Filosofar en estos tiempos transidos y cibernéticos es comprender que el progreso nos ha construido un mundo virtual, de redes ciberespaciales y de inteligencia artificial para el bien humano, especial para los discapacitados; además, que nos asoma a la Revolución 4.0 y a otras maravillas que ha producido el cibermundo. Sin embargo, también nos ha producido pesadillas con la llegada del fin de la privacidad y la entrada de la cibernética y sus diversas modalidades de ciberataques en la escena de la guerra.
Vivimos no solo una crisis de pensamiento, sino de imaginación; nos hemos eclipsado con relación a lo que es reflexionar y cuestionar. Rehuimos a la modernidad como lugar privilegiado donde brota la crítica, la razón de construir saberes y nos aferramos a la modernización como proceso de vida consumista y sin escrúpulo social.
En tal sentido, con el tiempo, las lecciones aprendidas que nos brinda la filosofia nos invitan a buscar una vida de cierto reposo y siempre el deseo de las cosas buenas: vida moderada, amistad, razón, libertad, juicio estético, justicia, la paz para la convivencia y otros valores éticos que luchen contra cualquier policía de la moral y la moralina en el mundo virtual y real; no ese deseo que incremente el poder por el poder, la riqueza, la guerra-ciberguerra, la sed de venganza y la fealdad.