Dr. Norberto Soto        ver  biografías 

Dr. Alejandro Arvelo

Hoy miércoles, 7 de junio de 2023, nos encontramos en el despacho del director de la Escuela de Filosofía de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Eulogio Silverio, para conversar con un invitado muy especial: profesor Norberto Soto.

Un gratísimo honor tenerle aquí, en este programa académico. Soto es una de las grandes figuras de nuestra escuela; y no sólo por su carrera académica en la universidad, sino también por su relevante trayectoria intelectual, que lo ha llevado a tener una vida activa como ensayista en periódicos y revistas, y a publicar dos libros, uno de los cuales saldrá pronto en segunda edición al público. Sus libros son “Siete Ensayos Epistemológicos”, publicados entre 1982 y 1983, y “Hostos y la Realidad Coyuntural de las Antillas”, que data de 1985.

El profesor Soto además es funcionario de Estado; se ha desempeñado como director de la Biblioteca Nacional, una gestión que todavía se recuerda aunque hayan pasado más de 30 años. Tiene una vida reconocida dentro y fuera del país como embajador diplomático de carrera. Su pensamiento está, de alguna manera, influenciado por lo que ha sido su quehacer como intelectual, académico y funcionario de Estado. Es egresado de la UASD, con grado en Filosofía y Educación, y de la Universidad Nacional Autónoma de México, con un máster en Filosofía de la Ciencia o Epistemología.

Buenos días, distinguido profesor.

Dr. Norberto Soto

Gracias, doctor Arvelo; aquí estamos a su disposición. Agradezco mucho que ustedes me hayan tomado en cuenta en esta segunda parte de mi vida, porque yo estuve «muerto» y ahora estoy feliz de estar vivo; es decir, retorné, y ese retorno me ha permitido hacer ciertas cosas que no tuve la oportunidad de hacer antes. Esto también me ha abierto la ocasión para estar con ustedes. De tal manera que me alegra mucho tener esta entrevista, sobre todo con personas como ustedes y en mi casa: la Escuela de Filosofía, que ha sido un marcador permanente en mi vida. Es la esencia de pertenecer a una institución como la primada de América, que me formó cuando más lo necesitaba, siendo una persona de origen humilde económico. Así que estamos a las órdenes para responder a los cuestionamientos que ustedes puedan hacer.

Dr. Alejandro Arvelo

Este proyecto tiene tres aristas, profesor Soto. La primera de ellas, es registrar su voz y su imagen para la posteridad como una de las columnas axiales de esta escuela. Pero, también, el profesor Silverio procura proyectar hacia el extranjero, vía las redes sociales y algunos sitios como Wikipedia, nuestros valores académicos e intelectuales. De manera que la primera pregunta o intervención que le vamos a pedir se relaciona con su vida antes de llegar a la universidad como estudiante y, posteriormente, como académico. Nos encantaría que usted nos diga, pensando en la posteridad, ¿de dónde es usted? Aunque yo lo sé, y lo sabe el profesor Silverio, ¿dónde nació, cómo fue su vida, su niñez? ¿Qué maestros lo marcaron antes de venir a la universidad? Porque luego ya hablaremos de quiénes dejaron huella en su pensamiento en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y en la Universidad Nacional Autónoma de México. Pero nos gustaría que usted nos diga, incluso, hasta su fecha de nacimiento, porque es importante para nosotros y para el registro histórico de su vida.

Dr. Norberto Soto

Sí, es cierto, nací en Cotuí, en la provincia Sánchez Ramírez, que se encuentra en el centro del país. Es una tierra de oro, así la llamaban los indígenas, una tierra con muchas inundaciones y gran cantidad de agua. En mi niñez lo presencié; el río Yuna es parte de mi historia infantil porque era un río caudaloso, el más caudaloso del país. Un brazo de mar; pescábamos, jugábamos y estaba a dos kilómetros y medio de la pequeña ciudad. Vengo de un hogar humilde, ya que fui concebido fuera del matrimonio. Mi padre, de clase media, había llegado de La Vega. Mi partida de nacimiento data de septiembre de 1945, justo cuando terminaba la Segunda Guerra Mundial, en medio de una tremenda eclosión social y política.

También, nací con una especie de explosión. En esa niñez, hice muchas travesuras y era bien inquieto. Recuerdo que a los ocho años le dije a mi mamá, que estaba sola con su primogénito: «¿Por qué no me inscribes en la escuela?» Veía con envidia a los muchachos jugar, porque la escuela estaba cerca de casa, junto al campanario y la escuela primaria. Así que prácticamente la obligué a inscribirme en la escuela a los ocho años. Mi mamá me dijo: «Mira, ya que estás en la escuela, dedícate a estudiar». Y yo respondí: «Por supuesto, me encanta estudiar”.

Y entonces la directora, doña Carmen Grullón de Pablo Mesa, esposa de un hacendado italiano en Cotuí, me reveló con el tiempo que era comadre de mi padre. Mi padre se había trasladado a La Vega después de terminar de dirigir los Munés, una sociedad dedicada a la compra de los frutos que se producían en esta provincia eminentemente agrícola. Ella le dijo a mi mamá, quien falleció hace tres años, a los 96: «Mira, ese niño es inteligente; lo vamos a promover a primer grado inmediatamente». Y eso fue lo que hizo la directora cuando me puso a escribir y a realizar diversas tareas: «Ese muchacho va a llegar lejos, más que los hijos nacidos dentro del matrimonio», afirmó.

