Indudablemente, estamos aquí reunidos en una ilustrada presentación que invita a un respetable público de académicos y estudiantes a examinar algunos de los temas más intrincados y trascendentes del pensamiento occidental y de la filosofía: la homosexualidad y el transgénero, y su repercusión en el feminismo.
Podemos remontarnos a la antigua Grecia clásica para rastrear el inicio de este debate en los diálogos de Platón sobre amor y amistad, sin perder de vista a «Fedro» y «El Banquete», los cuales tocan específicamente el tema de «Eros» –el amor erótico y la atracción física–. En estos diálogos, se insinúa una estrecha intimidad entre el maestro Sócrates y sus alumnos. Es importante recordar que en la cultura griega y ética de aquella época, la homosexualidad no estaba penalizada; era algo natural.
La represión de la homosexualidad en la cultura occidental apareció con la legitimación del Imperio Romano de Occidente y su adopción de la religión católica apostólica romana. Con la imposición de los preceptos bíblicos, se inicia la penalización no solo de la homosexualidad, sino también de ciertas artes y disciplinas como la gimnasia.
En el debate clásico sobre la participación de las mujeres en la sociedad, encontramos a Platón en «La República» discutiendo si las mujeres podrían ser parte de la casta de guerreros, uno de los tres estamentos fundamentales de su concepción de la República. Además, Aristóteles, en su obra «Política», criticó la exclusión de las mujeres de ciertas prácticas, como la gimnasia y de la ciudadanía en general.
Aristóteles también examinó la constitución de Esparta y su enfoque militarista en la educación ciudadana, atacando la exclusión de las mujeres de estas actividades. A pesar de las críticas por perpetuar una dominación jerárquica de género, Aristóteles fue uno de los autores que más abiertamente abogó por la entrada de las mujeres en la sociedad.
Después de la adopción del cristianismo por parte del Imperio Romano, la literatura sobre la homosexualidad fue escasa. El Marqués de Sade, en su obra «Filosofía en el Tocador», desafió las prohibiciones de la Iglesia Católica contra las relaciones homosexuales y otras formas de sexualidad.
A lo largo de la historia, hubo figuras como Michel Foucault, que escribió ampliamente sobre la historia de la sexualidad después de ser diagnosticado con VIH/SIDA. Su trabajo ilustra cómo la percepción de la homosexualidad y la sexualidad en general ha cambiado desde la antigua Grecia hasta nuestros días. Estas obras son fundamentales para entender y debatir estos temas.
Para comenzar, abordemos las relaciones homosexuales y el feminismo. En el feminismo, se aprecian diferentes corrientes representadas por diversas figuras destacadas, como la filósofa francesa Simone de Beauvoir, autora de «El Segundo Sexo». De Beauvoir cuestionó el concepto histórico de mujer y rechazó la teoría psicoanalítica, la teoría marxista y el papel que la mujer ha desempeñado en la sociedad, en especial en relación con la división sexual del trabajo y la prostitución, la cual veía como una forma de dominación masculina.
Sin embargo, no abordó el tema de la poligamia, que consideraba parte de las relaciones heteropatriarcales. Curiosamente, figuran comunidades en el mundo, como algunas en la Antártida, donde la poligamia se practica debido a la escasez de hombres, y es, incluso, una costumbre brindar hospitalidad y compartir esposas con otros hombres durante las inclemencias invernales.
Pasando a la discusión en torno a los movimientos feministas y la comunidad LGBT, hay una notable división, especialmente en la política estadounidense. Existen políticos, como la primera mujer negra que presidió la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, defensora de la comunidad LGBT y que promueve la postulación de personas transgénero en espacios que anteriormente eran exclusivos para mujeres.
Este tema ha generado controversias entre algunas feministas que consideran que se violan sus espacios y que se socavan los logros que han obtenido tras años de lucha por sus derechos sexuales y reproductivos. Los derechos de las mujeres han sido una lucha constante desde Olympe de Gouges, que luchó por la inclusión de la mujer en la Declaración de los Derechos Humanos en Francia, hasta el voto femenino en el siglo XX.
Este debate se intensifica aún más en el contexto deportivo, donde la participación de atletas transgénicos ha provocado arduas polémicas. Un ejemplo es el caso de Verónica Ivy, campeona mundial de ciclismo en pista, que defiende que los derechos deportivos son universales y que las personas transgénero deben ser admitidas.
No obstante, no todos están de acuerdo con esta postura, sobre todo figuras destacadas como Julia Beck, que ha rechazado públicamente la inclusión de personas transgénero. En Europa, la filósofa transgénero Abigail Thorn es un referente importante que habla de su transformación y de las dificultades que enfrentan las personas transgénero en todo ese continente. A pesar de haber cambiado legalmente su género, Thorn a menudo sortea problemas debido a la falta de reconocimiento y aceptación de las identidades transgénero en algunos lugares.
Existen casos en los que las personas son detenidas en diferentes aeropuertos debido a que no se reconoce su género, lo que evidencia uno de los problemas vinculados a la transexualidad. A menudo, la reasignación de género es una necesidad para las personas transgénero, pero hay un malentendido generalizado de que los cambios de reasignación de género son más frecuentes en la cultura occidental. Sin embargo, el país con la mayor cantidad de reasignaciones de género es Irán, una nación de tradición chiíta.
En la década de 1990, durante los primeros movimientos de la Primavera Árabe, el ayatolá se enfrentó a problemas de interpretación del Corán, cuyos hadices, al igual que la Biblia, prohíben la homosexualidad. En este contexto, personas que sentían que su género no correspondía a su cuerpo físico, buscaron soluciones. En Irán, donde la pena por homosexualidad puede ser la muerte, la única opción aceptable para estas personas es la reasignación de género.
Frecuentemente, los padres que notan comportamientos femeninos en sus hijos varones, los someten a terapias religiosas y luego a diagnósticos clínicos de enfermedad mental. Contrario a lo que se piensa, en estos países aún se considera la transexualidad como una enfermedad mental, lo que lleva a la reasignación de género. Desafortunadamente, las personas que se someten a esta reasignación a menudo terminan en roles de género subordinados y se ven empujados a la prostitución.
En Malasia, tanto en las comunidades musulmanas como cristianas, se sigue esta orientación, y es el segundo país con mayor cantidad de reasignaciones de género. Esto nos lleva a discutir el transhumanismo, una corriente filosófica y científica que busca mejorar la naturaleza humana. Una de las formas de transformación que aborda es la transexualidad, aunque va más allá al buscar mejoras en diferentes áreas a través de terapias con células madre o el uso de microchips para aumentar el conocimiento.
En esta era, algunos defienden que el uso de biotecnología para la reasignación de género debería ser una opción para aquellos que lo deseen. Ahora bien, debemos reconocer que los movimientos LGBT y feministas son diversos y heterogéneos y hasta dentro de la comunidad homosexual existen diferentes categorías, como los travestis, que son hombres que adoptan roles femeninos como una forma de fantasía. Aquí concluyo, pero reconozco que es un tema amplio y complejo.