Rosa Elena Pérez de la Cruz*

El Racionero de la Catedral Primada de América, Antonio Sánchez Valverde, nació en Santo Domingo en 1729 y murió en México en 1790. Sus orígenes están bien establecidos en la historiografía dominicana(¹). Estudió en la Universidad de Santiago de Gorjón, que también era Seminario de la Compañía de Jesús, donde obtuvo su licenciatura en Teología en 1755. Se convirtió en sacerdote como parte de su servicio a la Iglesia, desempeñando el cargo de sacristán mayor de la iglesia parroquial de Bayaguana. En 1758, se graduó de bachiller en Derecho Civil en la Universidad de Santo Tomás, fundada por la Orden de Predicadores, los dominicos. En el mismo año, fue nombrado promotor fiscal eclesiástico, cargo que desempeñó junto con la cátedra del Instituto de la misma Universidad. Posteriormente, se benefició con el ingreso en el cabildo de la Catedral con una ración, cuyo título real se le despachó en San Lorenzo el 21 de noviembre de 17652). También fue racionero de la Catedral de Guadalajara de México. Sánchez Valverde intentó obtener las canonjías de su oficio en las catedrales de Santiago de Cuba y Caracas, pero no lo mejoraron y, de hecho, salieron de ambos países con descontento por sus respectivos litigios. Se sabe que estuvo anteriormente en España (1763-1765), tratando de obtener nombramientos por su cuenta debido a sus experiencias no muy buenas tanto en su tierra natal como en Cuba y Venezuela. Los biógrafos de Sánchez Valverde señalan que tenía un carácter muy fuerte, lo cual, sin caer en la psicología, nos permite explicar su valentía para superar las dificultades de su época y enfrentar hostilidades, persecuciones, difamaciones y diversos fracasos a muy temprana edad. Al respecto, el eminente y riguroso historiador fray Cipriano de Utrera comenta:

«El toro que dentro del cercado, sin más acoso que el interno de su apetito, corre y salva vigoroso la valla, o que en la lidia muestra la arrogancia de su estampa y el ímpetu bravío de sus fuerzas y en el perseguir a su contrario se lanza veloz tras él y por defensa natural o por ley de inercia salta fogoso la barrera, es la verdadera cifra, el símbolo peculiariísimo de Antonio Sánchez Valverde». El siguiente caso nos ilustra uno de tantos problemas que le acarreó la firmeza de carácter y la férrea e independiente voluntad, entre otros factores exógenos. En 1766 compartió con Ignacio Granados Caro la posibilidad de ser elegido para cubrir una canonjía vacante en la Catedral de Santo Domingo; pero, el presidente de la Real Audiencia de Santo Domingo, don Manuel de Azlor Urríes de Vera y Gurrea de Aragón, al informar su parecer sobre cada uno, de Sánchez Valverde dijo: «…que por tener padres y dos hermanas que dependían de él, se dedicaba a defender pleitos ya predicar, ‘en lo que gana bastante’ y que por esta dedicación no era tan asiduo, como debería, a sus obligaciones de racionero y que, por lo mismo, era infrecuente su asistencia al coro, y además tiene el genio muy vivo y emplea bastante libertad de lengua, y aún en el púlpito es ordinariamente muy libre en el hablar»; estimaba que, si se le amonestaba en nombre del rey, se moderaría. Sin embargo, de Granados, el presidente Azlor escribió que poseía las cualidades requeridas para prebendado. Y a él le fue dada. Así procedieron los *Dominicana residente en México, donde se desempeñan como catedrática de la UNAM. Filósofa por formación y oficio, tiene maestría y doctorado en el área. ministerios reales. Los eclesiásticos que aspiran a beneficios, prebendas o mitras requieren, además de manifestar de hecho su acérrima oposición en contra de los jesuitas, profesar una inquebrantable adhesión al rey ya su política.

Utrera atribuye a la filosofía de la época la profesión de una religión reformada:

Esta deformación tan estúpida del espíritu cristiano en el cuerpo del clero español era simplemente una modalidad artificiosa de la filosofía del siglo cristalizada en el vano intento de abrir socavones en las bases del Catolicismo, a lo que contribuyó mucho el ejercicio de la autoridad espiritual visto a a través del utilitarismo, según el cual «tanta es la estimación de tu persona, cuando das al que te pide», conclusión universal en la relación de prelado y súbdito, previa sustitución de hecho de los conceptos de padre e hijo por los de administrador y administrador

Como puede observarse, el texto se refiere al ejercicio de un poder también deformado. Las sospechas en contra del racionero se repiten. Mientras se ocupaba de la defensa de un pobre fullero, José Beltrán, acusado por un mercedario de falsificar documentos en la venta de un esclavo, fue, a su vez, acusado e lesionado por la misma orden, por lo cual la Audiencia lo suspendió por dos años en el ejercicio de la abogacía.

