Leonardo Díaz

(Los protagonistas son el Dr. Paul D: profesor de filosofía, doctorado en la Universidad de Métodos Pedagógicos no Convencionales para el Desarrollo de Mentalidades Anti-dogmáticas y Liberales; los estudiantes: José M, apodado irónicamente por María D Avila como «La Ciencia » (estudiante de filosofía, que es la prueba de que no siempre el saber filosófico es un antídoto contra el espíritu fanático del cientificismo – erige la ciencia en dogma de fe, precisamente porque no la entiende); Pedrito el Ingenuo ( dizque nunca sabe nada, pero sus preguntas no son de tonto); María D Avila, estudiante de sicología, inteligente, liberal, sarcástica, directa y de «sospechosas» costumbres; Pablo Rodríguez, religioso con cara de bonachón; y Alexis Moreno, apodado por sí mismo como «el Sammy» (un patán que sólo sabe de pelota y baloncesto, le importa un comino el conocimiento y sueña con hacerse una casa del mismo valor que la de su ídolo). (La discusión ocurre en el aula de una prestigiosa universidad, sea eso lo que signifique).

Dr. Paul- Continuemos con el problema.

¿Existe un fundamento del conocimiento?

María D Avila- En absoluto, sólo existen ambiguos vínculos o relaciones que dan la falsa idea de una esencia del conocimiento. Pero no existe nada semejante a una estructura homogénea del conocimiento.

Pedrito el Ingenuo- Entonces, ¿por qué hablamos de unas características del conocimiento?

María D Avila-Como ha dicho Wittgenstein, por un embrujo de nuestro lenguaje. Designamos realidades diversas con un mismo término y eso nos da una falsa sensación de que realmente hablamos de una realidad homogénea.

Sammy- (Dirigiéndose a José Ciencia y señalando a María) Esta cree en brujerías.

María D Avila- (Dirigiéndose al Sammy) Usé el término embrujo como una metáfora, patán.

(El Sammy se pone orondo por el «piropo» que le han dado).

Pablo Rodríguez- Pero, me parece que, si observamos detenidamente las distintas formas de conocimiento, nos damos cuenta de que todas ellas son formas de representar la realidad. Creo que aquí encontramos un fundamento para el arte, la ciencia, la filosofía, la religión y el mito. Todos ellos representan la realidad.

José la Ciencia- (Indignado) ¡Un momento!  No me eches en un mismo saco la ciencia con la religión, el mito y el arte. La ciencia representa la realidad; la religión y el mito la distorsionan, son construcciones fantásticas producto de la ignorancia y el miedo del hombre.

Pedrito el Ingenuo- ¿Cómo sabes cuando se conoce verdaderamente la realidad y cuando se la distorsiona?

José La Ciencia- (más indignado) ¿Cómo que como se sabe? Por la experimentación. pedrito el Ingenuo- ¿Y cómo sabes si la experimentación prueba que un planteamiento se corresponde realmente con los hechos?

María D Avila- No hay modo de saberlo. No hay procedimiento alguno que nos permita saber si realmente estamos captando la realidad tal como es. Para ello tendríamos que poder trascender la realidad misma y mirarla desde fuera como miramos un baúl abierto. Pero también tendríamos que trascendernos a nosotros mismos, salirnos de nuestro lenguaje para poder saber si se corresponde con la realidad, para poder saber si expresa objetivamente las relaciones del mundo. Y es obvio que no podemos hacer ninguna de las dos cosas. La realidad es lo que se nos aparece en nuestras percepciones y el proceso de interpretación de dicha realidad ocurre en una estructura lingüística, es decir, a partir de una serie de conceptos previos. Cuando decimos que tal fenómeno es real, ya poseemos una noción de lo que es real; cuando decimos que tal enunciado es falso, ya poseemos una noción de la falsedad, etc. Esas nociones van conformando esa estructura lingüística de la que hablo y semejante estructura se va diseñando en una cultura, o sea, en un sistema de valores aprendidos.

