Razón y Exclusión.- Quien goza de la atención de las nuevas generaciones es, en el plano del pensamiento, un triunfador. Jimenes-Grullón es uno de esos hombres extraordinarios cuya llama impide que su nombre y su obra sea opacados por el silencio o la indiferencia. Una de las constantes fundamentales de su quehacer filosófico es, precisamente, el cambio de marcha, la transmutación y recreación constantes de las propias convicciones.

 

Jimenes poseía la facultad de cambiar de punto de vista conforme a las circunstancias. En 1939, en su libro Ideas y doctrinas políticas contemporáneas, predijo-el advenimiento de la segunda guerra mundial. No obstante, diez años después descartaba la posibilidad de que un nuevo acontecimiento bélico de dimensiones transcontinentales pudiese repetirse. El no expone las razones que lo llevan a hacer esta proposición. Mas, tal parece que entonces, como hoy, las potencias mundiales se encaminaban hacia la coexistencia pacífica, a la colaboración mutua. La negociación y el enfrentamiento parcial más allá de sus fronteras han venido a sustituir el enfrentamiento directo de otros tiempos.

 

En más de una ocasión tuvo el valor de reconocer sus errores. La crítica fue siempre su norte, aunque su adherencia al materialismo dialéctico e histórico, a partir de 1957, y, sobre todo, de 1970, le hará fácil presa de la variante laica del dogmatismo del siglo que corre. La razón occidental es abrasiva y excluyente.

 

De las principales fuentes y etapas del pensamiento

 

de Juan Isidro Jimenes-Grullón.- Si se trata de determinar el momento en que comienza a predominar el racionalismo en su obra, habría que señalar dos momentos básicos: a) 1936, año en que publica Luchemos por nuestra América, libro caracterizado por la ambigüedad propia de toda transición, en el que si bien persisten algunos elementos de carácter romántico -dominantes en su primera obra, Aguas de remanso (1926)- ya aparecen las líneas fundamentales de la filosofía social positivista, que nunca desaparecerán de su pensamiento. Luchemos por nuestra América, La República Dominicana (Análisis de su pasado y su presente) (1940) y Una gestapo en América (1946), son los textos donde más patente se hace la presencia de la razón positiva en su obra. En 1939 ve la luz su tercer libro, Ideas y doctrinas políticas contemporáneas, en el que predominan la filosofía hegeliana de la historia y de la sociedad; b) El año 1955, en que publica Seis poetas cubanos, señala la vuelta del pensador al naturalismo, a la paridad bien/mal, al predeterminismo histórico, a la crítica a la racionalidad y la tecnología occidentales y al providencialismo, propios de la visión romántica del mundo y de la vida por él asumida en su primer libro y en el ensayo inicial del segundo.

 

Dos años después, en 1957, iniciaba la crítica a Ortega y Gasset desde la perspectiva engelsiana del marxismo. El racionalismo volvía a constituirse en el elemento predominante de su estructura mental; preeminencia que, a pesar de la existencia de algunas determinaciones de carácter romántico -como la

 

* Catedrático adscrito al Departamento de Filosofía de la UASD. Licenciado por la UASD (1988). Ha publicado varias obras filosóficas como son: Si quieres filosofar y Los secretos de la argumentación jurídica. Actualmente lleva adelante otros proyectos investigativos.

 

dicotomía bien/mal, en La República Dominicana: Una ficción… (1965)- se mantendrá por el resto de su vida.

 

Aguas de remanso está saturado de las ideas románticas dominantes en el diecinueve americano. En lo adelante, su pensamiento se inclinará hacia la filosofía social positivista, en la forma que éste adopta en la obras de Ingenieros, Eugenio María de Hostos, José Martí, José Enrique Rodó y José Vasconcelos, entre otros.

 

En Una gestapo en América (1946), JimenesGrullón plantea un esquema de la evolución de su pensamiento hasta mediados del decenio de los cuarenta; es el siguiente:

 

  1. a) Período apriorístico-kantiano o de juventud, que comprende desde su adolescencia hasta 1923 -cuando contaba veinte años- en que parte hacia París a estudiar Medicina. En esta época, el futuro librepensador defiende «con fervor» las categorías apriorísticas del conocimiento que Kant puso en boga» (p. 155). 66

 

‘ b) Período experimentalista, en que dudó de «todo cuanto no podía ser probado por la experiencia» a la vez que llegaba a la conclusión de que «la materia era la condición fundamental de la vida, que se sostenía a través de las mutaciones de aquella» (p. 154).

 

  1. c) Período idealista o platónico, del que no dice cuando comenzó, pero que, en su criterio, concluye entre 1934 y 1935, mientras guardaba prisión en las cárceles de Nigua y de la Fortaleza Ozama: «Fue en el curso de esos días cuando mi concepción filosófica del mundo varió totalmente. Hasta esos momentos había mantenido la tesis idealista de la subordinación del objeto al sujeto, de acuerdo con Platón: estimaba que nuestro pensamiento era un producto y un reflejo de la Idea Divina: parecíame que el cosmos surgió de un supremo poder, que determinaba las leyes de su desarrollo; que el alma, destello de la divinidad, se rcintegraba a ese poder sin perder su sello personal, en el momento del la muerte» (p. 153).

 

  1. d) Período escéptico o de transición entre sus concepciones idealistas y la futura visión de la realidad. F’sa etapa surge a su juicio al entrar en contacto con el pensamiento de Tomás de Aquino, Berkeley, Spinoza, Kant y Hegel, a través de un manual de Historia de la Filosofía: «Ajustábase esa tesis -se refiere a la tesis idealista mencionada en el pasaje reproducido en el literal c-, a mi formación intelectual y religiosa. Veía en ella, además, un profundo latido poético. Pero a raíz

 

de aquellos estudios parecióme arbitraria…. Tuve la firme impresión de que era una concepción artificial. nacida de la esidad de dar una explicación verosiml a las ideas reli tosas de mentalidad primitiva. Antes de tener capacide de reflexión, el hombre se maravillo frente al cosmos y atribuyó a la existencia de éste y a sus fenómenos un origen sobrenatural. En vez de medita con independencia de los mitos sobre esta concepción casi todos los grandes filósofos idealistas de 1. antigüedad buscaron y hallaron argumentos que parecieron justificarla en el terreno lógico. Adentrándome en sus argumentos y en los que más tarde ofrecieron Santo Tomás de Aquino -ese extraordinario acróbata del pensamiento- Berkeley, Spinoza, Kant, Hegel y otros grandes maestros de la filosofía, los encontré carentes de la fuerza necesaria para llevar al convencimiento. Entonces, casi caí en el cscepticismo…. Vino la reacción días después, al recordar las lecturas que de obras de pensadores materialistas había hecho años antes» (p. 153-154), reacción ésta que a su entender inaugura la quinta y última etapa de su pensar filosófico.

 

  1. e) Período marxista o materialista-dialéctico, etapa que, presuntamente, marca el final del idealismo en su pensamiento. Se inicia entre 1934 y 1935, y, a juicio de Jimenes-Grullón aún para la fecha en que da a la imprenta Una gestapo en América, mantiene su vigencia: «parecióme que aunque la aplicación del materialismo dialéctico al desenvolvimiento histórico humano, pese a la riqueza conceptual de aquél y a sus notorios aciertos, dejaba en el ánimo vacíos y oscuridades, era esa tesis materialista dialéctica la que más satisfacía a mi razón en busca de una verdad trascendental. (…). Estimé más dentro de la lógica a Marx y sus discípulos postulando la tesis de la eternidad e individualidad del cosmos y del devenir de los fenómenos, por obra de una lucha constante de fuerzas contrarias, que culminaba en el nacimiento de una nueva realidad (…). Pensé que la vida no era sino una manifestación específica de la energía, atributo y forma de la materia; y que todas las funciones humanas -entre ellas las del pensamiento y la afectividad-, eran proyecciones de esa energía, ya especializada. Vi al pensamiento inexorablemente unido al hombre y estimé que su desarrollo había sido condicionado los por factores materiales que informan la vida misma. Era absurdo, pues, considerar, como lo habían hecho los filósofos idealistas, que la Idca, única realidad substancial, era anterior a la propia naturaleza. Abjuré entonces de las categorías apriorísticas del conocimiento 4

 

que Kant puso en boga y que con tanto fervor defendí en mi juventud. Dejé de creer, como antes, que el capitalismo y sus relaciones de producción constituían un régimen económico invariable. A la luz de estas concepciones, capté el secreto de las leyes que presiden el desarrollo de los fenómenos político-sociales pasados y presentcs. Tenía ya una visión clara del mundo, visión y ajena a la metafísica, pero profundamente filosófica rica en fuerzas de superación humana. Con ella lucharía desde entonces» (p.154-155).

