INTRODUCCIÓN

El presente trabajo tiene como finalidad examinarlos fundamentos a partir de los cuales Hostos aborda racionalmente su visión religiosa.

Gran parte de los filósofos -Hostos ha sido uno de los principales filósofos caribeños- han reservado un espacio para reflexionar el fenómeno religioso. Unos, para argumentar de algún modo la existencia de un ser o seres divinos, o bien de una cierta manifestación de la

divinidad; otros, para fundamentar conceptualmente su inexistencia. Queda otro grupo de filósofos, sin embargo: los que sostienen que el asunto religioso constituye un pseudo problema. Para los seguidores de esta postura, pues, dilucidar racionalmente la temática deviene un contrasentido. Se desarrolla aquí una comprensible actitud de indiferencia o apatía.

Hostos no fue ateo; tampoco teísta. Pero jamás lo veremos mostrando indiferencia ante el asunto. ¿Dónde ubicar a Hostos, entonces? ¿Qué decir de su encasillamiento dentro del panteísmo? ¿Fue quizá deísta? Hay quien lo sindica como naturalista, y no falta quien

lo tilde de materialista. ¿A qué atenernos? ¿Qué sentido tiene su aseveración de que antes que «creyente» es un <<meditabundo»? ¿Acaso la concepción divina de Hostos

es equiparable al Dios de Descartes o de Hegel (un «Dios filosófico»)? ¿Y qué decir de Hostos como pensador agnóstico?

Estos y otros cuestionamientos delinean las reflexiones de la presente indagación, imponiéndose previamente el tratamiento de dos temáticas que permiten calibrar la personalidad de Hostos: el contexto y el mundo de influencias que sobre él pesan. La concepción hostosiana sobre la temática religiosa sólo puede ser entendida a la luz del gran movimiento intelectual que sacude la cultura europea desde el siglo XVII, cuya expresión más acabada lo constituye el racionalismo cartesiano con la expresión cogito, ergosum (pienso, luego existo). Se trata, en realidad, de un largo proceso que toma cuerpo desde el período renacentista y su humanismo, cuando la razón humana cobra inusitada confianza en sus propias posibilidades de conocer el mundo y ejercer gobierno sobre la naturaleza. La filosofía, la ciencia moderna y el arte abren las compuertas al avance indetenible de una visión cada vez más antropocéntrica.

Los tiempos en que los secretos del universo eran descifrados en las sagradas escrituras (teocentrismo medieval) quedaron sepultados. Ya no existen misterios, sino cosas por inventarse o relaciones por descubrirse. Un nuevo paradigma ha sido construído y tres arquitectos han contribuido a diseñarlo: Descartes, Galileo y Leonardo da Vinci. La filosofía, la ciencia y el arte propenden a una finalidad común: mostrar el esplendor y la grandeza del genio humano.

¿Pudo Dios escapar a este intento del poder razonador del hombre en colocar todo bajo sus pies?

Dios mismo devendrá hecho a la medida de la razón humana. Descartes casi lo logra: la idea de la existencia de un ser perfecto está en mi razón de ser imperfecto. Tal ser perfecto no puede menos que existir, puesto que, en primer lugar, está presente en la conciencia de una de sus criaturas; en segundo, su existencia es absolutamente necesaria como ser perfecto que da razón última de todos los seres contingentes o imperfectos; y por último, si la razón argumenta a favor de su existencia, ello debe ser así, ya que ésta constituye uno de sus principales atributos. Dios aquí deviene ser racional o Dios filosófico.

En Hegel, ese mismo Dios se explica como momento necesario del desarrollo dialéctico del espíritu absoluto. Y en Kant, a Dios debemos concebirlo como a ese ser cuya existencia debemos suponer (aun sabiendo que nunca llegaremos a formarnos un conocimiento cierto sobre él), pues si la razón práctica no lo postula como ser existente, estaríamos retirando uno de los soportes básicos de la moralidad humana. Algo así como decir: Dios es necesario para que la gente viva de acuerdo a la moral, luego, Dios existe. La fe aquí, otrora reconocida como un fin, pasa a ser un medio: se convierte en servidora de ideales éticos.

Al francés Augusto Comte no le satisfacen estas construcciones abstractas sobre Dios, hijas de especulaciones metafísicas de filósofos antecesores, y se decide por buscarle sustituto. Comte nos trae la religión de la humanidad: del Gran Ser. El Absoluto aquí deviene hombre y el hombre debe adorarse a sí mismo.

Restan por mencionarse los hallazgos evolucionistas de Darwin y su impacto dentro de la filosofía. Es Herbert Spencer quien más se ocupa inmediatamente de aquilatar filosóficamente la teoría darwinista.Dirá que la evolución es un hecho incontrovertible para la ciencia, pero que sólo puede hablarnos de ella en un sentido: de lo que se manifiesta de modo condicionado y sólo puede proporcionar conocimientos relativos. Queda otro nivel de carácter incondicionado sobre el cual la ciencia no puede hacer mejor cosa que callar. El proceso evolutivo sigue una teleología basada en la idea de progreso, el cual remite a una Causa Incognoscible que traspasa los linderos científico-filosóficos y nos instala irremediablemente en la arena religiosa o ámbito de lo «misterioso»>.

Para construir su reflexión sobre el asunto religioso, Hostos entabla. diálogo con un cuadro variopinto de ideas filosóficas que, desde el renacimiento, procuraba elevar a su máximo nivel el debate que conduciría al triunfo del antropocentrismo. Hostos es un hombre del siglo XIX, período durante el cual se llevó a cabo el más encendido debate sobre la cuestión religiosa. Tal discusión, como es sabido, alcanza su mayor altura en los alemanes Carlos Marx y Federico Nietzsche, este último con la célebre expresión «Dios ha muerto». Ambos filósofos viven y desarrollan su trabajo intelectual durante el mismo siglo que Hostos.

                                                     INFLUENCIAS

Hostos queda atrapado para siempre en la primera modalidad filosófica a que se asoma con desbordante entusiasmo juvenil: el krausismo, tendencia neokantiana procedente del pensador alemán Christian Krause (1), del cual afirma Hostos que es «el pensador más poderoso de Alemania después de Kant». El filósofo español Julián Sanz del Río (1814-1869), que había sido su discípulo, se encargó de divulgar su pensamiento en España, constituyéndose en el puente entre Hostos y Krause.

La perspectiva ontológica de Hostos, su filosofía del derecho, su visión antropológica, su ética, pero sobre todo su postura religiosa, están estrechamente emparentadas con la filosofía krausista.

Es innegable, por otra parte, la marcada influencia ejercida por el positivismo en nuestro pensador y maestro. ¿A qué se debe que la doctrina positivista sea la más relacionada con el pensamiento hostosiano, no obstante ser Hostos antipositivista en varias de sus apreciaciones filosóficas? Ello se debe, en gran medida, a que es la corriente más conocida de las que inciden en él; pero en lo que respecta a su visión acerca del tema religioso, Hostos se aparta del tratamiento dado por la concepción positivista. Lo mismo no podría afirmarse de su filosofía de la educación, como tampoco de su filosofía de la ciencia.