Por mi parte, seguí trabajando y estudiando. Era deportista, formaba parte de los Boy Scouts y jefe de clan de Robert. Destacaba como el mejor en voleibol y baloncesto, y mi habilidad era tal que la gente se reunía alrededor de la cancha para verme jugar. Fui sumamente atlético, y con el pasar de los años, llegué a la capital.

Cuando terminé el bachillerato, me encontraba entre los tres mejores estudiantes: Gilberto Sánchez, hermano menor de los Sánchez Baré, quienes se dedicaban a la política; Ramón Emilio Almánzar, que vive en La Mata de Farfán, médico jubilado; y yo. En ese entonces, mi mamá me dijo: «Tienes que detener los estudios porque no puedo costear los libros y los uniformes». ¿Y sabes qué hice? Lo pensé durante varios días y le propuse: «¿Por qué no hablas con el capataz general, Eddy, para que me contrate quincenalmente como obrero? Podría estudiar con libros prestados de otros, pues tenemos muchos familiares aquí que son comerciantes». Al principio, ella se resistía, pero insistí y finalmente conseguí un trabajo quincenal que pagaba 22.5 pesos.

Me trasladaba con una carretilla entre Cotuí y Fantino. Fue algo duro; el sol era tan fuerte que a veces vomitaba. Sin embargo, esa experiencia como obrero me enseñó la importancia de estudiar. La pobreza no era fácil, y los obreros, que me llamaban «el niño», me protegían. Fue un ejemplo extraordinario que me mostró que el único camino al éxito es a través del estudio. Esto siempre recalco a mis estudiantes. Muchos buscan el camino fácil, pero nada valioso se conquista sin esfuerzo. Toda gran obra se construye sobre la base del sacrificio, y eso es un aprendizaje crucial en la vida de cualquier persona.

Así fue como terminé el bachillerato. Una etapa hermosa de mi vida: líder deportivo, líder estudiantil de la Juventud Cristiana (creo que se llamaba JRC), participante en todos los eventos culturales, excelente deportista y estudiante. Nunca me preocupé por tener la mejor nota, sino por aprender e interpretar. Tanto es así que terminé con un promedio de 84.5. Trabajé mucho en el FUT, asistí a asambleas y, después de mudarme de Ciudad Nueva a Cristo Rey, también me hice cargo de parte del colegio Santa Rita.

Fue tal mi dedicación que tuve que estudiar casi de manera autodidacta. Entonces vino la política, me involucró Hatuey de Camps y el liderazgo estudiantil por medio del Frente Universitario Socialista Democrático. Posteriormente, tras hablar con Bosco Guerrero, director de Bienestar Estudiantil, obtuve un crédito educativo que retiré al año siguiente cuando conseguí trabajo en un colegio luego de dejar el de Cristo Rey. En ese momento dije: “Entreguen el crédito a otra persona que lo necesite, ya estoy trabajando”.

Mi vida ha sido hermosa porque cuando uno acepta el desafío y el sacrificio con orgullo, todo se vuelve bello. Muchas personas han contribuido a mi éxito, empezando por mi mamá, Ana María Soto, y un tío que me llevaba a cazar. Una vez, mientras cazábamos guineas bajo la lluvia, me clavé una espina en el pie. Mi tío tuvo que cargarme mientras sostenía las guineas en el otro hombro. Él también me enseñó la vida del campo, a dormir en una hamaca y a amar la naturaleza.

Durante mis años de bachillerato, Ramón Emilio Almánzar y yo nos levantábamos a las cuatro o cinco de la mañana para estudiar. Éramos tan traviesos que corregíamos a los profesores que no sabían explicar las materias. No puedo agradecer lo suficiente a todos los maestros que tuve, incluida Victoria Jera, que aún vive y que fue mi profesora en la primaria.

En cuanto a la educación actual, creo que debe ser híbrida. El apoyo de la tecnología es muy útil, pero no puede ser el único recurso. Hay que volver al libro físico, porque compartir un libro con los estudiantes aporta un calor humanístico que no puede ser reemplazado.

El estudiante, junto con el educador, hace posible la interpretación, la criticidad, el diálogo, como ocurría en la antigua Grecia y como también lo practicaban los grandes pensadores orientales. Esto, con el tiempo marcó mi futuro: un hombre dedicado a la solidaridad, a colaborar con los demás y a contribuir con la integración más amplia posible de la realización humana. Como educador, he intentado hacerlo y dar el ejemplo en mi vida pública. He ocupado puestos que jamás imaginé, incluyendo el de embajador y recibir diversas condecoraciones. Todo como resultado de los sacrificios que hice y que debo devolver a mi comunidad como legado de vida.

Cuando hablo con Arvelo, siento una especie de reciprocidad existencial. Él es también un buen ser humano, doctor, intelectual y escritor. Lo conocí jovencito y trabajó en equipo con nosotros. Lo felicito porque ha seguido una trayectoria que es parte de rescatar seres con gran potencial, como es el caso de estos jóvenes presentes.

