Por la Hna. MARIA DE LAS VIRTUDES CHAMIZO PLAZA

El conocimiento consiste en una relación entre el sujeto que aprehende y el objeto aprehendido; pero esta relación entre el sujeto y el objeto es un problema antinómico que se presenta en la esencia del conocimiento.

En el conocimiento, ¿es el sujeto el que se determina por el objeto o es a la inversa? ¿Cuál de los dos predomina en esta relación? Para contestar o discutir estos dos problemas es necesario discutir primero el de la inmanencia o trascendencia o contenido irracional al sujeto, puesto que de éste depende la relación entre sujeto y objeto. Si el objeto determina al sujeto es porque es captado por éste. El sujeto aprehende la onticidad irracional del objeto, del contenido óntico del mismo.

Lo categorial es un producto de lo óntico, una copia de la realidad desconocida. Pero aquí surge otro problema antinómico ¿Cómo puede lo categorial inteligible retratar lo óntico ininteligible? La posición que defiende que el objeto determina al sujeto se llama objetivismo y la antinómica, subjetivismo. Ambas discuten su teoría en una forma dogmática, sin dudar de si puede ser posible la antinómica. Estas dos posiciones se toman sin tener para nada en cuenta el carácter ontológico de sujeto y objeto.

Si se considera este carácter, aparecen dos decisiones antinómicas: el idealismo, que se basa en que todos los objetos poseen un ser ideal existente en la mente, y el realismo, que afirma que además de objetos ideales existen otros reales independientes de nuestro pensamiento. Hay otras tesis llamadas teológicas, que resuelven el problema refiriéndolo todo al último principio (Dios) de seres y desde El establecen la relación de pensamiento y ser. Esta teoría se puede dar en sentido monista y panteísta o en sentido teísta o dualista.

Cuando se afirma que lo inmanente es lo sabido o lo existido en forma categorial, afirmamos algo del carácter ontológico del sujeto y del objeto. Cuando se dice que lo inmanente es lo sabido, se afirma que el objeto, el contenido óntico irracional, sabido, es inmanente al sujeto; luego también se dice a la vez algo del sujeto y del objeto ¿No será un carácter óntico del sujeto y del objeto la causa de ser el objeto inmanente al sujeto? El que el objeto sea trascendente al sujeto depende de la naturaleza de ambos.

En la filosofía del conocimiento se habla de las categoriales sujeto y objeto; así como cuando nos referimos a la conciencia, contenidos objetivos o irracionales hablamos de categoriales.

Por el contrario, el filósofo onticista se refiere no a las categoriales sino a lo óntico, aunque a veces tiene que prescindir de ello, lo mismo que el categorialista a veces no puede eximirse de lo óntico, aunque discute categoriales, pero siempre lo considera desde distintos puntos de vistas, pues sabe que trata de categoriales y no de lo óntico material, sensible. El filósofo onticista cuando no puede hablar de lo óntico no puede hablar de nada, en cambio el categorialista puede tratar de lo óntico y de lo no óntico, ya que discute sobre categoriales. Las posiciones antinómicas, realismo-subjetivismo no son dos problemas distintos sino dos formas antinómicas del mismo problema.

El objetivismo: este afirma que el elemento esencial en el conocimiento radica en el objeto, o sea, que éste determina a aquel. Por tanto, el sujeto toma en cierto modo las propiedades del objeto y las reproduce. El objeto se presenta como algo definido a la conciencia cognoscente y esta estructura del objeto perfectamente definida es reconstruida por ella.

Estas ideas fundamentales del objetivismo se encuentran en Platón, en su teoría de las «Ideas». Según él, las ideas son realidades objetivas y forman un orden sustantivo. Para Platón existen dos mundos: el sensible, cuyos objetos los intuimos sensiblemente, los percibimos, y el suprasensible, cuyos objetos los descubrimos por una intuición no sensible: intuición de las ideas.

Edmundo Husserl, fundador de la fenomenología moderna, hace renacer la teoría platónica de las ideas, pero cambia este término por el de esencia. Husserl considera también las dos intuiciones: la sensible y la no sensible. La primera se aplica al conocimiento de las cosas concretas; la segunda, a las esencias generales de las cosas. Para Platón, las ideas forman un mundo existente en sí, lo mismo que para Husserl las esencias forman un reino independiente. Para penetrar en este reino hay que hacerlo mediante la intuición no sensible. Estas dos teorías tienen de común el pensamiento fundamental; pero no el desenvolvimiento particular del mismo. Para Husserl, el mundo de las esencias, de las ideas, es la meta a la cual se puede llegar. Platón va más allá, y atribuye una realidad metafísica a estas esencias. La teoría platónica considera «las ideas» como realidades suprasensibles, como entes metafísicos. Otra diferencia entre ambos consiste en que Husserl sustituye la contemplación mitológica de las ideas, por la intuición de las esencias, que, por otra parte, depende del fenómeno concreto sobre el que surge, y en esto tiene semejanza con la teoría de Aristóteles sobre el conocimiento.