La recepción hostosiana de las ideas de Augusto Comte (1789-1857), se realiza con gran reserva (2). Más consonancia con la visión filosófica de Hostos tiene el positivismo evolucionista de Herbert Spencer (3). Afirma el prominente filósofo dominicano Juan Fco. Sánchez (4) que «Hostos superó el positivismo radical de Comte gracias a Spencer y a Pascal, y, sobre todo a la raíz hispánica senequista que nunca pudo negar. De Spencer tomó el evolucionismo que campea en toda su obra postrera, de Pascal los derechos del amor, del sentimiento, de la <<razón del corazón» y de la imaginación creadora en lucha con la razón raciocinante» ( La Influencia de Hostos en la Cultura Dominicana. Edit. del Caribe, Santo Domingo, 1956, p.178).

La presencia de Kant en algunos aspectos del pensamiento hostosiano déjase ver sin grandes esfuerzos. Un ejemplo es su ética racionalista fundamentada en el deber y la prevalecencia de ésta frente a otros componentes dentro de su concepción del «hombre completo»>. También en lo que respecta a su posición agnóstica.

Aparte de Kant, otros ilustrados inciden en nuestro pensador, como es el caso de Rousseau, sobre todo en lo que concierne a su filosofía educativa y antropológica. Este abanico de influencias, finalmente, habría que ampliarlo hasta Sócrates, muy presente en su intelectualismo ético.                                   

LA CUESTIÓN RELIGIOSA

El examen de esta temática resulta de momento difícil, pues Hostos se torna a veces escurridizo cuando reflexiona sobre el asunto. Tal vez por prudencia, teniendo en cuenta el medio dominicano o latinoamericano donde exterioriza sus ideas, o quizá por otro factor que no estamos en capacidad de determinar. Debemos apuntar, por otra parte, que la postura de Hostos en lo que concierne al tópico que nos ocupa, no es de carácter homogéneo. En efecto, hubo ocasiones en que pensé tenerlo ubicado en tal o cual vertiente filosófica, pero de inmediato me veía forzado a abandonarla, al encontrar rasgos cuya afinidad era mayor comparada con otra corriente. Y es que, en realidad, unilateralmente ninguna de tales vías teóricas resultan suficientes para expresar en extensión y contenido las consideraciones hostosianas sobre nuestro asunto.

¿Es producto tal situación de un cierto eclecticismo?

Hostos es un filósofo que no rehuye asumir posturas; pero hay que afirmar, haciendo honor a la verdad, que sus reflexiones en torno al aspecto que nos atañe, no son stricto sensu originales. El mismo se encarga de dar cuenta de la procedencia de algunas de las ideas que incorpora al interior de su discurso, notándose un diálogo con autores diversos. Tales ideas las combina con sus propias conceptualizaciones, dando lugar a conclusio nes peculiarmente argumentadas; ya esto lo aleja de una posición ecléctica, pura y simple.

Por considerarlas de interés traemos a colación las apreciaciones de Juan Fco. Sánchez, en torno a la teorización hostosiana sobre lo religioso, el cual sostiene que sus «ideas religiosas son contradictorias, como tienen que serlo las ideas que nacen del conflicto entre la razón cientificista y el sentimiento metafísico de trascendencia innata en el hombre» (Op. cit. p. 177).

Más que contradictorias habría que puntualizar que sus ideas sobre nuestra temática son diferentes, dado que no se contradicen necesariamente entre sí, aun cuando prima fase parezcan incongruentes. Sánchez, por otra parte, no se refiere a posturas religiosas contradictorias, sino a «ideas religiosas contradictorias». Entre ambas nociones existen diferenciaciones básicas. En Hostos encontramos posturas religiosas racionalmente deslin dadas, aun cuando determinados aspectos puedan aposentarse en posiciones distintas y hasta contradictorias.

ATEÍSMO

Una idea o sentimiento arraigado en buena parte de los adeptos de determinadas religiones es considerar que las personas que no abrazan sus particulares creencias, son ateas. En tal sentido, lo más normal es que, por ejemplo, San Pablo resulte muy sorprendido sí uno de

los politeístas romanos le hubiera echado en cara su ateísmo; mientras que Pablo, por su parte, estaría plenamente convencido de la condición atea del romano. ¿No pudo ocurrir algo parecido con respecto a Hostos, en nuestro país? ¿No se han confundido en nuestro medio los significados de los términos «<laico» y «ateo», llegando incluso hasta identificarlos? ¿Y no son catalogados de ateos,las más de las veces, los libres pensadores y toda persona que se atreve a dejar atrás su «minoría de edad»? (5).

Por otra parte, se ha tendido a calificar de ateos a todas aquellas personas cuya fe no implica adhesión a divinidades reveladas (Jehová, Jesucristo, Alá…) Así las cosas, ¿cómo considerar a los budistas? ¿Devienen ateos los seguidores de Buda por no tener un dios personificado?

Ferrater Mora en su revisado Diccionario Filosófico, define así a una persona atea: «es quien niega que haya Dios, o niega que haya dioses o niega que haya alguna realidad que pueda llamarse «<divina», o todas estas cosas a la vez». El concepto ateo se emplea aquí con gran laxitud. De acuerdo a esta lectura, Hostos no puede ser considerado ateo, y mucho menos los budistas.

Por laicismo podemos entender el movimiento o tendencia que no responde a las directrices de la jerarquía religiosa de una determinada iglesia. Laico es el seglar o fiel que asiste a la iglesia como miembro de su base. Pero los laicos son creyentes, puesto que forman

parte del cuerpo eclesial. Sólo los ignorantes, o las personas interesadas al interior de las iglesias, emplean como sinónimos los términos ateo y laico. En el caso de Hostos,era laico, más no ateo.

El movimiento laicista surge debido a la excesiva influencia del clero en todos los órdenes de la vida de un pueblo. A Hostos se le acusó de crear una «escuela sin Dios», en vez de hacer la acusación correcta que en todo caso habría de ser: «Usted ha creado una escuela laica», puesto que la divisa hostosiana era establecer una escuela desligada institucionalmente de toda expresión religiosa, aunque de carácter abierto y respetuoso, lo cual queda manifestado en su planteamiento sobre la enseñanza histórica de las diversas religiones y la defensa de la práctica de cultos fuera del ámbito escolar.

creen… y se acoge al imperativo categórico; Spencer se asila en la distinción entre lo cognoscible y lo incognoscible y deja open door to all and every one; Comte funda una religión con los materiales de lo cognoscible, y Pascal dicta la sentencia inapelable: Hay una fuerza de verdad que todo el escepticismo no puede vencer; hay una impotencia de demostración invencible para todo el dogmatismo. Esta fuerza de verdad que detiene al es escepticismo y ante la cual no puede nada el dogmatismo, ha acabado ya con los ateos de buena fe y con los religionarios de fe buena. Los que de veras han penetra do en el fondo del problema, se declaran tan incapaces de resolverlo afirmando,como de resolverlo negando >> (O.c. Vol. Forjando el porvenir americano, t. II. p. 86 ). Citado por Juan Fco. Sánchez.

El filósofo dominicano de la actualidad más preocupado por el pensamiento hostosiano, el profesor Miguel Pimentel (7), vincula a dos pensadores en línea de influencias sobre Hostos, en lo que respecta al concepto de causalidad, categoría ontológica en la que se fundamentan muchos filósofos para explicar la existencia del universo.

