Filosofo Andrés Avelino                                            Obra del artista Plástico Dustin Muñoz

EDITORIAL

El año 2002 se inicia marcado por el «estigma electorero» dominicano.

Tanto en el ámbito de la universidad estatal como en el ámbito del Parlamento, el «carnaval de máscaras» politiqueras cubre descaradamente los espacios.

Aquí y allá los mismos gestos, los mismos lemas. «Defensa de la Academia» dentro de la UASD; «Defensa de los intereses nacionales» en todo el país. Todos son «académicos». Todos son «altruistas». Y mientras proclaman esto, ahogan a la Nación y a la Academia.

Disfrazan sus intereses particulares de sacrificio. El engaño y la manipulación se cubren de astucia. Y en la medida en que logran sus éxitos personales, proporcionalmente envilecen sus almas.

Ofrecen la amistad que vale un voto. Regalan el saludo que compra adeptos. Defienden y manipulan letras muertas. Viven de la angustia de espíritus nobles.

Crean un ambiente pervertido en que los necios se llaman sabios y hacen del sabio loco o cínico. Platón se refiere a ellos cuando escribió en el Teeteto: «Hasta tal punto tratan sus disputas de asuntos puramente particulares, que muchas veces se parecen a una carrera por la propia vida. De manera que, a raíz de todo esto, se vuelven violentos y sagaces, y saben adular a su señor con palabras y seducirlo con obras. Pero, a cambio, hacen mezquinas sus almas y pierden toda rectitud. La esclavitud que han sufrido desde jóvenes les ha arrebatado la grandeza de alma, así como la honestidad y la libertad, al obligarlos a hacer cosas tortuosas y al deparar a sus almas, todavía tiernas, grandes peligros y temores, que no podían sobrellevar aún con amor a la justicia y a la verdad.

Entregados así a la mentira y a las injurias mutuas, tantas veces se encorvan y se tuercen, que llegan a la madurez sin nada sano en el pensamiento. Ellos, sin embargo, creen que se han vuelto hábiles y sabios.»

Año 2. Febrero 2002 Arje. No 4. 3