Vamos a realizar un pequeño recorrido rápido. Sabemos que la iglesia intervino mucho, se hablaba del pecado original, que el error más grande que puede tener un hombre es tener una mujer porque las mujeres somos el pecado, viene también de esas interpretaciones filosóficas metafísica, donde se encuentran, San Agustín, Santo Tomás, y otros. 

Sin embargo, en esa época que le llaman oscura, no todo fue tan oscuro. Al final de la época medieval, muchas mujeres pudieron entrar al mundo del conocimiento. Primero las monjas en los monasterios tenían la libertad de poder estudiar, leer y hacer sus análisis, y también las mujeres ricas, que tenían cierto poder adquisitivo para poder estudiar. Pero como siempre, en cada una de las etapas, las mujeres, como dijo William, arrebatamos. 

No es que no conquistamos derechos, porque a veces la conquista se hace de una manera sutil, de una manera suave para lograr el conquistado. No, los derechos realmente se arrebatan, esa es la realidad.

Hay una filósofa que me gusta mucho, Hildegarda de Bingen, quien también fue médica, mística y especialista en música. Se destacó bastante. Incluso, una de las primeras impresiones de lo que es el cosmos lo hizo Hildegarda a partir de una visión que tuvo. Hildegarda fue una científica tan importante que, si hoy podemos tomarnos una cervecita en la calle o que pueda perdurar en el tiempo, es gracias a que ella creó ese conservante para que en el mismo monasterio la cerveza no se dañara. Realmente fue una mujer, una monja que tuvo un importante papel en lo que era la política de la época.

Luego viene la filosofía moderna que viene atravesada por la declaración de los derechos del hombre y el ciudadano. Escuchen bien, hombres y ciudadanos. No estábamos incluidas las mujeres, no estaban incluidos los esclavos. Entonces, en esa época, ahí viene Olimpia de Gouges que dice, «¿pero cómo es eso? ¿Cómo va a ser que la declaración de los derechos humanos, de los derechos, sea solamente para el hombre? Debe estar incluida la mujer.» Entonces, hace su declaración, que esa fue su marca de muerte, con esa declaración que ella hace de los derechos del hombre y de la mujer porque necesitaba estar incluida.

Aquí hay un punto que me gustaría aclarar. A veces dicen, «no, porque cuando hablan de hombres, la mujer debe estar incluida porque el hombre es lo universal.» Entonces, podemos ver que en esa declaración, aunque sí fue destinada justamente para los hombres, no se incluyó a las mujeres. Ella supo aclarar y ver desde una perspectiva feminista que no estábamos incluidas. 

A veces esa generalización de que las mujeres estamos incluidas en el hombre se hace de manera muy sutil y explicada, pero muchas veces, o casi siempre, a los hombres no les gusta que los incluyan cuando estamos todas las mujeres. Si dicen «todas las mujeres» y hay dos o tres hombres, dicen, «no, espérate.» Entonces también a veces, o casi siempre, tenemos que aprender de los hombres en ese aspecto.

Ahora en la época contemporánea que viene a formular otros problemas filosóficos, el problema de la identidad de género, no ideología, porque ahora la ideología de género se ha convertido en una ideología en sí misma y nadie sabe lo que es y nadie lo sabe explicar. Comienza Judith Butler a pensar y a reflexionar sobre si realmente el sexo y el género, esa construcción cultural, realmente van relacionados con lo que es el sexo. Recordemos la famosa frase de Simone de Beauvoir, que «la mujer no nace, se hace». Luego también está una famosa filósofa que me encanta, Martha Nussbaum, que va a hablar también sobre lo que es la mujer en este espacio del mundo, cómo vivimos las mujeres y también cómo nos formamos como ciudadanas. 

