Prof. Carmen Castro

En toda sociedad es importante no perder de vista que, para su mejor desarrollo y evolución ascendente, es necesario saber y comprender el papel que representan las partes en la conformación de la totalidad.

Históricamente se está llegando al final de un siglo y principio de otro en el que los seres humanos necesitarán de gran integración para poder enfrentar las crisis, tanto en el ámbito social, económico, cultural como en el político, provocadas por el caos que reina en todas las instancias sociales, como consecuencia de que, al parecer, el hombre de la postmodernidad ha perdido tierra firme bajo sus pies y se encuentra flotando en el vacío; tratando de alcanzar la más leve oportunidad de reencontrar un poco de orden a su alrededor. Es primordial entonces, reestablecer la autoridad en toda la sociedad para volver al equilibrio. En tal sentido, las partes juegan un papel preponderante, elaborando principios para integrar el sistema sin obviar el sentido de totalidad.

La marcha de manera aislada de la particularidad conduce al caos, a la ruptura, a la desintegración, impidiendo el desarrollo ascendente.

Frecuentemente se habla del trabajo en equipo en todos los sectores; sin embargo, en la búsqueda de la autoridad, se nota la auto postulación de las partes sin tomar en cuenta que debe de existir un consenso de las mayorías para dicha elección.

Cuando las partes se auto postulan por separado dentro de un equipo, surgen desesperanzas en las mayorías que esperan el equilibrio a través de la integración, y empiezan a germinar en su interior sentimientos de impotencia, de incredulidad hacia los mismos.

Es necesario crear una sociedad justa, equilibrada y transparente; en tal virtud las partes deben interrelacionarse para formar la totalidad.

La coyuntura que vive la UASD se presta para impulsar la vinculación entre la particularidad y la totalidad. ¿Nos atrevemos…?