Dr. Alejandro Arvelo

Profesor, cuando usted hablaba de esa actitud de generosidad, de devolver, de querer ayudar y de la gratitud, pensaba en cómo me ayudó cuando era estudiante. Atesoro aún sus recomendaciones, los libros que me donó y las oportunidades que me brindó. No es algo casual, sino que es parte de quién es en realidad. No sólo es un digno intelectual y servidor público, sino también un maravilloso ser humano.

A veces se tiende a pensar que los intelectuales son personas frías y distantes, pero usted ha sabido combinar lo afectivo con lo intelectual. Quería preguntarle, ¿cómo fue su transición de Cotuí a la Universidad Autónoma de Santo Domingo en un momento político tenso? Es evidente que desde niño sabía lo que quería; le pidió a su madre que lo inscribiera en la escuela y trabajó como obrero para continuar sus estudios. Pero, bueno, es sorprendente cómo un joven de una pequeña ciudad del interior decide dar el paso hacia la universidad, algo que no todos hacían en ese momento.

En segundo lugar, maestro, ¿por qué filosofía? ¿Por qué educación? Entiendo la razón detrás de la educación, porque se relaciona con la sensibilidad social y el deseo de servir y ayudar a otros, pero ¿y la filosofía?

Dr. Norberto Soto

Es una pregunta fascinante que me complace responder de inmediato. Obtuve mi bachillerato en el Liceo Francisco Enríquez y Carvajal. Anteriormente, había asistido a la escuela primaria Juan Sánchez Ramírez. Siempre leía la prensa, Listín Diario y El Caribe, y un día vi un anuncio sobre un concurso de bioestadística organizado por UNICEF y la Secretaría de Salud Pública, que hoy es el Ministerio de Salud. Le comuniqué a mi mamá: «Mira, puedo pagarme el pasaje y explicarte cómo va a ser. Voy a participar en ese concurso, si hay preguntas de matemáticas, que son mi debilidad, también las enfrentaré y demostraré lo que puedo hacer». Así que llegué a la capital y me quedé con una prima de mi madre para pasar la noche y regresar al día siguiente. Ya había enviado un telegrama anunciando que participaría en la convocatoria.

Esto ocurrió en 1967, después de la guerra de abril. Llegué al Ateneo y, aunque no conocía la capital, logré encontrar el lugar del concurso, cerca del Parque Independencia. Había más de 200 participantes. Para resumir, el examen duró unas dos horas y fui uno de los 36 seleccionados. El curso tuvo una duración de ocho meses y nos daban 100 pesos mensuales, lo cual era bastante en ese momento. Pagaba 60 por la pensión y aproveché para inscribirme en la UASD.

Recibí el telegrama y, de los 36 seleccionados, al final quedamos entre dieciocho y veinte que fuimos asignados a diferentes hospitales. Mientras tanto, también estaba cursando mi primer semestre en la universidad. Recuerdo que un general me llamó para ofrecerme un puesto. Consulté con mi mamá, quien me contestó: «Ay, hijo mío, no. Piensa en la guerra; te convertirás en soldado». Tras unos días, le comuniqué al general que, después de consultar con mi mamá, había decidido no aceptar el puesto de oficial.

Él me respondió que no sería oficial, sino Sargento Mayor Asimilado, para atender casos estadísticos particulares, ya que había sido recomendado por los jefes de Salud Pública. A pesar de ello, decidí no aceptar la oferta, en parte porque mi mamá se opuso y también porque tenía inclinaciones revolucionarias. Al final, continué en la base y, cuando se agotaron mis recursos, obtuve un crédito educativo para seguir estudiando en la universidad.

Quisiera añadir que, antes de recibir el telegrama, había participado en un concurso para educación física. Eligieron a Gary Almonte, hermano del hombre que capturó a Caamaño. Me informaron que quedé en lista de elegibles porque el otro candidato era más alto y tenía mejor resolución. Casi al mismo tiempo, fui seleccionado para el programa de bioestadística, donde obtuve el título de Técnico Superior en Bioestadística de Salud en hospitales. Al año siguiente, descubrí que había ganado dos concursos al mismo tiempo.

Pero, definitivamente, la UASD marcó mi destino profesional. Fui yo quien decidió estudiar filosofía. Me fascinaba la cultura, los grandes guerrilleros romanos y los pensadores orientales. Daniel Mirambó, que en paz descanse, me prestó mi primera obra de Juan Bosch cuando estábamos terminando el bachillerato. El libro se titulaba «La crisis de América en Santo Domingo». Lo leí y, a partir de entonces, conocí a Bosch. Mirambó también me prestó libros de filosofía de Afanacié y Rogelio Urdaneta. Aunque intentó reclutarme para el MPD, nunca me incliné por esa ideología. Sin embargo, sí estudié el marxismo gracias al conocimiento que él me proporcionó.

Al llegar a la capital, inicialmente me hospedé en un lugar temporal, luego me mudé a la casa de mis tíos paternos. Me gustaba la filosofía y el derecho. Así que primero estudié filosofía y luego derecho. De hecho, completé seis semestres sobresalientes de derecho mientras ya era profesor en la UASD. Pero, al darme cuenta de que no quería ser abogado, decidí retirarme. Mi decisión estuvo influenciada por ciertas actitudes de algunos profesores con los que no estaba de acuerdo en cuanto a la forma de ejercer la abogacía. Aunque, por supuesto, no todos son iguales.