 

Hay en la segunda parte del capítulo XIII de Una Gestapo en América, de donde han sido tomados los pasajes reproducidos más arriba, cierto dejo de común en Jimenes-Grullón. galantería intelectual poco En el tercer párrafo de la mencionada sección dicc, por ejemplo, lo siguiente: «Recibí, por mediación de Arnaldo, una Historia de la Filosofía y otros libros. Me entregué con avidez a rehacer mis olvidados conocimientos filosóficos» (p. 153). Más no es verdad que para 1934 él tuviese una formación filosófica de respetables dimensiones. Ni siquiera para 1946, en que publica Una gestapo en América.

 

Sus libros anteriores no dejan cntrever una formación filosófica sólida y universal. Sus lecturas de entonces no dan la impresión de saltar sobre el marco de la Moral Social y el Tratado de sociología de Hostos, algún ensayo o libro de Ortega y Gasset, Las fuerzas morales de José Ingenieros, la «Indología» y «La Raza Cósmica» de Vasconcelos, algunos de los diálogos platónicos, el Anti Dürhing, de Engels y alguna que otra obra de Rubén Darío, en cuya obra poética late un profundo pensar filosófico, y de Jean Jacques Rosseau, acaso el Discurso sobre las ciencias y las artes. Carece de fundamento que se refiera a sus «olvidados conocimientos filosóficos».

 

Las reseñas de las ideas de los filósofos por él mencionados o citados en sus libros, lucen estrechas o esquemáticas. Su cultura filosófica se reduce a unos cuantos nombres (Platón, Ortega, Hostos, Bertrand Russell, Ingenieros, Martí, Aristóteles, Vasconcelos, Engels, Marx, Rodó, Agustín), y a sólo algunos de sus títulos.

 

Su formación filosófica es autodidáctica. Esto se traduce en empobrecimiento de su vocabulario en el área, en ignorancia de procedimientos elementales y en recurrencia a los campos comunes típicos de todos o casi todos los que mal pertrechados se dedican a estos menesteres. La cultura del manual es fundamental en

 

la configuración de su labor filosófica de esos años. Los estudios autodidácticos con frecuencia carecen de la rigurosidad y la minuciosidad que supone la obligación académica y, sobre todo, de los bienes de la vida en relación y las secuelas de revitalización y enriquecimiento de los conocimientos adquiridos que la acompañan.

 

A Jimenes pueden ser aplicadas algunas de las notas atribuidas por Engels a la «historiografía de gran estilo» en el Anti-Dürhing. Su redacción es, a veces, vacía. Utiliza con frecuencia obras de información general dándole categoría de verdad absoluta (argumentum ad verecundiam). Su prosa es en ocasiones defectuosa y vacía. Cuando polemiza, su estilo se hace ampuloso y poco cuidadoso; descontextualiza algunas de las proposiciones de los autores que critica, haciéndolas blanco fácil de su ejercicio crítico: no siempre reconoce los aciertos de los autores cuya obra es objeto de exégcsis. La intención de crítica no siempre le permitió aprehender en toda su riqueza y profundidad la obra o texto sujeto a estudio. En su estructura mental suele predominar el espíritu de contradicción, en desmedro del espíritu crítico, propio del quehacer filosófico y de la inteligencia científica.

 

Su formación filosófica es deficiente. Sin cultura filosófica es imposible superar el diletantismo. En él, la falta de una cultura sólida la compensa en parte su inteligencia analítica. Su formación proviene, en la mayoría de los casos, de fuentes secundarias, y en ocasiones, hasta de tercera mano (diccionarios, manuales introductorios, monografías). Ortega y Gasset es, acaso, el filósofo mejor conocido por JimenesGrullón, y puede afirmarse con propiedad que de la vasta producción del español el pensador dominicano no leyó más de seis o siete libros. José Martí, a quien al parecer sí dominó a profundidad, es el venero de la mayoría de sus tesis americanistas.

 

Es imposible olvidar lo que nunca ha posado en el propio entendimiento. Él mismo confiesa que la lectura crítica y detenida de un manual de Historia de la Filosofía lo puso en contacto con las ideas de Berkeley, Spinoza, Tomás de Aquino, Kant y Hegel.

 

Es él quien dice, además, que «a raíz de aquellos estudios su visión anterior le pareció arbitraria” (p. 153), saturada de platonismo y cristianismo. Es la lectura de un manual y la revisión del Anti-Dürhing lo que le hace poner en duda sus antiguas convicciones «idealistas», rechazar al margen del conocimiento de las obras

 

originales las propuestas filosóficas de Tomás, Berkelev, Spinoza, Kant y Hegel, y adherirse al pensamiento marxista. No es posible que, conociendo tan bien como proclama la tradición racionalista occidental, vistos su indudable genio y su notable talento, haya tenido que esperar a leer un manual de historia de la filosofía para poner en tela de juicio y rechazar las ideas de esos pensadores e inclinarse por el llamado materialismo dialéctico.

 

Antes que la tarea de recordarle cosas archisabidas, ese libro al igual que el de Friedrich Engels, le aportaron los elementos indispensables para predisponerse contra altísimos valores de la filosofía occidental, cercenándole la posibilidad de una formación filosófica integral. En lo adelante, Jimenes-Grullón pensará que la filosofía es reductible a la relación entre el pensar y el ser, las célebres leyes de la dialéctica materialista reformuladas por Engels, y lo que es peor aún: que el marxismo es la única forma válida de entender la realidad.

 

La pretendida aceptación de entonces del marxismo no pasó de ser una declaración. Un manifiesto. El materialismo dialéctico e histórico es letal para la riqueza, profundidad y multidimensionalidad de su pensar filosófico. No puede hablarse con propiedad de su ingreso a la escuela marxista de pensamiento sino hasta bien entrada la década del sesenta. Desde entonces su quehacer filosófico se irá reduciendo paulatinamente hasta llegar a su mínima expresión, al tiempo que sus dimensiones de politólogo e investigador en el área de las ciencias sociales se agigantan. Hasta allá le condujo la ortodoxia marxista a que se adhirió.

 

El marxismo ortodoxo, entendiendo por ello el conjunto de aportes dados a la estampa por las plumas de la escolástica engelsiana de tipo soviético, Lukacs, Lenin, Althusser, y sus seguidores, ha sido castrante para la filosofía marxista. Subordinar la filosofía a la acción política y sus menesteres, es devretar su invalidación. El filósofo ha de huir de las soluciones definitivas y de los caminos de una sola vía a que está abocando el politiquista. La finalidad, que es cardinal para el triunfo de la acción política, es letal para el pensar filosófico. La filosofía es una forma de libertad. Una senda abierta a la trascendencia. El filósofo es el judío errante; el político, el segundo mujik». El primero va despacio por el mundo, sin rumbo y sin aldea donde reposar sus pies. El segundo, va en busca de un lugar para establecerse. En aquélla, el establecimiento es símbolo

 

de muerte y de anquilosamiento, por eso es crítica, problemática, a-dogmática; ésta aspira a hacer de las ideas y valores de unos pocos, la conciencia de la generalidad. Es totalitaria. La filosofía es una estructura vacía cuyo sentido es siempre una posibilidad que tendrá en cada entendimiento una dimensión particular, y en el mejor de los casos: singular.

