Muchas corrientes filosóficas han propuesto una síntesis entre la teoría y la práctica. El marxismo, por ejemplo, dice que la teoría debe guiar la práctica, porque el quehacer práctico caminaría como un ciego sin una teoría que le ilumine el camino.
La práctica de poner el dedo en la llaga no tendría ningún sentido si el que pone el dedo no es un conocedor de las distintas causas que podrían producir esa patología.
Sartre afirma que no existe una moral a priori, que la verdadera moral la inventamos en el momento de la acción. Una persona podría pasarse la vida predicando que frente a determinadas situaciones actuaria de determinada manera y, sin embargo, cuando le toca elegir actúa contrario a las ideas que ha predicado. Por esa razón dice Locke que «Las acciones humanas son las intérpretes de nuestros pensamientos.»