Buenos días a todos, confío en que todavía mantengan el entusiasmo para seguir con esta jornada. Somos conscientes de que se acerca la hora del almuerzo, pero intentaremos ser breves y concisos, aportando ideas significativas para enriquecer este evento. Esta reunión tiene como principal objetivo propiciar un espacio para el debate, la crítica y, sobre todo, el desarrollo del pensamiento. En primer lugar, queremos expresar nuestro agradecimiento a la Escuela de Filosofía, a los profesores aquí presentes y, más que nada, a ustedes, los estudiantes, quienes son nuestros anfitriones más importantes.
Muchísimas gracias por asistir a este evento.
Ahora bien, sin más preámbulo, daremos inicio con un tema central: el racismo en la República Dominicana. ¿Son los dominicanos racistas o simplemente rechazamos a los menos afortunados? Podríamos iniciar este diálogo afirmando que los dominicanos somos alegres, soñadores y esperanzados, pero sería inverosímil afirmar que somos racistas.
Esto nos lleva a una reflexión inspirada por la filósofa española Adela Cortina, quien sostiene que lo que parece un rechazo al inmigrante, en realidad es un rechazo al pobre. Este razonamiento podría aplicarse aquí, en la República Dominicana, donde más que un rechazo a las personas de piel oscura, podría haber un rechazo hacia la pobreza.
Para ejemplificar, tomemos a los deportistas dominicanos de renombre, cuya piel oscura no impide que sean ampliamente respetados. David Ortiz, por ejemplo, es aclamado, no rechazado. Sin embargo, una persona de color y en situación de pobreza puede enfrentar discriminación en el ámbito laboral. Esta reflexión abre la puerta a un análisis más profundo sobre si el rechazo está relacionado más con el color de piel o con la condición económica.
Para continuar con nuestro diálogo, nos remitiremos a algunos refranes populares de nuestra isla que pueden dar una idea de cómo el color de piel se relaciona con ciertas connotaciones sociales. Algunos ejemplos son: «El negro es comida de pueblo», «El negro que no la hace a la entrada, la hace a la salida», «El negro siempre tira para el monte», «El negro no es gente» y «Ese negro tiene la suerte de su color». Estos refranes, arraigados en la comunicación cotidiana, manifiestan cierto rechazo, ya sea de manera directa o indirecta, consciente o inconsciente. Esto sugiere que la afirmación de que los dominicanos no somos racistas quizás necesite ser revisada, ya que cuando usamos el término «negro», en muchos casos se asocia con algo negativo.
En contraposición, cuando buscamos un ejemplo de bondad, solemos referirnos a un «alma blanca». Por lo tanto, incluso en el lenguaje cotidiano, pareciera que hay una cierta relación entre el color y las connotaciones positivas o negativas que le atribuimos. Me gustaría aclarar que no es un asunto explícito ni directo, pues sigo creyendo firmemente en la bondad y alegría inherentes de los dominicanos. Pero en este contexto, sí se puede identificar un cierto desdén.
Permítanme compartir con ustedes un estudio del antropólogo Carlos Andújar, director del Museo del Hombre Dominicano. Este estudio, publicado en 1997, expresa el esfuerzo que la ideología dominante ha hecho por minimizar o incluso desconocer la presencia africana en nuestra realidad. Históricamente, como dominicanos, hemos intentado resaltar nuestro origen europeo, específicamente español, mientras evitamos hablar de nuestra herencia africana. Este es un hecho que preferimos obviar, no deseamos que se asocie lo dominicano con este legado cultural.
Este sesgo puede entenderse como una forma de rechazo a lo africano. Sin embargo, quiero apuntar que los refranes y sentencias populares que hemos revisado no denigran a la población negra en su totalidad, sino que tienden a discriminar específicamente a los afrodescendientes pobres. En este sentido, no rechazamos a la persona por su color de piel, sino por su condición económica.
Para concluir, me atrevo a afirmar que no existe un racismo estructural en la República Dominicana. Más bien, lo que percibo es una resistencia a la condición económica desfavorable. Siguiendo el pensamiento de la reconocida pensadora Adela Cortina, ¨la aversión a la pobreza, más que a la etnicidad, es lo que subyace en nuestro discurso¨. Así, cuando parece haber un rechazo a alguien de color, lo que en realidad estamos rechazando es su pobreza.
Agradezco su atención.