Seguí en la misma ruta de los estudios filosóficos hasta llegar a México. Con el tiempo, en los años 90, inicié un tipo de estudio doctoral en España. No terminé la tesis porque tuve que asumir un cargo de embajador. Mi esposa me dijo: «No necesitas gastar cuatro mil euros para obtener el título de doctor; lo que sabes, ya lo sabes». Reflexioné sobre ello y decidí no completar la titulación, aunque terminé todo el programa en intervención social, con un proyecto que desarrollé junto con un equipo. En ese grupo estaban Ángel Ortega; la profesora Maritza Flores, que creo que es médica; y Martín, de Matemáticas.

Reconozco que una debilidad en mi andar académico ha sido la investigación y la publicación. Me involucré en una variedad de temas y quedé un poco en segundo plano. Ahora, en esta etapa de mi vida, estoy retomando esos aspectos. Veo mi longevidad como una oportunidad mágica. Actualmente, estoy recopilando mis conferencias y artículos para publicarlos. Ya he hablado con el responsable de Santuario y para el próximo año tengo planeado discutir un esquema con investigadores amigos, quizás contigo. Estoy pensando estudiar el rol del internacional socialista y de José Francisco Peña Gómez en los procesos democráticos de América Latina y Santo Domingo.

Para mí, un personaje invaluable que aún no ha sido plenamente exaltado es el doctor Peña Gómez. Fue el primer gran embajador de la sociedad dominicana en el mundo, mediante la Internacional Socialista. Contribuyó a la democratización del país, al igual que Juan Bosch, pero en diferentes áreas. Peña Gómez era un hombre generoso, dueño de una oratoria cautivadora. Sin temor a equivocarme, fue el primer embajador no oficial del país a través de la política. Por lo tanto, creo que es necesario rescatar su extraordinaria figura y la influencia que tuvo la Internacional Socialista, más allá de las lides partidistas.

La política no es fácil. Lo vivió Peña Gómez en carne propia. Recuerdo que en 1989 o 1990, siendo yo director del programa de educación de la Comisión para la Celebración del Quinto Centenario, cargo que debo a los historiadores e investigadores José Chez Checo y Alfau Durán, le comenté al padre Bello que estaba pensando abandonar la política para dedicarme más a las labores académicas, ¿saben qué me respondió el padre Bello, que en paz descanse?: «No abandones la política, si los buenos y los que sirven a la humanidad no ocupan los espacios políticos, ¿de qué sirve la política? Continúa con tu trabajo». Reflexioné sobre ello y decidí no dejarla.

Con el tiempo, entendí que el verdadero conocimiento y talento, si no están respaldados por la ética y los principios morales, no tienen valor. Einstein lo postula en su libro «Mis Creencias»: “Un gran talento no vale nada si no se pone al servicio de la humanidad”. Eso me impactó positivamente. Por eso, he tratado de actuar conforme a un imperativo categórico, como diría Immanuel Kant, que me obligue a un comportamiento externo que beneficie a los demás. Y es lo que he intentado hacer. Si estoy equivocado o no, al final, en el curso de una persona, hay virtudes y errores.

He tratado de cometer la menor cantidad de errores posible, pero es inevitable. El mandato del ser humano es servir a los otros. ¿De qué sirve alcanzar grandeza si no se contribuye al desarrollo de los demás, quienes también tienen el potencial para ser excelentes en distintos ámbitos? Cada ser humano es importante. Siempre he enseñado a mis alumnos y lo he vivido: no descartes a nadie. Si ves a un compañero que no está rindiendo, ayúdalo. Hoy en día, muchos de esos que tenían problemas con la ortografía o con la interpretación han progresado de manera extraordinaria. Algunos son ahora ministros o académicos. No se puede subestimar a nadie; como reza el refrán: “De cualquier yagua vieja sale tremendo alacrán”.

Dr. Alejandro Arvelo

Sin lugar a dudas, maestro, su vida es ejemplar. A propósito de la mención que ha hecho del doctor Peña Gómez y del profesor Bosch, su pensamiento y obras son multifacéticos. Aunque usted menciona que ha tenido una merma en su labor como investigador y escritor, sus textos, aunque publicados hace tiempo, siguen siendo buscados. Además, mantiene una actividad constante en los medios, ya sea como conferencista o como articulista. En sus trabajos siempre se nota una mirada compleja detrás de la opinión y se pueden distinguir tres aspectos: el pensador político, el pensador geoestratégico o geopolítico y, propiamente, el filósofo. Quisiera preguntarle, ¿de quién siente que ha recibido influencia en estos tres renglones?

Dr. Norberto Soto

En primer lugar, debo mencionar a Bosch. Conocí sus obras y tuve la oportunidad de reunirme con él en varias ocasiones, incluso cuando estaba en Panamá. Mi tío Miguel Ángel de Camps me lo presentó cuando era niño, durante el turbulento período político post-Trujillo. Esa presentación fugaz me impactó profundamente. Con el tiempo, me convertí en su admirador, escuchaba sus discursos y aprendí de su pedagogía democrática. También, leí sus cuentos, aún tengo fresco uno que me facilitó un estudiante que se sentaba junto a mí.