«La base idealista de la moral hostosiana es el efecto inmediato del presupuesto filosófico del positivismo spenceriano, en donde la «cosa en sí» incognoscible del sistema kantiano se convierte en el sistema spenceriano en la Causa Incognoscible» (Hostos y el positivismo en Santo Domingo. Universidad Autónoma de Santo Domingo, 1981, p. 69).

La «causa desconocida» o «agente supremo»de la filosofía de Spencer, termina ejerciendo una fuerza de verdad. Sobre la solidez de sus muros se estrellan los escépticos; mientras que a los dogmáticos no les queda más que callar. Tanto para Hostos como para Spencer existe una causa ordenadora que nos llena de «admiración y maravilla», pero acerca de la cual nada podemos conocer. A lo más que podemos aspirar es a postular su existencia. El agnosticismo no puede quedar más patente en dos personalidades que exprimieron hasta la última gota el entendimiento humano, por penetrar «en el fondo del problema», llegando a la conclusión de que son incapaces de «resolverlo afirmando, como de resolverlo negando». 

DEÍSMO

Por momentos Hostos luce deísta. El deísmo es una modalidad religiosa donde se postula la existencia de un Dios como «alma», «principio» o «causa del mundo»>.

Dios ha diseñado el mundo y por eso los deístas lo denominan «arquitecto del universo»>.

En la conceptualización de lo divino efectuada por los deístas no cabe la creencia en un Dios personal; Dios para el deísta está sólo al principio. Voltaire, representante del deísmo radical, dice que «No existe un reloj sin relojero». Con lo cual quiere significar que Dios actúa como autor del mundo, pero éste luego asegura su marcha sin la presencia de su hacedor. Rousseau, por su parte, es moderado, ya que advierte una relación muy estrecha entre Dios y el orden moral humano.

En el siguiente texto Hostos acusa rasgos inequívocamente deístas: «En la existencia de un orden universal y omnímodo está la prueba matemática de una causa ordenadora. Y a la vista de ella … ante la continua prueba de asombro, admiración y maravilla que para la

razón es ella, se despierta con tanta más viveza el sentimiento de amor y gratitud a ese orden…» (O. c., Vol.Forjando el Porvenir americano. Ib.).

Nótese la expresión «una causa ordenadora». El orden que presenta el universo procede de un agente supremo que, de acuerdo a Hostos, no podemos conocer. Y afirma: <<Juzgar las creencias de la estirpe humana con mayor equidad y tanto más imparcialmente participaremos de las adoraciones que ha tributado a la naturaleza, a las fuerzas creadoras, a los espíritus intermedios, a las causas abstrusas, al alma del mundo, al ser Desconocido» (O.c. Vol. I Literatura, Ib., p. 307).

PANTEÍSMO

¿Fue Hostos, en realidad, un pensador panteísta, tal como lo asegura el prominente filósofo mexicano Antonio Caso?

John Toland y J. Fay usan este término en el siglo XVIII en el sentido de doctrina que sostiene que Dios y el mundo son una y misma cosa. Por supuesto, hay panteístas desde mucho antes del siglo de las luces, por ejemplo, los estoicos. Modernamente tenemos un caso bastante refinado de panteísmo monista: el de Baruc Spinoza.

La nota común entre los panteístas es la consideración de que no existe una divinidad trascendente: el principio del mundo no reside en una personalidad creadora y ordenadora exterior a éste. Todo cuanto existe es inmanente al universo material.

La postura de Hostos se aproxima tanto a la del panteísmo, que varios filósofos lo han enmarcado dentro de esta corriente. Tales son los casos de Antonio Caso (mexicano) y de José Fránquiz (puertorriqueño). Ambos parten del enfoque hostosiano de que el orden y armonía contemplados en el universo significa la presencia o manifestación de lo divino en éste: lo divino está fusionado con el mundo.

Pero habría que acotar que el panteísmo va mucho más allá de tal planteamiento.

CarlosRojas Osorio (8), preocupado por la dilucidación de la cuestión divina en Hostos, plantea que si bien es cierto que Hostos no es panteísta, tampoco deja de serlo, en cierta manera. «No hay que olvidar que Spinoza estuvo muy presente en el idealismo alemán, del cual formaba parte Krause. Y la expresión según la cual <<Dios está en todo» es típicamente krausista» (Filosofía Moderna en el Caribe Hispano, Universidad de Puerto Rico, 1997, p. 408).

¿Podemos calificar a Christian Krause de panteísta? Primeramente procedemos a elucidar su propuesta filosófica: el panenteísmo. 

¿En qué consiste la teoría panenteísta de Krause?

A Hostos le resultó imposible «soltarse»filosóficamente de buena parte de la obra de Krause, «el más poderoso pensador alemán, después de Kant». Específicamente en lo referente al panenteísmo.

La postura panenteísta postula que entre el mundo y Dios se da una estrecha unidad o integración, pero sin que ello conlleve una identificación tal en la que una de las partes termine absorbiendo a la otra.

La posición panenteísta se diferencia de la panteísta al negar que el mundo sea Dios, es decir, que lo natural sea divino. También discrepa del teísmo, en el sentido de negar que Dios devenga trascendente al mundo.

Al surgir voces que planteaban que su postura significaba una nueva forma de panteísmo, Krause ripostó argumentando que en su perspectiva el mundo y Dios se caracterizan por una relación de reciprocidad y que lo que pretende poner de manifiesto es la «realidad del mundo como mundo en Dios». Agrega, también, que tal comunidad mundo-Dios no ocurre entre realidades de esencias iguales, sino distintas, las cuales conservan dentro de la integración sus estructuras esenciales propias. En conclusión, aquí no asistimos a una reducción de lo natural a lo divino.

Según Carlos Rojas Osorio, en el período de estancia en España «Hostos asimiló las ideas krausistas,las cuales pasaron a ser el núcleo primigenio de su pensamiento» (Op. cit., p. 400).

En un breve diálogo donde Hostos emplea como personajes a la imaginación, a la razón y a la razón-Dios, podemos apreciar cuán presente está el panenteísmo en nuestro filósofo: <<Razón-Dios. Y ¿no lo ves? Alza la vista y pregúntale a los astros; abre los ojos y mira alrededor de ti: las plantas, el agua, los murmullos de esta vida universal que en todas partes y en todas horas proclaman un agente supremo, ¿no te dicen que Dios es todo lo que es?

Imaginación. Entonces, Dios es el árbol, la fuente, los murmullos, los astros, el espíritu humano, la existencia…

Razón. Calla, panteísta. Dios está en todo y es todo lo que es, pero no todo es Dios.

Imaginación. ¡Me desespera! Tu Dios es la oscuridad.

Razón. No; que es la luz… Míralo, ven, que voy a hablarte en tu lenguaje. ¿Has observado en la sinfonía que te ha entristecido, siempre presente el tema con que empieza? Pues eso es Dios». (O. c. t. XXI,p. 522 ). Citado por Carlos Rojas Osorio, Ib.).

Realicemos un breve ensayo de análisis hermenéutico en torno a este diálogo. En primer término, se da una tensión entre la imaginación y la razón. La imaginación toma partido por el panteísmo; mientras la razón, que representa a Hostos, sólo se corresponde en parte con tal óptica.