 

Habla Jimenes, además, como hemos visto, de que en su juventud defendió «con fervor» «las categorías apriorísticas del conocimiento que Kant puso en boga». Es posible. Pero en dos lecturas de su obra anterior y posterior no he advertido presencia alguna de la filosofía kantiana. Esa es una afirmación tan peregrina como la anterior. El no conoció a Kant sino a través de las críticas de Engels y en la interpretación ofrecida por el autor del manual de historia mencionado más arriba. Es impropio hablar de una etapa kantiana de su pensamiento. El empirismo a que, según él, se inclinó a partir de sus años de estudios en París si dejó huellas en su pensamiento. El facticismo es uno de los componentes fundamentales de la filosofía positivista, escuela que colmará las filosofías social y del conocimiento por él asumidas desde 1936 hasta bien entrada la década del sesenta, lapso en que, luego de integrar una extraña simbiosis con el marxismo, cede a éste la primacía.

 

El platonismo, la visión cristiana de la vida y la de historia, el romanticismo y la filosofía positiva son las determinantes básicas de su pensamiento filosófico hasta la adopción del punto de vista marxista. De esos veneros surgen la dicotomía cuerpo-alma, la convicción de que la historia está predeterminada y de que la Providencia Divina rige los actos humanos, la idea de que el bien y el mal son dos fuerzas supra-humanas que se valen de las personas para vehicular sus designios, que la primera a la postre termina por sobreponerse a la segunda, la propuesta de la unidad latinoamericana, su actitud antiimperialista, sus proposiciones a favor de la emancipación mental iberoamericana, acerca de los intelectuales y de la tiranía, el supuesto de que la sociedad es un organismo viviente que puede enfermar («enfermedades sociales», «males») y ser curada si se aplican los correctivos de lugar («remedios»), el exagerado moralismo que aún en los últimos años de su vida le hacía insistir en la pretendida indisolubilidad de la ética y la política, y en la dicotomía civilizaciónbarbarie.

 

El escepticismo es corriente en todo pensamiento crítico. Y Jimenes-Grullón fue siempre portador de una

intencionalidad racional que le aseguró una cierta independencia de criterio. Es posible que la lectura del manual de historia de la filosofía a que se refiere removiera los andamios de sus concepciones de entonces. Lo deplorable es que se pusiera en contacto con la rica tradición filosófica de Occidente a través de un libro de información general. Todo manual de filosofía es concebido siempre desde una determinada posición o escuela y con la expresa finalidad de hacer asequible al gran público las apreciaciones que lo integran. La primera condición se vuelve contra la riqueza, la visión de conjunto y el sentido de la totalidad inherentes a la forma filosófica de abordar la realidad; la segunda, contra la profundidad, la precisión y el elevado grado de abstracción que con frecuencia la acompañan.

 

Jimenes cometerá, no pocas veces, el yerro de acudir para sus investigaciones a manuales y fuentes de segunda y tercera mano, deficiencia lamentable en un intelectual de su categoría, como inexplicable es que, habiendo leído el Anti-Dürhingy conociendo, por ende, las críticas que Engels hace a lo que denomina la «historiografía de gran estilo», incurra en el error de no señalar, nunca o casi nunca, la fuente, excepto en Medicina y cultura, de dónde extrajo determinadas ideas o pensamientos que en sus obras aparecen entre comillas. En ocasiones señala el título y casi siempre el autor, pero jamás los datos accesorios. Esto impide que el crítico, el intérprete o el erudito que con particular finalidad entra en contacto con sus escritos, pueda hacer las compulsaciones correspondientes, identificando las ediciones y los libros de que vino a nutrirse su pensamiento posterior.

 

Su preferencia por el pensamiento marxista en la década del cuarenta, no desborda la mera intención. El marxismo sólo alcanza la primacía conceptual definitiva en su obra a partir de la segunda mitad de la década del sesenta. Además, tanto Luchemos por nuestra América como Ideas y doctrinas políticas contemporáneas y La República Dominicana. (Análisis de su pasado y presente), publicadas en 1936, 39 y 40, respectivamente, pese a que en las dos últimas se nota la presencia de uno que otro concepto marxista (lucha de clases, proletariado, burguesía, pequeña burguesía, etc.) e, incluso, del hecho de que en la segunda reproduzca pasajes de las obras de Marx, Engels y Lenin, y presente varios textos de ellos en la bibliografía, no existe una presencia teórica real del pensamiento marxista. Aun en Una gestapo en América (1946), su

 

entendimiento permanece atado a la visión positivista de la sociedad. Las nociones de civilización, barbarie, positivo, emancipación mental, enfermedades sociales, y el uso de una terminología inadecuada, de carácter naturalista, en sus consideraciones filosóficas, políticas y sociológicas, seguían siendo las piedras angulares de su concepción del mundo.

 

Si es cierto que para esos años el pensador entiende el imperialismo en el sentido que lo entiende Lenin en su libro El imperialismo, fase superior del capitalismo, también es verdad que la noción de clases sociales con frecuencia es sustituida por la dicotomía ricos-pobres; su filosofía del futuro (dominicano y latinoamericano) se inclina más hacia la democracia agrarista y liberal que hacia el socialismo; la revolución es entendida como una categoría suprahistórica que pre-existe a los países en que ha de tener lugar y a los hombres encargados de hacerla cristalizar, la dicotomía Bien-Mal, y con ella el providencialismo, ajeno y opuesto al determinismo histórico marxista, aun constituyen el centro de su antropología filosófica.

 

Incluso buena parte de su producción de madurez, está penetrada de muchos de estos valores de corte romántico y positivista, hasta el punto de que a veces queda la impresión de que Jimenes-Grullón no hizo más que depositar en el marxismo, escuela que conocía deficientemente, la fe que en otros tiempos había tenido en los planteamientos de Platón y en la dogmática cristiana. Su estructura mental religiosa seguiría operando desde algún rincón profundo de su mundo interior.

 

ESTÉTICA, FILOSOFÍA Y LITERATURA

 

Jimenes-Grullón poseía una gran sensibilidad artística, notable finura poética y considerable atino para el enjuiciamiento estético. Aguas de remanso, Luchemos por nuestra América y Una gestapo en América son vivos exponentes de un dominio cabal del idioma, y están escritos en una prosa de altos vuelos poéticos. Seis poetas cubanos agrega a esos caracteres, de por sí meritorios, la condición de ser un texto de múltiples aciertos en el terreno de la crítica literaria. Ya en 1956, por ejemplo, su autor entrevió el profundo contenido social y la fuerza lírica subyacente en la poesía de Nicolás Guillén.

 

Seis poetas cubanos plantea la posibilidad de un giro de considerables dimensiones en su pensamiento. En este libro, como en los anteriores, su filosofar es

 

por subterráneo; no aparece sino bajo la forma de supuestos, o de reminiscencias que el hermencuta detecta ahondando en la estructura mental del pensador o en el fondo común de verdades subsistentes más allá de su corteza racional. Siguen a esta obra, en orden de aparición, cinco libros de evidente especificidad filosófica: Al margen de Ortega y Gasset, La filosofía de José Martí. Medicina y cultura, Biología dialéctica, Anti-Sábato o Ernesto Sábalo: Un escritor dominado fantasmas. Con ellas se inicia el período más importante de la evolución de su pensar filosófico. Desde 1955 hasta 1968 publicaría nueve volúmenes, de los cuales sólo uno (La República Dominicana: Una ficción…) no es de contenido filosófico en sentido estricto. Le anteceden en el tiempo: Aguas de remanso. Luchemos por nuestra América. Ideas y doctrinas políticas contemporáneas, La República Dominicana. (Análisis de su pasado y su presente) y Una gestapo en América. Su primer libro es un conjunto de poemas en prosa escritos bajo la influencia de Víctor Hugo y de Rubén Darío, por lo que su lectura hace pensar en el programa estético del romanticismo o en las ideas que acerca de las ciencias y las artes expuso Rousseau en 1750. En esa obra de juventud se perfilan muchas de las preocupaciones o supuestos fundamentales de su quehacer intelectual: predeterminismo histórico, paridad Bien/Mal, dicotomía cuerpo/alma, etc.

