Entrevista a la profesora Ingrid Luciano

Alejandro Arvelo

Hoy es 14 de junio, una fecha significativa en la historia de la República Dominicana. La historia reciente; y nos encontramos, como de costumbre, en el despacho del director de la Escuela de Filosofía, profesor Eulogio Silverio, para dar continuidad al programa «El Archivo de la Voz” de la Escuela de Filosofía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

Queremos dejar constancia de grandezas presentes, no sólo en los archivos digitales de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, sino también en algunos sitios que se dedican a la recuperación de datos biográficos de las trayectorias profesionales y académicas de nuestros recursos como escuela.

En esta ocasión, contamos con la presencia de la profesora Ingrid Luciano, quien es egresada de la Escuela de Filosofía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Realizó una maestría en dramaturgia en la Universidad Nacional de las Artes de Buenos Aires. Actualmente, cursa su doctorado y se ha destacado como ensayista, artista, creadora de obras de teatro, directora teatral y actriz.

Esta completa académica tiene claras líneas de investigación desde su más tierna edad, aunque aún es bastante joven. Uno de sus temas de predilección es el de Aristóteles y la condición humana en Aristóteles. Por igual, ha mostrado interés por el problema de las ideas estéticas y muy especialmente la forma que estas adquieren en la obra de Víctor.

Recientemente, ha puesto en circulación una obra titulada «Prostitutas: una ventana a la dramaturgia dominicana 1957-2021». Como se trata de dejar constancia de esta incansable maestra de nuestro departamento y nuestra escuela, las primeras preguntas que vamos a hacer a la profesora Luciano son: ¿Dónde nace usted? ¿Quiénes son sus padres? ¿Dónde realiza sus estudios primarios y secundarios? ¿Por qué filosofía?

Ingrid Luciano

Gracias por este espacio. Nací aquí en la capital, en Santo Domingo, en 1983. Mis padres son Daisy Sánchez y Juan Miguel Luciano, aunque les dicen Santa Daisy y Johnny. Ambos egresados de la UASD, donde se conocieron. Soy la cuarta hija. Hice mis estudios primarios en la escuela Nuestra Señora del Carmen, aquí en Gascue, hasta sexto de primaria. Mi mamá trabajaba ahí. Luego, cuando ella comenzó a laborar en el colegio, me llevó a mí también, para cursar desde séptimo hasta cuarto de bachillerato. Me gradué en el 2000.

Arvelo

¿Cómo se motivó a estudiar filosofía?

Luciano

En ese momento, tenía dos posibilidades. Estuve a punto de estudiar filosofía en El Bono, una opción que se me abrió gracias a una beca que solicité al Intec, que tenía un convenio. Además de la referencia de un amigo de mi hermana que estudiaba allí, lo cual me motivó. Desde pequeña estuve involucrada en el mundo de las artes, haciendo teatro y ballet. En mi casa había libros de filosofía que me llamaban la atención. También, recuerdo a un profesor de español en la secundaria que mencionaba cosas de filosofía.

Sin embargo, el interés por la filosofía se profundizó cuando obtuve una beca para hacer dos años de bachillerato internacional en la India, en los colegios del Mundo Unido. Allí tuve muy buenas clases de filosofía con profesores indios, a pesar de que impartían filosofía occidental. Eso confirmó mi pasión por la filosofía. Nadie me dijo que no estudiara filosofía, mis padres siempre me apoyaron en lo que quería hacer.

Arvelo

¿Hablemos de su trayectoria académica en la Universidad Autónoma de Santo Domingo?

Luciano

Comencé la carrera de filosofía en 2003 y me gradué en 2010. Mi tesis se tituló «Jerarquía, exclusión e inmovilidad en la política de Aristóteles». Fue un ejercicio importante para mí, ya que analizaba la concepción del ser humano en Aristóteles, cuestionando jerarquía, exclusión e inmovilidad en su política. Aunque luego matizaría muchas cosas, pero en ese momento me enfocaba en criticar la justificación de la esclavitud natural, la inferioridad de las mujeres y la mirada sobre los extranjeros en Aristóteles. Fue un aprendizaje importante para mí.

Luego hice una maestría en metodología aquí en la UASD, con una tesis sobre teatro y política, explorando la relación entre la forma estética y el contenido político en la teoría teatral de Brecht desde una perspectiva de estética marxista, pero heterodoxa. Más tarde, obtuve una maestría en dramaturgia en Buenos Aires (2016-2017), enfocada en la teoría teatral.

