EDITORIAL

La Universidad es su cátedra, pues esta constituye su unidad funcional, esencial. En la cátedra convergen el estudiante y el profesor.

Su efectividad dependerá no solo de la interacción activa de estos dos componentes vitales: también hay que contar con la participación de los empleados y de las autoridades. Además, las cátedras tendrán las limitaciones y las posibilidades de la comunidad dentro de la cual funcionan. La crisis de la comunidad se traspasa a la universidad, la vive la cátedra, la padece el profesor y los estudiantes.

Un hecho deviene hoy indesechable para los que hacemos de la cátedra la parte más importante de nuestras vidas:las cátedras no pueden ser lo que eran antes. El sabelotodo que, apenas se asoma al pasillo, ya hace temblar al grupo de estudiantes que le espera con ansiedad. Llega al aula y comienza su cátedra; solo y se observan dos conductas: uno (el que sabe) habla, los demás (los que no saben) escuchan y toman sus apuntes. Anteriormente, en el mejor de los casos, el catedrático anunciaba que algunos de los presentes podían hacer preguntas. Hoy ya no es posible pretender aplicado tal modelo de cátedra. El profesor está llamado hoy a mantener un diálogo abierto con sus estudiantes. Sabe que es portador de un saber, pero que frente a ese saber él también debe concebirse como un estudiante.

El catedrático que no se capta inmerso dentro de un proceso de construcción del conocimiento, cree que ya lo posee completamente: cree que ya es sabio que ya llegó al culmen del saber y la arrogancia o pedantería se apodera de él. Ve al estudiante insignificante, necesitado,el único que debe permanecer en búsqueda.

Este catedrático que se cree autosuficiente y portador está llamado a fracasar en los días que corren. Y nadie, que sepamos, quiere apostar al fracaso.

Como nuestra cátedra está más que consciente de ésto, deja a su consideración este número dos de su Boletín LOGOS.

En esta segunda entrega, además de nuestras secciones: Historia de la Filosofía Occidental, Diálogos, Reflexiones, Ethos, Pensamiento Dominicano, estamos inaugurando otro apartado: El Profesor Invitado de Logos. En esta primera ocasión les presentamos una interesante entrevista con el profesor Tomás Novas.

Cada uno de los trabajos de este número, sin lugar a dudas, están llamados a surtir efectos positivos en nuestro propósito de revitalizar la cátedra, lo cual constituye nuestro modesto aporte a esa nueva universidad que entre nosotros puja en su afán por cobrar desde ya presencia.

Editorial Boletín Logos Año.1 No.1 1999