Es evidente que si se preguntase a un estudiante de los primeros años de la educación media o, bien, de la básica y, más aún, a una persona «sin escuela»: ¿para qué médicos, ingenieros, biólogos, abogados, historiadores, etc.?, respondería con aceptable acierto.

Sin embargo, no resultaría lo mismo aún referida a la generalidad de los universitarios, si la pregunta fuera: ¿para qué filósofos? Por lo menos, la respuesta sería menos clara, menos precisa.

Y hay razones para ello, aunque Unamuno haya expresado que la filosofía está más cerca de nosotros, del ser humano, que la ciencia, porque esta se ocupa de «las cosas» y aquella, de la existencia misma.

El Boletín Episteme ha recabado de algunas personas ligadas a la filosofía y a otros campos del saber humano su opinión en torno a esa cuestión: ¿para qué filósofos?

Sus consideraciones son las siguientes:

León David, escritor y poeta

León David, escritor y poeta:

Lo que hace un filósofo no lo puede hacer ningún estudiante o investigador. ¿Por qué?

La filosofía no es una ciencia, aunque la filosofía no puede prescindir del método ni de la lógica. No es una disciplina que procura un saber definitivo y concluso. La filosofía es siempre inmersión e indagación.

La filosofía se crea y se recrea constantemente; es búsqueda e inmersión dentro de la palabra y el pensamiento genuinos. Filosofar nos pone en contacto con la poesía, aunque de una manera diferente, con la más íntima dimensión de lo humano, con su sapiencia y con su capacidad de comprensión.

La filosofía es una hermenéutica; sin ella no podemos llegar al fondo de las cosas ni dar razón del sentido, que sólo el lenguaje alumbra.

Dra. Mabel Artidiello, profesora de Estética:

Dra. Mabel Artidiello, profesora de Estética:

La filosofía se relaciona con la formación de conciencia crítica que desarrolla el saber aprendiendo a dialogar con las diversas épocas, a fin de entender el tiempo presente. En este contexto se ha de afirmar la construcción de un sistema abierto de valores que clarifique el significado de éstos. Es notoria la postura conformista e inhibitoria de los docentes de filosofía al descuidar la búsqueda de la razón de los problemas del conocimiento.

El pensamiento acerca de la verdad de las cosas ha sido sustituido por ideologías que hacen agua apenas nacen. De otra parte, lo que parece interesar más en la actualidad no es el pensamiento, sino lo que alguien ha llamado con humor y cierto, «sensamiento». Se presta mucha atención a lo que «se siente», si se siente mucho o se siente poco, si lo siento o si no lo siento. Es un modo de vivir sobre fundamentos inconsistentes e inestables; un modo de discurrir un tanto irracional, porque procede de vacíos del alma y se desarrolla en la epidermis de la existencia o en los espacios etéreos de la ficción o del formalismo verbal.

No se piensa en lo que hay y en lo que son en el fondo las cosas. No se piensa, por ejemplo, si esto o aquello es «medio» o «fin». Se renuncia a proseguir aquella tarea emprendida con tanto entusiasmo cuando éramos niños: averiguar hasta el último porqué de las cosas. ¿No es cierto con José María Albareda- que «hay algo en las cosas que las convierte en cautivadora estancia del pensar»? Sin embargo, lo dijo san Anselmo, que «sólo unos pocos piensan en la verdad de las cosas», parece ser una constante histórica.

Quizás suceda porque debemos «aprender a pensar» y no se enseña suficientemente, cuando ambas cosas constituyen un importante deber. En frase de Alejandro Llano, «pensar, enseñar a pensar, aprender a pensar, es la triple obligación de la inteligencia». Se trata sin duda de una obligación estrictamente moral, descubrir el bien y regir toda nuestra conducta.

Interés por la curiosidad; desarrollar una mirada selectiva, ver lo que otros no ven, romper con la inercia mecanicista de la repetición, dar rienda suelta a los sueños y así poder tener una visión del mundo más abierta, para encontrar respuestas alternativas y novedosas a los problemas que se nos presentan en las diferentes esferas del diario vivir.

