Nuestra participación en este evento tiene como cometido los siguientes objetivos:

 

  1. a) Espolear la idea de que Juan Fco. Sánchez limitó su actividad intelectual a la exégesis filosófica y la de simple profesor universitario. Se demuestra que quienes así se han pronunciado no han hecho más que enunciar una verdad a medias, pues olvidan, soslayan o desconocen los aportes filosóficos más importantes y significativos de su obra. –

 

  1. b) Evaluar y tratar de justipreciar su propuesta filosófica en función de lo que fue su contexto y el horizonte de su pensamiento.

 

  1. c) Valorar el sentido y el modo de su filosofar. El hecho de que desde el inicio de sus reflexiones haya sido asistemático en algunos de sus escritos y sostenidos ideas tales como: de que sea nocivo presentar los sistemas filosóficos como «panaceas universales», pues cllos no son más que «puntos de vista», que se les pueden hacer las mismas objeciones que se les hacen hoy día a las religiones, ya que obligan al individuo a moldearse según un patrón determinado; procedimiento por imitación que excluye y mata la acción creadora y la auto expresión individual.

 

«Una palabra hecha carne, incorporada al ser, a la conducta, significa mucho más que todo un sistema de filosofía puramente teórica». (¹)

 

Estas ideas, así como su modo de filosofar, ha llevado a que se le desprecie en tanto que filósofo. Esto no le resta rigor ni valor al contenido filosófico de su

 

pensamiento. Entonces, ¡por qué escorzarlo en vez de exhumarlo!.

 

MEMORIAS

 

Nuestro propósito principal es destacar el carácter de su propuesta filosófica, a la vez que pone de manifiesto la lucidez filosófica con que enfrenta la problemática de la relación hombre-técnica. Cuestión de mucho valor y actualidad en nuestros días. De modo que podamos examinarle a la luz de nuestra época en donde impera el mundo heideggeriano del Ge-Stell.

 

La actividad intelectual de Juan Fco. Sánchez se inicia durante los primeros años de la década del 30; años durante los cuales, a raíz del ascenso de Trujillo al poder del Estado en 1931, se efectúa todo un proceso de reorganización social que en términos políticos e ideológicos tiene una profunda incidencia en el ámbito de todo lo que constituye, en ese espacio histórico, la cultura. A medida que se afianzaba el despotismos estatal trujillista éste, desde un principio comenzó a desarrollar expresiones socio-políticas caracterizadas por una propaganda personalista y «bienhechora» que preconizaba la sumisión ideológica a la vez que perfilaba una especie de fariseísmo nacionalista que se caracterizaba cada vez más por la represión, el culto a la personalidad, la hispanofilia vs. el anti-haitianismo y una calculada actuación de corte fascista deja entrever el carácter esencialmente tiránico del régimen. Así, a la vez que se iban reprimiendo y desarticulando ideas, sentimientos, aspiraciones y valores surgen en esta incipiente formación socio-cultural e ideológica otras ideas, otros valores y aspiraciones que buscan de una manera solapada, pero extremadamente impositiva, la homogeneidad y el consenso político e ideológico. A

 

* Egresado del Departamento de Filosofía de la UASD. Realizó estudios de Maestría. En la actualidad es catedrático adscrito a la Escuela de Filosofia. Ha publicado varios ensayos de gran interés filosófico.

pocos años de instaurado en nuevo régimen ya se manifestaba su carácter despótico. De este modo se configura lo que vendría a ser el espíritu de la Era.

 

No obstante esto, refiriéndose a la obra positiva de la tiranía, Jesús de Galíndez en la Era de Trujillo, (págs.: 234-235) toma en cuenta el logro de «un cierto progreso cultural», aclarando que no todas las manifestaciones culturales surgieron del impulso gubernamental. Al lado del Estado menciona con clogio la iniciativa privada de librerías e instituciones afines, así como a grupos de poetas y de escritores individuales «quienes a veces han terminado por someterse al régimen y alguna otra vez han tenido que partir al destierro».

 

Surge así, a principios de la Era una cultura relativamente autónoma colateral que tiende más bien a cultivar la libertad de espíritu y otra eminentemente trujillista que se explica en términos ideológicos y de programa político que en el orden social y geopolítico se manifiesta en las construcciones, los proyectos urbanísticos y la transformación de las comunicaciones. Todo lo cual era parte del llamado nacionalismo trujillista, matizado ya por el peculado, el militarismo y un horripilante nepotismo.

 

Dentro del marco de esta conformación políticosocial e ideológica, además de la socialización a lo criollo del espectáculo y la radio, dos instituciones vendrían a jugar un papel estelar en la consolidación del régimen: la iglesia y la escuela.

 

Desde el punto de vista de la producción literaria y ya bien entrada la Era -permítanme hacer aquí acopio de lo que nos dice en Visión General de la Historia Dominicana Valentina Peguero y Danilo de los Santosmuchos escritores tuvieron que loar al régimen por identificación, compromiso u obligatoriedad. Si cuantos se beneficiaron al asumir cargos diplomáticos, algunos consiguieron enriquecer su formación literaria a expensas de otras realidades y valorar desde perspectivas diferentes las circunstancias del medio nacional al que pertenecían; otros, mientras tanto no tuvieron más que exiliarse. Ante esta situación, que ocurrió con Juan Francisco Sánchez, ya que para esta época (la primera década del 30) se dedicaron a la poesía y a la composición musical.