Mucho le afectó a Sánchez Valverde tal decisión por presunto jurista irreprochable, pero sintió, aún más la nueva acusación:

…que, como predicador, saltaba virtualmente de la cátedra sagrada a la tribuna, mezclando entre conceptos morales especies ominosas a los representantes del rey y de la ley […] el 11 de octubre de 1781 el Presidente hizo notificar al prelado que el racionero Sánchez Valverde en sus dos sermones de 14 de mayo [fiesta del rey conmemorativa de la derrota de Penn y Venables] y 30 de agosto antecedentes, había vertido frases impropias de orador sagrado y con sobrado arrojo para en presencia del Capitán General, señores de la Audiencia , Cabildos, etc. en el primero, y con igual desenvoltura delante del pueblo de todo en el segundo, y le requería por ruego y encargo en nombre del Rey, amonestase con efecto al culpado y avisase de su acción para con ello dar cuenta a SM en el Consejo de Indias.

probablemente esta situación condujo al racionero a fugarse a Europa en varias ocasiones; pero también, el afán de superarse, de cultivarse, de actualizarse y de publicar sus trabajos, pues aun no habia imprenta en su tierra natal. En una de sus huidas se le incautaron sus valijas, cuyo inventario arrojó la única noticia que tenemos de sus aficiones literarias y de algunas fuentes de su pensamiento. Llevaba consigo, por ejemplo, un libro de gramática griega, el Nuevo Testamento en griego, una gramática inglesa, y dos diccionarios, inglés y francés, un tomo de raíces griegas, y las Instituta de Monsier Columbert, entre otros. A propósito, Utrera comenta:

Es deducción que tan exigua librería, como congruente con la previsión de su inmediata utilidad lejos del hogar, formaba el punto de la ocupación habitual, a la que no daría pausa, el racionero: el estudio, principalmente la lectura frecuente de franceses e ingleses , mediante esfuerzos generosos de autodidacto con vocación tardía; esto es, la ocupación honesta en ratos que vacaba del estudio de las ciencias de su estado y profesión, para imbuirse de ideas y pensamientos del saber europeo; lo que conduce a la presunción de haber sido el racionero un adepto al enciclopedismo, cuyo espíritu adquirió en aquel grado que creyó compatible con su carácter sacerdotal, siendo, por otra parte, proclive a la contención, al desdén de sus adversarios, ya la singularidad de juicios que en todo tiempo de su vida de reconoce relacion. al fin, era tierra naturalmente fecunda para recibir la semilla filosófica de su siglo. El púlpito, ni la cátedra, ni el foro, ni sus libros escaparon, como partes de su entender, de aquella influencia.

Tal vez esa «semilla filosófica» se refiere no sólo al enciclopedismo, sino al eclecticismo positivo propio de la época. Es importante resaltar la disciplina y dedicación de Sánchez Valverde para procurarse información y ambiente propicio a la elevación cultural, y además, ofrecer a las generaciones venideras un testimonio de acicate y trabajo, a pesar de las vicisitudes y carencias. Concordamos con fray Cipriano de Utrera en que nuestro autor «…fue varón con dificultad superior a muchos de sus coetáneos [tanto] en las letras como en el estado clerical, y cuyos nombres, aunque conocidos, entra de pleno derecho en el anonimato histórico . Fue Sánchez Valverde el único entre sus coterráneos que dejó prendas propias a la posteridad de su dedicación a las letras ya la historia, y por esta sola razón, no importa efecto persistente del arriscamiento de genio, merecedor del aprecio de los amantes de su patria» (9). El racionero es considerado un eclesiástico laborioso, dedicado por igual a la predicación del Evangelio ya la confesión, para lo cual estudie las lenguas vivas necesarias para la ayuda espiritual de muchos extranjeros que viven o pasan por la Isla.

LAS OBRAS DE SÁNCHEZ VALVERDE

Llevaba consigo en varias de sus fugas, El predicador, obra de interés para el clero, tuvo prioridad para su publicación.

Otro cuadernito roto, sobre el fomento de la Isla.

Escrita con conocimiento práctico – comenta Utrera – de la Isla, por sujeto inteligente, avezado al estudio ya la observación extensiva de lo que valía la Isla en todos los pedidos, y enriquecida con aquellas reflexiones que la experiencia dictaba para el provecho de sus riquezas, con arbitrajes razonables que indujeran a reconocer su utilidad en muchos cabos, y los estorbos que la impedían en otros, habría de ser para los Ministros del Rey, de tanta satisfacción, como el autor digno de galardón, o de benevolencia en el peor de los casos: demás del ejemplar espectáculo del que en medio de la adversidad vive animado del espíritu de amor del bien de sus semejantes para engrandecimiento de la Corona real, ocupación venerable de los eclesiásticos celosos del servicio de SM (10).