El quehacer filosófico se sustancia en el diagnóstico del componente utópico del espíritu humano. La fuente del sentido de lo inteligible es la utopía. Desde la perspectiva de Friedrich Nietzsche, la carencia de sentido de lo inteligible traduce en el espíritu de la época un momento de pesimismo. Para Platón, la búsqueda de la idea del Bien constituye el propósito humano de acceder al reino de lo inteligible. La nueva filosofía caracteriza la actividad filosófica como esfuerzo esclarecedor de utopías, que es capaz de sentenciar la agonía y muerte de una utopía, así como vislumbrar el nacimiento de nuevos ideales.

La publicación de Filosofía para iniciados marca la inserción de Rafael Morla [*] entre los pensadores dominicanos que se adscriben a la nueva filosofía. Por ello, los ensayos que lo integran están precedidos del supuesto básico siguiente: «en principio, el ideal representa plenamente la lozanía y la vitalidad de la vida humana, pero con el movimiento de la sociedad y el cambio de las generaciones, el hombre pierde la inspiración en los primitivos ideales. Nunca se carece de utopía, porque cuando un gran ideal envejece, hace tiempo que el sustituto viene en camino».

Más adelante, el libro plantea el diagnóstico del presente y reclama su espacio profético desde lo que la ensayística filosófica de los tiempos actuales ha llamado la nueva filosofía: «alguien escribió que todas las grandes filosofías han nacido en los momentos de crisis y caída. Si es así, estamos en el umbral de una nueva filosofía, lo cual deberá ponernos en claro en relación con la crisis del presente y con la era que se avecina.

La nueva filosofía orienta el trabajo del filósofo hacia lo humano; el quehacer filosófico es esclarecedor de la condición humana en cada época; por ello, la tarea de la filosofía es dar razón y cuenta del drama humano y mantener viva la esencia humana e impedir que se agote la luz en la faz del universo.

Los anteriores supuestos sirven de punto de articulación al quehacer filosófico de Rafael Morla, que en esta obra tiene una intencionalidad eminentemente didáctica y puntual. En efecto, la obra pretende suplir la carencia de material bibliográfico existente en el Colegio Universitario de la Universidad Autónoma de Santo Domingo —UASD. En ese sentido, el libro constituye un conjunto de ensayos, seguido de una antología de textos filosóficos. Asimismo, el libro trata los problemas de la llamada Philosophia perennis. Y con ello, aleja toda reflexión inicial del prejuicio de las escuelas y evita que el neófito se introduzca con miras estrechas y «conceptos cuadrados» al mundo inteligible. Sobre el particular dice: «Toda obra, en materia filosófica, constituye un esfuerzo del intelecto por situarse frente al cosmos. ¿De dónde venimos? ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Qué esperamos ser?

Rafael Morla no quiere responder a las interrogantes anteriores de manera dogmática, por lo que elabora sus respuestas a lo largo de seis ensayos que constituyen la primera parte del libro: 1) Pensamiento y realidad, 2) Ciencia, filosofía y religión, 3) Las categorías, 4) Método y filosofía, 5) Lógica y teoría del conocimiento y 6) Resumen histórico de la filosofía. En estos ensayos se puede apreciar la apertura de su pensamiento y, sobre todo, en la segunda parte del libro, donde incluye textos de las más diversas escuelas del pensamiento.

Su reflexión expresa, sin lugar a dudas, un momento de transición, apertura y diálogo, que refleja la búsqueda de las líneas maestras que caracterizan el quehacer filosófico como autónomo, crítico y sin supuestos. Por ello, Morla apela a la lectura de textos que registran los orígenes del oficio de filósofo, específicamente las lecturas sobre el mundo de las Ideas de Platón y los rasgos de la filosofía de Aristóteles.

Esta actitud de retorno a los referentes se completa con dos textos formidables del presente siglo: «¿Qué es la filosofía?» del pensador español José Ortega y Gasset, y el número diez que contiene el fragmento que Bochenski presenta con insuperable maestría las grandes respuestas filosóficas. Cada iniciado que verdaderamente se enamore de la filosofía encontrará en estas lecturas la seducción que lo orientará hacia la respuesta que juzgue más apropiada.

Sin embargo, el libro no escapa a los señalamientos didácticos. Cada iniciado podrá, por supuesto, conocer los dos caminos tradicionales de acceso a lo inteligible y escoger el que más lo seduzca. Sin embargo, lo que importa es que efectivamente deje de ser un iniciado, lo cual se verifica cuando llega al mundo de las Ideas. En efecto, la obra señala que «En filosofía, como vemos, el problema de la relación entre el pensamiento y la materia, entre el pensar y el ser, reviste una gran importancia. Los filósofos, en función de la solución que dan a este problema, se dividen en dos corrientes relativamente opuestas. Los hombres de intelecto que tienen como punto de partida el pensamiento, la idea o el espíritu, militan en una de las diversas escuelas del idealismo. En cambio, aquellos que en la elaboración de sus concepciones parten de la materia, del ser, militan en una de las diversas escuelas del materialismo» (págs. 15-16).

La incorporación de Filosofía para iniciados al acervo bibliográfico del curso de Introducción a la Filosofía en la UASD y a la bibliografía filosófica dominicana constituye un reto. Por primera vez, aparece un intento serio de ruptura con la tradición de nuestro medio cultural de caracterizar a la filosofía como ciencia. En efecto, el libro plantea la distinción entre filosofía y ciencia: «El saber filosófico es un conocimiento aprehendido mediante los recursos de la auto-reflexión del sujeto. En cambio, el saber científico tiene su punto de referencia en las percepciones y representaciones elaboradas por el hombre, y sólo a partir de ellas elabora principios y leyes generales cuyo alcance será proporcionar la extensión de su objeto de estudio».

Por consiguiente, el oficio de filósofo es distinto a los demás oficios del quehacer intelectual. El productor de concepciones del mundo tiene su espacio en el ámbito académico. La obra Filosofía para iniciados recuerda esa certeza, la cual fue concebida por Platón y Aristóteles, pero olvidada por muchos. Aquellos que se inician en la filosofía y logran abrir las puertas del mundo de lo inteligible, con la ayuda de este libro que no solo presenta la visión del autor sino que también se hace acompañar de textos de los grandes maestros de la filosofía de todos los tiempos, tienen la posibilidad de elevarse hasta el plano de lo infinito, lo inteligible y lo inagotable por un camino amplio y en compañía dialógica con aquellos que verdaderamente han filosofado. De esta manera, pueden convertirse en constructores conscientes de las utopías.