 

Se sostiene que, hasta 1945 la producción literaria no está sometida a una estricta vigilancia y censura del régimen y, en consecuencia, se hace posible con cierto cuidado una literatura de denuncia social y política. Después del primer lustro de la década del 40, el rigor

 

tiránico del trujillísmo provoca una literatura de escape. Según Marcio Veloz Maggiolo, en Cultura, Teatro y Relato en Santo Domingo, la censura trujillista produjo a su vez una auto-censura de los escritores que se las arreglaron en muchas ocasiones para decir las cosas a su manera. (pág. 163). Ahora bien, esto ocurre hasta y después de 1945 específicamente con la producción literaria podemos extrapolarlo al ámbito de lo que ocurría en materia de filosofía, la cual pese al aislamiento y a las estrecheces ideológicas que se le someta, si el intento del filosofar es serio siempre se trata de que persista la universalidad. En este sentido, ¿qué tanto trasciende su época el pensamiento filosófico de Jun Fco. Sánchez?.

 

Lo planteado se puede evidenciar si tomamos algunos de lo fragmentos de los escritores de Juan Fco. Sánchez publicados en 1936 con el título de Ideas y comentarios. Pues, parece que en Sánchez, en un principio hubo dudas y sospechas; más tarde, compromiso obligatorio que a la vez se disimula con cierta disconformidad.

 

«Un acto de valor no basta para darle a un hombre la unción inmortal de héroe. Es necesario que la acción esté inspirada por la grandeza del propósito y que este tenga la suficiente persistencia para que revele un sentido propio, sacrificio, porque ardores momentáneos y pasajeros impulsos todo el mundo los tiene.» (pág. 2425).

 

el fariseísmo es un estado de conciencia. De mente estrecha, de fanatismo o intransigencia, que impide al individuo ver otra cosa que no sea lo que le conviene a su interés y a lo que él en su ceguera obstinada, crec que debe prevalecer. El burlón, el despectivo; así como el terrorista sistemático y el inquisidor, son fariseos, hombre equivocados y faltos de razón, verdaderos enemigos de la Verdad.» (36-37) 66

 

«La fuerza del león, la celeridad con que actúa, el valor lleno de personalidad que despliega en la acometida, su natural independencia lo hacen el animal apto para la conquista.

 

Su polo opuesto es el anónimo buey, predestinado al yugo y a la garrocha con que le trazan el camino que el sigue obedientemente. Así, en los tiempos de crisis no hay más que dos caminos a seguir; el del león, o el del bucy: porta y dejarte guiar.» (pág. 50)

 

«La fuerza del ambiente es tan poderosa que por regla general un hombre se parecce aún más a su época

que a sus padres. Esto explica que la mayoría de los hombres sean mediocres, sencillamente porque son modernos. Solamente dos tipos se salen del montón: el hombre arcaico y el hombre idealista.

 

Con la diferencia de que el arcaico como encastillado que está en el pasado es un valor negativo, mientras que el idealista, que constantemente lucha por cambiar las cosas de cómo son a como deben de ser, es el único que puede aspirar al título de hombre superior, toda vez que soñando un imposible mejor, conseguirá quizás, un posible bueno» (pág. 50-51)

 

Ahora bien, para la época que le tocó vivir y con relación al régimen instituido ¿Qué fue en realidad Juan Fco. Sánchez, el buey o el león, un hombre moderno, un arcaico o un idealista ¿Podríamos decir que fue un amasijo de buey y de hombre arcaico o de moderno e idealistas? ¿Obedece el sentido de su filosofar a una actitud escapista de autoaislamiento o podemos encontrar en éste un filosofar que busca auténticas respuestas a una condición humana?

 

Para mediados de la década del 40 Sánchez no se presenta como un hombre moderno e idealista que lucha por cambiar el régimen establecido, más bien, parece que con dolor y sin ninguna otra alternativa se… adapta de forma muy moderna y cuidadosa al sistema político del régimen. Tal vez esto explica por qué en su pensamiento no encontramos una filosofía del cambio social sino una filosofía práctica de transformación interna del individuo.

 

En términos generales, la política social e ideológica trujillista no sólo explotó determinados sentimientos sino que también se amparó en una serie de conceptualizaciones como lo fueron: el nacionalismo, la hispanidad, el civismo, el orden, el anticomunismo, la dominicanidad, el patriotismo y la catolicidad, las cuales fueron elaboradas por sus intelectuales orgánicos. Todo esto vinculado a una visión derrotista sobre lo que en el pasado había acontecido al país, resalcidos, en momentos coyunturales de la época, por una tendencia a referir la heroicidad de Trujillo como predestinado y transformador único. Bien entrada la era, Sánchez es obligado a poner su inteligencia al servicio del régimen. Lo cual actúa como condicionante que le impide cualquier propósito de crítica social.