Para los objetivistas, los contenidos irracionales, objetivos, son trascendentes al sujeto. Existe la posición antinómica que sostiene que los contenidos irracionales son independientes del pensamiento; son inmanentes al sujeto. Para los que se apoyan en esta teoría, el sujeto aparece como el punto donde se apoya la verdad del conocimiento humano; pero no el sujeto individual, sino un sujeto superior, trascendente.

San Agustín crea una especie de transición entre el subjetivismo y el objetivismo, llevando el espíritu de las ideas al Espíritu Divino, fuente y principio de todas ellas, y convierte las esencias ideales, existentes por sí mismas, en contenidos lógicos de la Suma Razón, en pensamiento de Dios. No es, entonces, el reino de las realidades suprasensibles el fundamento de la verdad, sino una conciencia, un sujeto. Por ello, para adquirir el conocimiento no hay que buscarlo en un mundo objetivo, sino en el Ser Supremo; es Este, y no el objeto, el que proporciona a la conciencia cognoscente sus contenidos.

El edificio sólido del conocimiento humano se levanta sobre estos conceptos y principios generales procedentes de la infinita Sabiduría. Y es sólido porque tiene su fundamento en lo Absoluto, en Dios. Esta idea fundamental está contenida en la filosofía moderna, en el neokantianismo representado por la escuela de Marburgo. Pero en esa escuela ven al sujeto como desprovisto de todos los accesorios metafísicos y psicológicos; es un sujeto puramente lógico. Es considerado como una conciencia en general. No hay objetos fuera de la conciencia, sino que todos ellos son engendrados por el pensamiento.

En San Agustín, corresponde un objeto al producto del conocimiento obtenido a base de los conceptos y normas supremas, mientras que en la teoría de la escuela de Marburgo coinciden el pensamiento y el ser, el concepto y la realidad, para ésta sólo hay un ser conceptual, mental. El subjetivismo se identifica con el realismo.

El realismo es la posición antinómica que sostiene que los contenidos ónticos reales no son inmanentes a la conciencia del hombre, sino existentes en sí, son reales. La posición antinómica al realismo es el idealismo, que afirma que todos los contenidos irracionales poseen un ser mental, ideal.

Existen tres grados de realismos: ingenuo, que no tiene pensamientos, sino vivencias inconscientes; no tiene conocimiento de lo que es percepción, objeto percibido, ni contenido de conciencia, sino que considera que las cosas nos son dadas como son en realidad.

El segundo grado, es el natural, que sostiene que los objetos se corresponden con los contenidos de la percepción, considera que las cualidades son contenidos de la conciencia, pero también cree que estas cualidades son propiedades objetivas de las cosas; y el tercer grado es el realismo crítico, así llamado porque emplea discusiones críticas acerca del conocimiento. Para éste, las propiedades de los contenidos de la percepción no pertenecen a las cosas; los colores, la dureza, etc., son contenidos de nuestra conciencia y no existen en los objetos, pero estos contenidos de la conciencia son producidos por estímulos exteriores que actúan sobre los órganos de nuestros sentidos. Son, por tanto, reacciones psicológicas de nuestra conciencia que tiene una constitución interna vinculada con el mundo exterior.

Todos somos realistas ingenuos en nuestra vida ordinaria, creemos que las cosas existen fuera de nosotros. No distinguimos las cosas de los contenidos de conciencia, íntimamente unidos a ellas, y creemos que son realidades originarias de las que nuestras sensaciones nos dan copia fiel. El realismo ingenuo se vio apoyado por la teoría de las imágenes que se desprenden como partículas de los objetos reales. Esta teoría se ve respaldada por una de las posibilidades del problema antinómico de Anaxágoras de si «conoce lo mismo a lo mismo, o lo diverso a lo diverso», pues si conoce lo igual a lo igual, las ideas deben ser iguales a los objetos.

El realismo ingenuo se opone a la Filosofía, debido a que cree en la realidad de las cosas sin discutirla ni expresar un pensamiento acerca de ellas, pero a veces va más allá de los hechos de los contenidos de conciencia cuando afirma que las cosas existen aunque no las percibamos ni pensemos en ellas.

En Grecia se encuentran los tres grados de realismo. Demócrito sustenta el pensamiento antinómico del realismo crítico. Para Demócrito lo único existente son los átomos con sus cualidades cuantitativas. Las cualidades –olor, color, etc.– son subjetivas, agregados psíquicos a la realidad objetiva. Aristóteles opuso el pensamiento antinómico de que las cualidades percibidas –color, olor, etc.– pertenecen a las cosas, independientemente de la conciencia cognoscente. Este pensamiento aristotélico duró hasta la Edad Moderna, en que Galileo expuso el pensamiento antinómico de que la materia sólo posee propiedades espaciales y temporales y cuantitativas y las demás son subjetivas.