Cuando me desempeñaba como embajador en Panamá, entre 1985 y 1986, Bosch llegó para visitar al hermano de su amigo fallecido, Omar Torrijos. Nos encontramos en el aeropuerto de manera inesperada. Me puse a su disposición y lo acompañé. Durante el recorrido, me comentó que me parecía mucho a mi padre, especialmente en la frente. Bosch tenía un interés particular en investigar los apellidos y el origen de las personas, algo típico de los catalanes.

En esa conversación, descubrimos que somos parientes. Mi padre era primo segundo de Bosch, y ambos están emparentados por una bisabuela común. Esa relación fortaleció mi admiración por él, que, con el tiempo, se agrandó.

En cuanto a la geopolítica, mi interés proviene de mi experiencia con la Internacional Socialista y Peña Gómez. Me di cuenta, hace unos 20 o 25 años, que la política doméstica de un país puede estar equivocada y cometerse muchos errores si no se consideran las relaciones internacionales. Es necesario comprender las crisis y los eventos globales para que intervengan de manera positiva en la política local, ya sea económica, comercial o de cualquier otro tipo. Si gobernantes y estadistas no entienden lo que sucede durante una crisis en una parte específica del mundo, no llegan a justipreciar la dinámica económica, comercial o política. Esto es algo que se está manifestando actualmente entre Ucrania y Rusia. Confirmé esta perspectiva con un diplomado en pensamiento complejo impartido por el fallecido doctor Pedro Sotolongo, un cubano que vivió parte de su vida en el país.

Bueno, pasando a otro punto de la entrevista, creo que una de las razones por la que se habla de «rescatar la voz viva» en nuestra Escuela de Filosofía es porque no se debe temer a la muerte; al final, la muerte es liberación. Pero antes de concluir, quiero compartir una anécdota. No es tan seria como tu libro. Hace tres años, sufrí un infarto. Un mes después, ya recuperando la conciencia, le dije a mi esposa, Ira García, en tono irónico: «Desgraciada, ¿por qué me haces esto? Estaba bien y ahora me enfrento a una segunda muerte debido al infarto que sufrí al llegar a casa después de jugar baloncesto». Lo cuento en broma porque, a los 74 años, forcé demasiado mi corazón jugando baloncesto en San Carlos.

Le señalé eso porque el mensaje que me llegaba era que estuve muerto durante ocho días. La muerte es una insensibilidad total y plena en el ser humano, donde hay un descanso eterno y definitivo. Por eso, el cristianismo y otras religiones abordan el tema del descanso eterno, en paz descanse, porque en verdad eso pasa. Y claro, como yo lo viví, no sentía nada cuando me daban los golpes duros. Ella me cuenta que todos lloraban y yo no lo sentí, no sentía nada; estaba desaparecido de este mundo.

Sólo tenía sueños, sueños con cosas iluminadas; y uso esta expresión porque la verdad es que ahora el mensaje me obliga a otra forma. Si se analiza, la vida es el presente y el pasado irreversible. Todos los teóricos han hablado del pasado y coinciden que es irreversible porque no se puede volver a captar tal cual, con todas las coordenadas en su contexto existencial o social, no se puede rescatar. Lo que se aprende del pasado, en su línea fundamental, tiene sentido de perspectiva y trayectoria. Como apuntó Marx: “El pasado no se repite, sino como tragedia o farsa”. Así que, el presente, hay que aprovecharlo y vivirlo al máximo. Yo mismo me veo obligado ahora a comprar un carro nuevo porque llevo a la práctica lo que pienso. Le dije a mi mujer: «Ese dinerito, la finca, los bancos no dan nada, vamos a aprovecharlo, tú te quedas con él y yo desaparezco».

Y el futuro es una incertidumbre cierta. No se puede repetir lo mismo que estamos haciendo ahora con todas las coordenadas, es imposible que se reordenen de la misma manera. Caramba, el futuro es incierto porque no se repite la misma oportunidad que tuviste; aprovecha tu presente con calidad y sin perjudicar a otros, porque si perjudicas a otros, tus presentes pueden convertirse en infiernos.

Nada, volviendo a temas anteriores, yo he visto, mirando atrás, que la geopolítica es crucial. Quien no la estudia no cuenta con ideas claras para entender el curso de los acontecimientos, el rumbo de un gobierno y, en definitiva, de un país. En muchos casos, dominicana tiene que conocer lo que en la teoría del caos o en la ciencia de la complejidad se conoce como el célebre aforismo del efecto mariposa. Lo que pasa, por ejemplo, en Ucrania, repercute en nuestra economía. La geopolítica presiona porque los poderes hegemónicos obligan a apoyar determinadas causas que les convienen y, si no se hace, retiran préstamos y donaciones. En ese sentido, hay que estar al tanto de las relaciones internacionales, cómo se dan y cómo se filtra el juego de poder en el mundo en cuestiones concretas, para entonces poder trazar líneas geoestratégicas, geopolíticas, geoeconómicas y geocomerciales que favorezcan los intereses nacionales.