¿Por qué a menudo hay miedo a pensar, miedo a la luz, a ser curiosos y a la libertad del pensador auténtico? Quizás porque cualquier rayo de luz nos guía hacia el sol, y no siempre el ser humano se encuentra dispuesto a interesarse por la fuente de la luz y de la vida que puede saciar su más profunda sed. Necesitamos la filosofía para que resurja el

 

R.P. Dr. Ramón Alonso Psicólogo,

Rector de la Universidad Católica Santo Domingo

La filosofía es una actitud frente a la realidad.

¿Para qué, filósofos?

1- Para satisfacer nuestra capacidad de asombro, nuestro deseo de sabiduría.

2- Para buscar la verdad sobre nosotros mismos (quiénes somos, por qué vivimos, el sentido de la existencia, lo que creemos y lo que hacemos…) y la verdad sobre el mundo, trascendiendo el reduccionismo de las ciencias positivas.

3- Para conocer hasta dónde llega la fuerza de nuestra inteligencia y cómo hemos de entender la realidad.

4- Para conocer todos los campos del saber, criticarlos, unirlos, lograr una visión lo más amplia posible de la existencia. La filosofía es una constelación de saberes.

5- Para clarificar nuestros conocimientos y liberarnos del caos.

6- Para ser felices, eliminando los obstáculos innecesarios y liberando todas nuestras  capacidades humanas. Epicuro decía que la filosofía es una actividad que procura la vida feliz. Ética.

Br. Ingrid Luciano

Br. Ingrid Luciano

Estudiante de término de la carrera de filosofía

En una sociedad de injusticia, violencia y opresión, en la cual unos pocos se lucran de la miseria y la ignorancia de todo el resto, es muy importante la pregunta ¿Por qué o para qué y quiénes filosofan?

Resulta que el filosofar no se hace nunca de manera ingenua y que dentro de esa misma realidad se puede filosofar por y para conservar y justificar el estado de las cosas o, bien, por y para criticar y trasformar la sociedad en la que vivimos.

¿Cuál debe ser nuestro papel?

Definitivamente, nuestro reto está en asumir un pensamiento crítico, que identifique las raíces de la dominación en todas sus manifestaciones (hacia la naturaleza, las mujeres, la infancia, razas y naciones), para así construir una visión de mundo integral que guíe y sirva de base para la creación de una cultura de paz y solidaridad.

Jesús Hernández, S.D.B. Filósofo Director de la Biblioteca Antillense Salesiana (BAS)

Los filósofos están para analizar las cosas por las últimas causas, es decir, dar razones últimas; por ejemplo: la biología, es la ciencia que

estudia los seres vivos, pero no explica «qué es la vida», y es esta parte donde se hace necesaria la presencia de filósofos que expliquen de forma racional la realidad de las cosas.

David Alvarez

David Alvarez

Decano de la Facultad de Humanidades (PUCMM)

Catedrático de filosofía

Es importante diferenciar el hecho de que todos somos filósofos y de que existen profesionales de la filosofía. Es la misma diferencia que hay en que todos caminamos y corremos, pero existen personas que lo hacen profesionalmente.

Toda sociedad necesita de un grupo de hombres mujeres que cultive la filosofía de manera profesional, que dediquen a filosofar el mayor tiempo posible como trabajo u oficio.

Los filósofos son necesarios para que una sociedad constituida reexamine el rumbo que lleva a nivel social, político, económico y cultural, para cuestionar las prácticas y costumbres que no contribuyen, o que obstaculizan el desarrollo pleno de los seres humanos.

Si la filosofía no está en los programas de estudios de los niveles básico y medio, los jóvenes que se forman carecerán de las herramientas necesarias para preguntarse por el sentido de sus vidas y ejercer la necesaria crítica al medio social en que están insertos; además, sin el estudio de ésta muchos jóvenes no podrán descubrir su posible cultivo de la filosofía como vocación.

José Mármol Escritor y poeta

José Mármol Escritor y poeta

En la filosofía percibo la mejor vía para formular las grandes y profundas preguntas antes que dar categóricas respuestas. La filosofía enseña al ser humano a preguntarse por sí mismo, por la cultura, la historia, la vida, la muerte, el conocimiento, la religión, los mitos, el lenguaje y hasta por la literatura misma; enseña, incluso, la mayor de las preguntas, que es acerca del sentido o significado, y su importancia para el ser humano, del acto mismo de preguntarse cosas sobre las cosas. 4

De acuerdo con la terminología gramsciana, que siempre ha sido útil, la filosofía espontánea contribuye al planteamiento de preguntas acerca de la cotidianidad; mientras que la filosofía sistemática conduce a las preguntas que se plantearon y trataron de responder grandes pensadores, desde los presocráticos hasta la postmodernidad.