Así ha sido mi recorrido académico, siempre movida por la filosofía y las artes; y respaldada por mi familia y mentores. Estudiaba la obra y sí, fue este el tema de investigación del libro sobre las representaciones de los personajes de prostitutas en la dramaturgia dominicana. No estoy haciendo doctorado, pero sí estoy investigando la dramaturgia de mujeres dominicanas. Es algo que empecé en 2021, con el apoyo de una beca del Instituto de Estudios Dominicanos de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY). Aunque no todos los años tienen esa beca, en ese sí la tenían y no requería que la persona estuviera allá, yo podía estar en cualquier lugar. Con ese impulso, arranqué esa investigación, que está bastante avanzada y en proceso.

Arvelo

Bueno, lo más importante del doctorado es justamente eso: tener líneas de investigación y usted las tiene. Incluso, hay otra línea de investigación en sus trabajos que es la de la filosofía de género, en la que también se ha destacado bastante. Ha colaborado con la cátedra extracurricular que dirige la profesora Lusitania. Pero me gustaría remontarme un poco al principio, ¿esa experiencia en la India de qué manera marca su pensamiento y su actitud ante la vida? Por lo general, se dice que hasta Schopenhauer, Oriente y Occidente se admiraban en sentidos contrarios. El pensamiento occidental, ya sabemos que con Nietzsche o Schopenhauer, cambia. Se interesan poco por el saber oriental, muchos intelectuales lo ven como un pensamiento proto filosófico. Entonces, me gustaría preguntarle ¿cómo fue su vivencia, qué percibió, cómo la percibían y cómo procesaban que ustedes tomaran cursos de filosofía occidental?

Luciano

Bueno, la experiencia me marcó mucho, principalmente porque hubo un antes y un después, un crecimiento rápido. Fue una experiencia de gran intensidad por el intercambio intercultural, con gente de diversos lugares, creencias, formas de ser y valores. Confrontarse con eso fue fundamental para mí. Es un país tan chiquitico que, a veces, andando, decía que soy de Cuba para no estar explicando de donde soy. Decía que de República Dominicana, cerca de Cuba, al lado de Haití. Reconocer lo extenso que es el mundo y lo pequeño que es uno fue algo revelador.

Las clases de filosofía en la India eran impartidas por profesores indios, pero era filosofía occidental. Había intensos análisis, Nietzsche y Gadamer eran muy admirados. Fue la primera vez que me introduje en esos autores antes de la universidad y con un grupo muy afianzado en eso. En el bachillerato internacional, uno toma clases con más créditos en los temas de mayor interés. Yo tomé literatura y filosofía como los centros de la cuestión y he seguido en esa ruta.

Allí, aunque me había formado principalmente en teatro y actuación, me atreví a escribir teatro por primera vez y hacer ejercicios de dirección. Son vías que sigo trabajando hoy, pues me inicié en el mundo del teatro también en la India. Había grupos de teatro y varias posibilidades de presentarse, trabajar con profesores que habían hecho teatro y dirigir otros estudiantes. La experiencia de viajar por el país y ver los contrastes fue una experiencia de despertar la conciencia social, al mirar de lejos cosas de aquí y de allá. La perspectiva de esas escuelas era reflexionar sobre lo que está pasando en el mundo.

Me fascinó la cultura de la India, pero con una mirada crítica sobre las religiones en general, no sólo la de allá. Vi cierta idealización de la espiritualidad y noté una máscara de mucha pobreza, desigualdad y justificación de esa desigualdad a través de la espiritualidad.

Hay ideas erróneas sobre la filosofía, como que nada tiene que ver con las matemáticas o el arte. En mi caso, la filosofía y el arte han estado en competencia, pero cada vez se van compenetrando más. La filosofía me da luz sobre mi quehacer artístico. En nuestro país, hay una tendencia en el mundo artístico e intelectual de creer que uno está inventando el agua tibia. Las investigaciones sobre teatro y demás tienen que ver con tomar conciencia del legado de donde viene lo que hago.

Escribí obras con personajes de prostitutas por una inquietud social sobre la trata de mujeres en Argentina. Me pregunté quiénes más habían escrito sobre esto y comencé a investigar. Estudio para evidenciar la existencia de dramaturgas dominicanas y sus obras. La filosofía me da estructura para investigar, aunque las reflexiones abordadas son más filosóficas que literarias.

Mi conciencia de la filosofía de género atraviesa todo. Desde mi tesis de licenciatura, que era una tesis de género, he tenido esta inquietud. Conocí a Lusitania, quien tenía una cátedra extracurricular sobre género. Mi formación en género también viene de movimientos sociales y activismo, además de algunos diplomados y clases formales. Mi colaboración con Lusitania me ayudó a sistematizar cuestiones sobre género desde un punto de vista filosófico.

