Por: Miguel A. Gil*

No hay mejor cantera para cultivar las ideas que la mente y el corazón de los niños y niñas; y no hay mejor semilla para sembrar que la Filosofía.

Es un criterio equívoco sostener que la Filosofía es para mentes privilegiadas o genios. En cada mente infantil existen todas esas potencialidades, y más aún sabiendo que los niños y niñas son inquietudes, interrogantes, curiosidades; son búsqueda incesante de lo desconocido y, por excelencia, escudriñadores de razones; son la selva virgen que reclama exploración. Y es, sin duda, la Filosofía ese rico manantial donde encontrarán nuestros niños y niñas respuestas y razones, verdades y nuevas dudas; pero en la certeza de que se debe seguir buscando, porque la Filosofía no sólo ofrece verdades o dudas, sino que también ofrece pistas para continuar.

Es, pues, la Filosofía con sus pequeñas y grandes respuestas, el mejor de los caminos, la más pura y digna de alojarse allí. No es un privilegio de unos cuantos «iluminados». Pensar así es proyectar la importancia que tiene para el género humano el cultivo de una de las actividades más elevadas: aprender a pensar.

Hemos de trabajar más esta conquista humana, de aprender y poder transformar lo aprendido. Los niños y niñas han sido capaces de internarse en el complejo mundo computacional, captan los idiomas con facilidad, hacen experimentos y han demostrado tener una capacidad ilimitada. Lleguemos a ellos con la sutileza y delicadeza que sus añitos aconsejen. Se puede y debe enseñarles filosofía: que conozcan de Sócrates, Aristóteles y los de ahora, que se motiven, que se inspiren en sus hazañas, que se enamoren de sus enseñanzas; es decir, que nuestros niños no se queden con tantas dudas hasta que sean adultos o quizás hasta siempre, porque cada vez hay menos filosofía (académica) en las escuelas y menos temas de filosofía en los periódicos, llevándonos conscientemente a la era de la robotización, que no valora el factor humano y pone al mundo cada vez más dependiente de las grandes máquinas, que no han podido sustituir al pensamiento humano.

Filosofía para los niños y niñas, para que puedan entender su propio ser, sentir su pasado y su presente, y ver su futuro en una dimensión cósmica, donde la verdad y no el mito, el criterio y no el dogma, la acción y no la pasividad puedan ocupar el mundo hostil.


*Estudiante de Pedagogía (Filosofía y Letras).