El primer volumen de filosofía de autor genuinamente dominicano aparece editado en Santo Domingo en la imprenta de la Capitanía General, en el año de 1814. Es un libro precoz.

La obra de López Medrano, «Introducción a la Lógica» o «Elementos de Filosofía Moderna destinada al uso de la juventud dominicana», fue escrita para satisfacer las necesidades de la cátedra de su asignatura en la Universidad. Su carácter académico la circunscribía a los círculos minoritarios de los estudiantes que seguían los cursos. Sin embargo, esta obra debe considerarse como una contribución sumamente importante y sólida a la creación del espíritu nacional, que debía encontrar en ella un firme soporte conceptual y teórico.

Otro hombre que viene a encarnar la preocupación filosófica en nuestro país es Andrés Avelino (1899-1974). Avelino es, como sus predecesores, un espíritu profundamente inquieto y vivaz. Comenzó a figurar en el campo de la literatura como poeta adscrito al Postumismo, que señoreaba Moreno Jiménez. Después de una estancia más o menos entusiasta y feliz en el campo de la poesía, consagró sus entusiasmos vitales a la matemática superior, que profesó como catedrático en la Universidad, y de allí hizo un rápido tránsito al campo de la filosofía, escribiendo numerosas obras, escritas con gran soltura literaria: «Metafísica Categorial» (1940); «Prolegómenos a la única metafísica posible» (1941); «Esencia y existencia del ser y de la nada» (1942); «Une lettre a Maritain» (1944); «El problema antinómico de la fundamentación de una lógica pura» (1951); «Los problemas antinómicos de la esencia de lo ético» (1971), y otras, son sus obras.

Avelino es el filósofo más consistente y ambicioso que encontramos en toda la literatura filosófica dominicana, tanto por la dedicación al trabajo como por la severidad de sus temas y por el volumen de su obra. Sin embargo, Avelino tuvo que afrontar el peso de sus anhelos especulativos en el área de la situación política más lúgubre y severa de nuestra historia. Es el filósofo de la época más hostil a aquella tradición que se inauguraba con los pensadores que en los alrededores de 1820, consagraban sus facultades al ideal de una nación que entonces pugnaban por modelar con su pensamiento.

Juan Francisco Sánchez, pero en rigor este profesor universitario se limitó a una labor de exégesis filosófica sin aspirar a construir un sistema o a integrar el trabajo filosófico, lo cual habría podido acarrearle graves consecuencias a la realidad nacional.

En general, la filosofía «pura» se encuentra en nuestro país en completo estado de decadencia. Las razones actuales no son las mismas que en el pasado. En realidad, esta decadencia de la filosofía nacional es un reflejo de la decadencia que la filosofía, en su sentido clásico, experimenta en todo el mundo. Y si aquí hay factores coadyuvantes, el estado de subdesarrollo crónico y de dependencia política son los más acentuados, el fenómeno que se aprecia es de naturaleza ecuménica. Y es claro que en pequeños países, como el nuestro, se sienta esta realidad de manera más notoria y terminante.

En este número de Academia, los colaboradores son:

Rafael Morla

Partiendo de un enfoque totalizador, propio del espíritu filosófico, se busca en este texto reconstruir la identidad cultural del pueblo dominicano. Existen enfoques unilaterales que no posibilitan una comprensión íntegra del problema en cuestión. La dominicanidad es la expresión sintética de la diversidad biológica y cultural. La sangre y los valores del indígena, del blanco español y del negro africano, constituyen la materia prima a partir de la cual se forma el ser dominicano. Otro supuesto es que la conciencia identitaria se convierte en espíritu de independencia, siendo aquí donde entran en juego las ideas de la ilustración.

 Francisco Acosta

El enfoque filosófico historicista y vitalista del pensamiento de Américo Lugo lo conduce hacia una postura determinista de la conformación de la sociedad dominicana y a una interpretación de la historia dominicana orientada hacia el pensamiento.

Dr. Luis Camilo Matos de León

Un escenario que benefició grandemente a Cordero fue el renacimiento intelectual que surgió en los años comprendidos entre 1930 y 1961 en el país. Aquí se conjugaron y evolucionaron las distintas ramas de la Filosofía, como: la Metafísica, la Estética, la Ética, la Lógica, la Teoría del Conocimiento, la Teoría Científica-Filosófica, la Teoría de los Valores Culturales, etc. La génesis de este renacer suscita a raíz del retorno a la nación del insigne educador Pedro Henríquez Ureña (1931).

Enjuiciar de forma sintética y clara el pensamiento filosófico desde la época Colonial, catalogada ésta como «Nuestra Edad Media», debido al predominio del marcado interés religioso, como dirían los filósofos «El hombre trascendentalista» (otro mundo y de otra vida); más tarde surge en la colonia el «hombre inmanentista» sustentado por los pensadores de la Ilustración; pasando luego por el período de la Independencia, la Restauración, donde existe una marcada preocupación por las cosas de este mundo y de la vida, como José Núñez de Cáceres (1772-1846), Juan Pablo Duarte (1813-1876) y Félix María del Monte (1819-1899), la filosofía se concibe como fuerza creadora de liberación. Seguido de la enseñanza de la filosofía en la Era de Trujillo y sus filósofos principales hasta la época contemporánea.

Fernando Valdez

Balaguer no escribió ningún tratado sobre teoría política. Su filosofía política se expresa en manuscritos, discursos y metáforas de argumentos ad hominem que apuntan las más de las veces a un resultado práctico. Derivan aquí aparentes contradicciones por las situaciones que excitan su emoción. «Grecia Eterna» (1999) nos remite a que la inspiración en él fue siempre la misma: la sofística de Pericles y Demóstenes, acuñada como retórica diseminada con el propósito de persuadir sensiblemente a sus compatriotas.

Leonardo Díaz

Reflexiona sobre el problema de interdisciplinariedad desde la filosofía de la ciencia, a raíz de un seminario dirigido por Evandro Agazzi en la Universidad de Navarra. Luego, reflexiona sobre la inexistencia de comunidades epistémicas en la cultura intelectual dominicana y, por ello, la inexistencia en la misma de una cultura disciplinar.

Francisco Acosta

Director de la Escuela de Filosofía