Pedro Gobe, el inquieto y polémico filósofo español, escribe en Indice un interesante resumen de las actividades desarrolladas en el IV Congreso Internacional de Psicoterapia que recientemente se celebró en Barcelona, presidido por el ilustre psiquiatra Doctor Ramón Sarró.

El artículo se titula La medicina vuelve al hombro (Indice, núm. 118, noviembre 1958, págs. 5-6). El hombre es la preocupación cardinal de la filosofía de Pedro Caba. Se comprende el enorme interés que ha despertado en el meditador ese congreso, en el cual se ha llevado a cabo un estudio acerca del hombre enfermo. La enfermedad adquiere en el hombre una expresión significativa que no puede tener en el animal. En el animal la enfermedad no entra en conflicto con el mundo de los valores, porque en éste no se da la patencia del valor. El orbe del valor es un orbe netamente humano. Ahora bien, hasta hace poco la enfermedad era entendida y tratada como meramente somática.

Desde el momento en que el médico tiene conciencia de que en toda enfermedad no sólo hay una alteración orgánica sino también de la psique, la medicina se acerca más a la filosofía. Si los conflictos mentales ocasionan grandes disturbios en el organismo, a su vez, las erosiones somáticas producen modificaciones conflictivas en el alma. Platón observa que es un error que existan médicos del alma y otros del cuerpo. No hay, pues, solamente enfermedades del cuerpo o de la psique: toda enfermedad es psicosomática. Por consecuencia, toda enfermedad transforma radicalmente al hombre. De ahí que comprender al hombre enfermo es una de las más graves tareas que habrá de realizar la nueva Antropología Filosófica. Pero también la medicina tendrá que antropologizarse. Par eso la actual Psiquiatría se va tornando más filosófica. Día a día se va dando a la dirección naturalista freudiana. «En el Congreso, celebrado últimamente en Barcelona, nos dice Pedro Caba, estaba representada la Psiquiatría, que podría llamarse «heideggeriana», de Binswanger, Minkowski, Boss, Strauss y Gobsattel. Uno de los cuatro puntos en que Sarró sintetiza esta nueva posición, contrapone el hombre a la naturaleza. Edipo lucha contra ella porque busca la verdad y la ciencia. Pero la naturaleza resiste al hombre y, aliada del azar y el destino, se venga de Edipo».

El mito emerge del mundo de los complejos sexuales, en el cual, con rencor, lo había sumergido Freud. Ya es Edipo un niño perverso, sino, en el pensamiento de Sarró y Heidegger, un sabio que lucha por trascender la naturaleza. Para Freud, sigue resumiendo Caba, «es mero instinto; para éstos, es existencia humana. He aquí la «gigantomaquia de dos antropologías». Edipo es el sabio que busca la verdad, y no un neurótico. Y es un gran arquetipo humano, porque el hombre es persona existencial y no mera animalidad bruta».

Pero dejemos ahí ese maridaje de medicina y filosofía, ya que lo que me interesa en esta nata os salirle al paso a dos interpretaciones que Pedro Caba, de pasada, hace acerca de la filosofía de Ortega y Gasset. En el trabajo que presentó al congreso se expresa del modo siguiente:

«Hay que encontrar el sentido del singular humano en su unidad psicofísica; no se trata de estudiar las relaciones entre el cuerpo y el alma, al modo clásico, sino al hombre en su realidad sustantiva previa a esas «relaciones». Recomiendo un libro gigante de un extraordinario filósofo español: Eduardo Nicol. Ese libro es Metafísica de la expresión, al que estamos desconociendo sabiamente en España, con lamentable sabiduría. En ese libro se estudia al hombre en su unidad expresiva, sin concebir cuerpo y alma como separados y separables. No basta decir que el hombre es centauro metafísico, con medio ser fuera del Cosmos natural; que es más que vida, y que se es capaz de decir a la naturaleza que no, pues parece así que hay dos partes en el hombre: una, hundida en lo natural, y otra, que se escapa y se sobrenaturaliza. Y eso no; todo él queda extramuros del Cosmos, y por la presencia del espíritu en él, hasta el cuerpo queda sobrenaturalizado o, al menos, desanimalizado».