 

Hacia el 1940 el auge de los estudios filosóficos se concentra en la Universidad de Santo Domingo. La creación de la Facultad de filosofía es donde se concretiza este hecho; no obstante, la esencia de su

 

conformación orgánica no lo deja expedita a la influencia de todas las corrientes filosóficas de la época ya que la política cultural del régimen intercala como estructura de acción y control social que busca sobremanera la identidad y la homogeneidad de criterios su estrategia ideológica totalitaria que persigue reducirlo todo a una unidad autocrática en donde lo nacional es personalizado y concebido como fundamento y condición de la cultura. En los anales de la universidad y su revista de filosofía se publicaran trabajos de catedráticos y estudiantes inquietos en el estudio de diversas disciplinas filosóficas. A este hecho contribuyeron los intelectuales emigrados de la Guerra Civil Española llegados en esa época al país. Esta incidencial migración enmarcó a la universidad en la atmósfera de otros ambientes más desarrollados, constituyéndose en centro superior donde se estudiaban diversas corrientes filosóficas.3 Hasta la fecha no se había situado nuestro país con excepción de Antonio Sánchez Valverde a nivel de la crítica filosófica. A dominicanos como Andrés Avelino, Juan Fco. Sánchez y Pedro Troncoso Sánchez, entre otros, no sólo le debemos este hecho, sino también, el habernos puesto en su época al tanto de lo que en materia de filosofia sucedía en otras tierras.

 

El quehacer filosófico de Sánchez está muy vinculado al desenvolvimiento de su vida en tanto que masón y profesor universitario. De este último que figure entre los filósofos académicos más sólidos e ilustrados que surgen a raíz de la Reforma Universitaria de 1937, y de lo que en virtud de esta se denominó a partir del primer lustro de la década del 40 como Movimiento filosófico dominicano. ‘

 

He aquí un contexto más específico que tiene para Sánchez una intrincada situación que contiene en su particularidad profundas implicaciones personales. Pues, una vez existente todo individuo tiene, por mismo hecho de existir que a través de sus inclinaciones y del estilo de vida que elige qué dar, de una manera u otra, cuenta de sí mismo y del mundo, lo mismo que derecho a los principio que no anulen como tal. De aquí también, el sentido y la modalidad de su filosofar.

 

Los estudios teosóficos son los que, al parecer, despiertan en Sánchez profundas inclinaciones hacia la masonería. Y tales inquietudes las que probablemente le inducen, años después, a elegir filosofía como profesión y dirigen en lo adelante la atención que pone en el estudio de corrientes filosóficas occidentales, así como de las más diversas filosofías místico- religiosas emparentadas con la sabiduría vedanta.

 

Desde el inicio se deja notar en su pensamiento la ausencia de una crítica social, cuestión que perdura hasta sus últimos escritos. En vez de dirigir su crítica hacia fuera, la dirige hacia dentro del ser humano. Esto resulta evidente desde 1936 cuando nos da a conocer sus primeros escritos en Ideas y Comentarios donde comenta y expone de una manca fragmentaria, pero con amplia y amacstrada inteligencia las ideas que sustentaran la matriz de su orientación filosófica. Si lcemos algunos de os fragmentos allí expuestos podríamos darnos cuenta desde un principio hacia donde se orienta su pensamiento filosófico lo mismo que su concepción del mundo y de la vida. Veamos:

 

«La absoluta certeza de que posemos un conocimiento positivo sobre algo, es un obstáculo insuperable para averiguar algún nuevo aspecto de eso mismo, porque para obtener una nueva visión de una cosa, es preciso que dudemos de los conocimientos que tenemos como finales de esa cosa. De aquí nace la paradoja de que mientras más descubre un hombre que no sabe nada, más aprende sobre sí mismo y sobre las demás cosas. Sócrates estimándose como el más ignorante de lo atenienses fue tenido entre sus conciudadanos el más sabio entre ellos». (pág. 29) por

 

«Aquel que vive satisfecho en su ignorancia creyendo haber satisfecho el problema de la vida con la realización de sus emociones corporales o emotivas, o conforme a sus estrechas creencias (léase supersticiones ése es un animal ciertamente. Pero no así aquel que vive con la mente vigilante y despierta, que apura el momento crítico de la vida diaria, que es lucha, agonía, duda, compresión, creación perenne y cambio continuo. De ese podríamos decir que es de los divinos descontentos entre los cuales se reclutan los valientes que arrebatan el ciclo…» (pág. 9)

 

Aquí tenemos en germen lo que sería años más tarde la esencia del sentido de su apuesta filosófica, especie de pragmatismo vital de tendencia mística (pues simpatiza por un tipo de cristianismo primitivo) que privilegia en el individuo la subjetividad y el rigor de la espontaneidad, y que luego tendrá sus expresiones más desarrolladas en lo que denominará psicosolía y después antroposofía; en donde establece los fundamentos de su crítica al intelectualismo y al objetivismo científico así como sus cuestionamientos a la relación hombretécnica a ya anunciada en Ideas y comentarios.

