Pedro Francisco Bonó

PENSAMIENTO DOMINICANO

En esta columna iremos «abriendo trochas» expresión empleada por el campesino dominicano al momento de disponerse a penetrar un bosque de difícil acceso. Esto es nos proponemos ir despejando dudas, o bier plantearlas con sus respectivas argumentaciones con el propósito de ir poco a poco internándose en el corazón mismo del ser dominicano

En qué consiste la dominicanidad es una interrogante de tipo filosófico que debemos abordar y profundizar, entablando un diálogo abierto con sociólogos, historiadores, psicólogos y antropólogos.

Es posible que ya te hayas dado cuenta -por vía de ensayos, artículos periodísticos y programas de opinión en t.v- de algunos juicios bien polémicos que sobre nuestro tema se han venido ventilando en el país.

Por ejemplo, hace poco causó gran revuelo el pronunciamiento del sociólogo frances Alain Touraine: «La República Dominicana es una ficción». Y se ha debatido más de una vez la tesis del profesor Manuel Núñez desarrollada en la obra El Ocaso de la Nación Dominicana. Mientras el primero sostiene que nosotros como República ya no existimos; el segundo plantea que aunque todavía existimos como nación, poco a poco vamos desapareciendo como tal.¿Resultaría ajeno a un curso de Introducción a la filosofía -en este aquí y ahora dominicano- el plantearse esta temática y reflexionar sobre ella?

En LOGOS creemos justificado reflexionar sobre esta problemática, pues de las meditaciones y decisiones tomadas en el presente va a depender en gran medida nuestro porvenir como. sociedad organizada.

Para avanzar efectivamente en este plan teórico, lo primero que nos hemos aconsejado hacer es dar seguimiento a una serie de pensadores, los cuales han inteligible ese fenómeno único e irrepetible dentro dedicado mucha energía intelectual en intentar hacer Dentro de estos intelectuales algunos ya fallecidos: del universo humano: la dominicanidad. Pedro Francisco Bonó, José Ramón López, Francisco E. Moscoso Puello, Emiliano Tejera, Américo Lugo, Andrés Avelino, Juan Francisco Sánchez, Juan Isidro Jiménez Grullón y otros teóricos del tema Dominicano, transitan la plena madurez de su existencia; nos referimos a Andrés L. Mateo, Federico Henriquez Gratereaux, Fernando Ferrand, Manuel Núñez y David Alvarez entre otros.

Como tarea inmediata nos proponemos desde el próximo número ir presentando las tesis fundamentales de estos autores. Ĉada entrega nos permitirá ver en que forma el intelecto dominicano ha entrado en diálogo con los grandes enfoques filosóficos occidentales y cuales son sus aportes a la cultura universal.

Qué sentido tiene que un joven nuestro se plantee las interrogantes: ¿Qué es el pueblo dominicano?¿Qué será de su porvenir? ¿Es que ya no son suficientes los problemas que nos ocupan?

Me atrevo a dirigirte la siguiente pregunta: ¿Cuál será tu edad hacia el año 2020? ¿Qué será de tu país en esa época ? ¿Podrás tú desligar tu suerte de la que corra tu país? ¿ Qué será de ti que ahora estás cursando una carrera universitaria?

Tú serás para entonces un hombre o una mujer de más o menos 40 años. Plenamente adulto- adulta. Dirigiendo, decidiendo la República», bien desde un rinconcito medio oculto, o desde el primero de los puestos de la nación te corresponderá ser una persona madura dentro de un mundo globalizado: ¿Cómo conviviremos los dominicanos con la globalización? ¿Continuaremos como lo que somos? ¿Cómo nos cambiarán los cambios»? Habrás advertido que damos por supuesto la existencia de la REPÚBLICA DOMINICANA más allá del 2020. ¿Por qué no suponerla? Y no porque coincidamos con cierta corriente destinista, para la cual la nación dominicana estaría inexorablemente volcada a la eternidad, independientemente de la voluntad de los dominicanos.

Mi convicción es otra: que a pesar de lo expresado por Alain Touraine, del grito apocalíptico de Manuel Núñez, de los versos del cura mocano:

«Ayer español nací 

a la tarde fui francés

 a la noche etíope fuí

 hoy dicen que soy inglés

 no se que será de mi».

Y a pesar también, de los F GRATEREAUX escepticismos y posibles extravíos, es dable esperar que la dominicanidad con las mutaciones que cada época pueda traer consigo se mantenga viva como proyecto peculiar dentro del concierto humano.

¿Qué opinión te merece este exceso, o, mejor dicho, este derroche de esperanza?