Y en otro párrafo Pedro Caba dice: «Las especies animales han de adaptarse al medio ambiente o sucumbir. Pero el hombre supera al «medio ambiente» y lo hace «ámbito existencial o mundo». Más que adaptarse al medio natural, lo que ha de hacer si quiere ser hombre de verdad, es desadaptarse. Es esencialmente un desadaptado, un rebelde, un innovador. Prometeo es un gran mito. Decir que el hombre es «yo y su circunstancia» es decir una cosa muy confusa y vaga, porque el hombre derriba y funda circunstancias inéditas: es la diferencia radical con el animal, que ha de someterse a las circunstancias naturales con que tropieza».

En esos párrafos del filósofo Pedro Caba –en los que se usan, a ratos sin censura, muchas ideas de Ortega y Gasset– se pretende dar la impresión de que el autor de El hombre y la Gente es un pensador de ideas retrasadas y confusas, que es urgente superar. Cualquier lector del primer párrafo transcripto que no conozca bien el pensamiento de Ortega pensará que, cuando éste afirma que el hombre es un centauro ontológico, considera el cuerpo y el alma como separados. No sólo no piensa eso Ortega, sino que considera el mundo inseparable de la realidad hombre. ¿Qué es un hombre, en el aquí y el ahora, sin el mundo?

A Pedro Caba no se le escapará que ese hombre sin el mundo sería un in-existente. No le voy a citar, al autor de ese libro interesantísimo que es la Metafísica de los sexos humanos, textos de Ortega recientemente publicados. Ya en 1924, al aclarar unas frases publicadas en EI Sol, con las cuales se intentaba resumir una conferencia que sobre antropología filosófica dio el filósofo madrileño, éste dijo: «Es falso, es inaceptable pretender seccionar el todo humano en alma y cuerpo. No porque no sean distintos, sino porque no hay modo de determinar dónde nuestro cuerpo termina y comienza nuestra alma» (Obras de Ortega y Gasset, completas, tomo II, pág. 453). Luego Ortega se refiere a un posible estudio del sentido del cuerpo y esta meditación del cuerpo, lleva a señalar cómo el catolicismo –no el protestantismo, que en esa materia es sombrío– tiene una sublime comprensión de la carne. «El catolicismo tira del cuerpo y del planeta todo hacia arriba. Con un hondo sentido católico, Unamuno demanda la salvación del cuerpo. Se trata de eso: de salvar todo, también la materia, no de ser tránsfugas.

«Necesitamos no perder ningún ingrediente: alma y cuerpo. Vamos, por fin, hacia una edad cuyo lema no puede ser: «O lo uno o lo otro» –lema teatral– sólo aprovechable para gesticulaciones. El tiempo nuevo avanza con letras en las banderas: «Lo uno y lo otro», Integración. Síntesis. No amputaciones (José Ortega у Gasset, Obras completas, tomo II, págs. 454-455).

A mí me parece una Antropología filosófica que no le teme a la circunstancia natural, más cristiana y, por ello, más completa y totalitaria (librando a ese último término de todo tufo político) que la que sustenta Pedro Caba. La idea del «hombre sobrenaturalizado» nos habla de un hombre irreal, nos hace caer de bruces en el idealismo, y nuevamente crea una escisión entre el mundo natural y el mundo del espíritu. Para librarse el filósofo Caba del «centauro ontológico» ha tenido que inventarse un hombre fuera del mundo, de la naturaleza y de la circunstancia (conceptos que no apuntan hacia la misma realidad en la filosofía de Ortega). La afirmación de que todo el hombre, en su estado actual y antroextramuros del pologizable, queda Cosmos, es una gigantesca abstracción. El hombre se ha volatilizado. Pedro Caba emprende la huída del mundo de la síntesis y la integración propugnado por Ortega, para ingresar en un mundo vagaroso en donde nada real puede afincar sus plantas. La naturaleza es, por decisión y economía de Dios, la morada natural del hombre. Durante seis días, dice la biblia, trabaja Dios para crear el mundo. Pero desde que dijo «hágase la luz», la luz fue hecha, y vio que era buena. El mundo de la naturaleza no tiene nada de malo y de reprochable. La maldad está en el pecado del hombre que, según el cristianismo, todo lo transforma en orbe perecedero.