A propósito del impacto en la política exterior de la escuela diplomática INESLI, en la cancillería, ¿cómo hice eso? Recuerdo haber leído una frase de Palmerston, un estadounidense que recoge esta idea. Desde luego, no la puedo citar textualmente de memoria, pero sí su esencia. Él sostiene que en las relaciones internacionales no hay amigos. Sí, y es estadounidense. Estados Unidos no tiene amigos, tiene socios. Por lo tanto, nosotros debemos defender nuestros intereses como prioridad.
Reconoce cómo es la geopolítica de su país. Esto demuestra que en política internacional no hay amigos, solo socios. Ahora mismo, se está manifestando en el conflicto que debieron resolver con un convenio hace un año, porque todo el mundo sabe, y aquí se vive intensamente la geopolítica. Rusia, que tiene un pavor histórico debido a su territorio de 17 millones de kilómetros cuadrados, plano y casi sin irregularidades, teme ser invadida. Especialistas de libros como «El Nuevo Orden» y «El Arte de la Diplomacia» consideran que Estados Unidos no debía extender la OTAN en el territorio euroasiático cerca de Rusia, porque Rusia no lo permitiría. Ven en esta acción un peligro para su seguridad territorial y soberana.

Al querer entrar en Ucrania, que antes pertenecía a la Unión Soviética de Brezhnev y que Nikita Jrushchov entregó en 1954, Rusia percibió una amenaza potencial a su seguridad. Es lo que está sucediendo: no llegaron a un acuerdo y la OTAN ha avanzado demasiado en el problema, y ahora no encuentran cómo salir de él.

Apenas ayer, se dio la destrucción de una presa que ha afectado a 80 localidades. Yo acuso a Ucrania porque el territorio está ocupado por Rusia dentro de Ucrania. Se acusan mutuamente. Es posible, aunque no existen indicios de que Rusia lo haya hecho para impedir la entrada de tanques modernos que han llegado, dado que el territorio está invadido. No pueden desplazarse por el territorio porque Rusia se vio obligada a impedirlo. Si los tanques entraran, habría una posibilidad de triunfo ruso en la guerra. A pesar de que todos pierden, todos pierden.

Aún más, hay analistas que sostienen que no se puede descartar la posibilidad de que Rusia utilice arma nuclear si se ve acorralada y perdida en esa guerra. Esto envía un mensaje terriblemente peligroso, que únicamente puede detenerse con el diálogo y la paz. Muchos países ni siquiera se están dando cuenta de lo que está pasando. Yo le doy seguimiento muy de cerca.

Por eso, es tan importante la geopolítica. Lo único es que al estudiarla demasiado se sufre. Uno se va metiendo en ese grave problema de la globalización, con tantos eventos que llegan a la cabeza, que se termina sufriendo por cosas que no se veían antes en el plano doméstico. Yo mismo me pregunto muchas cosas, que se acumulan en mi mente y que no encuentro cómo resolverlas, porque no soy quien tiene la solución. No es una solución individual, pero uno se adueña de esos hechos y entonces viene la intranquilidad y el estrés. Me pasa de vez en cuando e intento eliminarlos con otras actividades entretenidas: ver cosas hermosas, participar con la familia, disfrutar de la naturaleza, etcétera.

En resumen, es necesario seguir la geopolítica para entender las relaciones económicas y comerciales. Por ejemplo, si el combustible va a estar más caro o más barato. En este momento está bajando, pero cualquier movimiento en Texas puede cambiar eso. La geopolítica es muy interesante, especialmente para un filósofo, que debe tener una narrativa global y una iniciativa de pensamiento que le permita establecer relaciones e integraciones. Por eso, también, es mandatorio dominar el pensamiento complejo.

Dr. Alejandro Arvelo

Leyendo sus libros y ensayos, uno se da cuenta de que usted tiene una formación sólida. No ha mencionado a Kissinger, él tiene un texto sobre estos temas.

Es conocedor de la obra de Pedro Henríquez Ureña y ha estudiado a los clásicos desde Platón y Aristóteles hasta Kant o Thomas Hobbes. Todo esto se refleja en su pensamiento. Pero, ¿cuáles de esos pensadores siente que han dejado una huella permanente en usted? Si es el caso, mencione los paradigmas.

Dr. Norberto Soto

No, claro, influyó bastante en mi relación con la geopolítica. Como en cada área, hay una historia social de la ciencia que no cambiará. Creo que la tengo en dos tomos. Si usted la necesita, me deja saber.

Dr. Alejandro Arvelo

Ah, gracias. A veces uno quiere refrescarla. No hemos mencionado que usted fue rector de la Universidad Tecnológica del Sur de Oriente y ahora es rector honorífico.

Dr. Norberto Soto

Si, si, le decía, primero, que le acabo de enviar tres cajas de libros a la Escuela de Filosofía para un proyecto que tiene el profesor Silverio de crear una biblioteca especializada en filosofía.

Estoy haciendo limpieza, para aprovechar más el espacio. Regalé siete cajas grandes a un Teco. Otra vez, y antes, doné todos los libros cuando regresé de Ecuador.

Bueno, con respecto al tema anterior, John Bernal, en su «Historia Social de la Ciencia», hace un estudio sobre la trayectoria del conocimiento científico. Lo levanta por muestra, esquema o modelo. Analiza por qué aparece la época industrial y la Ilustración. Lo que indica es que la ciencia y el conocimiento modular, como modelo, no surgen de manera aislada, sino sobre la base de situaciones económicas e industriales que van desarrollándose en la sociedad. Esto se evidencia en un tipo de sociedad o modelo en un momento determinado, cubriendo las necesidades que se presentan a la humanidad.