 

El providencialismo social e individual presente en su libro inicial, se mantiene en Luchemos por nuestra América, obra en que hacen sus primeros asomos los elementos de adherencia a la filosofía positiva y al organicismo sociológico. La paridad Bien/Mal comparte aquí la primacía con la dictomía civilización/ barbarie, de factura positivista. Considerado como unidad, este texto es pródigo en filosofía social. Las preocupaciones fundamentales del pensador son, allí, de carácter político (propuesta de la idea de la confederación iberoamericana, concepción de la educación como instrumento de concientización para el cambio social, noción de misión de la juventud y de las sociedades culturales latinoamericanas, etc.)

 

Ideas y doctrinas políticas contemporáneas es un texto de teoría política donde las Lecciones sobre filosofía de la historia universal, de Hegel, juegan un papel de primer orden. El influjo del pensador alemán también está presente en su cuarto libro: La República Dominicana. (Análisis de su pasado y prescntc), en el que Jimenes aplica a la historia dominicana los esquemas mentales utilizados en su libro anterior al

 

que interpretar el alcance y significado de la revolución mexicana. Más de historia social, es éste un volumen de filosofía de la historia en que la noción de «dominicanidad» suple a la Idea hegeliana, y en el que son adelantadas no pocas de las tesis que sostendría el pensador en sus investigaciones histórico-políticas ulteriores.

 

Marxismo, positivismo y espiritualismo coexisten en su obra de madurez. Se enriquecen recíprocamente. Donde mayor plenitud alcanza el pensamiento marxista en Jimenes-Grullón es en La América Latina y la revolución socialista, y en menor grado en El mito de los padres de la patria, El camilismo y la revolución dominicana, La República Dominicana: Una ficción… Al margen de Ortega y Gasset y Nuestra falsa izquierda. Sociología política dominicana (1844-1965) es un libro sobrecargado de apreciaciones subjetivas, interpretaciones antojadizas y generalizaciones apresuradas; caracterizado, por demás, por la presencia de una prosa descuidada y de una clara intención éticopolítica. Pero todos esos libros son inferiores en profundidad y amplitud de horizontes a los que dio a la estampa antes de 1969.

 

MARXISMO, POSITIVISMO Y FILOSOFÍA DE LO SOCIAL

 

En 1957 se inicia una etapa de franca declinación de la conciencia positivista en la obra estudiada. Ya en Seis poetas cubanos (1955) se perciben los aires de su retirada. La relevancia operativa del organicismo, la preocupación por el porvenir, la dicotomía civilizaciónbarbarie han reducido su radio de acción. Sólo el cientificismo y la idea optimista del futuro han extendido en el tiempo su presencia en el pensamientofilosófico de Jimenes-Grullón, haciéndose, a la par, cada vez más radicales. Sus lecturas poéticas y su nuevo contacto con la filosofía de Ortega presionaron sus convicciones anteriores empujándolo en ocasiones, de nuevo, hacia el romanticismo, y, en la mayoría de los casos, hacia otras escuelas de pensamiento, fundamentali ente hacia el marxismo.

 

Sólo a partir del primer tomo de Al margen de Ortega y Gasset puede decirse con propiedad que la forma marxista de entender los asuntos humanos pasa a ocupar la principalía en su filosofía social. Las divisas positivistas de orden, paz, progreso, civilización, son sustituidas por otras como lucha de clases, proletariado, crisis de la moral burguesa, etc. Persisten la fe en el porvenir, la promesa y la esperanza que son comunes a

ambas escuelas. No es ya la ciencia ni la educación lo que ha de liberarnos sino el «impulso revolucionario». La reflexología deviene axial para la explicación de la filosofía, el arte y los fenómeno morales. La metodología de investigación histórica toma un cariz de manifiesta especificidad dialéctico-materialista (Cfr. t. II, pp. 117118).

 

La falta de cuidado en el estilo y el ateísmo también penetran en su conciencia de la mano de su adherencia al marxismo. El vuelo de otros tiempos será suplido por la aplicación maniquea de la sociología, del determinismo y del mecanicismo reflexológico dialéctico-materialista. No obstante, su libro La filosofía de José Martí vendrá a conjugar la amplitud de horizontes de antaño y la tendencia obrerista y mesiánica a que ingresaba su conciencia. De acuerdo o no con los supuestos y las interpretaciones que configuran el libro en cuestión, en ningún caso podrá negarse el grado de profundidad, riqueza y rigurosidad que de sus hojas se desprende; el aliento americanista y universalista que las anima; la belleza de estilo y la precisión conceptual que animan su exégesis del pensamiento martiano. El cuidado en el estilo se entiende hasta sus tres libros inmediatamente posteriores: Medicina y cultura (1961), La República Dominicana: Una ficción… (1965) y Biología dialéctica (1968).

 

Nuestra verdadera vida es la vida consciente, sostiene Jimenes en la página 104 del segundo volumen de Al margen de Ortega y Gasset. La etapa que en el desarrollo de su pensamiento marca su crítica del filósofo español constituye también el momento de máxima plenitud y firmeza de su confianza en la razón. Es el momento de la confluencia del marxismo y el positivismo en su pensamiento. Inaugura un período en el que no hará más que alejarse de la visión romántica del mundo y de la vida.

 

RADIOGRAFÍA CRÍTICA DE UN ESPÍRITU DE CONTRADICCIÓN

 

En su estudio del raciovitalista español Jimenes incurre en algunos errores capitales. El primero consiste en la tendencia a tomar literalmente muchas de las proposiciones formuladas por aquél. El segundo, en la primacía que en su libro tiene el análisis sobre la síntesis. Esta falla aparece en todas las obras en que JimenesGrullón se ocupó de la crítica textual de determinado libro o pensador (Anti-Sábato o Ernesto Sábato: Un escritor dominado por fantasmas, John Bartlow Martín.

 

Un procónsul del imperio yanqui, entre otros).

 

La descomposición del todo es sólo una de las partes del método, no el método mismo. Descartes y Marx coinciden en señalar el carácter indispensable de la interrelación de ambos momentos, cuando de aprehender racionalmente la realidad se trata. Cuando el pensador se queda en la primera fase, corre el riesgo de encontrar contradicciones allí donde no las hay, puesto que ha estudiado descompuesto lo que sólo como totalidad tiene sentido; de no entender en toda su riqueza y complejidad del discurso abordado; de atribuirle valores, planteamientos o defectos inexistentes; hacer críticas y reparos fuera de orden, en el sentido de que las respuestas posibles ya hayan sido entrevistas en el discurso de partida o de que la falla no sea más que producto de una apreciación arbitraria.

 

En Pedro Henríquez Ureña: Realidad y mito y otro ensayo (1969), contrariamente a lo que el autor se propone en el ensayo inicial, el análisis prima sobre la síntesis. Ello le hace ver contradicciones e incoherencia donde, acaso, no hay más que complemento o matización conceptual. Es un texto de orientación americanista, plagado de subjetivismo y razonamientos ligeros. Tiene esta obra, sin embargo, el mérito e traslucir una cierta resistencia conceptual a la filosofía positiva, otrora profesada y defendida con ardor.

 

Podría pensarse que, como ocurre en la mayoría de los casos, los libros polémicos de Jimenes-Grullón son meros epígonos; repetitivos y faltos de originalidad. Mas no es cierto. Esto, quizás, puede aplicarse a sus libros Al margen de Ortega y Gasset. Anti-Sábato y John Bartlow. Martin: Un proconsul del imperio yanki, pero no a sus obras El mito de los padres de la patria. La América Latina y La revolución dominicana y su Respuesta al profesor Luis Gómez, donde, diseminados, aparecen no pocos aciertos y sugerencias metodológicas dignos de ser retomados. La mayoría de sus libros son, en el fondo, polémicos. Es difícil el camino de la afirmación. La disertación crítica supone y toma como punto de partida al pensamiento preexistente. Lo difícil es el inicio; el acto de la divina construcción, con barro o argamasa, de alimento para el entendimiento o la sensibilidad.