Otras cuestiones importantes a tomar en cuenta serfan:

  1. a) Deviene claro que el autor del diálogo coincide aun sea parcialmente con el panteísmo, al firmar «que Dios está en todo»>.
  2. b) Resulta obvio que Hostos se distancia del panteísmo con el significado de la expresión «pero no todo es Dios» (recordemos que los panteístas plantean que Dios está en todas las cosas y todas las cosas están en Dios).
  3. c) Puede concluirse, asimismo, que Hostos se identifica en parte con el panenteísmo krausista. Primero, está de acuerdo con la expresión «pero no todo es Dios», pues como tuvimos ocasión de señalar anteriormente, para tal corriente las esencias de las cosas no son reductibles a lo divino, por lo que jamás tendremos una identificación total entre ambos niveles de la realidad. Pero en otro sentido Hostos discrepa con Krause en lo que implica la expresión:«Dios está en todo». Para el krausismo lo divino está manifestado en toda la naturaleza o el universo; mientras que para Hostos lo divino no se manifiesta en toda la naturaleza, sino en una determinada parte o modalidad de ésta.

Bien analizadas las cosas, podemos arribar a la conclusión de que Hostos no se identifica enteramente ni con el panteísmo, ni con el panenteímo; sin embargo con este último tiene mayor afinidad. ¿Por qué decimos esto? Para contestar debemos recurrir de nuevo al diálogo de marras.

Allí se mencionan dos realidades antitéticas, muy cargadas de simbolismo: la oscuridad y la luz. La oscuridad aquí implica caos, desorden, desarmonía (lo cual se corresponde con el mal o lo negativo); en cambio, la luz conlleva armonía, ritmo, orden (lo cual se corres ponde con el bien o lo positivo). Para Hostos Dios es la luz, esto es, orden, armonía, representando lo bueno que hay en el universo. Lo divino en nuestro filósofo, pues, está manifestado en eso: en lo que entona, en lo que da ritmo, en lo que expresa orden. En otras palabras, el universo es una sinfonía que canta continuamente la presencia de esa armonía.

Debe quedar claro, por otra parte, que en este enfoque sobre la divinidad, Dios no se identifica con todo, o manifiesta en todo, sino sólo con lo armonioso: en esto radica la noción que abriga Hostos sobre lo divino. En tal ámbito no cabe lo imperfecto. Situaciones como enfermedades, terremotos, crímenes, … reproducen ese lado irracional-caótico que se aparta de la divinidad.

Tanto en el universo como en el ser humano se produce lo caótico, lo irracional: el lado no divino. Pero importa destacar en este punto, que tanto lo divino como lo no-divino, ocurren en la naturaleza y no fuera de ella.

Para Hostos, en esa armonía que identifica con la divinidad están «las manos» de una «causa desconocida»: «causa sin causa», «agente supremo», «ser desconocido»>. Respecto de tal realidad no podemos ni afirmar ni negar otra cosa que no sea que ella existe.

NATURALISMO

Otra dirección filosófica portadora de una visión propia acerca de la temática divina lo constituye el naturalismo. ¿Es vinculable Hostos con la vertiente naturalista?En su diccionario filosófico, N. Abbagnano caracteriza de este modo al naturalismo: «doctrina que enuncia que nada existe fuera de la naturaleza, y que Dios mismo es sólo el principio de movimiento de las cosas naturales».

Así, pues, el naturalismo constituye una propuesta filosófica que descarta la existencia de lo sobrenatural y reduce todo lo existente y cognoscible a la naturaleza y a los seres que de ella se derivan. Los antiguos jonios y epicúreos fueron naturalistas. Modernamente registra un movimiento ascendente debido al progreso de las ciencias naturales, especialmente la biología y, dentro de ésta, la teoría de la evolución.

A menudo se ha cometido el error de identificar al naturalismo con el materialismo. Y esta ha sido una de las razones por las cuales en la República Dominicana se ha acusado a Hostos de ser un pensador materialista. A pesar de estar muy lejos de ser tal. Manuel Arturo Peña Batlle cometió ese desliz, al igual que otros intelectuales de la época trujillista.

El destacado filósofo dominicano Armando Cordero (9) repara de la siguiente manera ese entuerto: <<Hostos no fue un filósofo ni un educador influido por el materialismo. Hay materialismo en toda filosofía que define al pensamiento como producto de una composición cuyos elementos no impliquen el pensamiento mismo, y en la concepción del mundo que deriva de la filosofía hostosiana, no sólo predomina el llamado optimismo metafísico, sino que se advierte una marcada tendencia racionalista con fases de idealismo y de finalismo ético» (La Filosofía en Santo Domingo, edit. Horizontes de América, 1978, p. 109).

En la era de Trujillo se forzó la realidad para presentar a Hostos emparentado con el materialismo. Por esa vía se llegó a argumentar una línea atea cargada de ideología con el propósito de preparar el ambiente y desmantelar la Escuela Normal.

  1. Dilthey sostiene que entre el naturalismo y el materialismo existe una ligazón estrecha, toda vez que rechazan la existencia de todo lo que remita a un reino de naturaleza «<ideal»>.

Nos dice Pedro Henríquez Ureña que «En su filosofía fundamental, Hostos es determinista: acepta como absolutas y necesarias las leyes cósmicas» (Ensayos. Edit. Taller, 1976, p. 31). Selección de José Alcántara Almanzar.

En la orientación filosófica de Hostos la naturaleza deviene concepto fundamental. Dentro de su ontología no cabe la existencia de un ser sobrenatural, tampoco de seres con tales características, pues cuando Hostos se refiere a la naturaleza está hablando de «un orden del cual se deriva todo necesaria, lógica y esencialmente, todo, pero todo, fundamentalmente todo»> (O.c., t. XIV, p. 181). Citado por Carlos Rojas Osorio, Op. cit. Echase de ver la radicalidad de su postura.

La conceptualización religiosa de Hostos tiene una determinada modalidad de existencia: existe ahí mismo en el seno de la naturaleza y nunca fuera de ella. Existe, pero no bajo una dada estructura ontológica original, sino como algo secundario, como un atributo del universo. Esto es, cobra presencia en esa armonía que por todas partes la naturaleza nos prodiga provocando nuestro «asombro y admiración».

A esta visión de la naturaleza como algo absoluto y a esta apreciación de lo divino como algo intranatural, Hostos no le encuentra una explicación convincente en el ámbito de la razón pura. He aquí cuando asoma orondo el agnosticismo que se aposenta en el centro mismo del pensamiento filosófico hostosiano. ¿Por Qué decimos esto? Lo decimos porque a Hostos no le es dable encontrar una forma adecuada para ubicar la existencia de lo absoluto e incondicionado dentro de los con fines de la naturaleza material. Entonces, urgido por una salida a tal aporía, se ve en la necesidad de postular un «agente supremo», una «causa desconocida>>.

Por un lado, de acuerdo a la concepción de nuestro pensador es posible ver, vivir y experimentar hasta el paroxismo los efectos que se derivan de esa admirable armonía universal; pero la causalidad de un orden henchido de perfección, ¿en qué radica? Para Hostos tal causalidad no la encontramos en otra realidad que no sea un «Ser Desconocido» o «agente supremo»>. Aquí se encuentran y saludan Kant, Spencer y Hostos, al calor de un fuerte abrazo agnosticista.

