Mi modesta reflexión ante esta Mesa Redonda sobre la Razón y SinRazón de los Estudios Filosóficos en la República Dominicana del Presente», es decir, sobre la justificación del cultivo de la Filosofía, desde el punto de vista académico, como expresión del espíritu, apunta a la pregunta, ¿cuál es el tratamiento que de hecho se dispensa a la Filosofía en la diversidad de los espacios culturales de nuestra sociedad?.

No me refiero desde luego, a la Filosofía en el sentido de su consustancialidad obligada, existencial con el ser humano, porque, como se sabe, todo ente humano en algún momento de su vida entra en «harina filosófica», en esa exploración profunda exigida por el espíritu: alguna vez se ha preguntado por el sentido de la existencia, por la razón de ser de lo que hay, al margen de toda instrucción escolar, o académica. En este sentido se ha dicho y entiendo que todos filosofamos, en realidad, no tenemos otro camino filosofar. que

El cultivo de la Filosofía, como disciplina, académicamente considerada, es un asunto de vocación, de inclinación, de interés, de preferencia. Muy pocos se dedican a esa actividad como oficio. Tratándose de un imponderable de la cultura universal, de un instrumental no sustituible en la formación de los individuos se justifica su presencia, tempranamente, como propedéutica, en los programas de educación media o secundaria.

En la República Dominicana, la Filosofía como asignatura acaba de desaparecer del curriculum a nivel medio, perdiendo su carácter de obligatoriedad, quedando relegada o sobreviviendo en condición de optativa. Debe haber una justificación para ello, una justificación para que no exista la Filosofía.

Asistí a varios talleres para maestros de educación secundaria en torno a objetivos, contenidos y estrategias en el marco de la implementación del Plan Decenal dirigido por la Secretaría de Educación (1994). La razón alegada por la representación técnica de esa Secretaría para la exlusión de la Filosofía como asignatura en el nivel medio, fue la siguiente: los conceptos y términos de la Filosofía aparecen diseminados en la diversidad de asignaturas: temas metodológicos, categorías de causa y efecto, etc. Es patente en ello poco alcance visual ante un curriculum gral.

 

Precisamente, en forma concomitante a la desaparición de la enseñanza de la Filosofía, decenas de filósofos del mundo publicaban la «Declaración de París para la Filosofía» (1995), ante la Encuesta de la Unesco sobre Filosofía y Democracia en el mundo, en la que se señalaba que: “la enseñanza de la Filosofía debe ser preservada o extendida donde ya existe, creada donde aún no exista, y denominada claramente «Filosofía».

De esta suerte, el estudiante dominicano de nivel medio está desconectado de la Filosofía, pues su primer contacto ocurre en el nivel universitario, si es que accede a ese tipo de educación.

La falta de educación y formación filosófica acarrea en la persona simplicidad discursiva, bajo nivel de abstracción, incapacidad para distinguir los eventos propios de la subjetividad, respecto al mundo objetivo. Por el contrario, la Filosofía favorece la apertura del espíritu, de un espíritu libre y reflexivo, haciendo del Catedrático del Departamento de filosofía de la UASD. Coordinador de la cátedra de Historia de la Filosofía. Fundador y actual director del boletín Episteme.

individuo un ente capaz de resistir la diversidad de formas de fanatismo, de intolernacia, incitando a respetar las convicciones de cada uno, aleccionando en la responsabilidad cívica y en el cumplimiento de las tareas humanas, definiendo comportamientos, utopías, moldeando el «ethos».

La Filosofía como actividad humana, como cultivos ex professo tiene un espacio limitado en República Dominicana; la razón está en la propia naturaleza de esa disciplina, su exigencia, su complejidad; depende de la inclinación de los individuos y de su mundo de valores. De ordinario, el ser humano procura lo tangible, y a los ojos de la generalidad la idea de la Filosofía no se le presenta de ese modo. Hoy más que nunca tiene de frente las carreras de mercado.

Lo primario para ser filósofo no es el tener. De hecho, las facultades exhiben matrículas bajas. En nuestro medio algún espíritu aislado la cultiva; no exite movimiento aglutinante.

Está en manos de las instituciones – Facultades, Institutos de Filosofía, Departamentos oferentes de la Carrera- la promoción de tan ilustrada actividad. Puede tomarse en consideración la sugerencia de la «Declaración de París» al respecto: difusión de libros accesibles a un gran público, tanto por su lenguaje como por su precio de comercialización; la generación de emisiones radiales, televisivas, videocassettes; utilización pedagógica de medios informativos; creación de espacios de discusión libre.