 

«El triunfo conseguido por la técnica es de una

 

significación histórica primordial. Y es signo de dos cosas importantísimas: primero, del triunfo del intelecto sobre las fuerzas de la Naturaleza- que es ya decir un triunfo del espíritu-, y segundo: de la índole universalizante de la técnica traerá una próxima cultura de carácter mundial».

 

Este pronóstico que hace Sánchez- más o menos a mediados de la década del 30 -al final de este pasaje resulta sorprendentemente si se ve desde hoy y se tiene presente el mundo heideggeriano del Ge- Stell a la vez que es desbalanceado y multidimensional fenómeno llamado, en términos muy genéricos, globalización; y si, por otro lado, se piensa en ciertas condiciones históricas y estructurales de la época en que vive, donde encontramos todavía un capitalismo muy precario y atrasado, y un desarrollo muy pobre de las telecomunicaciones.

 

Bien entrada la década del 40, su pasión y empeño en el estudio de la cultura filosófica oriental y occidental le destacan como un fino y riguroso ensayista que con entusiasmo se adscribe al movimiento filosófico de la época. Manuel Valldepares, J. Contín Aybar y Don Armando Cordero así lo juzgan; pues señorca en Sánchez, profundidad, belleza y precisión analítica; seguro de que la filosofía en su búsqueda constante, en su actitud de curiosidad y asombro, reclama ansiosa nuevos horizontes; que esta no podría desarrollarse a plenitud sin las gravitaciones que ejerce sobre ella la crítica bien conducida y el rigor en sus juicios. Así, (cl empirismo de Russell, el marxismo, el existencialismo de Sartre, el psicoanálisis de Freud) y toda la tradición positivista y científica occidental y su técnica es en Sánchez, objeto de estudio y de critica.

 

Mas ilustrado ue crítico, a Sánchez, durante esta misma década, le destaca el rigor metódico de los trabajos que da a la publicidad. Para estos años da a conocer a través de Cuadernos dominicanos de cultura y la Revista dominicana de filosofía los siguientes ensayos: Estructura Y Esencia de la Historia (1943), ¿Libertad o determinismo? (1946), entorno al problema de las Categorías (1946), Las enseñanzas de Krishnamulti (1948), Si y No a Sarte (1949), Los tres cuerpos y la liberación (¿?), Un mundo en crisis (1950)… en estos años al dedicarse al estudio y a la crítica de la filosofía existencialista, se interesa por la hermenéutica filosófica de Heidegger; más, rechaza rotundamente el epifenomenísmo, ontológico de Sartre. Pues, le resulta cruel y hasta repugnante su ateísmo lo mismo que su teoría de la libertad absoluta y de la responsabilidad

. humana. A pesar de que admira el análisis filosófico del para sí sartreano, entiende que su ontología estraña absurdos y contradicciones. Siendo lo que más le critica fundamentalmente – y lo cual no le perdona – el hecho de concebir la muerte como aniquilación total, lo cual constituye la mayor impugnación que sobre la inmortalidad del alma se haya hecho. Sugiere, en cambio, una filosofía práctica e intuitiva que supere y trascienda toda especulación puramente racional. De aquí que proponga el predominio del método analógico por encima del método matemático. Lo cual hace que su empeño se enarbole en aras de una aptitud mística que no solo busca profundizar en los problemas éticos, estéticos y de teoría del conocimiento, sino en la aprehensión de lo que llama “subjetividad original».

 

La alerta pasividad es la filosofía práctica que desde sus primeros escritos ya alude Sánchez, pues, su propuesta está encaminada operar en el mundo de la eticidad, no sólo para liberar al espíritu del «yo personal» que lo esclaviza, sino también para establecer desde lo individual y subjetivo un nuevo orden de vida destinado a combatir lo que él entiende que son las principales características que denuncian la crisis del hombre de su contemporaneidad.

 

Establecidos determinados valores a con-secuencias de la confusión y la búsqueda de lo novedoso y dada la negatividad de nuestra conciencia moral, en cuanto que fija un deber -ser sin que se pueda manifestar la acción pura o verdadera acción a través del estado de «alerta pasividad»; es así, como teniendo en cuenta esta condición humana surge la posibilidad de esta acción pura, y por ende, de que gravite la misión más difícil de proporcionar al hombre una sabiduría identificable con una filosofía práctica que tanto es menester al hombre de hoy. De aquí el sentido de su filosofía de la vigilia creadora, la cual no sólo resulta ser una integración original de la filosofía de Krishnamarti, Jinarajadasa y del vedantismo místico filosófica oriental, sino también, de la filosofía occidental (especialmente la de Whitehead), y el misticismo de San Juan de la Cruz. Integra de esta manera según nos dice Armando Cordero su eclecticismo mediante la selección de un conjunto de doctrinas y filosofías a la luz de una visión propia y de un principio superior que en su filosofía da nuevo significado a los elementos que intervienen en la conciliación. –

 

Ahora, como siempre, nos dice, es obvio que el camino de la sabiduría comienza por el autoconocimiento; más acá de la subjetividad ilusoria