Sobre las fuentes de mi pensamiento, evaluando mis últimos escritos, vienen de la práctica primero y luego de la teoría. En el caso del teatro, me formé en un teatro muy brechtiano, con influencia del marxismo heterodoxo. También bebo del feminismo, particularmente un feminismo vinculado al marxismo y anti-racista. Estas conexiones forman la base de mis teorías y, por supuesto, hay personas en la vida de formación de uno que influyen aunque no tengan la misma postura.

Sobre feminismo o feminismos, yo diría feminismos, por el reconocimiento de la diversidad de miradas. Realmente, el hembrismo lo sacaría del feminismo; es una desviación que no entra dentro de las teorizaciones feministas. Dentro de las teorizaciones feministas hay bastante diversidad. No hay nadie que pueda cuestionar que una feminista sea más feminista que otra de otra corriente. Es un debate constante, y reconociendo esa diversidad, creo que sí, que hay que hablar de feminismos. Puede haber puntos de encuentros y uno los busca, y en términos prácticos también puede haberlos, pero son una variedad porque hay marcos de valores normativos muy diferentes.

Arvelo

¿La diversidad de miradas también aplica para el caso dominicano, donde hay una cierta tradición de filosofía de género?

Luciano

Yo pienso que sí, aunque tal vez estoy en contradicción con algunas personas. Creo que la profesora Lusitania estaría en contradicción con eso. Si defino feminismo de una manera, entonces digo que aquello no es feminismo. Para mí, partir del reconocimiento de que estas son las cosas que se proclaman feministas y ver cuáles son las diferencias es esencial. Aun los feminismos más críticos del género flaquean en otras cosas. No se encontrará una cosa perfecta en la realidad. El feminismo es una teoría y un movimiento, y siempre ha tenido contradicciones. Que las mujeres alcanzáramos el voto en medio de una dictadura es un tema, una contradicción de nuestros feminismos. Hoy, es un movimiento vibrante con el tema de las tres causales, pero que luego se acomoda al gobierno del momento. Esas son las contradicciones al entrecruzar género con clase, raza y contexto político en el ámbito dominicano. El feminismo siempre ha sido un movimiento en pugna y lucha interna, no es una corriente unitaria.

Arvelo

Lo mismo podría decirse del quehacer filosófico dominicano. ¿Cómo enfocaría la cuestión de la filosofía en dominicana o una filosofía dominicana?

Luciano

Es una vieja preocupación aquí, parecida al tema de la identidad. Yo me decanté por «en Dominicana», reconociendo que las evidencias están ahí. Las obras de los filósofos y las filósofas están ahí, el pensamiento y la escritura están ahí. Para mí, la filosofía “en Dominicana” es más adecuada. Habría que ver qué significaría una filosofía dominicana en términos de características uniformes, y pienso que no lo tenemos. Clasificaciones así pueden derivar en cosas problemáticas, dada nuestra historia.

Hay un pensamiento que dejó Tolstoi escrito en uno de sus diarios secretos que dice «pinta tu aldea y habrás pintado el mundo». A lo mejor, los dominicanos, al pintar su aldea, escribir o describir críticamente su situación, terminan diciendo cosas que deban formar parte del sistema general del mundo. Quién sabe.

Respecto a la evidencia, hay una frase que me gusta mucho de «1984», de Orwell: «Primero nos roban las palabras, nos quitan las palabras y después nos las devuelven con el contenido que ellos quieren». La palabra evidencia tiene un contenido crítico interesante que no debemos prostituir usándola para designar fotografías y artículos. La evidencia es lo que plantea Descartes en la primera de las cuatro reglas: no aceptar nunca como verdadera ninguna cosa sin evidencia. Pero eso es parte del trabajo que se hace, la manipulación del lenguaje para fabricar la conciencia a imagen y semejanza de lo que interesa a quienes tienen el control del mundo. Por eso, es mi pleito, pero volvamos a lo nuestro.

Arvelo

Después de más de 10 años de ejercicio teatral como gestora, escritora y profesora, formal e informal, ¿qué le queda a usted? ¿Le parece que valió la pena haber estudiado filosofía?

Luciano

Da una perspectiva y un marco de formación que sirve para todo. No hablo de la práctica laboral, sino de estudiar esto. Muchas personas de otras áreas después se encuentran deseando haber estudiado filosofía. Por eso, la insistencia de que la filosofía esté en las escuelas. La sensación de mi carrera fue que debería haber tenido esto antes. Es fundamental para todo el mundo.