John Loke divide las cualidades en primarias y secundarias, con lo cual hace más precisa la teoría. Son primarias las cualidades que se perciben por varios sentidos y son propiedades de las cosas, o sea, esencialmente objetivas; por ejemplo: el movimiento, el tamaño, el espacio, etc. Las secundarias, se perciben por un solo sentido, como el sonido, el olor, la dureza, etc., y son subjetivas, sólo existen en nuestra conciencia, aunque están conexionadas con los objetos.

El realismo crítico se apoya en su pensamiento antinómico de las cualidades secundarias de las cosas, en pensamientos antinómicos que le suministra las ciencias naturales y que éstas poseen como evidencia absoluta y no en forma antinómica. La Física le proporciona estos pensamientos. Para los físicos solamente existe la realidad cuantitativa; la cualitativa, o sea, la secundaria, sólo existe en nuestra conciencia, pero causada por procesos objetivos reales. También se funda el realismo crítico en la Filosofía; ésta asegura que no percibimos inmediatamente las acciones de las cosas sobre nuestros sentidos, pues no basta que el estímulo los afecte para que sean conscientes, tienen que pasar por los nervios transmisores de la sensación que los conduce al cerebro; pero éste es tan complicado que resulta dudoso que lo que se manifiesta en la corteza cerebral como resultado del estímulo sea semejante a éste.

El realismo crítico no puede, por tanto, apoyarse ni en la Física ni en la Fisiología, pues las ciencias pueden afirmar que el proceso psicológico es complicado; pero si la sensación es o no distinta del excitante es antinómicamente problemático y no se puede asegurar. Los pensamientos sobre el conocimiento son antinómicamente problemáticos y no tienen evidencia absoluta, siendo así, no se puede rechazar un solo pensamiento filosófico apoyándonos en las ciencias, porque la evidencia absoluta de éstas es falsa. También se cree que la Psicología ha prestado su ayuda al realismo crítico cuando afirma que las sensaciones no sólo dan forma a las percepciones, sino que en éstas existen, además de reacciones a los estímulos exteriores, aportaciones de la conciencia percipiente del sujeto.

De este modo, queda excluido el realismo ingenuo y el natural y, por consiguiente, la esencia del realismo en general; luego no ha aportado nada a favor del realismo crítico. Este establece una diferencia entre percepciones y representaciones, pues mientras éstas sólo son perceptibles para el sujeto que las posee, aquéllas pueden serlo para varios a la vez, y esto sólo puede ocurrir cuando se admite la hipótesis de que existen objetos reales que actúan sobre los sujetos y provocan en ellos las percepciones. El realismo crítico establece independencia de las percepciones respecto de la voluntad, ya que mientras podemos evocar un recuerdo si lo deseamos, no podemos modificar, aunque queramos, una percepción. Pero lo más interesante del realismo crítico es la independencia entre el objeto de la percepción y la percepción misma. Los objetos de la percepción siguen existiendo aunque hayamos apartado nuestros sentidos de su influencia y, en consecuencia, ya no los percibimos. Ej.: Dejo el crucifijo en la mesa y me marcho; dejo de verlo, pero él sigue existiendo allí aunque no lo vea, y si vuelvo a mirar la mesa lo encuentro en el mismo sitio que lo dejé. Y es tan evidente esta independencia del objeto que causa la percepción, que a veces llega a transformarse sin nuestra intervención. De aquí se infiere que en la percepción nos encontramos con objetos que existen fuera de nosotros. El realismo crítico trata de asegurar la realidad por el camino racional, pero según otras formas del realismo, la realidad no puede ser probada sino vivida, experimentada.

El medio más eficaz para conocer con certeza la existencia de los objetos exteriores a la conciencia es la voluntad, pues así como el intelecto nos pone en contacto con el ser de las cosas, es decir, con su esencia, la voluntad lo hace con su existencia. Si fuéramos puramente seres intelectuales no tendríamos conciencia de la realidad; el conocimiento de ésta se debe exclusivamente a la voluntad. Las cosas oponen resistencia a nuestras voliciones y en estas voliciones y resistencias vivimos la realidad de las cosas. Esta teoría es la del realismo volitivo, que se encuentra en la filosofía moderna, siendo su primer representante Maine de Biran, pero el que le dio fundamento fue Guillermo Dilthey.

El realismo crítico, el natural y el ingenuo no son antinómicos, sino tres grados del realismo; por tanto, el realismo crítico no puede negar los otros, sino que busca en las ciencias apoyo para que sus ideas sean aprobadas; lo cual no es posible, porque las ciencias trabajan con objetos reales, sensibles, y la Filosofía investiga discutiendo pensamientos antinómicos.

