Otro cuento que recomendaría de René Risco Bermúdez, ubicado también en San Pedro, es «La vida sigue, Celina». Este cuento también aborda el tema de la pobreza, pero en este caso se trata de una niña de siete años llamada Celina que vivía en un cañaveral. Su padre trabajaba cortando caña y ella era la que tenía que llevarle la comida. La historia cuenta que en esos campos de caña, en una ocasión, el mayoral, capataz o caporal, el encargado de cuidar el campo de caña la violó. Dice el narrador, que ella cerró los ojos como para no ver lo que estaba pasando. Y cuando todo terminó, abrió los ojos y miró que en la mano le habían dejado una moneda en la mano.
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Este hombre continuó violando a Celina y luego se sumaron otros. Cuando ella se hizo adolescente, entendió que ella tenía una mercancía por la que muchos estaban dispuestos a pagar por ella. Entonces, ella misma, los días de pago, se colocaba frente a donde los obreros del cañaveral cobraban su jornal para ofertar sus servicios y allá iban los compradores. Cuando se hace una joven, se prostituye en las calles de San Pedro de Macorís, luego viene a la capital a seguir prostituyéndose, pasando por diferentes cabarets. Ella cuenta las técnicas que utilizaba para complacer a los clientes o mantenerlos complacidos, puro teatro. Cuenta también algo que me llamó mucho la atención y que me resultó muy triste. Es que le hizo caso a uno de esos clientes que le prometió villas y castillos. Le prometió mudarla y le dijo: «Espérame en la calle Juan Erazo, espérame ahí a tal hora».
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Ella dice que fue tontamente a ese lugar y duró horas y horas esperando a ese hombre que nunca llegó. Entonces, ahí también narra que observaba a los niños que iban para la escuela y recordó a una profesora cuando estaban tratando de enseñarle a leer y escribir, pero que ella no sabía para que le podía servir eso en la vida. Es una historia realmente triste y dolorosa porque narra la pobreza desde una óptica distinta. En este caso, en la piel de una mujer, de una niña que comienza siendo abusada y lo que le convirtió la vida es una tragedia. Porque vivir esa vida de prostitución, de malas noches, de alcohol, no es una vida deseable para nadie. A menos que sea una elección del propio sujeto, pero hacerlo obligado, no creo que sea bueno.