No se trata, pues, de huir del universo en nombre de un concepto del espíritu que aleja, horrorizado, la materia y la naturaleza como realidades no humanas. El hombre, centauro ontológico, participa, con unidad indisoluble, de la naturaleza y de la historia. La zona natural del hombre está demasiado entreverada con la actividad que tiene sentido y finalidad –histórica– para ser entendida como animal. Es Ortega uno de los primeros filósofos europeos que caen en la cuenta de que el hombre no «está sujeto» al medio, y que su circunstancia no es ninguna realidad natural per se, sino que incluye el orbe social y el de las viejas ideas, y también el orbe de las ideas nacientes. Yo soy yo y mi circunstancia, sería, por otra parte, una frase vaga, como indica Pedro Caba, si no fuera el resultado de una larga y honda meditación, si José Ortega y Gasset la hubiese lanzado al mundo de las ideas por las buenas de Dios, sin previo y rigoroso desarrollo. Además, después de crear ese sintagma de enorme resonancia significativa, Ortega lo ha retocado y ampliado en tantos textos que, por ello mismo, considero una descortesía citárselos a Pedro Caba, filósofo eminente, pero olvidadizo, en cuyos pensamientos, llenos de hallazgos luminosos, fluyen como inagotables constelaciones filosóficas tantas ideas que emanan del cosmos vivísimo que es la filosofía del creador del método de la razón vital, aunque siempre mezcladas con ideas procedentes del existencialismo heideggeriano, que enturbian, muchas veces, las más nobles intuiciones de Pedro Caba.

Sí, yo soy yo y mi circunstancia, y esto como unidad indisoluble, que ni siquiera la muerte consigue desunir totalmente. Y no es una suma de la circunstancia y el yo

–mi vida– sino una perfecta coexistencia. Yo no puedo desligar (ni nadie) mi vida del mundo, de la naturaleza, ni de la historia, esto es, de la circunstancia. Y la circunstancia no sólo es el presente, sino también el pasado y el porvenir inmediato. Roma es tan circunstancia mía como Pedro Caba, aunque Roma, en todo caso, esté más alejada. Posiblemente para Mommsen sería de otro modo. Quizás Roma fue para el gran historiador circunstancia más radicada en su yo (en su vida), que el transcurrir de los días de la Alemania que le tocó vivir. Ahora bien: me ha extrañado que Pedro Caba haya querido ver a Ortega ejecutando separaciones artificiales, tan gratas a Heidegger, en cambio, cuando la gran labor del filósofo hispánico fue unir todo lo que el idealismo durante tres siglos se empeñó en mostrarnos separado. Y, gracias a la filosofía de Ortega ha sido posible que Eduardo Nicol, aunque no le sea grato reconocerlo, pueda realizar su psicología de las formas vitales y su extraordinaria labor metafísica integradora. Porque el pensamiento que más nos influye es aquel que no queremos que nos sea grato. Yo he podido percibir en el fondo de las ideas de muchos antiorteguianos el caudal poderoso de los pensamientos del meditador del Escorial. Y esto, por lo demás, lo escribo sin ninguna beatería orteguiana.

Por otra parte, puede Pedro Caba estar seguro de mi admiración y aprecio. Yo lo considero un filósofo que habrá de alcanzar, a pesar de su tantico de arbitrariedad frente a las ideas ajenas, mucha fama, para beneficio de la cultura hispánica.

MUERE ALFRED WEBER (1868-1958)

Ha muerto Alfred Weber, uno de los grandes filósofos y sociólogos de la cultura. La importancia de ese gran historiador de las sociedades se hizo patente en el mundo hispánico gracias a su obra Historia de la cultura, traducida al español por Luís Recasens Siches.

