Prof. Luis Camilo Matos

Armando Cordero, nació en la ciudad de La Vega, en noviembre de 1909. En 1930, al advenir lo que en nuestra historia se ha denominado la Era de Trujillo (1930-1961), Cordero, abraza con lealtad y firmeza el ideario político-administrativo del gobierno trujillista, por lo que muchos de sus escritos fueron testimonios elocuentes de su fervor hacia el régimen. Desde muy joven se dedicó al campo de la literatura, como colaborador del «Progreso», «Listín Diario» y» La Opinión», (Revistas), espacios informativos donde publicó sus escritos titulados: “El Beso Incestuoso», «El dolor de Vivir»,; ambas obras escritas en 1931. En 1943 escribió: «Intuiciones del Pensamiento Filosófico» en 1934, «Bosquejos de Crítica Histórica y Biográfica». Además de estas pronunció conferencias y discursos que fueron merecedores de cálidos elogios por sus contemporáneos. Otros escritos que no podemos dejar de mencionar son: «La Dominicanidad en proyección vertical hacia el Pináculo de la Grandeza Humana» (1947), y «El Destino de las Masas Trabajadoras en la Era de Trujillo» (1949). Estas producciones literarias fueron antesala de lo que más tarde sería su obra «Aportaciones para un estudio de la Filosofía Dominicana”.

Un escenario que benefició, grandemente a Cordero, fue el renacimiento intelectual que surgió en los años comprendidos entre 1930 y 1961. Aquí se conjugaron y evolucionaron las distintas ramas de la Filosofía como: la Metafísica, la Estética, la Ética, la Lógica, la Teoría del Conocimiento, la Teoría Científica Filosófica, la Teoría de los Valores Culturales etc. La génesis de este renacer se suscita a raíz del retorno a la nación, del insigne educador Pedro Henríquez Ureña (1931). Con su llegada surge la inquietud de fundar «Las Facultades Libres de Filosofía», iniciándose así, entre (1932-1938) y concretizándose de esta manera las bases para promover el plan de estudios enciclopédicos que con generosidad y entusiasmo auspicia la Facultad de Filosofía de la Universidad de Santo Domingo.

Con el surgimiento de esta nueva facultad se pone de manifiesto una proliferación de escritores, ensayistas y filósofos en Santo Domingo como: Fabio A. Mota (1892-1975), hombre pensante que une a su gran cultura la vocación educadora, con su notable obra «Evolución del Pensamiento Filosófico, Anales de la UASD (1938-1940)» ; Andrés Avelino (1899-1979) pensador dominicano de más alto vuelo, y su obra: Metafísica Categorial (ciudad Trujillo 1940); Juan Francisco Sánchez (1903), ensayista de nota y sobrio escritor, filósofo de la historia, de la teoría de valores y del arte; Pedro Troncoso Sánchez (1904-1986), jurisconsulto y pensador de penetrante visión, filósofo de teoría de valores y metafísico; y el Dr. Salvador Iglesia (1917), Neoescolástico, con tendencia a un eclecticismo moderado, Neotomista, Neoplatónico. Algunos de estos intelectuales fueron profesores, amigos, y colegas de Armando Cordero.

Cordero, inmerso en tal opulencia intelectual percibe el talento de estos filósofos y convergiendo junto a ellos explota el suyo, suscitando en él, la inquietud de escribir «Aportaciones para un Estudio de La Filosofía Dominicana». Cabe destacar que, en 1947, fue constituido el Comité de Historia de las Ideas en América, dirigido por Leopordo Zea. Este Comité tenía el propósito fundamental de promover la elaboración de las historias nacionales que más tarde serviría de base para la Historia General del pensamiento y las ideas filosóficas en nuestro país. Esto motiva a Armando Cordero a investigar la historia de las ideas filosóficas en nuestro país y así, enfrascado en su inquietud, inicia la redacción de su obra, haciéndolo de una manera genial, recogiendo la filosofía de estos intelectuales en materia de Metafísica, Ética, Filosofía de la Religión, Lógica, Teoría del Conocimiento, Teoría de los Valores Culturales, Filosofía Científico Natural etc., permitiéndole esta obra, en 1951, colocarse en el umbral vanguardista de la intelectualidad dominicana.

«Aportaciones para un Estudio de La Filosofía Dominicana» consta de 22 páginas donde enjuicia de forma sintética y clara el pensamiento filosófico desde la época Colonial, catalogada ésta como «Nuestra Edad Media», debido al predominio del marcado interés religioso, como dirían los filósofos «El hombre trascendentista» (de otro mundo y de otra vida); más tarde surge en la colonia el «hombre imanentista» sustentado por los pensadores de la Ilustración; pasando luego por los períodos de la Independencia y la Restauración, donde existe una marcada preocupación por las cosas de este mundo y de la vida, como José Núñez de Cáceres (1772-1846), Juan Pablo Duarte (1813-1876) y Feliz María del Monte (1819-1899), la filosofía se concibe como fuerza creadora de liberación. Seguido de la enseñanza de la filosofía en la Era de Trujillo y sus filósofos principales hasta la época contemporánea.

Con dicha obra, Cordero, participó en 1951 en el concurso universitario «Arístides Fiallo Cabral» instituido por Trujillo en 1939, donde obtuvo el galardón, siendo el primer trabajo en su naturaleza escrito en el país. Este documento tiene la premisa de colocar a Cordero, en el umbral de la intelectualidad dominicana imperante en la época.

Es importante destacar que Armando Cordero, como filósofo e historiador, recibió diversos elogios por su obra. A parte de ser premiado por la universidad, recibió la valoración emitida por Guillermo Machum de Paz, quien expresó en la carta que le envió el 12 de mayo de 1953,  donde le dice: «Hay en sus investigaciones de los valores y en su pensamiento analista y crítico, toda la gama de inquietudes que le convierten en un expositor brillante de las escuelas filosóficas. Rica de armonía su palabra, exquisita su prosa, llana y responsable» (Álbum personal de Cordero).

De igual manera, Manuel Valdeperes, reconoce en Armando Cordero, el gran aporte de calidad que hace éste, en la determinación específica del pensamiento filosófico en la Era de Trujillo. Resalta, además, la continuidad en la historia de la Filosofía, presentando la trayectoria filosófica de nuestro pueblo no de un modo discontinuo, sino de una manera continua, en íntima relación con el cauce ambiental por el que discurre.

No cabe dudas, que esta obra es la que sitúa a Cordero, a la altura de los intelectuales de la época, los insignes filósofos destacados y admirados por él. «Aportaciones para un estudio de la filosofía dominicana» es un gran legado para nuestra cultura nacional.

*Doctor en Ciencias de la Educación. Profesor de la Escuela de Filosofía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Se especializa en el área de la ética.