 

de la construcción intelectual especulativa. La verdadera ciencia del hombre que abarca y desdoble a la vez a la antropología a la vida concreta su autentico ser siempre desconocida y atemporal, cuya milagrosa presencia solo intuímos en dfugaces y raros momentos de éxtasis, pero tan poderosa y maravillosa, que nos da el uno y el todo, el encuentro del hombre – con- el- hombre, en – elhombre y para la eternidad. (4)

 

En Un mundo en crisis (1950)- nos habla Sánchez en términos muy generales de la crisis del espíritu y de las «formas superiores de la cultura» a la que asiste su tiempo. Crisis de la cultura, a esta crisis aludía ya desde sus primeros escritos. A su entender dos son las características principales -y ambas son complementarias- de esta crisis: la negación de lo tradicional y en consecuencia, la confusión de valores y la búsqueda de lo novedoso. Esto lo encontramos en la filosofía y en la ciencia, tanto en el arte como en la religión.

 

Desde luego, para Sánchez, hay sus excepciones en todo esto, pero a lo que se refiere principalmente es al proceso de descomposición que se ha operado modernamente en las «formas superiores de la cultura” y su efecto en las normas reguladoras en la esfera de lo moral debido al abatimiento de que ha sido objeto la tradición; por esto encuentra que pone el dedo allí donde la enfermedad ha hecho la úlcera.

«…La carencia absoluta de un principio de autoridad, de una norma por la cual guiarse no es algo que se pueda soportar por mucho tiempo, y en términos de masa casi nunca.»5

 

Este principio le parece consustancial a la naturaleza humana y, por ende, a la colectividad. Sin embargo, no es que se carezca de un principio orientador; al hacerse la pregunta sobre que nuevo principio de autoridad, que nuevo dios preside el mundo caótico que piensa Sánchez se da cuenta de la magnitud y la gravedad universal del problema, pero sólo refiere -en este discursolos perfiles de un intento de interpretación que además de simple, las explicaciones que da resultan muy vagas limitadas a una salida de orden académico. y

 

«No creo que el principio directivo del mundo presente sea uno sólo, se trata más bien de un complejo, pero pienso que podría resumirse diciendo que los nuevos dioses son la biología y la economía, sometidas éstas a la diosa mayor de la técnica.» 6

De ahí que se aventure a diagnosticar que, si los

historiadores intentaran concentrar en una sola palabra la vida de la generación de este siglo tendrían que denominarlo como: el siglo de la bioeconomía dominada por la técnica. Tal parece que Sánchez ni siquiera sospechaba el desarrollo y el impacto que iba a tener la química, la ingeniería biológica y la informática, la astrofísica y las investigaciones espaciales, la física de las micropartículas y la biología molecular, la tecnología de los nuevos materiales y el sorprendente avance de la cibernética entre otras. Pues, se limita a señalar el biologísmo como un nuevo principio de autoridad de masas y el consiguiente efecto de la publicidad sobre éstas. El hecho es que nos dice «que los difusores no toman sus ideas ni de la religión ni de la filosofía, sino que están imbuidos en el signo de la época que es el olvido del hombre espiritual e integral; por eso toman unilateralmente como ente orgánico y lo presentan en estas síntesis periodísticas que pretenden revestirse de autoridad ‘científica’, olvidando la necesaria conexión con el hombre espiritual».»

 

Aunque, el otro nuevo dios compañero del biologísmo es la compañía, de la preponderancia de lo económico -se lee un Mundo en Crisis- en la mentalidad moderna, no sólo forma parte principalísima del interés del Estado moderno la producción, consumo, venta y repartición de las riquezas, sino que lo económico está tan consustancialmente ligado a nuestra mentalidad que a poco que discutamos con otro los problemas de la riqueza en relación con la sociedad, y comiencen a aparecer los diferentes criterios de apreciación del problema, ya estamos pensando como socialista, capitalistas o comunistas. Individualmente el aforismo yanki «time is money» preside el esfuerzo del hombre moderno; hay que convertir en dinero el tiempo de nuestra vida. (pág. 16)

 

– cuyo Sin embargo, para Sánchez el signo más distintivo de la mentalidad moderna es el de la técnica triunfo, que considera de significación histórica primordial a insinuado ya desde Ideas y comentarios.

 

Pero, ¿a qué está llamando Sánchez moderno? ¿Acaso no está siendo vago y demasiado ambiguo? Para que se pueda hablar de modernidad hemos de hacernos la siguiente pregunta: ¿cuáles son los operadores centrales de la modernidad? Veamos entonces algunos de los conceptos y argumentos que nos presenta G. Vattimo al hablar de ella. Lo primero que hace es concebirla como acaecer; como la época de la «metafísica cumplida» realiza en la racionalidad

 

científico-tecnológica; en donde se realiza una consumación teórica de la noción de fundamento que da al traste tanto con las formas fundamentales de la cultura así como con las del orden social y la transformación de las condiciones de la existencia individual y social introducidas en nuestro mundo por la ciencia y la técnica, puesta en conexión con la metafísica. ¿No sería esto lo que estaría tratando de ver Sánchez y lo cual le lleva a tratar de aferrarse a una metafísica de esencia espiritualista a la vez que se contrapone a lo concibe como proceso de descomposición en el cual, además de lo biológico y lo económico, se ve la técnica como uno de los operadores modernos más devastadores tanto en el orden de la cultura teórica como en el de lo práctico? De ahí su crítica a la doble moralidad de la religión oficial y a la que, en el orden teórico, hace al cientismo y a diversas corrientes filosóficas como lo son el positivismo, el existencialismo, el marxismo y el historicismo iluminista.