Alfred Weber nació en 1868. La muerte lo encuentra en este año de 1958 con noventa años de fecunda actividad, y deja, por otra parte, una obra tan famosa como la de su hermano Max Weber.

Las más importantes obras de Alfred Weber traducidas al español, además de la ya mencionada, son las siguientes: Economía y sociedad, México; La crisis de la idea moderna del Estado en Europa, España; Principios de sociología de la historia de la cultura, Argentina. Alfred Weber fue profesor en la Universidad de Heidelberg.

NUEVAS CATEDRAS DE FILOSOFIA

Al iniciarse el 12 de octubre en la USD, el nuevo año académico 1958-1959, en el Doctorado de la Facultad de Filosofía y Educación fueron inauguradas las cátedras de Filosofía de la Historia, a cargo del Doctor Manuel de Jesús Goico Castro, y de Antropología Filosófica, a cargo del Licenciado Antonio Fernández Spencer.

OTRAS ACTIVIDADES FILOSOFICAS

En el Instituto Dominicano de Cultura Hispánica, el día 13 de octubre, el Doctor Juan Francisco Sánchez, Profesor Titular en la USD, reanudó sus cursos de Metafísica y Estética.

***

En esa misma institución, el Licenciado Antonio Fernández Spencer, Profesor Titular en la Universidad de Santo Domingo, inició un curso de filosofía titulado «José Ortega y Gasset y el descubrimiento de la razón vital».

DEL CANJE

BULLETIN DU CERCLE THOMISTA SAINTNICOLAS DE CAEN, No.10, diciembre, 1958.

  1. G.: Le Douzieme Congres International de Philosophie. A. Shandoz: Etude de la Somme Theologique. P. Grenet: Histoire d l’analogie des nomsdivins. P. Grenet: Cours sur la pensé humaine. La redacción: Quaestion disputada: Jeanne d’Arcest-elle une personne. Bibliographie.

CUADERNOS DE LOS INSTITUTOS. Universidad Nacional de Córdoba. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. No. 4, Argentina, 1958.

Mac Lean Estenós: Derecho y sociedad. Notas y Comentarios. Crónica.

CUADERNOS TEOLOGICOS, Suplemento de El Predicador Evangélico, No. 27-28, Buenos Aires, segundo semestre, 1958.

  1. H. Robinson: El antiguo testamento y el mundo moderno. Paul E. Davies: Jesús en relación con los creyentes. Manuel Gutiérrez Marín: El Cristo histórico. George Huntston Williams: El papel de los laicos en la Iglesia Antigua. UurasSaarnivaara: La Iglesia de Cristo según Lutero. Sante Uberto Barbieri: La educación cristiana y la teología.

Alfredo Poviña: Bicentenario en perfil: Durkheim y Simmel, Roberto.

CIENCIA Y FE. Facultad de Filosofía y Teología San Miguel. Argentina. Año XLV, Nos. 2-3, abril-septiembre, 1958. J. Aduriz: El objeto del «pisteuein» cristiano en las epístolas paulinas. M. A. Fiorito: Memoria-imaginación-histórica en los ejercicios de San Ignacio de Loyola. O. Varangot: El analogado principal. I. Quiles: Contribución a la historiografía de la escolástica medieval (siglos XVII-XVIII) J. Aduriz: El «martyrion» apostólico en las epístolas paulinas. J. Sily: Los padres y la racionalización de las creencias. M. A. Fiorito: Para una Filosofía y Teología actuales. Fichero y selección de revistas. Libros recibidos.

FILOSOFIA. Revista trimestrales, año IX, fascículo IV, octubre 1958. Torino, vía Po. 18.

Augusto Guzzo. Favella e favola. Augusto Cecchini: Problematicita e problemi. Nynfa Bosco: La conoscenza come ricerca in Peirce. H. J. de Vleeschawer: Arnold Goulincz a Leida. Francesco Barone: 1748: Viaggio de Hume a Torino. Giorgio Tonelli.

La polémica kantiana contra la teología cosmológica. Ressegna di libri. PHHILOSOPHY. Editada por H. B. Acton para the Royal InstituteofPhilosophy, Londres, Inglaterra, Vol., XXXIII. No. 127, octubre 1958.