Para Juan Fco. Sánchez, «Esta posición ha sido ampliamente compartida en la historia del dramático pensamiento humano, y muchos miembros de la iglesia lo han compartido en una u otra forma… De ahí que el obispo de Winchester declarara que Spencer no era ateo y sus doctrinas no eran escandalosas; de ahí que Hostos tampoco pudiera ser calificado como ateo; de ahí la cavilación de Meriño y de Billini, y de ahí, sobre todo, la amplía tolerancia y el supremo respeto de Hostos porto das las religiones» (Op. Cit. p. 179).

Y entonces, ¿qué aconseja Hostos, en tanto que la razón se encuentra impotente para dar respuestas a las preguntas que emergen en torno a la «causa incausada», por ejemplo, en qué consiste ésta? Recomendará que le ofrendemos todo nuestro respeto y amor a lo causado, esto es, al universo entero. Así que, a venerar con toda nuestra capacidad de sentir, lo que no podemos entender con toda nuestra capacidad de discurrir.

                                      ACTITUD ANTE LA RELIGIÓN

Un aspecto ineludible en la problemática dilucidada en el presente trabajo es cuál actitud mostró Hostos frente a las religiones.

La tolerancia religiosa es una actitud cónsona con los postulados filosóficos de Hostos. Para él, incluso, las religiones tienen justificación histórica, ya que expresan estadios o evoluciones por las que atraviesan las sociedades desde sus orígenes, pasando por diversas etapas de desarrollo, hasta culminar en etapas más avanzadas, donde el culto a las divinidades se sustituye por el culto al saber y a la virtudes.

Spencer y Kant están muy presentes en la actitud de tolerancia mostrada por Hostos respecto del factor religioso. Sabemos que Kant llegó a postular que la fe religiosa constituye un verdadero soporte del ethos humano. Y Spencer plantea que la ciencia y la religión desempeñan roles epistemológicos importantes: la ciencia se desenvuelve en el terreno de lo condicionado y relativo, mientras que la religión se mueve dentro de lo incondicionado (lo incognoscible), que en su aspecto más elevado colinda con «<el misterio»>.

Ciencia y religión devienen, de acuerdo al criterio spenceriano, instancias que se complementan mutuamente, pues donde termina la acción del saber científico, ahí comienza a desempeñar su rol -como forma de relevo el componente religioso.

Carlos Rojas Osorio explica que el respeto Hostos por los credos religiosos, deriva del principio fundamental de su concepción filosófica que, de acuerdo a su apreciación, radica en el naturalismo armónico Así lo plantea dicho investigador: …esta posición no da lugar al dogmatismo de ninguna religión, puesto que nada se puede decir de Dios en forma sustantiva. En realidad más que de Dios habría que decir que Hostos se refiere a lo divino, pues Dios es más bien un atributo que sujeto en su pensamiento; el verdadero Dios es la naturaleza y como atributo de ella está lo divino en cuanto expresa el orden o la armonía de esa misma naturaleza» (Op. cit., p. 410).

Para Hosto no hay un Dios revelado. Alá, Jehová o cualquier Dios personal tienen sus explicaciones histórico-culturales propias. De estas creencias emanan religiones llamadas positivas. Y a Hostos lo podríamos ubicar dentro de lo que Miguel Pimentel denomina «religiosidad positiva»>, o bien, en lo que el mismo Hostos da en llamar religión «<razonada», la cual transita <<del dogma religioso al culto interno de la verdad y la justicia (O. c. Vol. II Diario t. 1, p. 63).

Hostos quiso dejar constancia de su reconocimiento y afecto por todas las religiones. Asumamos directamente sus palabras: «Aquí, (…) en la soledad de esta razón aislada, se tiene para la fe de todos los hombres, la misma benévola indulgencia, para todos los sentimientos religiosos, la misma simpatía de corazón…>>. (O.c. Vol. I Literatura, t. II p. 278).

Para nuestro filósofo la fe religiosa ha prestado un gran servicio a la humanidad, sin importar su modalidad o tipo. <<Educador de los tiempos primitivos de toda porción de humanidad, la fe ha servido para iniciarla en el amor, en la reverencia y en el conocimiento inicial de la naturaleza» (Ib., p. 306).

Pero si bien reconoce el rol ejercido por el fenómeno religioso en la humanidad; tampoco deja de mostrar oposición al exclusivismo religioso, dado el fanatismo que suele llevar consigo. A guisa de ejemplo, Hostos resalta el daño que sobre las mentes infantiles provoca la enseñanza dentro de un credo absoluto, pues obstaculiza la consecución de ideales sociales y éticos como son la solidaridad, el respeto a los demás, la justicia, etc. Hostos argumenta tal posición de la siguiente manera:

«Arma mejor es la verdad (comparada con la creencia religiosa exclusivista, JM), ni excluye la fe si la subordináis a ella, ni excluye las glorias y tormentos de la vida, si la subordináis al conocimiento de los bienes y males que contiene (…). Armado de ella el niño entra en

la realidad al entrar en la vida, el adolescente busca el encanto de la realidad en donde buscaba los espejismos de su propia fantasía… El alma de la verdad no lastima las creencias, como lastima la fe dogmática la conciencia imbuida en otra fe. El arma de la verdad ni hiere ni mata ni extermina como el ejemplo del mundo, cuando nos abandonamos a él sin otro guía que la fe» (O. c., Ib.,p. 310).

Resulta evidente que para Hostos la fe deviene un elemento importante dentro de su filosofía educativa del hombre completo: una persona informada en el amplio universo de las ciencias y la cultura, pero además formada dentro de un exigente predicamento ético-moral. El ethos constituye el eje central en torno al cual giran todas las demás áreas del sistema educativo. Tanto la ciencia como la fe religiosa devienen, en nuestro pensador y maestro, instancias subordinadas al mundo de la eticidad.

Específicamente, ¿cómo valora Hostos al cristianismo al catolicismo y al protestantismo

«Jesús es el símbolo más vivo de la naturaleza moral del ser humano»>.

Tal es la definición lacónica de Hostos sobre el fundador del cristianismo. Lo considera un gran maestro; sin embargo, lo que resalta es su faceta ética, no la religiosa. Para Hostos Jesucristo es un paradigma ético de la humanidad.

Escribe el «ciudadano de América» en su diario: «He estado leyendo El Misterio de Jesús, de Pascal. Ha renacido más vivamente el pensamiento que he tenido de hacer una biografía de Jesús demostrando la naturalidad, la humanidad de su vida y de su obra» ( O.c.Ib., p. 63).

Queda reivindicado aquí el carácter terrenal, humano, que otorga Hostos a Jesucristo. No lo vincula a ningún tipo de divinidad personalizada, guardando en este aspecto una total coherencia con su concepción particular de lo divino.

Hostos vivió en nuestro país a finales del siglo XIX y principios del XX. Debió advertir desde que puso pie en Puerto Plata en 1875, la fuerte influencia de la religión católica en la sociedad dominicana. Para él, educar dentro de un espíritu ecuménico y desarrollar una crítica religiosa según lo demandaba el medio cultural dominicano, constituían divisas importantes. Supo lidiar con la iglesia católica dominicana, cuyo liderazgo lo compartían a la sazón Mons. Fernando Arturo de Meriño, prelado nacionalista de cierta tendencia liberal (aliado de Luperón); y el canónigo Francisco Xavier Billini,proespañol de inclinación conservadora. Su relación con los católicos fue sincera y firme, sin poses, como era de esperarse en una personalidad tan recia como definida.

