Prof. Rafael Morla

«Filosofía del Silencio», que más bien podría calificarse de llamado a la reflexión, es la más reciente producción intelectual del pensador dominicano Alejandro Arvelo.

Su obra anterior, hasta ahora la principal dada a la estampa, constituyó una invitación a la reflexión, en una circunstancia en que el filósofo entiende que los humanos renuncian a pensar la realidad y se refugian tras la máscara aparente de su devenir existencial. Puede decirse que la nueva obra mencionada es una incitación a la meditación interna del sujeto pensante.

Reflexión y autoreflexión constituyen una unidad dialéctica. Pensar la circunstancia natural y social en que se vive supone un cierto acto previo de meditación, y a su vez, colocar el alma en la mansedumbre de su interioridad, para evitar transitoriamente la perturbación del mundo exterior, es tan reflexivo como pensar las cosas del mundo.

«Filosofía del Silencio» es la respuesta del alma a una sociedad en creciente proceso de deshumanización, que reduce constantemente su capacidad de diálogo, es decir, la capacidad de entendimiento entre sus miembros, lo cual es causa de conflictos a nivel de la totalidad social. El diálogo va entretejiendo el tejido social humano, unificando todos sus componentes en la búsqueda de estrategias comunes.

Principio del formulario

 

Pero la sociedad dominicana destruye aceleradamente las condiciones objetivas del diálogo. A cada instante aumenta la despreocupación por el otro, cada segundo transcurrido, la capacidad para escuchar se reduce a su mínima expresión. Ello ha hecho posible, como dice Alejandro Arvelo, que «vivamos en un mundo en el que cada cual se siente extraño en medio de sí mismo» (1).

Mediante el diálogo, el individuo sale de sí y se encuentra con el otro, para luego volver sobre sí mismo como otro. Vale decir, el Yo se realiza, se construye y se renueva en el diálogo. Pero cuando el torrente comunicativo no fluye libremente, el individuo se enajena, perdiendo la autenticidad de su ser, convirtiéndose en esclavo de las cosas banales e intranscendentes del mundo: «Pensar – dice el autor de Filosofía del Silencio – es una alternativa hacia la genuina libertad. Hacia aquella que no se consigue en la plaza ni en el mercado, ni con dinero, ni en la multitud o el poder de muerte» (2). Sin embargo, tras este mundillo marcha permanentemente el humano, aumentando las condiciones objetivas que le impiden ser libre. Es como aquel individuo que al vivir ensimismado en el árbol, pierde la posibilidad de avistar la totalidad del bosque del cual forma parte.

El profesor Alejandro Arvelo tiene plena consciencia de que levanta su discurso tomando el referente de la Filosofía racionalista de René Descartes, siendo éste el supuesto profundo que le permite afirmar: «Si no se tiene pleno dominio de la propia conciencia y su posibilidad, lanzarse en pos del conocimiento del mundo externo, constituye un imperdonable desatino» (3). Para cambiar el mundo social, debemos pensarlo, y una vez pensado, lanzarnos en pos de su transformación.

 

¿Dónde radica el problema?

En que la sociedad moderna ha producido un ruido ensordecedor que dificulta la propia comprensión del mundo y, por consiguiente, las posibilidades de su transformación. Es lo que se desprende de las palabras siguientes:

La profundidad de espíritu es imposible al margen de la soledad. Aquel que no es capaz de dedicar a su construcción racional algún instante de silencio creativo, de detenerse y guardar para sí mismo sus palabras hasta pulir como pieza de orfebrería sus pensamientos, es también incapaz de apreciar y percibir en su justa dimensión la sublime quietud, la insondable placidez del universo (4).

No es lo mismo la «Filosofía del Silencio» que el silencio de la Filosofía. Esta diferencia radical la establece a lo largo del ensayo que comentamos, el propio autor, quien insistentemente reivindica el espíritu crítico del saber filosófico.

Son advertencias, no sólo a los dominicanos, sino también a toda la humanidad, las tesis siguientes:

  • «En la tierra en que vivimos ya nadie escucha» (5), lo cual constituye una denuncia a la incapacidad de diálogo existente en la sociedad dominicana y en las demás comunidades humanas del mundo.
  • «Los fundamentos de nuestra existencia están siendo cercenados poco a poco» (6). Esta tesis, de profundo sentimiento patriótico, constituye un llamado al alma dominicana que está en franco proceso de decadencia, por causa de la influencia de valores extraños a la nacionalidad, pero también por la carencia de consciencia, respecto a lo que somos, en tanto ser social, y de lo que aspiramos a ser, en tanto posibilidad – utopía -.

El filósofo Alejandro Arvelo percibe un malestar profundo en la sociedad dominicana, lo cual debe interpretarse como una voz de alerta, como un llamado a la consciencia de todos los dominicanos que aún sientan arder en su pecho la llama sublime del amor a la nacionalidad. Él dice que hemos perdido dos veces: primero, el respeto por la palabra y segundo, el respeto por el silencio.


1.-Alejandro ARVELO, Filosofía del Silencio;

Editorial CIEMPS, Santo Domingo, 1996,

Página 8.

2.-Autor y obra ya citados, página 8.

3.-Opera vide, pág. 13.

4.-Ob. cit., p. 12.

5.-Loc. cit., página 5.

6.-Obra vista, pág. 6.

7.-Anthony WILDEN, Sistema y estructura;

Alianza Editorial, Madrid, 1979, página 25.