 

En segundo lugar, cabe referir la crítica al valor secular de lo material como valor fundamental al que todos lo demás valores se refieren. La secularización entendida como uno de los aspectos esenciales de lo moderno sería entonces para Sánchez como nos dice Vattimo un término que descubre lo que está ocurriendo en su época, al mismo tiempo designa su carácter y el «valor» que domina y guía la conciencia de la época en cuestión; sobre todo como fe en el progreso, pero cabalmente la fe en el progreso entendida como fe en el proceso histórico y cada vez más, despojada de referencias providenciales y meta histórica que se identifica con la fe en el valor de lo nuevo.

 

La técnica, a su entender, es un producto histórico de la razón cuantitativa, del «Espíritu de geometría», del intelectualismo orientado al hacer utilitario, es la apoteosis del homo faber, gran señor de la civilización aunque no de la cultura. En efecto, hoy más que nunca se debe hacer una distinción entre civilización y cultura, y para ello se podría tomar como criterio diferencial el predominio de la técnica en la civilización. La técnica la refiere al hacer universal conforme a ciertas reglas y conocimientos idénticos para todos, tendentes a lograr fines prácticos de utilidad. De ahí que ella sea el signo por excelencia de nuestra civilización. La cultura, por el contrario, no es algo que pueda lograrse siguiendo normas universales, ni experiencias idénticas para todo el mundo, es algo que resulta del desarrollo interno, del esfuerzo creador de la persona o de un grupo social característico.⁹

 

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Esto explica por qué tenemos hoy una estupenda civilización en marcha junto a una cultura en crisis. Observa Sánchez así el descompase y la discordia entre lo deontológico y la cultura de la técnica. En el panorama del mundo presente el ideal de la técnica.se ha apoderado de la toda la vida moderna, ésta rige imperiosamente la relación hombre – trabajo.

«Esta básica relación de hombre-trabajo por obra

 

y gracia de la técnica se ha convertido en el terrible y desastroso binomio hombre-máquina… por virtud de la mecanización gradual del hombre, conjuntamente con la negación de la autoridad del espíritu se ha llevado a efecto una deshumanización que amenaza desnaturalizar la propia calidad de vida del hombre. Es un proceso de lenta absorción gradual que aterra si examinamos sus consecuencias: el hombre inventó la técnica, luego la técnica inventó la técnica y finalmente la técnica está inventando al hombre. El tecnicismo exagerado se ha apoderado del hombre para convertirlo en su esclavo, anulando en él lo más precioso que tiene: su propia humanidad. Las guerras actuales son guerras técnicas; hasta las ideologías que las provocan o las que siguen como secuela son un producto técnico y manufacturado por los grandes dirigentes de masa, son una tecnificación de ciertas y determinadas ideas y conceptos. Y como dichas ideologías no parten del hombre considerado como espíritu, sino como número de un conglomerado social bio-económico, conlleva a una desvalorización del hombre, a una deshumanización. Sin esta deshumanización que ha efectuado la técnica sería imposible concebir la crueldad insólita de las guerras modernas. La crueldad del hombre que ha sido civilizado por la técnica es aun peor que la del salvaje por que de éste es instintiva, inconsciente, muchas veces producto de la idolatría, siempre de la ignorancia; pero la de nosotros es una crueldad ‘tecnificada’, consciente. Parafraseando el lacerante grito de Nietzsche ‘Dios ha muerto’, cabría preguntarnos si dentro de poco no tendríamos que exclamar también: ‘el hombre ha muerto’…»10

 

Hasta aquí exponemos uno de lo síntomas más sobrecogedores que sobre la mentalidad moderna y su. cultura diagnostica Sánchez; pero ¿Y las causas? Esa toma de consciencia del problemático fenómeno de la técnica queda no obstante, sin explicarse suficientemente. Se hace apenas alusión a ellas. Explica, sin embargo, que es debido al divorcio del hombre dividido en dos: un hombre interior y otro erior que hace lo que le viene en ganas o lo que devenga a los

 

intereses del egoísmo aunque este destruya su humanidad; además, de plantear lo espiritual como epifenómeno de la psiquis y de lo bio-social, la profanación del espíritu ha sido el germen fatal de grandes males.

 

«El hombre, visto a través el proceso histórico es siempre un niño que juega con las fuerzas cósmicas: con las internas (…), y con las externas (..). a menudo él fabrica como el aprendiz de brujo de Duka – un Frankenstein monstruoso y entonces se asusta de su propia creación, así, hoy tenemos miedo del mundo caótico que hemos construido nosotros mismos y buscamos a tientas el remedio.»

