Por. Ramón Leonardo

Nació con el siglo y se ha ido con él. Después de caminar por el angosto sendero de los progresos y retrocesos del siglo XX, de la mano de «conjeturas y refutaciones», sumergido en la «lógica de la investigación» que denunció al mundo la «miseria del historicismo» y sus peligros para la sociedad abierta, decidió encontrarse con el conocimiento objetivo, gracias a un racionalismo crítico que pretendió socavar los cimientos de la ortodoxia positivista.

Karl Popper veía la filosofía de un modo distinto. (1) Él sabía -como Kant- que el requisito para concretizar nuestras posibilidades de conocimiento era la racionalización de nuestras limitaciones. Por esto, opuso al sistema científico positivo basado en la verificabilidad, la fundamentación de un sistema científico negativo basado en el criterio de falsabilidad. (2) Mediante refutaciones y contrastes empíricos, Popper propuso una nueva epistemología y un medio distinto de penetrar a la estructura de la realidad.

Popper veía la filosofía desde otra perspectiva. Sabía que ella poseía, además de su faceta académica perteneciente a especialistas y académicos, otra, sencillamente humana, perteneciente a todos los hombres que en cuanto tales, estamos arrojados a Situaciones-Límite, para asumir posiciones o actitudes en el drama de la existencia humana.

Y estos aspectos deben ser los más subrayados en la vasta obra de sir Karl Raimund Popper. En una era donde el cultivo de la ciencia parece divorciarse cada vez más del lado humano, y en donde la ortodoxia clerical ha sido sustituida estérilmente por la ortodoxia neopositivista y tecnocrática, la voz de un aristócrata de la verdad nos incita a reflexionar que no hay ciencia sin la criticidad filosófica, ni filosofía sin una ciencia «humana». Y sin ambas, es imposible la realización de una auténtica sociedad abierta (3) o democrática.

Hoy, cuando todavía queda el aroma del incienso que cubrió su cuerpo recientemente fallecido, la practicabilidad de su pensamiento, que no es más que la concretización de una auténtica sociedad abierta, es el mejor homenaje que podemos proporcionarle.


1 BOTEMPO, Ch, y ODELL, J., compiladores. La Lechuza de Minerva.

¿Qué es Filosofía? «Cómo veo la filosofía», ed. Cátedra, Madrid, 1979.

2 POPPER, K., La lógica de la investigación científica, primera parte,

cap. I, 6. Tecnos, Madrid, 1985.

3 POPPER, K., La sociedad abierta y sus enemigos, Paidos, Barcelona,

1967.