No encontrariamos argumentos que permitan acusar a Hostos de ser un militante per se del

anticatolicismo. Lo que sí ejerció fue una crítica religiosa constructiva hacia el credo católico.

¿Cuáles son los aspectos prevalecientes de esta crítica? Consideremos brevemente los siguientes:

El escolasticismo o sistema filosófico-teológico oficial de la religión católica, calificado por Hostos de «<monstruoso», pues «convertida esta doctrina en la única escuela, y Aristóteles en el único maestro, juraban por el maestro y cuando decían magister dixit, ya no había discusión ni razonamiento posible» (O.c. Vol. VI Educación t. I, p. 145). El método seguido por los escolásticos se constituyó en una buena gimnasia para la memoria, pero en una retranca para el razonar creativo.

Su acentuado dogmatismo, pues el catolicismo mantenía la hegemonía religiosa, mientras Hostos abraza el ecumenismo que propicia la igualdad de oportunidad para todas las religiones, así como el diálogo abierto y la solidaridad entre todas las personas.

Escuela de fe exclusivista, a la que Hostos opuso una «escuela laica», donde no habrá una religión oficial y en la cual se impartirá una asignatura donde los estudiantes podrán conocer el surgimiento y las características de las principales religiones de la historia universal. Dentro de este régimen pedagógico no se contempla la celebración de cultos religiosos, para lo cual se recomiendan los templos.

Hostos, en realidad, no rechazó a la iglesia católica como tal; pero sí colocó en tela de juicio determinados componentes de su visión filosófico-educativa. Fuera de este nivel, Hostos fue tímido o, más bien prudente, en lo que respecta a su crítica religiosa. Participaba de la opinión, de que nuestro país no estaba aún preparado para asimilar tal crítica, pues la sociedad dominicana había alcanzado un alto grado de identificación con el catolicismo y las sociedades de un solo culto suelen estar conformadas por personas de mentalidad muy cerrada. Tal era nuestro caso, pero Hostos era del parecer que a pesar de ello nosotros no podíamos seguir viviendo totalmente de espalda a la ilustración.

Animado de estas consideraciones, Hostos escribió un pequeño ensayo intitulado «El Cura», del cual extraemos el siguiente párrafo: «Lo que yo oí, yo también lo aprobé. (Se refiere al sermón escuchado en la iglesia de Baní, JM). Lo aprobé tanto que salí meditando en la importancia del hermoso papel que puede representar entre la gente sencilla de los pueblos y campos el cura de almas, el buen cura (…) que exalta con su palabra y su consejo las virtudes, que las pone al alcance de los entendimientos menos claros, que las hace agra

dables al corazón del pueblo. Y no sólo les da por recompensa las del cielo, sino el bienestar individual, las venturas de familia, la consideración social y el engran

decimiento de la patria». ( Páginas Dominicanas, Edit. Taller. 2da. Ed. 1979, Santo Domingo, p. 60). Selección de Emilio Rodríguez Demorizi.

Hay en esta parte del texto un claro elogio hacia «el buen cura»>; pero, ¿qué dice de la otra clase de sacerdotes?, dado que el análisis es objetivo y abarca el conjunto: <<Desgraciadamente, sacerdocio es sacrificio, y el número de los que se sacrifican ha sido, es y será siempre, como el número de las almas eximias, muy reducido sacerdocio procede de sacer, y ese adjetivo es formidable como hombres de dos caras o espadas de dos

filos: por una cara, sacer es sagrado; por otra cara, maldito, malvado, pernicioso. La cara más común es mala cara» (Ib.).

La crítica llevada a cabo por Hostos, como podemos ver, no es hija de una mentalidad prejuiciada, ni portadora de inquina hacia el catolicismo, más bien brota de un librepensador, a la vez que pedagogo laicista. Para un intelectual que reúna ambas características, el análisis crítico del ámbito religioso brota de manera natural.

Hostos llevó a cabo la más profunda reforma educativa emprendida en el país en todo el curso de su historia, y a pesar de que la clerecía católica, representa da en Meriño, y en especial el padre Billini, lo enfrenta con gran encono, no fue sino tras el arribo de la dictadu

ra de Ulises Heureaux cuando el normalismo vio interrumpida su praxis educativa en pro de la <<regeneración social» del pueblo dominicano. Si Hostos, a pesar de los conflictos suscitados, logró sobrellevarse con la iglesia católica dominicana, ello se explica en buena medida por el apoyo brindado a su proyecto pedagógico por parte de Luperón, el cual, siendo líder de los liberales, gozaba de un gran ascendiente sobre el padre Meriño, a

favor del cual realizó una intensa campaña de cabildeo en El Vaticano con el objetivo de que lo designaran jefe de la iglesia dominicana. Luperón constituyó el puente entre Hostos y Meriño. Aparte de esto, Hostos, como buen sociólogo, conoció desde un primer instante la relación umbilical entre la dominicanidad y el catolicismo.

Debió deducirlo desde que leyó las palabras «Dios, Patria y Libertad», inscritas en nuestro Escudo; pasando por el Juramento Trinitario, donde se invoca a la Santísima Trinidad y los nombres mismos del país y su capital, asociado a nomenclatura religioso-católica; hasta llegar al mismo Meriño abrazando la causa restauradora.

La gran apertura de Hostos, lo mismo que su conocimiento de la idiosincrasia del dominicano, hicieron posible su adaptación efectiva al medio dominicano.

 Pero en adicion a lo previamente señalado, habría que hacer referencia a la profunda espiritualidad que irradiaba el maestro Hostos. Tal condición se traducía a los ojos de todo el mundo en inconfundible religiosidad. Era, parafraseando a Nietzsche, un sacerdote que se había decidido por colgar los hábitos. Ese Hostos de débil complexión y carilargo, cuya barba imprimía un toque especial a su figura, debía dar todos los indicios para que un simple análisis semiótico concluyera que en su caso estábamos en frente de un santo. Y Hostos lo era de acuerdo al sentido martiano del término, esto es, que la santidad consiste en la actitud de vivir en todo momento en búsqueda de saber. Pero al pueblo dominicano esa figura de Hostos le remitía inexorablemente al santoral católico, por su harto persuasiva imagen de hombre contemplativo. Ello, evidentemente, en vez de perjudicar a Hostos le favoreció, pues indudablemente contribuyó a elevar su nivel de identificación con nuestra gente.

Conviene, por otra parte, referir aun sea brevemente, el abordaje que hace Hostos del protestantismo.

Durante la era de Trujillo se generó un movimiento en contra de la Escuela Normal. Las acusaciones se situaban en dos aspectos: primero, el hostosianismo ha querido extirpar del dominicano el espíritu hispánico inherente a su cultura; segundo, el normalismo ha usado la escuela como instrumento para sustituir las creencias católicas del dominicano por ideas y antivalores de corte materialista.

Varios intelectuales del régimen colaboraron con el desmantelamiento de la Escuela Normal, condición sine qua non-para la proclamación del Concordato entre el Estado Dominicano y El Vaticano en 1954.