En mi caso personal, he ido articulando una relación de íntima cercanía entre la filosofía, la literatura y la vida.

Dr. Enerio Rodríguez A.

Dr. Enerio Rodríguez A.

Epistemólogo ¿Para qué, filósofos?

Todas las ciencias descansan en supuestos, algunos generales y otros específicos, cuyo estudio y análisis es tarea reservada al filósofo. Determinar que algo es conocido o que determinado fenómeno ha sido explicado, al igual que los criterios de bondad, belleza y justicia, no es algo que pueda hacerse desde ninguna ciencia particular. 421

Es tarea del filósofo analizar la red de supuestos que subyacen a las actividades de los científicos o especialistas de cada disciplina. El filósofo no está para suplantar al científico o especialista en un área particular del conocimiento. Está para señalar el alcance y los límites de los conceptos que este último emplea.

En conclusión, los filósofos están para analizar los conceptos que usa la especie humana cuando habla de Dios, el mundo, la naturaleza humana y las instituciones por ella creadas. En mi opinión, la principal función del filósofo es de esclarecimiento conceptual. Se trata de una función de un indudable valor para la sociedad.

Ángel Moreta A.

Ángel Moreta A.

Ex Director de la Escuela de Filosofía (UASD)

En todas las sociedades del mundo se ha preguntado para qué sirven los filósofos, y como es natural, siempre se producen respuestas diferentes; unas justificando el papel del filósofo; otras cuestionándolo. Ambas son respuestas interesantes, producto de las necesidades materiales, o de la fantasía. Porque aquí cabe otra pregunta: ¿Es el llamado filósofo, un pensador? ¿Lo es un simple licenciado en el área?

El filósofo es un pensador; el profesor de filosofía no es necesariamente un pensador; tampoco lo es necesariamente el licenciado. El filósofo sí lo es: si se quiere, un libre pensador, o que no está subordinado a un esquema específico y mecánico de la realidad; es un pensador libre, que utiliza los conceptos más gravitacionales de la ciencia: la historia, la historia de la filosofía, la historia de la política, la historia de la ciencia, la historia del hombre,

la historia del pensamiento científico y no científico, la historia de las religiones. Por eso es que el filósofo es un pensador, porque piensa libremente apoyado en las ciencias y la evolución de la misma filosofía. No hay pensador sin la libertad de pensar; y no hay pensar sin la filosofía.

Dr. Daniel Vargas

Dr. Daniel Vargas Catedrático de Filosofía

El filósofo es la medida humana. En sus reflexiones anticipa al ser humano en su proceso de hominización. En ese sentido, y como afirmaba Heidegger, la filosofía no sólo representa un camino de la razón, sino que ella es administradora auténtica de la razón. El filósofo está como administrador de la razón, en medio de todas las ciencias, señalando las identidades y observando las diferencias con relación a la acción discursiva.

El filósofo emerge de la necesidad de la razón humana por captar la inteligibilidad del ser, y dotar, sobre la base de los principios, de sentido y coherencia al entorno vital y social. El filósofo, más que una necesidad, es una dimensión constitutiva del ser humano.

Prof. Francisco Pérez S. Coordinador Cátedra de Introducción a la Filosofía (UASD)

En primer lugar, entiendo que la filosofía sirve para hacernos divinos, pues se trata en definitiva, no solamente de sensibilizar nuestro corazón, sino también de proporcionarnos una concepción lo más amplia y profunda del mundo y de nuestro ser. Es en este sentido que, como saber oceánico, trata de apelar a lo más sublime de nuestra conciencia.

En nuestros días, la filosofía no sólo cumple también una función orientadora de todo saber, sino que sirve, además, de cuna del alma, pues en nuestros días son abundantes las enfermedades de ella. He aquí un significativo quehacer para la filosofía. Su finalidad es elevar el alma. Su papel crítico, fundamentador y desfundamentador de gnosis autocrítica le permite efectivamente esto.