 

Otra falla de apreciables consecuencias es la que nos viene dada por el hecho de que el pensador no impone una lógica propia a su discurso. Se deja conducir por el orden lógico de la obra estudiada. Por eso, en su libros polémicos, las ideas de Jimenes adoptan la forma

de meras glosas o conjunto de ideas sin conexión entre si, que no por ello carecen de importancia para el estudio de su pensamiento filosófico. El sistema no es una conditio sinc qua non del filosofar; el espíritu de sistema, sí.

 

Jimenes-Grullón exige a Ortega y Gasset cosas que el propio crítico no fue capaz de dar. Eso no afecta en modo alguno la radicalidad o validez de sus objeciones (argumentum ad hominem). Una de las constantes metodológicas de sus glosas al filósofo español es la crítica a una presunta tendencia a hacer generalizaciones apresuradas (falacia de accidente inverso); empero Jimenes no supo extraer todas las enseñanzas y consecuencias posibles de este planteamiento. En segundo lugar, Jimenes le encara el no haber predicho el advenimiento de la segunda guerra mundial al publicar La rebelión de las masas, en 1930. Ahora bien, en 1936 vería la luz, en La Habana, el libro Luchemos por nuestra América. En él, el autor de la objeción comentada tampoco entrevé la posibilidad de la gran conflagración bélica. En Ideas y doctrinas políticas contemporáneas (1939) sí aparece la susodicha predicción, lo cual es, obviamente, digno de admiración.

 

JUAN ISIDRO JIMENES-GRULLÓN, FILÓSOFO DEL MUNDO ORGÁNICO Y FILÓSOFO DE LO SOCIAL

 

La tesis central de su-libro Medicina y cultura es la siguiente: la medicina es una ciencia social. En los ensayos tercero y cuarto (pp. 79-116), se ocupa de argumentar detalladamente su planteamiento. Las derivaciones elementales de ese punto de vista conducirían al pensador a consideraciones macrosociales que lo acercarán a las posiciones «sociopatológicas» hostosianas por él asumidas en los años treinta. Pronto su filosofía social se inclinaría de nuevo hacia la búsqueda de fórmulas generales capaces de posibilitar la erradicación los «males» o «enfermedades sociales» que, presuntamente, agobian a las sociedades capitalistas. Por momentos la lectura de sus obras, ensayos y artículos da la impresión de que él está convencido de que diagnosticando y curando a los individuos que integran determinado conglomerado (Balaguer, Bosch, etc.) se lo podría librar de sus quebrantos². De esta manera, la epistemología «marxista», de corte jimenes-grullonista, y la filosofía social positivista confluyen en su pensamiento.

 

Biología dialéctica es un libro con pretensiones

 

científicas y epistemológicas. La antecede Medicina y Cultura, en el tiempo y en la intención. Aquel aplica la dialéctica engelsiana al mundo biológico, tarea que ya se habían planteado otros pensadores de orientación marxista, incluido el propio Friedrich Engels. Estas dos son, no obstante, acaso las únicas obras de Filosofía de la Biología dadas a la estampa por dominicano alguno. El sólo hecho de ser el primero de la República Dominicana que intenta estructurar un sistema especulativo que explique ad hoc el componente orgánico de la realidad, a pesar de sus pretensiones científicas, le asegura un lugar en la historia del quehacer filosófico que en este doblón de tierra americana ha sido.

 

Pero éstas, como la mayoría de sus obras no han encontrado en las nuevas generaciones cl eco que merecen. Una de las fallas fundamentales del devenir espiritual de los dominicanos de los tiempos que corren es la ausencia de una relación de continuidaddiscontinuidad entre los diversos pensadores, escuclas o sub-escuelas pasadas, y las nuevas promociones de aprendices de filósofos. Aquí el pensamiento filosófico ha marchado a saltos. No hay, pues, en la República Dominicana, tradición filosófica. No existe la indispensable comunicación subterránea capaz de posibilitarla. El aislamiento y la atomización constituyen la diferencia específica de su fallida actividad. Los pensadores del mañana habrán de ocuparse de subvertir este orden de cosas, si comparten conmigo el sueño de ver surgir un pensamiento rico y potente, radical y consistente bajo estos cielos y frente a estos mares. Es preciso vincular, asímismo, la perspectiva particular de los rudimentos de filosofar que en el ambiente espiritual de la República vagan, con los destellos que de Europa, o cualquier otra latitud nos llegan. La filosofía burla los intereses de fracción y las fronteras convencionales, establecidas por modernos y contemporáneos para hacer más viable la autoenajenación, al margen de la cual es inconcebible su estancia en el mundo.

 

1 El propio Jimenes-Grullón es una expresión de discontinuidad en el contexto del pensamiento dominicano. Su obra no constituye un intento de superación o resolución de cuestiones pendientes en el plano de la espiritualidad dominicana o universal de la época en que vivió. Su labor es a menudo fragmentaria y autónoma. Se concreta, en la mayoría de los casos, a aplicar determinadas propuestas o líneas de interpretación (romanticismo, filosofía positiva, espiritualismo hegeliano, materialismo dialéctico e

 

histórico) a las realidades americana y dominicana. En vano se buscarían en su obra intentos de crítica o apreciación de la labor teórica de Andrés Avelino, por ejemplo; aunque sí se ocupa en sus trabajos históricos y sociológicos, sobre todo en los de sus últimos años de vida, de algunos componentes o consecuencias de la obra de Eugenio María de Hostos y de algunos de sus seguidores.

 

En las dos últimas décadas del siglo presente, ror y la impericia más allá de nosotros

 

Batista del Villar, Nels Moreno Ceballos Jesús Tellerías, Fernando Sánchez Martínez y Elpidio Féliz, entre otros, han mostrado una cierta inclinación hacia el tratamiento de los supuestos teóricos de la medicina y de la biología, mas sus trabajos no hacen manifiesto el conocimiento de las mencionadas obras del pensador dominicano. La indiferencia y el desconocimiento continúan enseñoreándose de nuestros investigadores. Los miembros de una promoción de jóvenes interesados en las cuestiones filosóficas, de una parte de la cual soy actor y, de la otra, espectador, evidencian un cierto desprecio, in fact, por cuanto se ha producido en el plano del pensamiento en la República Dominicana. Sus seminarios y sus tesis de grado versan, con frecuencia, acerca de temas, pensadores y problemas ajenos a la propia situación, y a veces pretenden, incluso, aportar soluciones definitivas. verdad que el propio plan de estudios que le ha servido de guía en sus aspiraciones, sólo de manera tangencial toma en cuenta las presencias filosóficas hispanoamericana y dominicana. Mas no es este el momento de establecer responsabilidades o imponer condenas que nos liberen de la responsabilidad estrictamente personal que a cada quien atañe en lo relativo a la propia formación. La condena a profesores, funcionarios o compañeros no nos liberará nunca de nuestra cuota de indiferencia hacia el propio pasado filosófico. Los mejores profesores y compañeros de los filósofos de todos los tiempos son los pensadores cuya presencia y aportes están inscritos con inmarcesibles tipos en la historia del devenir de esa forma de conocer la realidad. Platón, Aristóteles, Descartes, Bacon, Hegel, Burckhardt, Nietzsche, Heidegger, Ortega, Jaspers, Sartre, Schopenhauer, Camus, como tantos otros, son los verdaderos tutores de quienes aspiran a estructurar una visión general, crítica y conceptual del cosmos. Basta de buscar el ermismos.

 

En el libro inmediatamente anterior a Biología dialéctica, La República Dominicana: Una ficción…. (1965), Jimenes opera con nociones y pares categoriales

 

de tipo teológico, si bien ensaya una velada crítica a la historiografía dominicana precedente. En aquél, el deísmo cede su primacía a la razón. No obstante, el marxismo continúa ganando terreno en su estructura mental frente a las concepciones romántica, hegeliana y positivista por él asumidas con anterioridad.

