Dr. Rafael Starlin Morla

 Buenas tardes a todos, agradezco que estén aquí y me escuchen. Para asegurarme de no excederme en el tiempo, voy a utilizar un cronómetro. Quiero expresar mi gratitud al director de la Escuela de Filosofía, profesor Eulogio Silverio, por invitarme a participar en este evento. Creo que es esencial reflexionar y desarrollar un pensamiento crítico sobre los diversos problemas que afectan a nuestra sociedad.

En el contexto de la República Dominicana, donde existe una discriminación significativa hacia la población LGBT, el tema que mi compañero y yo abordaremos es de gran relevancia. Exploraremos las fronteras de género, la transexualidad, el transgénero, el transhumanismo y su impacto en el feminismo.

Antes de comenzar, me gustaría aclarar algunos puntos para establecer las bases de nuestra discusión. Primero, el feminismo no es un machismo invertido, ni implica que las mujeres odien a los hombres. He encontrado personas, hasta académicos, que tienen esta concepción errónea sobre el feminismo. El feminismo aspira a la igualdad entre hombres y mujeres, reconociendo que vivimos en una sociedad patriarcal que ha oprimido históricamente a las mujeres.

Además, es importante entender que no existe un único feminismo, sino muchos. Dentro de estos múltiples feminismos, ha habido diversos debates. El feminismo no es monolítico, y existe un debate constante dentro de él. Lo mismo ocurre con el movimiento LGBTQ, donde también se dan debates internos.

Cuando analizamos estos temas, es crucial tener en cuenta la complejidad y la sensibilidad. A menudo, estos temas se reducen a ser una agenda impuesta por los países del primer mundo y el capitalismo neoliberal, o a ser una discriminación extrema. Sin embargo, estos temas requieren un análisis más profundo y matizado.

Hablemos sobre el concepto de transexualidad y transgénero. La transexualidad se refiere a aquellas personas que no se identifican con el sexo asignado al nacer y que pueden optar por cirugías para cambiar de sexo. Por otro lado, el término transgénero, aunque a veces se usa como sinónimo de transexual, tiene algunas diferencias. El término transgénero tiene una connotación más política y es una reivindicación de las personas trans en una sociedad heteropatriarcal.

La sociedad heteropatriarcal es aquella en la que vivimos, donde la heterosexualidad se establece como la norma. Históricamente, la comunidad LGBT ha tenido que luchar contra esta norma heterosexual que le ha oprimido. Esta opresión puede manifestarse de diversas formas, como burlas, golpes, violaciones y asesinatos. Por lo tanto, cuando abordamos estos temas, debemos recordar que estamos hablando de la dignidad humana.

El transhumanismo es un movimiento filosófico, cultural y científico que plantea mejorar la especie humana utilizando elementos tecnológicos. Sin embargo, para entender el transhumanismo, también es importante comprender el posthumanismo. El posthumanismo critica el concepto de humanismo que heredamos de la Ilustración, argumentando que este concepto ha generado una jerarquía de opresión. El posthumanismo y el transhumanismo buscan la mejora de la especie humana utilizando la tecnología y defienden la libertad morfológica, es decir, la libertad de los individuos para intervenir en su corporalidad. Esto se conecta con la transexualidad y el transgénero, ya que no todas las personas trans optan por la cirugía.

El transhumanismo y el posthumanismo cuestionan la concepción binaria de género, que sostiene que solo existen dos géneros: hombre y mujer. Esta concepción se deriva del dimorfismo sexual, y la transexualidad y el transgénero buscan deconstruir esta norma impuesta por la sociedad heteropatriarcal y el binarismo de género.

El título de esta charla es amplio y requiere un análisis complejo. El transhumanismo es un movimiento que persigue la mejora de la especie humana utilizando elementos tecnológicos. Sin embargo, para entender el transhumanismo, es importante comprender el posthumanismo. El posthumanismo desconoce el concepto de humanismo que heredamos de la Ilustración, señalando que este concepto ha generado una jerarquía de opresión.

El posthumanismo y el transhumanismo ansían una nueva forma de entender a la humanidad que no sea antropocéntrica, o sea, que no solo incluya a la especie humana, sino también a los animales y a otras especies no humanas, así como a los elementos tecnológicos.

Ante esto, es importante recordar que el movimiento trans ha sido analizado desde diversas perspectivas, incluyendo las perspectivas queer y la psicológica. El psicoanálisis y la psiquiatría han estigmatizado históricamente a las personas que no se identifican con el género asignado al nacer o que no se ajustan a la norma del binarismo de género. Por lo tanto, las personas trans han tenido que alzar su voz y luchar contra esta imposición.

En el campo del transgénero, podemos resaltar a Sandy Stone, una mujer     estadounidense reconocida como precursora en la investigación de cuestiones de género y de personas transgénero y transexuales. A su vez, debemos considerar las teorías de Judith Butler, quien ve la concepción de género como un constructo social performativo. Butler explica que ser hombre, mujer, macho o hembra es una categoría construida y aprendida. Este aprendizaje no solo se construye socialmente, sino que también se presenta como algo natural.

Además, destacan otros teóricos de relevancia como Preciado y Miquel, quienes realizan un análisis profundo de la sociedad heteropatriarcal y las formas en que las personas trans pueden lograr la despatologización. Empero, me parece crucial cuestionar por qué en estos debates, donde se tratan problemas que afectan a corporalidades, vivencias y experiencias vitales, no hay personas trans hablando sobre transgenerismo y transexualidad.

Es relevante mencionar que, desde principios del milenio, hombres y mujeres trans han lanzado la campaña de «despatologización». Ellos comprendieron que luchaban por operarse y sentirse cómodos en su nuevo género, pero esto implicaba la reproducción de la norma binaria. En el proceso médico para someterse a la operación, eran estigmatizados como personas «disfóricas de género» y enfermas, y luego se les encasillaba dentro del binarismo de género.

El debate actual en la comunidad trans incluye temas como la despatologización, la decisión de operarse o no, y si deben someterse a terapia hormonal. Este es un tema de gran relevancia, que va más allá de vestirse según un género distinto al que la sociedad impone.

También, circula la creencia errónea de que existe una «agenda» que impone el transgenerismo. Sin embargo, en realidad, lo que está ocurriendo es que las personas trans y LGBT, históricamente invisibilizadas, están luchando contra la opresión que han sufrido. Esto no es una imposición, sino un movimiento hacia la igualdad.

Quiero destacar el concepto de transfeminismo, que surgió en la Universidad de Yale en 1992 por Diana Kurbán y Eliot Llama. Este concepto busca integrar las luchas de las personas transgénero dentro del feminismo. Lamentablemente, este concepto aún no ha tenido suficiente aceptación en los grupos sociales y de activismo. Incluso dentro del feminismo y de la comunidad LGBT hay divisiones y desacuerdos, lo que es realmente preocupante.

Finalmente, es vital al tratar estos temas que logremos una comprensión compleja y seria, que vaya más allá de la superficialidad. E, igualmente, es crucial escuchar a las personas directamente afectadas: mujeres, personas trans y todos los miembros de la comunidad LGBT.