El realismo crítico quiere transformar el ingenuo y el natural en crítico, mediante las siguientes razones: para demostrar que las cualidades no pertenecen a las cosas mismas ponen como ejemplo la ceguera, la sordera, la hipersensibilidad, que aunque las impresiones sensoriales pueden ser producidas por un mismo objeto, producen en los sujetos distintas modalidades, luego es también algo subjetivo. Aún más: un mismo objeto sensible puede producir distintas sensaciones en individuos diferentes, de tal modo que lo que a uno le parece largo, a otro le parece corto; lo que a uno insípido, a otro sabroso, etc. Es antinómico prefijar cómo han de influir los objetos sensibles en el sujeto, las estrellas, por ejemplo, lucen en el firmamento durante el día con el mismo brillo que durante la noche y, sin embargo, la circunstancia de la presencia del sol produce en nosotros la impresión de que han desaparecido.

Tampoco se puede asegurar si los objetos conservan sus cualidades o no. Yo miro una hoja de papel y la veo blanca, pero cuando dejo de mirarla, ¿sigue siendo blanca? Es un problema antinómico, pues no se puede determinar si las cualidades pertenecen a las cosas, ya que están íntimamente ligadas al sujeto que aprecia el excitante y a los órganos de los sentidos.

El máximo y el mínimo de excitante para que se produzca la sensación es otro problema antinómico, porque no sabemos si nuestra percepción nos proporciona datos exactos para el conocimiento; pero el realismo crítico atribuye esta incertidumbre al fenómeno.

Otra prueba es que el investigador puede cometer error en la investigación de lo real y sensible. El cientificista toma medidas cuantitativas para sus experiencias para determinar con seguridad los objetos que investiga, pues considera que la percepción no siempre es adecuada para conocer lo real. Pero la idea fundamental es común para los tres grados del realismo: crítico, natural e ingenuo, y es que existen objetos independientes de la conciencia, o sea, un mundo exterior trascendente al sujeto. También es común para los tres la diferencia que existe entre representación y percepción, entre la imagen y el sentimiento, entre lo psicológico y lo no psicológico, pues las percepciones de los objetos sensibles pueden ser captadas por varios sujetos al mismo tiempo, mientras que las emociones, recuerdos, imágenes, etc., sólo las siente un individuo. Triunfaría el realismo si esto fuera cierto, pero la Filosofía discute este problema, ya que no se sabe si la diferencia se debe a la realidad o no realidad de los objetos, o al tipo de éstos, ya que tanto las percepciones como las representaciones son psicológicas. Aquí surge otro problema antinómico: ¿qué es la realidad? El realismo asegura que las percepciones son independientes de nuestra voluntad, pues mientras que podemos evocar o modificar a partir de nuestra voluntad las representaciones, no podemos hacer lo mismo con las percepciones y lo atribuimos a que las percepciones existen independientemente del sujeto percipiente, pero tampoco pueden ellos afirmar que podemos disponer de los sentimientos y de las emociones a nuestra voluntad: muchas veces desearíamos alejar de nosotros una tristeza y somos incapaces de conseguirlo. El realismo funda su teoría en que existe independencia entre la percepción y el objeto que la causa; por otra parte, los objetos siguen existiendo independientemente del sujeto percipiente y esto se pone de manifiesto cuando el objeto agente de la percepción experimenta un cambio durante el tiempo en que nosotros no lo estábamos percibiendo, luego existen objetos reales fuera de nuestra conciencia. Pero esto tampoco se puede asegurar porque se llega a ello por medio de la conciencia, o sea por percepción, así que no podemos afirmar que existe algo fuera de la percepción. Es posible tener una idea vaga de la realidad, pero no se puede conocerla totalmente. La verdad es en esencia irracional y sólo conocemos la idea. El racionalismo crítico afirma que la realidad no puede ser conocida de modo racional. Para ser conocida la realidad irracional es transformada en idealidad, en lo racional o categorial y como esto es distinto a lo irracional, lo que conocemos es una idealidad categorial con motivo de una realidad irracional. El racionalismo voluntarista afirma que es la voluntad la que nos hace conocer la realidad como independiente de la conciencia, puesto que como existen entre el intelecto que capta el ser esencia de las cosas y éstas mismas cosas, o su existencia, una cohesión. Los voluntaristas afirman nuestra incapacidad para conocer la realidad, si fuésemos nada más seres intelectuales, no sólo por ser insuficiente lo racional para conocer lo irracional, sino porque toda percepción de la realidad es modificada por lo categorial, por lo ideal, cuando es conocido.

Los realistas volitivos dicen que lo irracional resiste a nuestra voluntad, a nuestras actividades y en esa oposición vivimos la realidad, pero no como los realistas, tal cual es, sino advertimos vagamente algo que trasciende a nosotros. Para que el realista volitivo sea absolutamente antinómico al idealismo, tiene que basarse en el pensamiento antinómico de que la resistencia que lo irracional opone a nuestra voluntad provoca en nosotros una vivencia de la realidad, nos hace advertirla de modo inconsciente.