 

En lo porvenir, sus críticas al existencialismo y al psicoanálisis se tornarán cada vez más radicales. El racionalismo arraiga en su obra con una firmeza que se agiganta con los años, así sea conservando, mutatis mutandi, las mediaciones básicas de su conciencia anterior. La paridad bien/mal subsiste, pero bajo un ropaje ético; el mesianismo cristiano adoptará la forma de mesianismo proletario; las leyes de la denominada dialéctica materialista suplen en parte a los dioses, en la mayoría de sus libros posteriores a 1964; y así sucesivamente.

 

Los orígenes de la teoría de la energía vital que Jimenes expone en Biología dialéctica (1968) se hallan, in nuce, en el cambio de marcha que se opera en su pensamiento a partir de la lectura del Anti-Dürhing de Engels, que realizó mientras guardaba prisión en la cárcel de Nigua y la fortaleza Ozama, entre 1934 y 1935.

 

George Lukács y Friderich Engels, son dos veneros claves para el estudio del pensamiento de tendencia marxista de Jimenes-Grullón. Las primeras alusiones a su obra datan de la época en que vio la luz el tercer volumen de Al margen de Ortega y Gasset (1959) y del año en que publica Medicina y cultura (1961). Salvo raras excepciones, la dictomía racionalismo-irracionalismo será el puntal sobre el que habrían de erigirse sus convicciones respecto a las diversas escuelas filosóficas o políticas de las que en el futuro ocúpase su inteligencia. Tal es, por ejemplo, el núcleo de la discusión que, en su libro Anti-Sábato o Ernesto Sábato: Un escritor dominado por fantasmas (1968), sostiene JimenesGrullón acerca de los supuestos filosóficos que extrae de la obra narrativa del literato argentino; y supuesto sobre cuya base crítica el raciovitalismo, ei psicoanálisis, la filosofía de Bergson y la religión cristiana.

 

POSITIVISMO Y AMERICANISMO EN LA OBRA DE JIMENES-GRULLÓN

 

En esta obra también se advierte la presencia combinada del marxismo y el positivismo, si bien la presencia del primero es mucho más notoria. La apología de la ciencia y del racionalismo de tipo occidental sigue siendo, aquí, una constante en ascenso.

 

La crítica al «irracionalismo» toma el cariz de una crítica de la contracultura, del nihilismo y de la visión romántica del mundo y de la vida.

 

Jimenes-Grullón se ocupa del papel de la juventud en la transformación de las estructuras sociales latinoamericanas en dos libros, publicados en momentos bien distantes en el tiempo: Luchemos por nuestra América (1936) y La problemática universitaria latinoamericana (1970). Las ideas expuestas en el primero siguen bastante de cerca las proposiones hechas por José Ingenieros en El hombre mediocre y Las fuerzas morales. Es lo poco que varía la situación con respecto al segundo. La presencia de las mismas ideas, treinta y nueve años más tarde, tiempo después de su adherencia el materialismo dialéctico e histórico, es otro argumento a favor de la tesis de que, en su obra, marxismo y positivismo no se excluyen; son manifestaciones diversas de un mismo conjunto. En uno y otro textos el pensador reserva a la juventud la tarea de desencadenar y afianzar la revolución iberoamericana.

 

Bajo la corteza racional de La problemática universitraria latinoamericana advierte un acendrado americanismo. La preocupación cardinal del pensador en esta obra es el deseado auto-encuentro de América Latina, la resistencia conjunta a la penetración externa y el definitivo triunfo de la revolución en cada uno de sus fragmentos de patria. La liberación de los momentos económico, político, artístico e intelectual de la tutela secular de los Estados Unidos de América y de cualquier otro país que intente llevar a cabo semejantes experimentos en desmedro de nuestra expresión y voluntad. De ahí que a través de sus páginas insista en el carácter negativo del colonialismo mental de no pocos pensadores, políticos y ciudadanos comunes iberoamericanos… imperativos, todos, propios del positivismo latinoamericano.

 

EL ADVENIMIENTO DEL POLITÓLOGO Y DEL CIENTÍFICO SOCIAL Y EL FIN DE LA FILOSOFÍA

 

A partir de este libro, en su obra, la filosofía abdica a favor de la historia y de la política. En lo sucesivo, filosofía y sociología política serán para él una y la misma cosa: percepción ésta que, de una u otra manera se adueñó de políticos de izquierda, funcionarios académicos y profesores de filosofía entre 1965 y 1988, hasta el punto de que, el Departamento de Filosofía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD)

 

de estos años, salvo honrosas excepciones, se viera colmado de sociólogos, políticos e ideólogos cuya ocupación fundamental no era a diferencia de JimenesGrullón, el pensamiento ni la investigación, sino la política práctica, el diletantismo o la vocinglería. Nuestro pensador ya no volverá a ocuparse de cuestiones propiamente filosóficas con la pasión y el tesón de otros tiempos. Sus preocupaciones humanísticas serán suplantadas por sus afancs científicos y sus aprestos politológicas. La verdad de hecho tomará el lugar de la verdad de razón. Su atención se irá inclinando cada día más hacia la búsqueda de una solución holística a los desajustes que en su criterio padece la formación social dominicana la situación política latinoamericana, conocimiento al cual es imposible tener acceso, a su juicio, al margen de una comprensión cabal del pasado. Sus libros y artículos posteriores a 1970 evidencian la adopción de los métodos de trabajo propios de las denominadas ciencias sociales. Tal es la orientación de sus libros El mito de los padres de la patria, La América Latina y la revolución socialista, El camilismo y la revolución dominicana, John Bartlow Martín. Un procónsul del imperio yanki, Nuestra falsa izquierda y, en alguna medida, de su Sociología política dominicana (1844-1965). y

 

La revisión de la sección de «Bibliografía y notas» de su libro La problemática universitaria latinoamericana pone de manifiesto, entre otras cosas, dos elementos importantes desde el punto de vista de la evolución de su pensamiento filosófico: a) El conocimiento de las doctrinas filosóficas de cuyo dominio Jimenes-Grullón hace galas, en ese libro, tiene una débil fundamentación, puesto que en la mayoría de los casos ha sido tomado en fuentes de segunda mano; b) para los años en que escribe y publica esta obra (1970), su conciencia estaba penetrada del materialismo dialéctico, de orientación rusa. Diríase que en este libro sigue firme su trayectoria de inclinación hacia el marxismo. Las primeras manifestaciones de ésta asoman en Una gestapo en América (1946). La problemática universitaria latinoamericana marca el inicio de una cierta tendencia hacia la «diamatización» de su pensamiento, línea de frecuencia que pronto será suplantada por la lectura de las obras de Marx. Karl Marx será considerado, desde entonces, el modelo excelencia de la ejercitación filosófica (Cfr.p. 77), vicio dogmático propio de los religiosos de nuevo tipo que en nombre del marxismo reavivan a diario el culto a las peregrinaciones a los lugares santos y las cruzadas del por presente.

 

La crítica al «irracionalismo» toma el cariz de una crítica de la contracultura, del nihilismo y de la visión romántica del mundo y de la vida.

 

Jimenes-Grullón se ocupa del papel de la juventud en la transformación de las estructuras sociales latinoamericanas en dos libros, publicados en momentos bien distantes en el tiempo: Luchemos por nuestra América (1936) y La problemática universitaria latinoamericana (1970). Las ideas expuestas en el primero siguen bastante de cerca las proposiones hechas por José Ingenieros en El hombre mediocre y Las fuerzas morales. Es lo poco que varía la situación con respecto al segundo. La presencia de las mismas ideas, treinta y nueve años más tarde, tiempo después de su adherencia el materialismo dialéctico e histórico, es otro argumento a favor de la tesis de que, en su obra, marxismo y positivismo no se excluyen; son manifestaciones diversas de un mismo conjunto. En uno y otro textos el pensador reserva a la juventud la tarea de desencadenar y afianzar la revolución iberoamericana.

 

Bajo la corteza racional de La problemática universitraria latinoamericana advierte un acendrado americanismo. La preocupación cardinal del pensador en esta obra es el deseado auto-encuentro de América Latina, la resistencia conjunta a la penetración externa y el definitivo triunfo de la revolución en cada uno de sus fragmentos de patria. La liberación de los momentos económico, político, artístico e intelectual de la tutela secular de los Estados Unidos de América y de cualquier otro país que intente llevar a cabo semejantes experimentos en desmedro de nuestra expresión y voluntad. De ahí que a través de sus páginas insista en el carácter negativo del colonialismo mental de no pocos pensadores, políticos y ciudadanos comunes iberoamericanos… imperativos, todos, propios del positivismo latinoamericano.