En este trabajo, los paradigmas me tocaron significativamente. Los cambios no se producen de manera dispersa e individual, más bien, se dan dentro de un sistema o módulo. Los paradigmas tienen un comportamiento que enmarca la situación científica o del conocimiento. Los sistemas imperantes en un momento dado, como paradigmas, se resisten a ser desplazados. Pero, inevitablemente, serán reemplazados por otros emergentes.

Thomas Kuhn, en «La estructura de las revoluciones científicas», plantea claramente que un paradigma presente puede ser desplazado, pero no desaparece totalmente. La esencia del sistema es transformada por otro, que resuelve problemas que el anterior no pudo. Este otro paradigma se pone a tono con los tiempos actuales y demandas sociales, para solucionar problemáticas de la humanidad.

El desarrollo de la ciencia se da por medio de paradigmas. Luego viene la ciencia de la complejidad, que también explica este fenómeno. La teoría del caos nos muestra que lo que parece desorden es en realidad el surgimiento de un nuevo orden. El desorden no es más que el nacimiento de un paradigma. La Revolución de Abril perseguía la restauración de un estado democrático, de justicia y libertad, con conflictos que empujaban hacia algo mejor establecido.

La guerra en Ucrania sigue este patrón. Se habla de un mundo multipolar, no unipolar, donde no sólo Estados Unidos ejerce su poder hegemónico, sino que muchas naciones buscan su equilibrio y espacio en el globo. El mundo que surgió de la Segunda Guerra Mundial está añejo, y las naciones quieren igualarse. Se prefiere un multipolarismo, donde se respeten las normas internacionales, como en los acuerdos de Yalta que dieron origen a la ONU y el Consejo de Seguridad. Pero este consejo se ha quedado obsoleto, con Estados Unidos liderando demasiado. Aunque los cinco miembros con derecho a voto deciden todo, a veces actúan unilateralmente, como en los casos de Irak y Afganistán, adelantándose a la información de los inspectores.

En mi edad madura, el pensamiento complejo y la geopolítica de Juan Bosch y Peña Gómez, así como la prosa de Pedro Mir, han moldeado mi forma de interpretar el mundo y la realidad. Recibí clases de estética con Pedro Mir, junto con Danilo Lasso, que en paz descanse, y Enriquillo Sánchez, un inmenso literato.

Miguel Alfonseca, quien actuó en abril, fue también un buen poeta. Blanca Delgado Malangón, Juan Euribe, y otros nombres conocidos estuvieron en ese curso. Carlyle González también participó, y para mí fue altamente interesante porque Pedro Mir le imprimía tanta imaginación y creatividad que obligaba a explorar terrenos misteriosos del conocimiento.

Arvel

Dr. Alejandro Arvelo

Y a propósito de pensamientos, ya casi concluimos. Usted ha sido elocuente, bastante elocuente, y creo que para el propósito del profesor Silverio de registrar el Archivo de la Voz de nuestros maestros, cualquiera de estas intervenciones suyas sería útil, porque parecen ensayos escritos, aunque en realidad son exposiciones espontáneas. Esto habla del especial orden mental que siempre ha tenido y exhibido, lo cual es motivo de admiración para quienes le conocemos desde su juventud.

Pero quisiera hacerle una pregunta esencial cuando se conversa con un filósofo, profesor Soto, es una pregunta bifronte: ¿Qué es para usted la filosofía? Y en segundo lugar, ¿hay una filosofía dominicana? ¿Goza de buena salud la actividad filosófica en la República Dominicana? ¿Cuáles son sus perspectivas?

Dr. Norberto Soto

La filosofía es una construcción constante del ser humano, que implica una espiritualidad y una perspectiva cultural de la sociedad y de cada individuo en busca de un destino mejor. El ser humano debe tener una filosofía, a pesar de que la mayoría tiene una filosofía informal. Esa filosofía es lo que mueve a las personas. Desde Aristóteles, el hacer filosófico está unido a los principios éticos y la ética está vinculada a la filosofía. Por lo tanto, cada ser humano debe ser un pequeño filósofo, y esto se consigue con la cultura, la educación y la vida social y del hogar. Aristóteles decía que como va la familia, va la sociedad, filosofando e integrando la ética.

Hoy en día, vemos que la sociedad dominicana y la educación reflejan el estado de la familia. La filosofía ha sido dejada de lado en la educación secundaria porque comporta una criticidad y una interpretación del mundo y de la realidad. Un joven que aprende filosofía, incluso en la secundaria, se distingue del pensamiento común, se vuelve crítico, lo que puede ser visto como rebeldía por ciertos sectores. Por eso, no les interesa que los alumnos reciban filosofía en la secundaria; la abandonan. La filosofía es humanismo y es fundamental rescatar su enseñanza en los programas de educación media.