La Escuela de Hostos había que desacreditarla y presentarla vinculada al materialismo filosófico y al protestantismo. Tal es el caso de Manuel Arturo Peña Batlle, quien «detractaba al Maestro Hostos, porque su senseñanzas no se ajustaban a la concepción católica e hispánica de la historia dominicana que propugnaba el régimen de Trujillo, y decía que el señor Hostos se había inspirado en el calvinismo, en la cultura protestante»>.

(El señor Hostos en Santo Domingo. Américo Moreta. Clío, No.155 mayo-diciembre, 1996, p. 78).

Hostos hizo referencia en varios de sus escritos al protestantismo y la reforma llevada a cabo por tín Lutero. Captó, lo mismo que Max Weber, la vinculación causal entre el espíritu protestante y el desarrollo capitalista de los países del Centro y Norte de Europa, incluyendo a EUA, contrastando esto con el escaso desarrollo acusado por España y Portugal, de fuerte raigambre católica. El protestantismo conllevó el espíritu de competencia y participación democrático, lo cual se reflejó inequívocamente en el terreno educacional. Y Hostos lo reconoce al expresar que:

<<El protestantismo ha comprendido mejor que el catolicismo la influencia de los conocimientos en la marcha y mejoramiento de los hombres. Por eso se pue de afirmar que la verdadera escuela pública es hija del protestantismo» (O.c. Vol. VI Educación t. I., p. 165).

Hostos elogió la labor de reforma educativa de los protestantes alemanes, suizos y escandinavos, al tiempo que resalta no sólo el sentido reformador del luteranismo, sino también su contenido civilizador. Y argumenta que: <<Si las sectas protestantes han dado mejores escuelas que las sectas católicas, es porque, a excepción hecha de la lectura de la Biblia, la escuela pública protestante no ha intervenido para más nada en la conciencia religiosa de los escolares» (Ib., p. 174 )..

Hostos, sin embargo, hace mención excepcional de dos congregaciones religiosas, ponderando su importante rol en el establecimiento efectivo de la escuela pública como institución en Europa: la Compañía de Jesús y los Padres Escolapios. Una y otros le dieron el carácter popular que le hacía falta, ya que el catolicismo procuraba ampliar su inserción en el seno de la sociedad europea. Jesuítas y Escolapios desarrollaron una verdadera cruzada educacional de resultado positivo: juntar en las mismas aulas a hijos de las élites con sectores de la clase media.

CONCLUSIONES

No es posible situar la reflexión hostosiana sobre la problemática religiosa transitando una sola vía,pues en nuestro autor no es dable encontrar una posición homogénea sobre el particular.

Si escrutáramos la cuestión desde la óptica panteísta, encontramos que Hostos abriga ideas que permiten colocarlo dentro de tal doctrina; si lo consideramos desde la perspectiva deísta, hallaremos rasgos que nos remiten al deísmo; si la lectura la llevamos a cabo desde la óptica naturalista, se detectarían suficientes características coincidentes con tal vertiente filosófica; pero si el análisis se hiciera desde el horizonte agnosticista, no cabría duda de que Hostos acusa caracteres correspondientes a esa postura. Y ni hablar del panenteísmo, corriente ideada por Krause, consistente en una modalidad de panteísmo.

Hostos no es ni ateo ni teísta. Su enunciación de una «causa primera» o «agente supremo» de la naturaleza, denominado por él «Arquitecto del Universo», por una parte, y el hecho de postular la presencia de lo divino -aun sea en el ámbito de lo intranatural- por la otra, lo presenta fuera del suelo propio del ateísmo puro y simple.música.

Por supuesto, Hostos tampoco es teísta, ya que descarta la existencia de cualquier forma de ser divino personificado o revelado. Al mismo Jesucristo Hostos lo concibe al modo de un ser humano excepcional, tanto por su dimensión religiosa como por su magna obra ética a favor del ser humano.

Literalmente, ateo significa sin Dios, negación de Dios. En este trabajo no se comparte esa consideración harto estrecha de lo que significa ser ateo. Mas bien adopté el conjunto de acepciones que sobre el término ateo presenta, en su revisado diccionario filosófico, Ferrater Mora: ateo «es quien niega que haya Dios o niega que haya dioses o niega que haya alguna realidad que pueda llamarse «divina» o todas estas cosas a la vez».

Visto a la luz de tales ponderaciones, Hostos no puede ser calificado de ateo sin que se falte a la verdad; pero tampoco los millones de budistas (el budismo es una religión sin Dios), que pueblan varios continentes, que no creen en un Dios personal, no opta para que los califiquemos de ateos.

A partir de estos puntos de vista, los ataques dirigidos a Hostos desde el litoral católico de que se proponía instaurar una «escuela sin Dios», o «atea», fueron filosóficamente infundados. En vez de una escuela atea, Hostos se propuso crear una escuela laica,

cuya labor se desempeñaría ajena e independiente de toda religión considerada oficial o única. En la escuela se estudiará el tema religioso como un importante fenómeno espiritual y cultural. Hasta se incluye dentro del Plan de Estudios una asignatura para tales fines.

Pero su práctica se llevaría a cabo en los templos o en el seno familiar.

La religiosidad de Hostos, a decir verdad, no dista del tipo de creencia asumido por la masonería, movimiento en el cual formó fila. Espíritu religioso que en nada conecta con los postulados del judeo-cristianismo y sí con la visión religiosa de los pensadores ilustrados y de los positivistas de postura religiosa no dogmática. Dentro de tal óptica religiosa encontramos elementos panteístas, deístas, naturalistas y espiritualistas. Esta forma de concebir lo divino Hostos la caracteriza como religión «razonada», en la que no caben los «creyentes», sino más bien, los «meditabundos».

Eugenio María de Hostos, por todo lo antes dicho, se convierte en el primer pensador y maestro que desarrolla en suelo dominicano un debate filosófico y un tipo de enseñanzas cuestionantes de los aspectos básicos del pensamiento judeo-cristiano y del catolicismo. Hostos expuso su visión en torno a la cuestión divina, y desarrolló -en la medida en que se lo permitieron las circunstancias- la primera crítica religiosa conocida hasta principios del siglo XX en la República Dominicana. Por tanto, las objeciones planteadas por Hostos al pensamiento y la práctica escolásticas reinantes, no nacen del interés de un ateo por alejar sus discípulos de un credo religioso determinado, sino del pensador liberal que abraza el positivismo como régimen pedagógico moderno en procura de la emancipación mental del pueblo dominicano.

