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Decir unas breves palabras sobre la medicina dominicana y el papel de la mujer. Hay que decir que hasta el siglo XX pasado, la medicina era una profesión realmente precaria. Había pocos médicos en la República Dominicana, pero ciertamente era una profesión reservada para hombres hasta ese momento. No hasta el momento en que se gradúa la primera mujer médico, de la que me voy a referir en un instante. Solamente en la salud, la mujer ejercía el papel clásico de comadrona y también de enfermera, pero el papel de médico realmente estaba reservado para los hombres.
Una mujer nacida el 10 de noviembre de 1879 en la provincia de La Altagracia, llamada Andrea Evangelina Rodríguez Perozo, hija de una ama de casa y de un comerciante, y huérfana a temprana edad, criada por su abuela, la señora Tomasina, contra todo pronóstico decide estudiar medicina y se convierte en la primera mujer médico. Por supuesto, todo el que le toca ser pionero, y a ella especialmente, en un país como la República Dominicana, estamos hablando de cuando ella estudia medicina a principios del siglo XX, era muy difícil. Además de su condición de mujer, su condición de negra, su condición de pobre, todo eso eran cosas en contra. Sin embargo, ella se convierte en la primera mujer dominicana egresada de esta nuestra Universidad Autónoma de Santo Domingo. Andrea Evangelina termina la carrera. Fue muy humillada, se le dejó mucho en la facultad porque se entendía que la medicina era una carrera para hombres, que ya una mujer negra y pobre debía dedicarse a labores domésticas, conseguirse un marido, cosas como esas, reservadas tradicionalmente para la mujer y más una mujer de su condición. Pero ella realmente, en un ejercicio de resiliencia y de valentía, sigue sus estudios y logra terminarlos.
Sin embargo, fue toda una odisea presentar la tesis. Años tratando de presentar su tesis. Fíjense que cuando finalmente termina en 1911, luego ya la investidura, estamos hablando de 19 años intentando tener la licencia, el ejercicio de la capacidad de ejercer su carrera y de irse a especializarse, lo que finalmente hace poco tiempo después, en 1920, ella se va a Francia, a París. Entre 1920 y 1925. Estamos hablando de hace 100 años, señores. Esta mujer pobre de la provincia La Altagracia, huérfana a corta edad, criada por una abuela caribeña dominicana negra, logra irse a un país ya avanzado y especializarse en el campo de la pediatría, la gineco-obstetricia y la otorrinolaringología. Logra conseguir incluso plazas y ofertas para quedarse, pero ella decide venir al país porque tenía un compromiso social, y eso es lo que quiero resaltar de la mujer médico dominicana, el compromiso social para luchar por la mejoría de la salud de nuestro pueblo, un pueblo con tanto atraso y con tantos problemas de salud. Ella crea programas y es la primera en hablar de sexualidad y derechos reproductivos. En esa época, esto era totalmente novedoso en este país y realmente ella fue pionera. Pero claro, esa misma lucha por los derechos no solamente de ella, sino de las mujeres y de los niños, y del acceso a la salud, le crea muchos enemigos y especialmente su papel opositor al régimen de Trujillo. Cuando Trujillo accede al poder y ella tiene una visión crítica de ese régimen, pues empieza a ser excluida.
Fíjense que ella es la primera médico y la primera en especializarse en gineco-obstetricia. Sin embargo, fue la doctora Consuelo Bernardino la primera en ser reconocida como primera maestra de la obstetricia en el país, y no era ella, no era Evangelina Rodríguez. Sin embargo, a ella la excluyen, la torturan, la maltratan. Ella desarrolla antes su carrera, pero finalmente, producto de todo ese maltrato, de las torturas, de las visiones que sufre producto del régimen, ella empieza a tener problemas de salud mental. Tiene un quiebre, una mujer que ya había resistido tanto y que se había impuesto tanto a la adversidad y al destino, o a lo que se creía su destino, finalmente tiene un quiebre y tiene problemas de salud mental. Ella también fue escritora y ya cuando muere tenía inclusive una novela inédita dedicada a su hija adoptiva Selene, que lamentablemente nunca vio la luz y cuyo texto no se conserva.
Bueno, pero las mujeres han seguido desarrollándose. Luego tenemos entonces, fíjense, Evangelina fue una excepción. Luego vino Armida García. Primero que Armida fue Mercedes Herold Pons, hija de Ulises Herold. O sea, ya mujeres de alto perfil, que también tuvieron su lucha por su condición de mujer, pero que digamos que tenían una condición económica ya muchísimo mejor. Sin embargo, en los niveles superiores de la administración de la salud, como los hemos tenido a Marta Brown y Alta Gracia Guzmán Marcelino, que también fue la presidenta del Colegio Médico Dominicano en ese momento, Asociación Médica Dominicana. A pesar de toda esa trayectoria histórica y de esos inicios tan torpes de la ciencia de la salud y de la medicina, han ido ocupando cada vez más lugares y las estadísticas hablan que, por ejemplo, la encuesta en hogar de 2015 dice que el 61% de las graduandas son mujeres y el 39% hombres.
Datos más recientes hablan de un 65%, pero sin duda la carrera de medicina ha sufrido lo que se llama feminización porque ha tenido una deriva sobre todo hacia una carrera que está siendo mayormente estudiada y ejercida por mujeres.
A pesar de eso y a pesar de los avances, nosotros 100 años después de que Evangelina empezara esta lucha, seguimos teniendo graves problemas en cuanto al acceso de la mujer a ciertos servicios. Por ejemplo, el Fondo de las Naciones Unidas en un informe reciente habla de que el 46%, o sea, casi la mitad de las mujeres en este país, no accede a anticonceptivos y que el 23% no puede tomar decisiones sobre salud sexual y reproductiva. 100 años después, claro, antes era el 100% y ahora es el 23%.
Hemos ido avanzando, pero sin duda alguna todavía nos falta mucho y yo creo que en este día recordar estas luchas nos hace pensar de dónde venimos y que no podemos ceder nuestros espacios, sino por el contrario, siempre defender lo que se ha conseguido e ir más allá.
Muchísimas gracias.