Prof. Leonardo Diaz

Los protagonistas siguen siendo el provocador Doctor Paul, la analítica María D Ávila, el psicorígido José La Ciencia, el «sabiondo» de Pedrito el Ingenuo, el bonachón de Pablo Rodríguez y el patán de Alexis Moreno, mejor conocido como Sammy, cuyo coeficiente intelectual es inversamente proporcional al gigantesco número 66 que lleva dibujado en su camiseta. La discusión se lleva a cabo en el aula de una prestigiosa universidad.

Dr. Paul: En la clase anterior, María D Ávila señaló cómo nuestra percepción de la realidad está condicionada por el sistema de valores o el conjunto de ideas en el que nos hemos formado. Es decir, que vemos el mundo a partir de nuestras ideas. En este sentido, es necesario que hablemos sobre el concepto de paradigma, que proviene del griego antiguo y significa «modelo».

Sammy: ¡Ah sí! A mí me gustan los modelos Ferrari. Sammy tiene uno para ir donde el presidente, otro para ir de compras y uno más para ir a la playa. No voy a ningún sitio si no es en un modelo.

María D Ávila: Ah, ahora entiendo. Cuando se repartieron los cerebros, te tocó ser peatón.

Sammy: ¿???????

El Doctor Paul decía que un paradigma es un modelo, una representación mental de las cosas, un conjunto de ideas y criterios que configuran una imagen de la realidad. Cuando decimos «Eso es real», es porque ya tenemos un paradigma de lo que es real, es decir, un conjunto de criterios, conceptos y valores según los cuales percibimos algo como real o como irreal. Lo mismo ocurre cuando decimos que algo es científico o no lo es.

Pedrito el Ingenuo preguntó: ¿Quiere decir entonces que no existe una definición absoluta de ciencia?

Doctor Paul respondió: Exacto, Pedrito. Nuestro criterio de lo científico responde a un paradigma o imagen del mundo que comenzó a gestarse en nuestra cultura a partir del siglo XV y se desencadenó en el siglo XVIII. Pero otras culturas en otras épocas tuvieron su propio paradigma, muy distinto al nuestro. Dentro de nuestra propia cultura, hemos modificado nuestros criterios a partir de complejas transformaciones intelectuales, sociales y políticas. Así, por ejemplo, la ciencia en la antigua Grecia no se concebía a partir de los criterios modernos de contrastabilidad (es científico aquello que puede ser «comparado» con los hechos mediante verificaciones directas o indirectas), capacidad predictiva (poder de hechos observables deducibles de la hipótesis formulada), simplicidad (entre dos teorías contradictorias se elige aquella que sea la más simple). ¡Cuidado con esa navaja, Pedrito!

Pedrito el Ingenuo respondió: Sí, profesor, se la devolveré a mi amigo Guillermo.

Doctor Paul dijo: Bien. Estos criterios y otros más responden a un paradigma de la ciencia, es decir, a un conjunto de ideas establecidas y compartidas por una comunidad de individuos que, a partir de estos criterios, establecen qué es científico y qué no lo es.

Pedrito el Ingenuo preguntó: «¿Y a partir de esos criterios verán los fenómenos del mundo?»

El Doctor Paul respondió: «Exacto.» (Se dirigió a la pizarra y tomó el crayón.) «Supongamos que vamos a tratar de describir los hechos: X1, X2, X3 y X4. Estos hechos los explicamos a partir de [EX1, EX2, EX3, EX4], que significa el conjunto de todas las explicaciones de los hechos anteriormente señalados. En este contexto, a partir de este modelo se explican los hechos que estamos observando. Pero, ¿qué ocurre si además de los hechos anteriores aparecen los siguientes: Y5, Y6, Y7 y Y8? ¿Nos serviría el mismo modelo explicativo?»

María D’Ávila respondió: «Claro que no, pues el modelo sólo contempla los hechos X, no los Y. Así que no tiene modo de explicarlos.»

El Doctor Paul dijo: «No solo eso. Además, esos hechos Y pueden pasar desapercibidos para un individuo formado en el modelo de las explicaciones de hechos X. Está entrenado para observar y explicar estos hechos. ¿Qué necesitaría para explicar los nuevos?»

