tener que analizar las cuestiones morales y religiosas, pues para ello acuden al sacerdote o pastor para que le diga que deben hacer.
En los últimos tiempos las redes sociales y los grandes medios de comunicación se han convertido en el Gran Hermano de George Orwell, ellos les sirven a cada quien todas las ideas que necesitan tener, las palabras que deben decir y la ropa que deben vestir.
Hoy, más que nunca, tendría razón la voz aquella del cuento La mancha indeleble, del Prof. Bosch cuando le decía a todos lo que entraban al partido “…deje su cabeza aquí, pues usted no necesita su cabeza para pensar, nosotros pensaremos por usted y le diremos lo que tiene que decir, hacer o creer.”
Kant pregunta sí es cómodo no estar emancipados, si es bueno y agradable depender de otros. Nuestra respuesta, aunque podría parecer una respuesta fundamentada en una idea metafísica, por cuanto la libertad, es una idea abstracta y sin fundamento real, a menos que aceptemos como real un fundamento ideológico, considero la libertad, como aquello que dota de sentido la existencia humana.
Siempre recuerdo un cuento infantil titulado “El perro gordo y el perro flaco” que narra la situación, donde el perro gordo le ofrece la oportunidad al perro falco de ir a vivir, en la abundancia a la casa de su amo. Propuesta que el perro flaco aceptó gustoso y animado, hasta que se le corrió preguntarle al perro gordo sobre ese algo que llevaba en el cuello y éste le explico que ahí es donde le colocan la cadena.
Desde ese momento al perro flaco no le pareció tan buena la idea de vivir en la abundancia, si esto implicaba perder la libertad. Pienso de modo similar al perro flaco, que una vida sin poder pensar por mí mismo, no tendría ningún sentido.