 

EL ADVENIMIENTO DEL POLITÓLOGO Y DEL CIENTÍFICO SOCIAL Y EL FIN DE LA FILOSOFÍA

 

A partir de este libro, en su obra, la filosofía abdica a favor de la historia y de la política. En lo sucesivo, filosofía y sociología política serán para él una y la misma cosa: percepción ésta que, de una u otra manera se adueñó de políticos de izquierda, funcionarios académicos y profesores de filosofía entre 1965 y 1988, hasta el punto de que, el Departamento de Filosofía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD)

 

de estos años, salvo honrosas excepciones, se viera colmado de sociólogos, políticos e ideólogos cuya ocupación fundamental no era a diferencia de JimenesGrullón, el pensamiento ni la investigación, sino la política práctica, el diletantismo o la vocinglería. Nuestro pensador ya no volverá a ocuparse de cuestiones propiamente filosóficas con la pasión y el tesón de otros tiempos. Sus preocupaciones humanísticas serán suplantadas por sus afancs científicos y sus aprestos politológicas. La verdad de hecho tomará el lugar de la verdad de razón. Su atención se irá inclinando cada día más hacia la búsqueda de una solución holística a los desajustes que en su criterio padece la formación social dominicana la situación política latinoamericana, conocimiento al cual es imposible tener acceso, a su juicio, al margen de una comprensión cabal del pasado. Sus libros y artículos posteriores a 1970 evidencian la adopción de los métodos de trabajo propios de las denominadas ciencias sociales. Tal es la orientación de sus libros El mito de los padres de la patria, La América Latina y la revolución socialista, El camilismo y la revolución dominicana, John Bartlow Martín. Un procónsul del imperio yanki, Nuestra falsa izquierda y, en alguna medida, de su Sociología política dominicana (1844-1965). y

 

La revisión de la sección de «Bibliografía y notas» de su libro La problemática universitaria latinoamericana pone de manifiesto, entre otras cosas, dos elementos importantes desde el punto de vista de la evolución de su pensamiento filosófico: a) El conocimiento de las doctrinas filosóficas de cuyo dominio Jimenes-Grullón hace galas, en ese libro, tiene una débil fundamentación, puesto que en la mayoría de los casos ha sido tomado en fuentes de segunda mano; b) para los años en que escribe y publica esta obra (1970), su conciencia estaba penetrada del materialismo dialéctico, de orientación rusa. Diríase que en este libro sigue firme su trayectoria de inclinación hacia el marxismo. Las primeras manifestaciones de ésta asoman en Una gestapo en América (1946). La problemática universitaria latinoamericana marca el inicio de una cierta tendencia hacia la «diamatización» de su pensamiento, línea de frecuencia que pronto será suplantada por la lectura de las obras de Marx. Karl Marx será considerado, desde entonces, el modelo excelencia de la ejercitación filosófica (Cfr.p. 77), vicio dogmático propio de los religiosos de nuevo tipo que en nombre del marxismo reavivan a diario el culto a las peregrinaciones a los lugares santos y las cruzadas del por presente.

El mito de los padres de la patria y Biología dialéctica son los libros más cercanos a la conciencia marxista, a pesar de que en el primero cac en el mito que quiere combatir: el de la existencia de determinados «padres» de «la patria». El camilismo y la revolución dominicana (1974?) acaso constituye la cristalización parcial de un proyecto intelectual más amplio: el segundo volumen de su obra La América Latina y la revolución socialista, en el que presumiblemente sc ocuparía de la cuestión de carácter de la revolución latinoamericana y del conjunto de problemáticas que ello implica, pero que nunca dio a la estampa. Adelanta, además, algunas de la tesis que expondrá en su obra Nuestra falsa izquierda. Hay, pues, una cierta disposición de continuidad entre los últimos seis libros del pensador.

 

Todos los ensayos, libros y artículos publicados a partir de ese momento giran sobre la cuestión de la especificidad de las relaciones sociales dominantes en la Republica Dominicana y el carácter de la revolución que de ello se deriva.

 

CIENCIA, PARALOGISMO Y FALSA CONCIENCIA

 

En esta obra, al igual que en La problemática universitaria latinoamericana, Jimenes ha hecho con algunas de las obras, ensayos y declaraciones de Marx, Engels y Lenin, justo lo que hacen los cristianos con los versículos bíblicos, tratados, sermones y encíclicas papales. Para cada nuevo caso o circunstancia tiene una o dos frases casi siempre descontextualizadas para apoyar todas o casi todas las propuestas por él sugeridas. Aunque pretende hacer ciencia, los procedimientos de que se vale están más cerca del proceder religioso que del de dicha forma de conocer la realidad. Es aquí donde más patente se hace la influencia de la ortodoxia soviética en su pensamiento filosófico. Su obra de madurez no está del todo exenta de dogmatismo. La frecuente remisión a la autoridad (argumentum ad verecudiam) le resta calidad al fruto de su loable esfuerzo intelectual.

 

Una de las características predominantes de su John Bartlow Martín: Un pro-cónsul del imperio yanki es el pésimo estilo en que ha sido escrito. El subjetivismo y la violación frecuente del principio de razón suficiente son dos de sus constantes lógico-metodológicas. Lo bueno lo malo son los referentes últimos de las apreciaciones históricas y políticas allí expuestas. y

 

Gustaba Jimenes-Grullón de operar con pares categoriales contradictorios. En múltiples ocasiones su pensamiento es presa de la falacia de blanco o negro. Desde 1926 su obra gira, en términos generales, sobre un puñado de dicotomías (civilización /barbarie, Bien/ Mal, pueblo /Estado, burguesía /proletariado, colonialismo mental /emancipación mental, marxismo /no marxismo, normalidad /anormalidad, idealismo/ materialismo, lo bueno /lo malo, verdad /falsedad, racionalismo /irracionalismo, etc.) que irán aflorando en su obra conforme a la cuestión estudiada por el pensador, y de acuerdo a la escuela de pensamiento que en determinado período de su existencia predomine en su mundo interior.

 

Desde el título mismo de Nuestra falsa izquierda (1979?), por ejemplo, se advierte que el autor opera con la dualidad verdad /falsedad, y que todavía en esa época seguía oponiendo rígidamente concepto y realidad, lo real y lo posible. La falsa izquierda cs, precisamente, la real; la auténtica es la que está en el logos, que se hace manifiesta a través de las posiciones teórico-políticas del crítico. Quien no alcanza a resolver la relación entre lo universal y lo particular, entre el cielo y el mundo sensible, termina por oponerlos dogmáticamente.

 

Es digno de encomio su proyecto de «sancar» de sus «vicios» la izquierda dominicana en aras de acelerar la pretendida marcha de la revolución. Entre las críticas y sugerencias que hace a los políticos marxistas de mediados y finales de la década del setenta vale la pena recordar, a guisa de ilustración, las siguientes: «indigencia teórica» (carencia en la lectura de los «clásicos» del marxismo-leninismo); fundar el Partido MarxistaLeninista de los Trabajadores (o de los obreros): evitar la aplicación a-crítica, a la realidad nacional, de las tácticas y soluciones aplicadas con éxito en otros países y dimensiones; foquismo, subjetivismo, aventurerismo, oportunismo, sectarismo, dogmatismo; la predominancia numérica de la clase media en la izquierda dominicana, lo cual se traduce, a su entender, en una mentalidad y una estrategia revolucionaria de tipo pequeño-burguesa; estímulo de la colaboración de clases, al pactar con el partidismo burgués; ausencia de una estructura programática; tendencia a la dispersión de las fuerzas revolucionarias, en lugar de reforzar y promover la unidad; carácter emotivo de la mayoría de sus decisiones y posturas… elementos de juicio, todos, muy justos y dignos de ser retomados. Es mérito de este libro haber removido los andamios del

 

izquierdismo dominicano hasta empujarlo a una revisión profunda y consecuente de sus mitos y de sus actuaciones.