María D’Ávila respondió: «Un nuevo modelo, A, en el cual debería entrenarse.»

El Doctor Paul explicó que, en nuestro ejemplo, este nuevo modelo podría ser [EX1 EY5, EX2 EY6, EX3 EY7, EX4 EY8]. Es decir, el conjunto de todas las explicaciones de los hechos X y de los hechos Y. Como pueden observar, este modelo explicaría no solo los hechos que el modelo anterior puede explicar, sino también los nuevos que no puede explicar aquel. Este sería un criterio para preferir este modelo al anterior. Pero el asunto no es tan sencillo. Precisamente porque todos estamos formados en un paradigma, nos resulta sumamente difícil percibir hechos que no se corresponden con ese paradigma. Esta es una de las razones por las cuales todas las grandes teorías científicas no son aceptadas inmediatamente. Existe una resistencia natural hacia los planteamientos que contradicen nuestra forma habitual de percibir el mundo. Así ocurrió con la teoría de la relatividad de Einstein, que implicaba una ruptura con una serie de conceptos claves en el paradigma de Newton (tiempo y espacio como realidades separadas y absolutas, etc.). El modelo de Einstein no fue aceptado inmediatamente, como tampoco lo había sido siglos antes el de Galileo.

Cuando los miembros de una comunidad se forman en un modelo o paradigma del mundo, aprenden a observar el mismo desde esa óptica y trabajan con los criterios, instrumentos y métodos que establece dicho modelo. Este constituye una especie de gafas con las cuales se mira la realidad, y como estos establecen un límite de lo observable, no se puede mirar fuera de los límites establecidos por sus cristales.

Pedrito el Ingenuo preguntó: «¿Entonces resulta imposible despojarse de un paradigma?»

Doctor Paul responded: Siempre observamos el mundo a través de un paradigma, pero eso no significa que siempre lo veamos desde el mismo. Llega un momento en el que, como hemos visto, el modelo se agota, no puede explicar ciertas situaciones y los contextos culturales que validaban el viejo modelo van desapareciendo. Entonces se produce una crisis que dará lugar a una nueva forma de ver, pensar y analizar las cosas. Estamos ante lo que Thomas Kuhn llamó «Revolución científica».

Pedrito el Ingenuo preguntó: ¿Una nueva forma de entender y hacer ciencia?

José La Ciencia dijo: No puedo entender nada de esto. La ciencia no tiene elementos subjetivos. Es el conocimiento objetivo de la realidad objetiva. Todo lo demás es un mito.

María D’Ávila dijo: José, si yo te dijera que le muestres a alguien sin formación científica cómo una sustancia X se transforma en una sustancia R en ciertas condiciones N, ¿cómo lo harías?

José La Ciencia respondió: Realizando el experimento.

María D’Ávila continuó: Entonces tomamos una sustancia X, recreamos artificialmente la condición N y observamos si se transforma en R. Luego repetimos el experimento y permitimos que otros individuos lo recreen para ver si obtienen los mismos resultados, ¿verdad?

José La Ciencia respondió: Exacto, querida.

María D’Ávila: Sin embargo, eso no responde a mi pregunta. ¿Cómo podemos demostrar la correspondencia entre la hipótesis «Una sustancia X se transformará en una sustancia R en una condición N» y el experimento que la verificará? ¿Es suficiente con mostrarle a la persona a la que intentamos demostrar esto las sustancias y decirle «Mira, esta es la sustancia X, R, o lo que sea»? Pero esto solo aclararía los conceptos para alguien que ya tiene conocimientos científicos, no para alguien que no los tiene. El experimento en sí mismo forma parte de un paradigma compartido. No podemos demostrar nada a alguien que no comparte nuestro modelo del mundo. Los hechos existen en un contexto, en el marco de este modelo. Como dijo Nietzsche: «No existen hechos, solo interpretaciones».

Reflexiones:

1- ¿Qué son los paradigmas?

2- Piensa en tres ejemplos de paradigmas.

3- ¿Por qué los paradigmas influyen en nuestra forma de percibir el mundo?

4- Reflexiona sobre las posibles razones por las cuales las personas pueden resistirse a los planteamientos de un nuevo paradigma.