 

¿Qué hacer para ser? Ya que se ha planteado que el ser debe ir comprometido con el hacer. Para Sánchez, por lo menos, se precisa de tomar medidas provisionales urgentes: primero, lograr que el joven sea plenamente consciente de que como hombre de esta época en crisis, y aunque no lo sepa está enfermo de desequilibrio humano. Segundo, darles una conveniente formación humanista y no solamente científico-técnica. En esta tarea las universidades tienen una bella labor histórica que realizar; asumir este destino es demostrar que nos damos plena cuenta del lugar de la universidad en la vida de la cultura.

 

«La técnica, nos dice, como resultado final de la ciencia es un invento moderno, los antiguos no tuvieron ciencia sino sabiduría, es decir: equilibrio de la calidad humana donde el hacer y el saber estaban precedidos por la espiritualidad y la ética.»¹2

 

En síntesis, en Sánchez predomina una concepción de la ciencia y la técnica. El siguiente párrafo nos revela lo dicho «ni la ciencia ni la técnica procuran la creación espontánea del hombre por sí mismo, el desarrollo y crecimiento de su humanidad intrínseca. La ciencia de por sí, acomoda el sujeto al objeto, es esencialmente objetiva; la técnica por su parte no viene determinada por el hombre, sino que es una acomodación del objeto científico a un fin de utilidad. Por eso no tiene nada que ver con la humanidad del hombre y por eso mismo ha sido posible divorciarla de la ética».13

 

Mientras no llegue el dorado día, nos dice Sánchez, en que las universidades enseñen al joven la unidad de los conocimientos y se hermane el estudio de las ciencias al de las humanidades y así la ética pueda controlar la técnica al menos podremos combatir estos resultados que estamos cosechando en los actuales momentos en los cuales predomina la desorientación y la confusión:

 

dos signos reveladores de este moderno mundo angustiado.

 

Sánchez entiende la crisis en un sentido tradicional, es terminación de un acontecer en su significación negativa y en el sentido de la historicidad fatal de la razón. De ahí que hable del mundo moderno como un mundo en crisis; y se convierta como en una especie de hiperconciencia solitaria que, a pesar de todo ve la crisis con cierto optimismo; porque no debemos olvidar – nos dice- en Filosofía, Psicología y Realidad Humana algo que no sabían los antiguos: que las ciencias particulares como productos culturales son históricas, sencillamente porque son el resultado de la razón histórica. Por eso la razón pura kantiana murió a manos de los físicos, y en su lugar tenemos hoy una razón vital y una razón histórica donde la física moderna cabe con todas sus matemáticas. Esto hace que Sánchez descubra algo que considera más grave e importante: «que los ‘circulos’ culturales que la razón humana descubra y establezca sólo tienen vigencia y duración en un radio espacio-temporal limitado, que sus categoriales así como sus conclusiones solo tienen vigencia y duración en un radio de acción efectivo finito, con universalidad y necesidad también finitas y relativas, no absolutas, y por eso los objetos de sus esferas (científicas, morales, religiosas o teológicas) cambian, se modifican». ¹4

 

Para Sánchez, visto el hombre y su saber desde la relatividad histórica, ninguno de ellos puede escapar a su círculo cultural, sencillamente porque está sumergido, sabiéndolo o no, en la estructura de la razón histórica. El filósofo de la historia de tendencia cientificista no llega nunca a formular leyes al generalizar. El hecho histórico tiene para Sánchez su expresión genuina en sí mismo y no en la razón que trata de explicarlo. Lo histórico obedece a una «intuición» que es singularísima. Aquí descansa el carácter de irrepetibilidad que al hecho histórico le asigna.

 

Todo este negocio del conocimiento conceptual, que es el tipo de conocimiento de los científicos y racionalistas, le lleva la conclusión de que tenemos una verdad «operacional» relativa y provisional para movernos con eficiencia dentro de una realidad a la cual la razón aspira, pero a la que no llega.

 

De ahí su crítica a la psicología académica y, en términos generales, a todo logicismo objetivo, y que, en consecuencia, se plantee una grand interesantísima pregunta: ¿Qué ha aprendido el ser humano acerca de sí mismo en los miles de años que e

 

lleva estudiándose?

 

Todo lo que el hombre diga sobre la experiencia que haga de su propia vida ticne para Sánchez una connotación psicosófica. De aquí la identidad ontológica que establece entre psicología y filosofía. Ambas entendidas cómo exámen de sí mismo. Porque -nos dice- basado en las interrogantes que dan pie a la filosofía cósmica de Kant, que una cosa es lo que el hombre sabe de sí mismo, otra cosa es lo que él cree de sí mismo, y otra es que él quisiera ser y aún esto mismo hay que subdividirlo… de aquí la invitación que hace a reflexionar sobre sí mismo por comprobación rigurosa, lo que él cree ser por que lo ha leído o se lo han dicho y lo que quisiera ser, para que se diesc cuenta de que la creencia y los deseos, forman una parte del «yo» psicológico mucho mayor que el conocimiento o la sabiduría de sí.