Pedrito el Ingenuo- ¿Quieres decir que hasta el concepto que José tiene de experimentación es aprendido y a partir de ese aprendizaje previo evalúa la correspondencia o no que existe entre lo que se dice del mundo y lo que es el mundo?

María D Avila- Exactamente.

José La Ciencia- (Busca apoyo en el Sammy que se encuentra a su lado, pero el Sammy está roncando hace rato).¡Un momento¡ No se está discutiendo si mi concepto de experimentación es aprendido o no, porque todos los conceptos son aprendidos. Lo que se está discutiendo es si entre conceptos que son aprendidos hay unos que refieren más verdaderamente al mundo que otros.

María D Avila- Y lo que estoy diciendo es que no hay modo de saber cómo unos conceptos captan mejor que otros lo  que llamamos real.

José La Ciencia- ¡Eso es relativismo!

María D Avila- Puedes llamarle como

quieras. El relativismo es otra palabra más que posee distintos significados en función de distintos contextos. Utilizar un término para satanizar un planteamiento es otra muestra del embrujo de nuestro lenguaje.

José La Ciencia (prácticamente incorporándose). ¡Esto es el colmo! Ahora resulta que no importa lo que digamos del mundo, todo vale, porque no podemos saber si eso que decimos se refiere o no a la realidad.

María D Avila- Yo no dije eso.

Pedrito el Ingenuo- ¿No son esas las consecuencias de tu planteamiento? José La Ciencia- (Perturbado) Sí, ¿No son esas las consecuencias de tu planteamiento?

María D Avila- No necesariamente.

José La Ciencia- No veo como no derivar esa consecuencia de tu planteamiento.

María D Avila- No tengo la culpa de tu falta de imaginación, lindo.

José La Ciencia- Pero si no existe un método objetivo para determinar si lo que decimos She del mundo se corresponde o no con los hechos, ¿no se deriva de ésto que todo lo que digamos del mundo es verdadero?

Pedrito el Ingenuo- ¿O todo falso?

María D Avila- (Señalando al Sammy que sigue durmiendo) Observen a este engendro de la naturaleza. Les pido a cada uno de ustedes una caracterización de este bodoque, sin repetir las que se hayan dicho. Podemos comenzar con el profesor.

Profesor, por favor.

Dr. Paul- Es un joven con una marcada tendencia a caer en los brazos de Morfeo.

María D Avila- Excelente. Pedrito.

Pedrito el Ingenuo- No sé.

María D Avila- Esa fue una muy buena caracterización del Sammy. Nunca sabe nada.

(Risas). José, es tu turno.

José La Ciencia-Tiene unos 6 pies de estatura y es delgado.

María D Avila- Pablo.

Pablo Rodríguez- Es un poco petulante, aunque es amigable,

María D Avila- Okay. Cada uno de ustedes ha dado unas características (señalando al Sammy) en torno a este maravilloso y globalizado producto postmoderno. Ninguno de ustedes ha dado la misma característica, contemporáneo, tendrá acceso a unas claves de interpretación que le son negadas al individuo mundo sin dicha formación. Se le abrirá un de sentido inexisten para el que no está familiarizado con ese lenguaje, establecerá relaciones entre las unidades pictóricas y descodificará sus símbolos, reconstruyendo todo un discurso sobre lo que representa dicha obra.

Del mismo modo, los objetos del mundo requieren de un entrenamiento previo que permita su interpretación. Los dioses y demonios de las culturas no científicas son como una obra de arte enigmática ante los ojos del occidental no entrenado en el sistema de valores que permiten a dichos dioses y demonios poseer un sentido. Del mismo modo en que nuestros átomos y quarks no son «realidades objetivas» sino reconstrucciones del mundo realizadas a partir de una formación muy específica, los dioses y demonios de las culturas religiosas y míticas son las reconstrucciones con que los individuos de esas culturas piensan y experimentan el mundo. Por tanto, la idea de que tiene que existir un fundamento universal del conocimiento es sólo un producto de nuestro entrenamiento en una cultura con una arraigada, tradición metafísica que ha justificado su validez precisamente en la búsqueda de semejante fundamento.