NOTAS

  1. Christian Friedrich Krause (1781-1832), desarrolla su filosofía en competencia con otros idealistas alemanes: Fichte, Schelling, Hegel. Pretendía convertirse en el heredero de Kant. Sugiere en su metafísica la existencia de una esencia pura (proto-esencia), dentro de la cual coexisten y se vinculan componentes diversos y contrarios: Dios, el hombre, el mundo. Pero en el tipo de relación que aquí se produce, Dios no termina absorbiendo al mundo, sino que ambas realidades conservan sus esencias respectivas. A esta postura Krause la denomina panenteísmo, que deviene a todas luces una modalidad de panteísmo. Krause crea, por otra parte, el concepto de humanidad racional. Según su criterio, ésta atraviesa por diversas etapas históricas y se encamina procesualmente hacia grados éticamente superiores, hasta coincidir con el bien supremo: Dios. Ni el Estado ni la iglesia coadyuvan en ese ascenso progresivo en que lo ético se encamina hasta lo divino, pero sí instituciones como la familia, la nación y otras de las conocidas con el nombre de asociaciones de finalidad universal.
  2. Hostos hereda del positivismo comteano cierta tendencia cientificista, bien que neutralizada por otro tipo de influencia. También asume de Comte la metodología para abordar el estudio de la sociedad y posibilitar así su labor pedagógica. Rechaza, en cambio, su dogmatismo religioso, su conservadurismo político y su visión meramente social de la cuestión moral.
  3. El positivismo spenceriano se adaptó mejor a la personalidad espiritual de Hostos y a sus ideales políticos libertarios. Spencer crítica a Comte y crea un positivismo adaptado a la teoría de la evolución. Por otra parte, su noción de progreso implica un liberalismo más abierto, donde se reivindica la libertad, tanto a nivel individual como a nivel de cada pueblo, por constituir una condición indispensable para su desarrollo. El agnosticismo del pensador inglés por último, sintetizado en la «Causa Incognoscible»>, guarda estrecha relación con el «< Ser Desconocido»>, característico de la postura agnóstica del filósofo antillano.
  4. Juan Fco. Sánchez nace en Santo Domingo el 17 de diciembre de 1902. Nieto del patricio Francisco del Rosario Sánchez, fue profesor y decano en la Universidad de Santo Domingo, en la cual obtuvo un doctorado en filosofía. Gran conocedor de la filosofía occidental, su interés por profundizar los complejos entresijos de la condición humana, le llevaron a abrevar en las ricas fuentes de la sabiduría oriental. Con los conceptos de subjetividad originaria y alerta pasividad, Sánchez elabora probablemente las reflexiones más sutiles y profundas que sobre antropología filosófica se han realizado en el país. Sus trabajos: Filosofía, psicología y realidad humana; Pensamiento y verdad; Un mundo en crisis; más los tres dedicados al estudio y crítica de las ideas filosóficas en nuestro país, entre otras, lo consagran como exponente de primera fila del quehacer filosófico autóctono. Falleció el 4 de octubre de 1973.
  5. Por <<minoría de edad» entendemos desde Kant la inclinación de gran parte de los adultos a seguir manteniendo lazos de dependencia intelectual, ora por culpable pereza, ora por miedo a pensar motu proprio. En su famoso ensayo «¿Qué es la Ilustración? <<, el pensador alemán exhorta a que abandonemos con determinación la penosa condición de pupilos mentales, una de cuya consecuencia funesta para el intelecto lo constituye la actitud, hecha hábito, de tomar prestadas las ideas ajenas, en vez de esforzarnos en producir las nuestras. Con su lema <<¡ Ten el valor de servirte de tu propia razón»!, el filósofo nos compele a salir de la modorra que nos convierte en personas «arrimadas» desde el punto de vista intelectual.
  6. Existen dos modalidades o forma de entender el agnosticismo. Una, que plantea que toda realidad de carácter trascendente o nouménica, es incognoscible; la otra, que sostiene que toda cuestión que tenga que ver con lo suprasensible, carece de sentido. En el primer caso se experimenta un sentimiento de impotencia (algo supramaterial existe, pero mi entendimiento es limitado y deviene incapaz de conocerlo); en el segundo, de indiferencia (plantear que algo nouménico exista constituye un pseudo problema, lo cual nos mantiene sin cuidado).
  7. Miguel Pimentel es, sin asomo de dudas, el filósofo dominicano actual de más amplia producción bibliográfica y el mayor preocupado por dilucidar nuestro pasado filosófico. Sus investigaciones, en gran medida apoyada por la Universidad Autónoma de Santo Domingo, han propiciado importantes publicaciones, entre las que cabe mencionar: Hostos y el positivismo en Santo Domingo (principal contribución actual realizada en el país para el conocimiento de la vida y el pensamiento de Hostos); Marxismo y Positivismo; Ideología de la Era de Trujillo (tres volúmenes); Democracia, Reformismo y Socialismo; y su última obra del 2002, Modernidad, Postmodernidad y Praxis de Liberación. Autores europeos y latinoamericanos han nutrido sus esfuerzos indagatorios con los aportes de nuestro pensador.
  8. Carlos Rojas Osorio es un filósofo puertorriqueño de origen colombiano que actualmente hace vida en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Humacao. Su labor de investigación sobre filosofía latinoamericana, caribeña y puertorriqueña le han granjeado un merecido prestigio en la región. Ha producido, además, importantes ensayos acerca de la filosofía dominicana en el siglo XX. Es actualmente uno de los principales investigadores del pensamiento hostosiano.
  9. Armando Cordero es, junto a Juan Fco. Sánchez y Miguel Pimentel, el filósofo dominicano más preocupado en dar a conocer el desenvolvimiento de la filosofía en suelo dominicano. Pertenece al destacado núcleo de pensadores dominicanos cuya obra académica y de investigación se impulsa desde la Universidad de Santo Domingo. Tras la dictadura, Armando Cordero pasa a formar parte de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU), desde la cual impulsó una intensa labor intelectual.

Su primer escrito filosófico data del año 1934: Intuiciones del Pensamiento Filosófico. En 1969 recibió el Premio Nacional de Historia por su sobresaliente obra Panorama de la Filosofía en Santo Domingo (dos tomos ), escrita en 1962. Esta obra fue condensada en un solo volumen y se publicó en 1974 bajo el título de Filosofía en Santo Domingo. Su espíritu investigativo y de divulgación del saber propio de nuestra disciplina, merece ser emulado. Cabe a las presentes generaciones profundizar y actualizar los estudios acerca de la historia de las ideas filosóficas en la República Dominicana, temática que constituyó la principal fuente de desvelo para nuestro pensador.

                                                    BIBLIOGRAFÍA

CORDERO, Armando. La filosofía en Santo Domingo. Edit. Horizontes de América, Santo   Domingo,1978.

FERRATER, Mora, José. Diccionario filosófico. Vols. I, III, IV. Editorial Ariel, Barcelona, 1994.

HENRÍQUEZ, Ureña, Pedro. Ensayos. Edit. Taller, 1976. (Selección de José Alcántara Almánzar).

HOSTOS, Eugenio María. Obras completas. Edición Crítica, Vol. I, Literatura t. II., Universidad de Puerto Rico e Instituto de Cultura Puertorriqueña, PR, 1990.

Vol. II, Diario t. I

Vol. IV, Educación t. I

Páginas dominicanas. Comisión Nacional de la Feria del Libro Año 1979, Santo Domingo, 2a. Ed., 1979.

PIMENTEL, Miguel. Hostos y el positivismo en Santo Domingo. Universidad Autónoma de Santo Domingo, 1981.

Revista CLIO. Mayo-Diciembre 1996. Núm. 155. El señor Hostos en Santo Domingo. Américo Moreta Castillo.

ROJAS OSORIO, Carlos. Filosofía moderna en el Caribe Hispano. Universidad de Puerto Rico, 1997.

VARIOS. La influencia de Hostos en la cultura dominicana. Respuestas a la Encuesta de El Caribe. Edit. del Caribe, Ciudad Trujillo, 1956.