El problema de la esencia del conocimiento no queda resuelto con las dos posiciones antinómicas de realismo e idealismo. Se obtiene una solución sentimental, dogmática, pero no como evidencia objetiva.

Como no se conoce más que objetos sin estructura no se puede determinar sobre la trascendencia. La trascendencia e inmanencia son dos categoriales que no se pueden separar porque están vinculadas. La trascendencia o inmanencia de los contenidos irracionales a la conciencia y la dependencia o independencia de los objetos reales con relación al pensamiento son dos formas del mismo pensamiento antinómico de la esencia del conocimiento. El pensamiento fundamental del realismo es que lo real sensible es real, si lo pensamos como si no lo pensamos, por consiguiente, lo real es independiente del pensamiento. Pero es necesario saber qué es lo real para discutir el problema antinómico de la esencia de lo real y después el de la trascendencia o inmanencia, dependencia o independencia de lo real. Para la Filosofía, reales son los contenidos irracionales del mundo sensible, por tanto, lo real existe en sí y por sí sin depender de ninguna otra existencia independiente de ellos. Pero fuera de éstos existen los objetos ideales, pensamientos, etc. Tiene un doble aspecto el problema antinónimo de la esencia del conocimiento: primero, el estudio de la inmanencia, trascendencia, dependencia o independencia con relación al ser real, es decir, en sí, sin depender de otro, y segundo, en relación con la existencia del mismo ser. Existencia es todo lo que está presente en nuestro espíritu y esencia es lo que está más allá, lo que es más íntimo del ser, por lo cual el espíritu tiene que profundizar en él para hallarlo: esta esencia del ser es la realidad completa, por eso todo ser la posee; toda existencia tiene su esencia. Para el realismo volitivo la esencia es la existencia conocida; en cambio, la filosofía del conocimiento sólo se ocupa de la esencia. Todas las posiciones antinómicas: realismo, idealismo, dogmatismo, escepticismo, empirismo, racionalismo, quedarán reducidas a un solo problema antinómico, el de la existencia-esencia.

El dogmatismo, realismo y empirismo creen en la realidad de lo existente, en oposición al escepticismo, racionalismo e idealismo. El realismo trata de conocer las existencias como tales, sin penetrar la esencia. Las existencias sólo pueden ser vividas, pero no puede tenerse conciencia de ellas, no pueden ser pensadas, pues pasarían a ser esencias. Cohen funda su idealismo con la frase «el pensar crea la base del ser». Si el ser no fuese óntico, irracional, lo crearía el pensamiento, pero si el ser es la esencia y no la existencia irracional, el pensamiento puede crear el ser, pues es esto la categorial de pensamiento. Si ser y existencia se identifican, el pensamiento no crea el ser, son dos contenidos ónticos irracionales. Lo existente es un contenido óntico, irracional y el ser es un pensamiento categorial. Lo existente es por tanto independiente y cuando se piensa pasa a ser esencia. Los pensamientos son existencias independientes. Los pensamientos ontológicos son los que se emplean para enunciar un ser; pero no todos sirven para esto, porque entonces no serían realidades de existencia sino de ser. Los pensamientos que nos proporcionan conocimientos verdaderos crean un ser dejando de ser existencias ideales. Los pensamientos falsos forman parte del mundo de los pensamientos, sin crear ningún ser. Los pensamientos, en filosofía, son problemas antinómicos.

También los pensamientos son objetos del conocimiento y entonces pasan a ser existencias irracionales y son informados, únicamente éstos pueden serlo, pues la existencia no puede ser informada en sí misma.

La ciencia cree que por medio de pensamientos puede adquirir conocimientos de contenidos irracionales, e investiga, valiéndose de pensamientos, pensamientos sobre conceptos simples, acerca de existencias. La Filosofía investiga por medio de pensamientos, pensamientos antinómicamente problemáticos, acerca de conceptos simples, sobre las existencias. Los filósofos y los científicos, cuando informan pensamientos sobre conceptos simples que surgen de las existencias, creen que ellas son informadas; y cuando la Filosofía y la ciencia crean categoriales falsas de pensamientos y de conceptos sobre las existencias, creen, por el contrario, que son existencias, y no categoriales falsas de las mismas.

