Por: Edickson Minaya Presidente de la Asociación de Estudiantes de Filosofía (UASD) Miembro de la Sociedad de Investigación Filosófica «Andrés Avelino»

 El día 31 de marzo de 1596 nace en La Haye (Turena, Francia) René Descartes. Por su débil salud, hasta los ocho años su padre no le permitió ocuparse más que en sus juegos infantiles. «Yo heredé de mi madre una tos seca y un color pálido, que conservé hasta los veinte años, por lo cual me condenaban a morir joven todos los médicos que me vieron en ese tiempo». 

A los nueve años fue enviado a estudiar a uno de los colegios más reputados de Europa: el colegio jesuíta de La Fleche. Su precocidad llevó a su padre a llamarlo «mon petit philosophe». Con los jesuítas estudia filosofía, griego, latín, moral, historia, matemática y teología. Al terminar estos estudios (1612), sin dar muestras de cansancio se matriculó en la Universidad de Poitiers, donde obtuvo el título de Licenciado en Derecho  (civil y canónico), en 1616. Estudió, además, música, danza, esgrima y equitación. 

En los años sucesivos comienza a viajar para «estudiar en el gran libro del mundo». Estos viajes están motivados por su profundo deseo de conocer y recolectar experiencias, las cuales más tarde van a influir en la creación de «una nueva filosofía», una nueva concepción del mundo. 

En 1617 se alistó como voluntario en el ejército, lo que le favoreció en estos propósitos de viaje. En estas circunstancias conoció a Isaac Beeckman, joven cultivador de la física y la matemática. Se cuenta que paseando Descartes un día de 1618, se fijó en un cartel escrito en holandés en que se planteaba un problema de geometría. Descartes rogó a un desconocido que se lo tradujera al francés o al latín. El desconocido lo hizo, invitándole, con un poco de ironía, a que le enviara la solución. Para su sorpresa, Descartes se la envió al día siguiente. Se trataba de Beeckman, quien ayudó eficazmente a Descartes en el estudio de las matemáticas.

Dos años más tarde, un 10 de noviembre, recibe Descartes la famosa «iluminación» o «revelación» para su empresa científica: un «invento admirable» que consistía en reducir todas las ciencias de la cantidad a una ciencia general del orden y de la proporción, aplicando el método del análisis y la síntesis. Descartes se sintió tan agradecido de la divinidad por esa «iluminación», que pronunció su voto para peregrinar a pie al santuario de Nuestra Señora de Loreto, promesa que cumplió en 1623.

En sus continuos viajes estuvo en Amsterdam, Hamburgo, Frankfurt, Bohemia, Ulm, Italia, Suiza… Retornó a París en 1625, donde trabajó con el matemático Claudio Mydorgue en estudios sobre espejos hiperbólicos. En 1626 comenzó a escribir «LAS REGLAS PARA LA DIRECCIÓN DEL INGENIO», una propuesta metodológica, inconclusa, publicación póstuma (1680).

Por sugerencia del P. Marino Mersenne, antiguo condiscípulo en La Fleche, y el cardenal Pierre de Berulle, escribe «TRATADO DE LA DIVINIDAD» (1628). Antes de 1633 ya tiene terminado su «TRATADO DEL MUNDO O DE LA LUZ», en que defiende el movimiento de la

tierra. Un suceso histórico obstaculiza la publicación de esta obra: la reciente condena de Galileo Galilei en Roma, el 22 de junio de 1633. (Cf. texto íntegro de la sentencia (1633) y actual posición del Vaticano (1992). Archivo Cátedra Historia de la Filosofía, UASD).

Contando con treinta y tres años de edad se traslada a Holanda donde establece su residencia, hasta 1649, donde encuentra «la tranquilidad y libertad deseada» para sus investigaciones filosóficas y científicas.

En 1637 publica «DISCURSO DEL MÉTODO» (acompañado de tres ensayos: Dióptrica, Los Meteoros y La Geometría). La obra, con aspectos autobiográficos, presenta preocupaciones científicas, metodológicas y gnoseológicas. En 1641 aparece en «MEDITACIONES METAFÍSICAS», obra generadora de grandes disputas: pretende dejar demostradas la existencia de Dios y la inmortalidad del alma. Tres años más Amsterdam tarde publica en «PRINCIPIOS DE LA FILOSOFÍA», obra que contiene sustancialmente la misma doctrina que las meditaciones, ahora en forma de artículos claramente formulados. 

En 1648 se interesa por la fisiología y la medicina. Sus últimas obras: «TRATADO SOBRE EL HOMBRE» y «TRATADO SOBRE LAS PASIONES» (1649), constituyen una exposición de la psicología y la moral, respectivamente,

En este último año, le fue extendida una invitación de parte de la reina Cristina de Suecia y, tras alguna vacilación, el filósofo se trasladó a Estocolmo. Estando allí, contra su costumbre de no madrugar, tenía que dar lecciones a la reina a las cinco de la mañana. En enero de 1650 contrajo una pulmonía, muriendo el 11 de febrero, a los cincuenta y tres años de edad.

El canciller de la Universidad se disponía pronunciar la oración fúnebre, pero tuvo que suspenderla porque llegó orden de corte prohibiendo hacer públicamente elogio a Descartes.

Sus restos fueron trasladados a Francia diecisiete años más tarde (1667), donde aún gravitan en la iglesia de Saint Germain des Pres (París).