El tema central es la crisis de la sociedad haitiana actual y la forma en que la República Dominicana interactúa con esta crisis, tema sobre el cual conversaremos. 

Quiero antes reconocer el dinamismo de la Escuela de Filosofía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) bajo la dirección del maestro Eulogio Silverio, y felicitar por esta iniciativa de reconocer al académico Darío Genao, quien es, digamos, el progenitor de este proyecto, el padre de este proyecto que inicialmente fue una idea y posteriormente se transformó en el Centro Regional Universitario de Santiago, y luego en el recinto de Santiago. Darío ha sido el promotor de este crecimiento y desarrollo, que ha llevado la matrícula de estudiantes desde un número mínimo a entre 16,000 y 18,000 estudiantes, y de un equipo de profesores mínimo a un número considerable de profesores que vienen desde Santo Domingo, Nagua, San Francisco de Macorís, Mao, Santiago Rodríguez, y todo el Cibao. 

Toda la intelectualidad y los profesionales del Cibao se reúnen aquí en Santiago para compartir y formar a los nuevos profesionales de este recinto. Por ello, felicito esta innovación y decisión del maestro Eulogio Silverio de reconocer y visibilizar al maestro Darío Genao, y me corresponde a mí testificar, pues fuimos compañeros y participantes en todos estos procesos fascinantes, desde conseguir territorios en la parte norte de la ciudad en Jacagua. Recuerdo aquellas luchas por ese territorio, auspiciado y gestionado por Darío. 

Hoy, ese lugar es el Jardín Botánico de Santiago, Jesús Gregorio Marcano. No pudimos construir el recinto allí, sino que se encontró que este terreno era más propicio y seguro en la parte sureste de Santiago, y no en la parte norte donde amenazaba un sismo. 

Darío también gestionó estos terrenos, y este proyecto, que dejó en carpeta, deberá continuarse en los próximos años, incluyendo las edificaciones y la parte virtual, un aspecto nuevo que Darío no había contemplado en aquel tiempo.

Ahora, voy a comenzar con mi temática y la someteré para que podamos darle el matiz de tertulia donde ustedes también tienen participación. 

Sobre la temática, los medios de comunicación, tanto escritos, radiales como virtuales, se han encargado de informar y mantener informada a toda la sociedad dominicana. Y a los estudiantes que, si no se informan, es porque no les gusta escuchar noticias ni ver televisión, las redes sociales y otros medios digitales los informan. 

Pero, aún así, es una responsabilidad mantenerse informado acerca de esta temática por una serie de desafíos que giran en torno a esta situación. Ustedes conocen la historia dominicana y, dentro de esa historia, la presencia decisiva de la sociedad haitiana en los ámbitos político y económico desde 1822 hasta hoy. 

En este sentido, pretendo plantear lo siguiente: deseo iniciar esta discusión desde la crisis haitiana de 1991, que involucró de manera estratégica y hasta desafiante a la sociedad dominicana. Me refiero al golpe de Estado de ese año, que desplazó del gobierno a un equipo surgido de elecciones libres y democráticas, consideradas en Occidente como pilar fundamental de la democracia.

Este Golpe de Estado, liderado por el general Cédras, provocó una enorme crisis en Haití, a tal punto que Estados Unidos y la comunidad internacional impusieron un embargo por mar y aire. El gobierno de Joaquín Balaguer, muy celoso de su soberanía, impuso su impronta: el embargo incluyó restricciones comerciales tanto aéreas como marítimas, con barcos enormes bloqueando la zona marítima y aviones comerciales paralizados, como suelen hacer los Estados Unidos. 

Esto produjo una crisis terrible en Haití; no había comida ni medicina. ¿Qué hizo la República Dominicana en medio de esa crisis, que podría compararse a la actual o incluso considerarse más grave? En aquel entonces, las remesas eran mínimas, lo que alivia un poco la situación actual. En 1991, el gobierno dominicano, desafiando a la comunidad internacional que amenazaba con retirarle su condición de miembro de la ONU y de socio comercial de primer orden de los Estados Unidos, permitió el flujo de alimentos y medicinas desde la República Dominicana hacia Haití.