La filosofía occiental surge a partir de la comprensión mítica del mundo. El término mito proviene del griego ito que significaba originariamente: «relato», «narración», la palabra verdadera. El mito constituye un conjunto de metáforas e imágenes mediante las cuales los individuos en todas las épocas dotan de sentido al mundo en el que viven. Así, tenemos un ejemplo en la Teogonía, obra del poeta Hesiodo compuesta hacia el siglo VIII a.C.
«En primer lugar existió, realmente, el Caos. Luego Gea, de ancho pecho sede siempre firme de todos los Inmortales que ocupan la cima del nevado Olimpo; [en lo más profundo de la tierra de amplios caminos, el sombrío Tártaro, y Eros, el más bello entre los dioses inmortales, desatador del miembros que en los pechos de todos los hombres su mente y prudente decisión somete»
«(…) Rea, sometida por Crono, engendró gloriosos hijos: Hestia, Deméter, Hera, de sandalias de oro; el robusto Hades; que habita moradas bajo la tierra con despiadado pecho; el retumbante Enosigeo y el prudente Zeus, padre de dioses y hombres, bajo cuyo trueno se agita la amplia tierra»
«A ellos los devoraba el gran Crono cuando con cada uno desde el sagrado vientre de su madre llegaba a sus rodillas, tramando esto para que ninguno otro de los nobles descendientes de Urano obtuviera la dignidad real entre los Inmortales. Pues por Gea y el estrellado Urano se había enterado de que tenía como destino morir a manos de su hijo, aunque fuera fuerte, por obra de las decisiones del gran Zeus. Por esto no descuidaba la vigilancia, sino que, siempre al acecho devoraba a sus hijos, y Reade sufría terriblemente, » (1)
Luego, el relato cuenta cómo Zeus encabeza una cruenta batalla contra Cronos, a quien destronó, instaurándose como rey de los dioses.
A través de estas imágenes, la cultura mítica helénica explica el surgimiento del orden a partir del caos. Cronos y los dioses originarios» son personificaciones de las fuerzas ciegas de la naturaleza y de la mente, que son sustituídas por un orden más racional.
Estas imágenes formaban parte de un contexto histórico y cultural en que el arte, la religión, el mito y la ciencia constituían una experiencia unitaria, ritualizada, sagrada. Este es un aspecto crucial para aproximarnos en la comprensión del espíritu griego y por qué llegaron a percibir el mundo como lo hicieron. Una cultura básicamente laica, en la que se prioricen los modelos matemáticos como forma de comprender el mundo, tenderá cada vez más a elaborar símbolos matemáticos más abstractos para explicar la naturaleza a partir de esos símbolos. Pero, una cultura fundamentalmente religiosa y mítica, tenderá a elaborar imágenes míticas y religiosas para realizar ese mismo acto de comprensión.
Este último aspecto no se debe a una deficiencia o inmadurez intelectual de una cultura. No es por incapacidad de pensar racionalmente que se piensa míticamente. Culturas fundamentalmente míticas como las antiguas civilizaciones de Mesopotamia y Egipto, así como la misma Grecia, sentaron las bases de nuestro conocimiento matemático y astronómico. El hecho es que estas culturas no oponían la ciencia y el mito, lo integraban. Esta integración respondía a la situación histórica de esas culturas. La oposición entre la comprensión mítica del mundo y la comprensión científica es el producto de una concepción del mundo que se fue gestando en la cultura occidental mucho tiempo después.
Podemos decir por tanto, que el surgimiento del denominado pensamiento racional es el producto de un paulatino proceso de tensión y de transmutación del mito en filosofía, y no una ruptura o un salto radical de las imágenes míticas a las abstracciones filosóficas. Muchas de esas imágenes fueron transmutándose y conformando el sistema de conceptos que dar surgimiento a la filosofía occidental.
La voz no sufiencientemente escuchada – y peor rebatida- de Francis Cornford, nos lo señalaba en los albores del siglo XX:
«Existe una continuidad real entre la primera especulación racional y las representaciones religiosas que entrañaba (…) la filosofía heredó de la religión algunas grandes concepciones – por ejemplo, las ideas de «Dios», «alma», «destino» y «ley»- que continuaron siendo el centro de los movimientos del pensamiento racional y determinaron sus principales direcciones. La religión se expresa a sí misma mediante símbolos poéticos y personajes míticos, la filosofía prefiere el lenguaje de la abstracción y habla de substancia, causa, materia y otros.
Pero su diferencia exterior tan solo disfraza una afinidad interna y fundamental entre esos dos períodos sucesivos de una misma concepción. Las maneras de pensar que, en filosofía, logran definiciones claras y afirmaciones explícitas ya estaban implícitas en las irracionales intuiciones de lo mitológico.
Las maneras de pensar que, en filosofía, logran definiciones claras y afirmaciones explícitas ya estaban implícitas en las irracionales intuiciones de lo mitológico.» (2)
Proceso único en nuestra civilización del cual se generará, en las antiguas colonias jónicas, la historia de la filosofía occidental.
NOTAS
1- Hesíodo: Teogonía, Alianza Editorial, Madrid, 1986, págs. 32, 41.
2- Francis Cornford: De la Religión a la Filosofía, Editorial Ariel, Barcelona, 1984, pág. 8).