El quehacer filosófico dominicano, porque el quehacer puede ser dominicano, ya que es hecho por dominicanos sobre asuntos dominicanos, pero la filosofía para ser filosofía debe cumplir con unos estándares que no tienen nacionalidad. Las temáticas pueden ser de aquí, temas caribeños o latinoamericanos, pero siempre dialogaremos con tradiciones no puramente dominicanas.

La filosofía es un quehacer. No se puede ir a la amplitud de que todo el mundo es filósofo aunque nadie lo haya estudiado. Todo el mundo se pregunta cosas, pero estudiar filosofía nos da las herramientas para llevar a cabo esos procesos de cuestionamiento de una manera más clara. La claridad es lo que debe primar y aportar la filosofía. Ubicar, poner límites, el sentido de la crítica. Llamar a las cosas por su nombre, no por cualquier nombre, sino por el nombre que corresponde.

En la República Dominicana del presente, ampliando la mirada sobre la filosofía, se puede decir que goza de salud tanto dentro de quienes se dedican formalmente a la filosofía como en aquellos de otros campos que también aportan al pensamiento filosófico dominicano. Por ejemplo, esas publicaciones de la editorial Bono incluyen textos diversos, no únicamente de filósofos de carrera, sino pensadores que enriquecen a la filosofía dominicana. Necesitamos potenciar más ese pensarnos, mirarnos, cuestionarnos.

Arvelo

¿Qué le suma la dramaturga y la actriz a su pensamiento filosófico y viceversa?

Luciano

Hay cosas que he entendido bien. Veamos, algunas reflexiones del teatro y la creación escénica me sirven para comprender ciertas abstracciones filosóficas. Sobre el tema de la prostitución, hay un debate fuerte en el feminismo. Las obras de teatro abordan esta contradicción, resolviendo problemas teóricos mediante el arte.

En cuanto al trabajo, es mucho y requiere estructura, calendarios, horarios y planes. La lectura siempre toma más tiempo. Luego, la escritura es menos larga pero más tortuosa. Cuando llega una intuición, una idea, se distingue si es para trabajar teóricamente o vehicularse a partir del drama. Depende del enfoque en el momento.

Como docente, ambas áreas impactan por igual. En las metodologías, pensar en dinámicas y juegos para acercar a los adolescentes al pensamiento abstracto es crucial. El universo teatral ayuda a contar la historia de la filosofía de manera atractiva.

Con respecto al feminismo y la agenda trans, en un momento caminaron juntas, pero ya hay divergencias radicales. Las dinámicas feministas se encuentran; y el debate tiene que ver con el peso del sexo biológico en la identidad. Para algunos, el avance de los derechos de las mujeres puede estar en peligro si cualquiera decide llamarse mujer. Es un debate complejo, y la realidad es que la diversidad de género ha existido por mucho tiempo en distintas culturas. Admitir y abrir el debate es obligatorio.

Arvelo

Finalmente, le dejarnos algunas palabras y expresiones sobre la filosofía y el pensamiento contemporáneo en República Dominicana. Puede asirse de la improvisación: Filosofía, Escuela de Filosofía de la UASD, Quehacer filosófico.

Luciano

La filosofía nos invita a cuestionar, a pensar críticamente, a buscar claridad y a entendernos a nosotros mismos y nuestro contexto. Este quehacer es vital para el desarrollo y el funcionamiento de una sociedad.

La filosofía nos ofrece una herramienta invaluable para la introspección y la comprensión de nuestro entorno. En la República Dominicana, es crucial para fomentar una sociedad más crítica y reflexiva.

Bien, la Escuela de Filosofía, aunque pequeña en sus comienzos, ha sido un pilar para muchos estudiantes, brindándoles un espacio para crecer y cuestionar.

Es alentador ver cómo la filosofía atrae a jóvenes que, por primera vez, se sumergen en este ámbito de estudio. Este adentrarse no sólo nutre sus propias vidas, sino que contribuye a una generación que valora el pensamiento crítico. La filosofía no es simplemente una carrera; es una aliada para cualquier profesión, proporcionando una base sólida para profundizar en cualquier nicho de conocimientos.

El diálogo filosófico es esencial y tiene que seguir creciendo en este país. La filosofía es algo que se estudia y desde la cual se puede construir una vida profesional. La colaboración y la integración de la filosofía con otras carreras pueden mejorar sustancialmente nuestro entendimiento y práctica en diversos horizontes, promoviendo una nación más justa y consciente.