Esto fue lo que me motivó a entender la importancia de la filosofía y a convertirme en filósofo desde la secundaria. Me abrió el camino para leer libros de filosofía y me di cuenta de su valor. En resumen, reitero, la filosofía es una construcción continua del ser humano, que busca soluciones para su sociedad y su entorno, en un constante interrogar. Desde los griegos, la filosofía ha sido una interrogante permanente, una gran curiosidad. Aún a nuestros setenta y tantos años, seguimos siendo curiosos, tal como valoraron los griegos. La filosofía es curiosidad y la curiosidad es el descubrimiento del mundo.

Es necesario diferenciar que cualquier rama del saber, cualquier profesión, necesita de la filosofía, porque es la que permite ver la realidad de manera integral. Le pregunté a Clara, que acaba de obtener su doctorado y fue alumna mía hace cuatro semestres, cómo conciliaba su estudio de la filosofía con la medicina y me respondió brillantemente: «No puedo entender la medicina ni a mis pacientes sin la filosofía. Ahora estoy más completa».
También me preguntó si hay una parte del quehacer filosófico que goza de buena salud. Sí, creo que sí. La filosofía, bien llevada, en cualquier contexto, ayuda a una vida más sana. En el mundo budista, por ejemplo, la filosofía encamina hacia una comprensión de la sociedad desde un nivel distinto de pensamiento, imaginación y cultura. Esto permite que los demás corrijan sus errores. Es posible guiar a las personas a pensar sobre lo correcto y lo incorrecto, el comportamiento adecuado y el comportamiento distorsionado. Es indispensable que ese ser humano se centre en lo realmente saludable para la sociedad y para las futuras generaciones. Esto es lo que hace fuerte a la filosofía.

Dr. Norberto Soto

Finalmente, estimado Soto, quiero agradecerle tanto en mi nombre como en el de los profesores Edwin Santana y Eulogio Silverio. Creo que usted me ha dado una nueva oportunidad de asistir a una lección en el sentido académico más completo de la palabra. Hemos tenido un diálogo rico, como no podría ser de otra manera. Para finalizar, le voy a decir cinco conceptos y quisiera que me diga brevemente lo que le llega a la mente con cada uno: República Dominicana, identidad, presente, perspectiva. ¿Qué le llega a la mente?

Dr. Norberto Soto

La República Dominicana es un país siempre agitado, en búsqueda de una mejor calidad de vida. El dominicano se identifica claramente con su ser dominicano, casi como ninguna otra nación. Lleva su identidad, su cultura, su esencia, a cualquier rincón del mundo. Los dominicanos están orgullosos de serlo, pero son muy emotivos y acelerados. En general, son trabajadores, tremendamente trabajadores. Tienen buen sentido de la vida. Siempre piensan en la familia, en hacerle una casa a la madre o al padre. Ese humanismo está en el interior del ser dominicano y es algo, diría yo, glorioso, como cantan los creyentes.

En cuanto a la academia, la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), la primada de América, es la que les da la mejor oportunidad a nuestros jóvenes, por humildes que sean. La UASD ha desarrollado la República Dominicana. Ha permitido que los hijos de las familias más necesitadas lleguen a ella y se preparen, por eso se llama madre nutricia. No hay otra institución como la Autónoma. Ha sido tan noble que ha evitado explosiones y violencia, abriendo puertas a quienes no tienen salida. La UASD rescató en la guerra el honor del pueblo dominicano, poniéndose del lado de una revolución para impedir la pérdida de su soberanía.

De ahí emergió con fuerza lo que el pueblo y los intelectuales llamaron el movimiento renovador, para recibir a los que no podían acceder a otra universidad. Y aquí estamos.

La democracia significa apertura y participación. La Universidad Autónoma de Santo Domingo contribuyó a esa apertura democrática, fomentando la integración. La democracia no debe ser solamente representativa, al estilo de los viejos tiempos, sino participativa. Aquí vuelve a aparecer la figura del doctor Peña Gómez, quien insistió mucho en la democracia participativa. La política está para servir a los demás, y debe ser justa. Hay que trabajar para que la política sea una actividad noble, una forma de servir.

Finalmente, Doña Pira Pérez, Bayoán, Nezahualcóyotl, García, Nezahualcóyotl y Anayansi May. Bayoán es un nombre indígena, raíz de la Amerindia. Anayansi, junto con Balboa, descubrió el Pacífico en el istmo de Panamá. Nezahualcóyotl, mexicano, tolteca, raíces. También está Hostos, la presencia de Eugenio María de Hostos. Yo soy hostosiano y recibí la medalla al mérito, como mencioné anteriormente, del gobierno dominicano. La peregrinación de Bayoán de Hostos no es más que la autobiografía del propio Hostos, su peregrinaje y su lucha por la independencia de Borinquen. Patriota, lo admiro, por eso soy hostosiano y he escrito varios artículos sobre este inigualable humanista, que estoy recopilando con otras conferencias para editar.

Dr. Alejandro Arvelo

Me inclino reverente y, en nombre del señor director, muchas gracias. Profesor, agradecidos por esta comparecencia y por las enseñanzas que nos deja, y que a través de esta entrevista lega a la posteridad.

Dr. Norberto Soto

No me queda más que agradecer, y expresar mi eterna amistad a Silverio, que está haciendo un encomiable trabajo, como filósofo, y al técnico y académico Edwin Santana también, que ha estado en silencio, porque ese ha sido su papel. Mis respetos a todos.