Glosas filosóficas a la carta de Antonio Sanchez Valverde al Conde de San Javier, por Juan Francisco Sanchez, Compendio del Prof. Rafael Báez Bisonó, tomado de Juan Fco. Sánchez (Escuela de Filosofía).

 Comienza diciendo Juan Francisco Sánchez de Antonio Sánchez Valverde que «tiene el genio muy vivo (sic) y emplea bastante libertad de lengua y aún en el púlpito es ordinariamente muy libre al hablar…». Temperamento vehemente, genio vivo, mente inquieta, carácter independiente, ideas liberales… son los principales y sobresalientes rasgos. Su vida civil, puede decirse, se compone de acusaciones, hostilidades, fugas al extranjero, inestabilidad en los cargos que desempeña, 

prisiones y confinamientos, choques personales y, por fin, un Decreto de extrañamiento que le impide para siempre volver a la patria y le obliga a morir en el extranjero».

«A pesar de que no dejó ninguna obra de carácter filosófico, abundan en sus obras los conceptos sobre principios puros. No obstante, hemos preferido mostrar su pensamiento filosófico a través de la carta al Conde de San Javier, por su brevedad y su carácter irónico violento y, nos pinta al hombre de cuerpo entero en lo esencial…»

«Atacar hombres e ideas no era cosa rara en nuestro filósofo. Parece que una de las tantas veces en que su «genio vivo» impulsaba su libertad de lengua, atacó duramente al Estagirita en presencia del Conde de San Javier, profesor de la Universidad de Caracas, al parecer decidido defensor del punto de vista tradicional y, por otra parte, protector del propio Sánchez Valverde, como lo confiesa él mismo al final de la carta. Nuestro hombre calificó (o sea, Sánchez Valverde) la filosofía de Aristóteles de «servil sentina de errores» y, por lo tanto, no sólo estéril, sino «altamente perniciosa» para el estudio de las ciencias, y aún más, para el estudio de la reina de ellas, la Teología. Por otra parte, y aunque admiraba y respetaba a Santo Tomás, no dejó de darle alguno que otro pellizco… pero lo importante es que leyendo entre líneas (dicha carta) se saca cuáles eran las ideas y actitud mental de los «innovadores», es decir, que aquellos como Sánchez Valverde luchaban contra el estancamiento de la cultura y por la adopción del espíritu de la modernidad, que desde hacía un siglo atrás había triunfado en la mayoría de los círculos europeos».

«En cuanto a los tradicionales cuatro elementos aristotélicos, fuego, agua, aire y tierra, se ve que Sánchez Valverde conocía las teorías modernas y descubrimientos recientes de Priestley, Lavoisier, Laplace y Cavendish. Aunque en el párrafo 2 no define claramente sus ideas sobre el fuego, se ve que, conforme a los modernos métodos, no lo considera ni como elemento ni como flujo (fluxo)».

«El mecanismo causa-efecto, tan propio de la física, no puede ser encasillado en los moldes estériles del silogismo, ni tampoco en los de la pura especulación intelectual; esta es una falla fundamental que Sánchez Valverde le encuentra a Aristóteles».

«Sánchez Valverde mezcla aquí no sé si descuidadamente los conceptos de igualdad e identidad. Dos cosas iguales a una tercera son iguales entre sí… Pero no son idénticas, o sea, la misma cosa. «Dos naranjas de un mismo árbol pueden tener igualdad de color, de sabor, de peso, etc., sin que por ello se conviertan en una sola y misma naranja. La igualdad relaciona, pero no une».

«Termina la primera parte de la «carta filosófica» con el párrafo 16, en donde el interés por aplastar a su contrincante le hace falsear, cosa que ocurre siempre en las polémicas, la verdad histórica. Dice que las grandes luminarias «de los siglos XII y XIII, que fueron Pedro Lombardo, Alejandro de Hales, Alberto el Grande y Santo Tomás de Aquino, no aprendieron la filosofía de Aristóteles, que en sus tiempos estaba retirada de la Iglesia y refugiada entre los más…»

Según su estilo, Sánchez Valverde alterna los elogios con los pellizcos; después de alabar la profundidad y precisión con que trata el Angélico los puntos de doctrina, le critica su latín, el cual, por causa de su era, «no es muy exacto»…».