 

CONFIANZA, VIRTUD Y APERTURA COMO IMPERATIVOS DE SABIDURÍA

 

Todo esto hizo, a mi ver, porque tenía confianza en el porvenir de América y, en especial, de la República Dominicana. El pesimismo nunca hizo calas en su mundo interior. Siempre soñó con un mañana hermoso, pleno de esperanza, para los habitantes de estos suelos, sin creerse nunca un ser providencial ni infalible. A cuanto hizo salpicó de sencillez. La modestia y la humanidad fueron flores que en su jardín nunca marchitó el dogmatismo ni. la megalomanía.

 

La flexibilidad para el enriquecimiento o abandono de las propias convicciones es una de las constantes de su evolución espiritual. Hay en él la rara facilidad para la compulsación e interpretación renovada del sentido posible de las nuevas circunstancias. Un cambio de marcha en filosofía semeja una estrella en la frente. Allí donde el hombre corriente ve la mayor virtud, reside el defecto cardinal de los que extrapolan lo cotidiano y lo aplican acríticamente a los asuntos propios de lo que Hegel llamaba cualidad conceptual. En Mi lucha, Hitler sostiene que el líder no debe permitirse la variación de sus posturas políticas, pues sus seguidores ven en él un sucedáneo de Dios: la consubstanciación de individuo y especie humana, en el sentido de que, como persona, resume los atributos cuya posesión los hombres han reservado a la Providencia (omnipotencia, omnisapiencia, poder de destrucción, protestad de dirección de la historia humana, encarnación intemporal del Bien, etc.) pero que en realidad, corresponden a la humanidad como entidad genérica.

 

La variación en ciencia y filosofía, revela, por el contrario, vitalidad, conciencia de la importancia del cambio en el proceso de aprehensión conceptual de la realidad; libertad e imaginación creadoras. Hay en la República Dominicana del presente, sin embargo, aprendices de pensadores en quienes el culto a la coherencia y el afán de invariabilidad cercenan la espontaneidad y el sentimiento de aventura indispensables para el descubrimiento, ahogando así toda posibilidad creativa a su quehacer intelectual. La filosofía, a diferencia de la religión y la política, se alimenta de las crisis. Su capacidad para salvar escollos habla del carácter sustantivo de su justificación. Allí donde algunos ven su gran debilidad reside su mayor fuerza.

 

Una actitud de consecuente apertura hacia cualquier idea o sugerencia, sin importar su procedencia, pone de manifiesto una humildad poco común en el ambiente espiritual de nuestro espacio tiempo histórico, en el que dómines y leguleyos usurpan sin rubor los puestos que sólo a la personalidad y a la inteligencia corresponden. Los signos están invertidos. Su mayor orgullo es no equivocarse nunca y hablar sin rubor de cuantos asuntos cruzat el viento que azota su pelambre a raíz de su escapada de las cavernas, de los sótanos o de los cementerios del mundo. La modestia y la humildad son dos de las condiciones primarias de la sabiduría. Y he ahí que éstas fueron dos de las virtudes básicas de cuantas adornaron el paso por la existencia de este hombre excepcional.

 

NOTAS

 

1) Yendo por los caminos a un mujik se le cayó su hacha en el río. El mujik, sentado a la orilla lloraba y se lamentaba por horas por tan irremediable pérdida, hasta que, conmovido, el espíritu de las aguas se le apareció y mostrándole un hacha de plata, preguntó al campesino si ésa era su hacha. Le contestó que no. El espíritu de las aguas se sumergió y reapareció con un hacha de oro. Tornó a hacerle la misma pregunta, y el mujik le respondió que tampoco ésa era su hacha. Cuando apareció por tercera vez, al mostrarle su verdadera hacha, el leñador respondió «Sí, sí, ésa es la mía». En premio a su integridad el espíritu de las aguas le entregó las tres hachas. De regreso a su aldea, el labrador contaba emocionado el acontecimiento. Otro mujik salió al pronto, y al pasar por el lugar dejó caer su hacha. El espíritu de la aguas se le apareció con una de oro, y le preguntó si era suya. El segundo mujik le respondió que sí de inmediato. Como castigo, el espíritu de las aguas no le regaló ésta ni le devolvió la suya. (Leon Tolstoi).

 

2) Medicina y Cultura, p. 110: «la medicina, antes tenía como objeto al individuo, y procuraba curar sus enfermedades; hoy su objeto primario es la sociedad, cuyos males patológicos aspira evitar. Claro está: como la sociedad está compuesta de individuos, no se margina la importancia de éstos como entes particulares y mucho menos se hace caso omiso de curarlos cuando son víctimas de un padecer. Pero la labor ya no se circunscribe a cada uno de ellos: se extiende a todos los miembros del conglomerado humano».

 

3) Una gestapo en América, pp. 154-155: «Pensé que la vida no era sino una manifestación específica de la energía, atributo y forma de la materia; y que todas las funciones humanas entre ellas las del pensamiento y la afectividad, cran proyecciones de esa energía, ya especializada. Vi al pensamiento inexorablemente unido al hombre y estimé que su desarrollo había sido condicionado por los factores materiales que informan la vida misma».

 

4) Anti-Sábato pp. 15,31.

 

5) La primera edición fue publicada en 1940, en La Habana. 6) La primera edición fue publicada en 1948, en La Habana. 7) La primera edición data de 1969 (Mérida, Venezuela).

 

8) La primera edición vió la luz en 1971 (Santo Domingo, República Dominicana).

 

9) La primera edición es de 1974 (Editora taller, Santo Domingo). 10) La primera edición es de 1975 (Editora taller, Santo Domingo).

 

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Jimenes-Grullón, J. I………… La República Dominicana. (Análisis de su pasado y su presente), 3ª ed., Editora Cosmos, Santo Domingo, 1974.

 

Jimenes-Grullón, J. I…………. Una Gestapo en América. (Vida, tortura, agonía y muerte de presos políticos, bajo la tiranía de Trujillo), 5ª ed., Editora Montalvo, Santo Domingo, 1962.

 

Jimenes-Grullón, J. I………… Seis poetas cubanos. (Ensayos apologéticos).

 

Regino E. Boti, María Luisa Milanés, Manuel Navarro Luna, Nicolás Guillén. Dulce María Loinaz, Eugenio Florit, Editorial «Cromos», La Habana, 1954. Jimenes-Grullón, J.I……………. Al margen de Ortega y Gasset, I. (Crítica a «El tema de nuestro tiempo»), Editora Puentes Grandes, La Habana, 1957. Jimenes-Grullón, J. I. Al margen de Ortega y Gasset, II. Crítica a «En torno a Galileo», Publicaciones de la Facultad de Humanidades de la Universidad de los Andes, Mérida, 1959.

 

Jimenes-Grullón, J. I………. Al margen de Ortega y Gasset, III. Crítica a «La rebelión de las masas», Publicaciones de la Facultad de Humanidades de la Universidad de los Andes, Mérida, 1959.

 

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Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de los Andes, Mérida, 1968.

 

  1. Jimenes-Grullón, J. …………. Anti-Sabato. Ernesto Sábato: Un escritor dominado por fantasmas, 2ª ed., publicación del Centro de Investigaciones Literarias de la Biblioteca Nacional, Santo Domingo,

 

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El mito de los padres de la patria, Jimenes-Grullón, J.I……….. Editora Alfa y Omega, 2a ed., Santo omingo, 1982. Jimenes-Grullón, J. I………….. La América Latina y la revolución socialista. (Análisis de la tesis «Dictadura con respaldo popular» y sus ampliaciones, de Juan Bosch), tomo I, Editora Cultural Dominicana, Santo Domingo, 1971.

 

El camilismo y la revolución Jimenes-Grullón, J. I……… dominicana, Publicaciones de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, Santo Domingo, 1974.

 

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Jimenes-Grullón, J.I.. Sociología política dominicana (1844 1966), Vol. III (1924- 1942), Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, 1980