Entonces, es una filósofa que realmente hay que leer y una filósofa muy actual. Y claro, no voy a dejar a nuestra filósofa dominicana, Lusitania Martínez, quien también ha dicho desde la filosofía que los derechos de las mujeres hay que respetarlos. Las mujeres tienen derechos y hace también una pequeña introspección, o digamos, una regresión un poco atrás sobre el papel de la mujer. Desde cuando la lucha por el voto, las mujeres, las sufragistas y comienza a hacer textos sobre historia de la filosofía donde no deja nunca de estar atravesado desde esa perspectiva feminista.

Y cuando hablo de una perspectiva feminista, me gustaría también aclarar que pensar desde una perspectiva feminista implica considerar y analizar los problemas y situaciones desde el lente de la igualdad de género. No es en ningún momento una supremacía de la mujer hacia el hombre, sino poder poner en balanza, en plano hombre-mujer, y ver cuáles son esos aspectos que afectan al hombre, cuáles son esos aspectos que afectan a la mujer y cuáles son esas ventajas que tiene el hombre y cuáles son esas ventajas que tiene la mujer, y poder hacer un análisis un poco más acercado a la realidad.

Bueno, en estos momentos, el panorama actual nos encuentra especialmente a las filósofas feministas con muchos feminismos, tantos que no encontramos ya cuál acoger. Pero también viene a plantearse un tema dentro de este ámbito que afecta mucho a las mujeres, que es el tema del cuidado. El trabajo del cuidado, la ética del cuidado, es una filosofía ahora que planteó Carol Gilligan y que realmente plantea que muchas mujeres no han podido lograr avanzar por el tema de tener que cuidar. 

Entonces, si las mujeres no cuidan, ¿quién cuida? ¿Quién cuida a quienes cuidan? ¿Cuál sería la crisis del cuidado si las mujeres no cuidan? ¿Qué va a pasar? Entonces, se plantea que realmente ya deben existir políticas públicas donde las mujeres puedan también desarrollarse, los hombres puedan desarrollarse y el Estado también pueda aportar al cuidado, especialmente el cuidado de los hijos, cuidado de personas mayores y especialmente también cuidado de niños con discapacidad. 

Vemos un drama terrible en casas de parejas tradicionales que tienen niños con alguna discapacidad. La mujer tiene que quedarse en la casa, el hombre tiene que trabajar a veces dos o tres trabajos porque la mujer no puede ir a trabajar. ¿Quién cuida al niño que tiene esa discapacidad? 

Las escuelas tradicionales no pueden acogerlo. Entonces, ese es uno de los temas, el tema del cuidado, que ahora dentro de los derechos de las mujeres, y de los hombres también, se están poniendo sobre la mesa. Y qué bueno que se pongan porque a veces el tema del cuidado trae mucha carga mental, mucho trabajo mental, pero también pobreza. 

Si el hombre es el único que trabaja, imagínese, y la mujer entonces en la casa también tiene que cuidar un niño o una niña con ciertas condiciones específicas de las que las madres no estamos preparadas porque somos madres, pero no somos especialistas. Entonces, viene ese problema.

Un panorama actual de la situación de las mujeres muestra que hay avances, claro que sí, y qué bueno que los hay, y qué bueno que la perspectiva y la forma de pensar ha ido cambiando. Muestra de eso son más mujeres en la universidad, más mujeres en cargos importantes, ahora tenemos dos alcaldesas, creo que son dos. Pero la realidad es que la violencia todavía persiste. 

El Centro de Investigación de Políticas Públicas hizo una investigación de 2015 al 2021 y reportó que en ese periodo 67,698 mujeres fueron violentadas. Entonces, vivimos en una sociedad violenta. La violencia se sigue manifestando en todas las esferas, el caso de los hombres, el caso de las mujeres. 

Y bueno, de mi parte, sería también un llamado a la cultura de la paz, a la cultura del respeto, a la cultura de la empatía. Tenemos este espacio que se nos fue dado, el mundo. Vinimos al mundo, nadie nos pidió permiso, pero por lo menos tenemos que dejarlo un poquito mejor que como lo encontramos. Y para dejarlo, tenemos que tratar de tener relaciones armoniosas y basadas en el respeto. 

Muchas gracias