 

La causa y la explicación de la crisis no está fuera del hombre, sino en él mismo. Una cosa es cierta -nos dice- la realidad interna configura la externa, que que el hombre se construye o se destruye a sí mismo y a la sociedad. He aquí la capital importancia del conocimiento de sí mismo y he aquí la importancia de sembrar en la mente de los estudiosos el interés por una psicosofía, un saber de sí mismo por la alerta pasividad, al margen e la Psicología académica y del pensar conceptual… lo importante es el instrumento que produce los fenómenos no el fenómeno mismo. Todo el misterio del hombre está encerrado en el hombre y cualquiera que haga del conocimiento de sí mismo la única tarea digna – el principal objetivo de su vida se tropezará con maravillas, – glorias y bajezas – que no están consignados en las frías páginas de los libros académicos y por ello será el mismo un factor de orden en la existencia individual y en la convivencia humana. De aquí que le de continuidad a la tradición oriental y a la iniciada en Grecia por Pitágoras, por Platón y otros tantos hasta el mundo continuada de hoy.

 

De la psicosofía pasa Sánchez en Pensamiento y verdad, a plantear luego una concepción del hombre mucho más amplia que denominará antroposofía la cual el fundamenta en la misma psicosofía. Sin embargo, no nos da la fuente de este concepto. Sabemos que se identificaba con un tipo de cristianismo muy primitivo (y de ahí su crítica el cristianismo oficial de hoy día). ¿Será éste el cristianismo esotérico primitivo por el cual simpatizó y aplicó Rudolf Steiner?

En un ensayo publicado por Jordi Jarque en la revista Año/Cero titulado «Antroposofía (donde el conocimiento esotérico y la ciencia confluyen)», se nos dice que Steiner fue secretario general de la sección alemana de la Sociedad teosófica, creada por Blavatsky. Pero dimitió porque quería difundir un conocimiento más acorde con la tradición esotérica occidental, lo llamó antroposofía y nació así en 1913, la Sociedad general antroposófica, con sede en Dornach, Basilea, al pie de las montañas del Jura, donde comenzó en 1914 la construcción de un gran edificio que se le dio el nombre de Goetheanum en homenaje a Goethe. En este sentido tal parece que Sánchez al concebir este saber ha sido inspirado por Steiner, pues en su concepción del mundo encontramos ideas comunes con la intención -y como fórmula de inspiración es concebidacomo un reto para lo que además de buscar su propia transformación aspiran a modificar el mundo.

 

NOTAS:

 

1) Juan Francisco Sánchez nació en la ciudad de Santo Domingo el 17 de diciembre de 1902. Muere en la misma el 4 de octubre de 1973. Era hijo de Emilia Mercedes Sánchez y de Juan Francisco Sánchez Peña, político y masón cuyo padre fue el patricio Francisco del Rosario Sánchez. Su pensamiento Filosófico, bien se podría decir, nace en la era de Trujillo y cesa al terminar ésta.

 

2) Sánchez, Juan Francisco. Ideas y comentarios. Págs. 19-35 3) Véase Iván Alfonseca. Inquietudes Filosóficas en Santo Domingo.

 

Cuadernos de Filosofía. UNPHU. No 2, 1981. Santo Domingo, Rep. Dom.

 

* Como señalábamos al final de nuestras palabras introductorias, una de las preocupaciones fundamentales de Sánchez la cual manifiesta desde sus primeros escritos es la relación hombre-técnica.

 

*Hacia 1942, el Coronel José Arismendy Trujillo, hermano del Tirano, había inaugurado en Bonao, su emisora La voz del Yuna, que en verdad vino a operar eficientemente en los primeros meses de 1943. La pequeña radiodifusora de un cuarto de kilo sería el germen de lo que más adelante (en 1952) se denominaría la Voz dominicana, un consorcio radiotelevisor que proyectaría su incidencia a toda hispanoamérica. A juicio del locutor George Rodríguez resultó ser «la tercera planta televisora en funcionar en América Latina, luego de existir una en México y otra en Cuba». (Véase Arquitectura y Comunicación. Tesis de Grado. Arq. Edual Ramírez – UASD/1995).

 

4) Sánchez, Juan Francisco. Si y No a Sartre. Revista Dominicana de Filosofía. No. 4. Enero-Junio. Págs.

 

5) Armando Cordero. La Filosofía en Santo Domingo. 1973. Págs. 118 6) Un Mundo en Crisis. Anales Vol. 53-56, 1950. Pág. 14 7) Ibid, Pág. 14

 

8) Ibid, Pág. 16

 

9) Véase a la reciente tesis sustentada por Edickson Minaya. Nihilismo, Hermenéutica y Postmodernidad en el pensamiento de Gianni Vattimo. UASD, 1998. Pág. 106

 

10) Un Mundo en Crisis. 1950. Págs. 16-17.

 

11) Ibid. Pág. 18-19 12) Ibid. Pág. 8 13) Ibid. Pág. 24

 

14) Ibid. Pág. 24

15) Sánchez, Juan Francisco. Filosofía, Psicología y Realidad Humana. Separata de las Actas del «Primer Congreso Interamericano de Psicología». Pág. 634.