El idealismo, posición antinómica del realismo, asegura que no hay existencias reales independientes del pensamiento ni de la conciencia. Existe un idealismo absoluto para el cual sólo existen las existencias psicológicas de los contenidos de conciencia, idealismo subjetivo, y las existencias ideales de los objetos lógicos y matemáticos que es el idealismo objetivo. De acuerdo al idealismo subjetivo, cuando las existencias no son percibidas por un sujeto, dejan de existir. Así lo único existente es nuestra conciencia con sus contenidos y todo lo que no se puede concebir deja de ser real. Cuando pensamos una existencia real independiente, se hace independiente del pensamiento. En cambio, el idealismo objetivo sostiene el pensamiento antinómico de que las existencias reales son independientes de la conciencia. Y la base de la existencia real está en leyes que dan un valor universal a la existencia real independientemente del sujeto. Para ellos, el pensamiento no es sino un conjunto de leyes objetivas y no un proceso psicológico de los sujetos pensantes. El idealismo objetivo de los neokantianos afirma que la existencia real es independiente del pensamiento subjetivo, pero no del pensamiento objetivo formado por el sistema de leyes objetivas. Berkeley es el primer representante del idealismo subjetivo. Su idea fundamental es: “El ser de las cosas consiste en su ser percibido”. Para él, lo único existente es la percepción y cree que por ella se forman los contenidos psíquicos de la conciencia. La causa de nuestra percepción independiente de nuestra voluntad es Dios.

El idealismo objetivo sostiene que los pensamientos de una conciencia general objetiva de la ciencia engendran todas las existencias. Este idealismo es puramente científico y cae fuera del filosófico, puesto que la filosofía no es ciencia como se empeñan en afirmar los cientificistas. La ciencia es un conjunto de pensamientos producidos sistemáticamente y fundados en evidencias absolutas. La Filosofía, por el contrario, es un conjunto de pensamientos antinómicamente problemáticos elaborados sistemáticamente en discusión problemática y fundados en evidencias dubitativas. Los pensamientos de las ciencias son reconocidos universalmente con validez y evidencia y los de la Filosofía son personales, propios de cada filósofo y cuando son aceptados en general se hacen científicos. El idealismo objetivo no considera la conciencia como un complejo de procesos psíquicos, sino como un conjunto de juicios, de pensamientos. Identifica pensamiento y juicio siendo distintos. El pensamiento es la comprensión significativa de dos significaciones y el juicio es un pensamiento que posee una persona sobre algo que juzga.

Para el idealismo subjetivo, la conciencia no es una existencial real psicológica, sino un sistema de juicios; esto es ilógico, pues una conciencia ideal lógica puede estar formada de pensamientos, pero no de juicios. Se valen de la conciencia ideal para explicar la existencia real; esta existencia real de las cosas no son datos psicológicos sino existencias ideales.

El idealismo lógico, en contraposición al anterior, cree que la existencia de los objetos y la percepción de los mismos son independientes. La existencia real no está íntimamente unida a la percepción sino que la existencia proporcionada por la percepción es desconocida. El idealismo objetivo trata de descifrar y de describir lógicamente la existencia que nos proporciona la percepción para convertirla en objeto del conocimiento.

Realismo e idealismo coinciden en que la existencia puede ser conocida y discrepan del fenomenalismo que sólo asegura la existencia del fenómeno y niega la posibilidad de conocer la cosa en sí. El categorialista rechaza el contenido de conciencia, la inmanencia o trascendencia del pensamiento, del fenómeno, del concepto, para él sólo existe lo categorial. Los pensamientos y los conceptos se captan para interpretar las existencias reales formando una categorial de pensamientos sobre esas supuestas existencias reales, pero no son reflejos exactos de ellas, sino una de las distintas formas de interpretar las existencias del mundo.

Hay que distinguir entre categoría y categorial. Las primeras son conceptos generales que sirven para expresar las existencias reales, por eso sólo existen en las ciencias, pues son de un realismo absoluto y dogmático. En cambio, lo categorial es propio del filósofo que toma la posición antinomicista sin asegurar la evidencia absoluta de su sistema, ya que no sabe si interpreta fielmente la realidad.

El Panlogismo, representado por Fichte, sustenta el pensamiento antinómico de que el yo cognoscente crea la existencia real entera. Tanto Fichte como Schelling mezclan la realidad lógica, la psíquica y la metafísica. Hegel no mezcla lo psíquico en la idea fundamental, pero sí en su obra fenomenológica del espíritu en la que hace un estudio del proceso psíquico de la conciencia propia en sus distintas evoluciones, pero comete el error de confundir la existencia real con la ideal por lo que puede llamarse a su teoría pan-realismo.

Es antinómicamente problemático si evoluciona o no lo lógico. Si evoluciona la existencia real, el idealismo objetivo de Hegel es un pan-realismo, y si es la existencia ideal la que evoluciona es un panlogismo. Si no evoluciona ninguna de las dos no existe ni panlogismo ni pan-realismo.

Conciencialismo es una posición antinómica al realismo que trata de la trascendencia de la realidad. En la conciencia se encuentran existencias reales inmanentes a ella, pues las experimentamos independientemente de la misma; ej.: los sentimientos, las voliciones, y aun los mismos pensamientos, no en cuanto a sus contenidos sino en cuanto al acto psíquico en que se observa su verdadera existencia real. Pero existen también existencias reales trascendentes a la conciencia; éstas experimentan del mismo modo ficciones, pensamientos falsos; pero no existe un criterio que pueda distinguir lo verdadero de lo falso.

