En el pasado número de LOGOS, dimos inicio a una interesante entrevista con nuestro profesor Tomás Novas. A seguidas, presentamos la segunda parte de nuestra conversación, donde el distinguido académico concluye la pregunta de cómo puede lograr un profesor que sus alumnos puedan acceder más fácilmente al texto filosófico.
Al experimentar la Filosofía en ese momento él sabe qué conexión existe entre los saberes que él ha aprendido y los saberes que aprehende ya a nivel superior y la Filosofía, en tanto que visión sistemática, le pondría en condición de situarse. Yo creo que estos cursos de introducción a la Filosofía deben de hacer énfasis en situar al estudiante en el mundo que les ha tocado vivir en tanto que ese mundo también es orientado desde el sentido de la Filosofía. Me parece que esa debe ser una de las orientaciones claves de la visión sistemática de la Filosofía, que no se quede en la presentación de las disciplinas y en los planteamientos de los problemas fundamentales, sino que también, digamos, abra un poco el aspecto académico de la Filosofía y ponga lo humano como el camino que debe recorrer el estudiante para familiarizarse con el contenido filosófico como uno de los contenidos básicos de la construcción de la humanidad.
LOGOS- Continuando con el tema del temor de los estudiantes a los textos de Filosofía, ¿a qué le atribuye este temor?
Tomás– Me parece que el temor de muchos de los estudiantes se debe a la ignorancia. Son estudiantes que, como he dicho, forman parte del sistema educativo antiguo-un sistema cientificista- entonces se encuentran con una disciplina distinta de la ciencia, como lo es la Filosofía, íntimamente ligada con aquélla, pero que hasta ese momento había permanecido oculta. Este hecho genera temor, un temor legítimo, en tanto que la humanidad casi siempre responde de este modo frente a lo oculto, frente a lo desconocido. Frecuentemente, los estudiantes de introducción a la Filosofía dicen que los textos están escritos en palabras que ellos no entienden, con significados de los que nunca se les ha hablado, por lo que ese texto se les aparece como un palabrerío sin sentido. No logran descodificar. Saben que está en español, pero no saben de qué le están hablando, porque la realidad, el mundo a que se refiere la Filosofía es un mundo que hasta ese momento le ha permanecido en la sombra. Creo que esa es una de las razones básicas para el temor del estudiante a los textos de Filosofía.
Tomás Me parece que uno de las maneras para vencer este temor es que el profesor, en vez de ir a repetir contenidos en el aula, experimente la Filosofía y la relacione con los estudiantes, piense y argumente, porque si el estudiante observa que su profesor, además de enseñar va al aula a pensar, a argumentar, a problematizar, entonces el estudiante, con frecuencia, se asombra y ese asombro lo lleva a pensar, en primer lugar, de qué habla el profesor, acaso el profesor está presentando algo que a sus ojos, no tiene ninguna razón para que se le preste atención. Me parece que ese es otro aspecto también de la preocupación de la pregunta, hasta dónde el profesor puede legitimar como algo familiar, como algo humano, como algo natural en la condición del hombre que se pueda pensar Filosofía, que se pueda realizar Filosofía, que es practicable por los hombres y que es legítima a pesar de que hasta ese momento ha permanecido oculta.
LOGOS-Sabemos que el conocimiento filosófico está estructurado en un lenguaje que resulta complicado para el estudiante convencional, lo que hace que su transmisión sea difícil. Usted que se ha desempeñado en el impresionante mundo de la Filosofía, ¿cuáles son los requisitos fundamentales que debe tener un profesor para hacer efectivo la comunicación del mensaje filosófico?
TOMAS- La comunicación filosófica no puede a mi modo de ver, copiar el modelo de la comunicación científica, porque hemos dicho que, cuando el profesor de Filosofía piensa, problematiza y crítica, dialoga con el saber filosófico frente a los estudiantes, mostrando una realidad y constituyéndose en ese momento en todos los polos de la comunicación humana. En ese momento él es el mensajero y el mensajero. Ahí está el gran riesgo de la comunicación filosófica: cómo hacer entender al estudiante que cuando se habla de Filosofía el profesor que lo hace en ese momento no sólo está hablando de algo exterior al hombre como puede ser la obra de Aristóteles hace 20 siglos, sino de un mensaje que Aristóteles dijo y está vivo en el profesor que lo transmite Ahora bien, la forma en que existe ese mensaje en el libro de Aristóteles, no es la forma en que existe en ese momento ese mismo mensaje en el profesor que está transmitiendo el saber filosófico. Creo que ese es el gran mensaje de la comunicación filosófica, porque cuando el profesor enseña Filosofía se enseña a sí mismo, lo que no es el caso de cuando el profesor enseña ciencia, que enseña algo que otro ha descubierto (regularidades del mundo físico, etc). El verdadero profesor de Filosofía no solo habla de libros de Filosofía que fueron escritos hace 20 o 25 siglos, o tal vez hoy, sino que habla también de la Filosofía que vive en él. Si el profesor de Filosofía no se constituye en emisor desde ese mundo personal que él ha creado como individuo, que ha reflexionado y que ha pensado la Filosofía, me parece que la comunicación filosófica podría resultarnos dura, vaga y, porqué no decirlo, pesada, pero si el profesor habla de la Filosofía desde lo que ha sido la Filosofía para él entonces me parece que su comunicación podría ser interesante, podría motivar a muchos, podría generar en otros entusiasmo para seguir adelante explorando la parte filosófica que lleva cada hombre.