Para el conciencialismo no existe independencia entre el pensamiento y la existencia real, debido a que el hecho de pensarla la hace depender del pensamiento. Por eso, existe relación entre el objeto real y el sujeto pensante. El pensamiento antinómico del conciencialismo es que sólo se puede pensar la existencia real de la conciencia, pues ninguna otra cosa puede tomar forma intuitiva. Esto es lo mismo que afirma Berkeley cuando niega la existencia real de objetos materiales exteriores, porque no se puede representar intuitivamente. Lo ideal para las ciencias, según el conciencialismo, es la certeza y la universalidad de los conocimientos, como para los cientificistas, que rechazan todo lo dudoso y ocúpanse de las existencias reales de pensamiento en el sentido de representación psicológica. Sólo es seguro lo que se da de modo inmediato en la conciencia. El conciencialismo es científico y no filosófico. Las categoriales que aportan las ciencias no las toman como tales, sino como existencias reales.

El realismo opone al conciencialismo e idealismo los pensamientos siguientes: el concepto de una cosa en sí no pensada es una contradicción; pero se le puede refutar con otro pensamiento y es que también resulta contradictorio que lo que se piensa sea absolutamente independiente del sujeto pensante. Hay existencias que son pensadas y otras que no lo son. Se dice que una existencia real es en sí cuando se considera independiente de toda otra existencia. Las cosas en sí serían absolutamente independientes para los seres meramente vivenciales, pero como existen otros que además de vivir tienen la facultad de conocer (los hombres), para éstos existen todas las demás, pues los seres vivenciales, no existen unos para otros; por ejemplo: una flor no existe para un pez.

El que toda existencia es existencia en sí es antinómicamente problemático. Todo lo que existe es existencia para un yo que conoce esa existencia. Para los filósofos vivenciales y existencialistas, para que un ser tenga existencia tiene que ser advertido en una vivencia, pero un filósofo debe llegar más allá; para que haya existencia tiene que haber advertencia, vivencia y pensamiento. Una cosa, aunque sea vivida, no es plenamente conocida sino es pensada; en cambio, el filósofo cientificista considera que existen cosas reales desconocidas que no son pensadas; pero esto es contradictorio, puesto que si saben que existen realidades desconocidas ya las han pensado, luego no son no pensadas. Las categoriales de pensamiento y de concepto acerca de lo desconocido las transforma el realismo en existencias reales. Cuando pensamos, lo hacemos sobre pensamientos o elementos simples con los cuales hemos formado un concepto sobre existencias reales en sí, y estos conceptos los confunden los realistas con los objetos reales. El realismo rechaza el pensamiento antinómico de Cohen que manifiesta que el ser es producto del pensamiento, puesto que es un pre-onto, o sea, que existe antes que pensemos en él e independiente del pensamiento. Para el realismo el pensar en el ser no quiere decir que esto indique una dependencia entre el ser pensado y el pensar, y esto sería verdadero si esta dependencia fuera material, pero para el idealista y  conciencialista esa dependencia significa una transformación en ser consciente. Para el categorialista todo lo que se supone existente ha de pasar por nuestra conciencia, ha de hacerse consciente para que sea realmente existente. Es rechazado como opuesto a los sucesos el pensamiento antinómico del conciencialismo que asegura que sólo se piensa lo que es adecuado a la conciencia, es decir, los objetos que caen dentro de nuestra experiencia psíquica. Y en realidad tienen razón los realistas, pues todo puede pasar por nuestra conciencia: pensamientos sobre objetos reales, ideales, sensibles, suprasensibles (entre estos últimos están los pensamientos antinómicamente problemáticos que se experimentan de modo inmediato no sensible y se deducen de lo experimentable); lo intuitivo, lo sensible, lo no sensible y los pensamientos filosóficos de modo mediato, como pensamiento antinómicamente problemático que se experimenta de modo inmediato no sensible y se deduce de lo experimentable de modo inmediato no sensible. Los realistas consideran imposible la ciencia de las existencias reales presentes en la conciencia debido a que la Ciencia tiene un valor general y los contenidos de conciencia son particulares de cada sujeto.

El fenomenalismo es una posición de transacción creada por Kant para deshacer el antagonismo existente entre realismo e idealismo en la esencia del conocimiento que afirma que las cosas no las conocemos como son en sí sino como son en la apariencia. Sabemos que las cosas existen pues están presentes al espíritu, pero no sabemos si existen en sí. Para Kant no conocemos las cosas en sí, pero conocemos como aparecen, o sea, el fenómeno. Ahora bien: si no conocemos la existencia en sí, ¿cómo aseguraremos que conocemos la no existencia en sí? ¿Cómo distinguiremos lo existente en sí de lo no existente en sí? Además, el fenómeno es una existencia en sí. Lo no existente en sí es la forma de aparecer lo existente en sí, sensible a nuestro espíritu. La teoría kantiana tiene de común con el realismo el que existen cosas reales en sí y con el idealismo el que todo conocimiento se debe a la conciencia, entendiendo ésta como apariencia; de aquí que la existencia en sí no pueda conocerse.

Para Kant, sólo se conocen los contenidos de conciencia correspondientes a las existencias en sí de lo sensible, los demás existentes de la conciencia no los conocemos. Establece una diferencia entre pensar y conocer. Descartes, en cambio, opina lo contrario: cogito ergo sum; pienso, luego existo.

Kant destruye la Filosofía, pues para él sólo existe el conocimiento científico de lo real sensible y no el conocimiento filosófico. El realismo crítico afirma que las cosas no son como las percibimos, y que las cualidades secundarias: color, olor, sonido, etc., no constituyen las existencias mismas sino que son nuevas apariencias en la conciencia. Y para el fenomenalismo no sólo las secundarias sino también las primarias: extensión, forma, movimiento del espacio y del tiempo, sólo aparecen en la conciencia. Kant considera que las espaciales y las temporales son formas o función de la sensibilidad intuitiva del sujeto que ordena las sensaciones en el espacio y el tiempo de modo involuntario e inconsciente, así lo aceptan los filósofos modernos, pero esto es antinómicamente problemático, porque esta ordenación puede radicar en las cosas en sí o en los contenidos de conciencia, en lugar de residir en el sujeto y éste lo que hace es captarla.

El fenomenalismo sostiene el pensamiento antinómico de que los conceptos que expresan propiedades de las cosas son contenidos y proceden de la conciencia. Según Kant, el hombre aplica los conceptos no a las cosas en sí, sino a los fenómenos sensibles al ponerse en contacto con el mundo formado por un conjunto de existencias reales con sus propiedades específicas. Los conceptos no son originados por las propiedades de las cosas, sino formas lógicas del entendimiento del sujeto para ordenar los fenómenos. Esto es contradictorio puesto que lo lógico no puede ser subjetivo.

Sólo podemos conocer el mundo como nuestra conciencia nos permite y no como es, independientemente de nuestras facultades cognoscitivas. Sólo podemos conocer los objetos reales-sensibles; los ideales y los suprasensibles, sólo son pensados, pero no conocidos, o sea, que para Kant nada más podemos conocer los objetos científicos, pero en filosofía no puede haber conocimiento. El fenómeno positivo es antinómico del conocimiento.

Posición monista y panteísta: el problema antinómico entre el objeto y el sujeto tiene una posición que es la monista apoyada en la primera y última realidad: el Ser Supremo, esencia de toda esencia: DIOS.

El monismo panteísta asegura que Dios es inmanente al mundo en contraposición al dualismo y al teísmo que afirman que Dios trasciende al mundo. Para el monismo panteísta no existe dualidad entre sujeto y objeto, existencias reales y conciencia, pues, según ellos, en su esencia forman unidad; es una teoría semejante al materialismo y antinómica al espiritualismo. Está representado el monismo por Espinoza; éste considera que sólo existe la sustancia y ésta posee dos atributos: el pensamiento y la extensión; el primero forma las existencias ideales de los contenidos de conciencia y el segundo las existencias reales materiales.

De la misma teoría monista y panteísta participa Schelling con algunas variaciones. Este une los dos atributos que distingue Espinoza, e identifica la Naturaleza y el Espíritu. En Schelling, un mismo ser se presenta unas veces como existencia-objeto y otras como existencia-sujeto. En lo absoluto funda todos los conocimientos. Esta unidad de objeto y sujeto anula el problema antinómico de la esencia del conocimiento. Es posible la categoría de la unión de objeto y sujeto, pero no es evidente.

El dualismo acepta la doble existencia de objeto y sujeto que confirma el espiritualismo sosteniendo la diferencia metafísica de pensamiento y ser, existencia real y contenido de conciencia; pero esta diversidad óntica es inmanente al principio de la Divinidad. La posición dualista es sostenida por Platón y Aristóteles. No existe ninguna teoría dualista pura, ni aún la cartesiana que concibe la distinción entre pensamiento y extensión. Las de Descartes, San Agustín y Santo Tomás, son monismo espiritualistas. El sujeto y objeto, conciencia y existencia real, pensamiento y ser, no se unen en Dios, sino que Dios los une. Pero Dios no puede ser unión El mismo de los opuestos antinómicos. Dios creó el mundo no de sí mismo, sino de la nada, y si pensamos que crearlo de la nada es lo mismo que crearlo de la esencia de la Divinidad, identificaríamos con esta teoría a Dios con la nada, lo cual es absurdo.