Perelman: Self-evidence and proof. C. K. Grant: Pragmatic implication. S. I. Been: An approach to the problems of punishment. Carl G. Hempel: Empirical statements and falsifiability. J. W. N. Watkins: A rojoinder to professor hempel’s replly. H. R. T. Roberts: Thinking and machines. H. J. Paton: Faith and logic. A. N. Prior: Conteemporary British Philosophy. F. H. Heinnemamm: Philosophical survey: german philosophy. New books. Institute Notes and Notices.

REVISTA DE FILOSOFIA. Consejo de Investigaciones Científicas. Instituto «Luís Vives» de Filosofía, Madrid, Año XVII, Núm. 65-66, abril-septiembre, 1958.

Manuel Mindán: La función de la forma en el conocimiento. Jaime Echarri, S. J.: Realidad y superación de un distanciamiento filosófico-científico. D. Alejandro Diez Blanco: El valor de las proposiciones científicas. N. Cuesta: El infinito aritmético desde Zenón y Eudoxio hasta Galileo y Cantor. Carlos París: Las grandes líneas evolutivas de la Física y el concepto de la sustancia. Alejandro Roldán, S. J.: Fronteras de la vida. Antonio Alvarez de Linera: Un ensayo de monismo hilozoísta. Javier Herrero: Neo-positivismo: Filosofía de masas. Ignacio Cavero: El nuevo espíritu científico de Gastón Bachelard. Raimundo Drudis Baldrich: Consideraciones en torno de la obra de Wittgenstein. Norman Barraclough Vall: Posibilidad de una teoría metafísica de «máxima economía», basada en el pragmatismo. Sociedad española de filosofía. Bibliografía y documentos.

REVISTA DE FILOSOFIA (de la Universidad de Costa Rica). San José de Costa Rica, volumen I, número 3, enero-julio, 1958.

Cornelio Krusé: Tendencias actuales de la Filosofía en los Estados Unidos y Canadá. Teodoro Olarte: Panorama de la Filosofía actual en el Brasil. Jorge A. Lines: La Concepción del Mundo de los Aborígenes de Costa Rica. Abelardo Bonilla: Algunos aspectos del Pensamiento Costarricense. Alexander F. Skutch: Critica del humanismo. Inéditos y Documentos. Crónica.

REVISTA PORTUGUESA DE FILOSOFIA. Publicada por los profesores de la Facultad de Filosofía de Braga. Braga, tomo XIV, fasc. 3-4, julio-diciembre, 1958.

  1. C. Copleston: Aspectos de la filosofía inglesa contemporánea. C. Decloux: Filósofos belgas contemporáneos. B. Delfgaauw: La filosofía neerlandesa en el siglo XX. F. E. de Tejada: La ciencia y la filosofía del derecho en Suecia. Frithiof Brandt: Soren Kierkegaard y la filosofía universal. H. Meyer: Sobre la filosofía del presente en Alemania. Román Skórka: La filosofía polaca desde la segunda guerra. G. A. Wetter: La filosofía soviética después de la muerte de Stalin. J. Wahl: La filosofía francesa contemporánea. A. Silva Tarouca: La filosofía actual en Austria. M. T. Antonelli: La posición filosófica italiana. A. Muñoz Alonso: La filosofía actual en España. L. Craveiro da Silva: Filosofía portuguesa actual.

Notas, inéditos y documentos. Indice general

SAPIENTIA (Revista Tomista de Filosofía) Director: Octavio Nicolás Derisi. La Plata, Buenos Aires, año XIII, Núm. 48, abril-junio, 1958.

La Dirección: Grandeza y limitación de la filosofía. Octavio N. Derisi: Epistemología del conocimiento de la historia. Alberto Caturelli: Despotismo universal y «Katéchon» Paulino en Donoso Cortés. Francisco Eduardo Trusso: Los dos humanismos. Octavio N. Derisi: La comunicación con el ser según Santo Tomás de Aquino. Octavio N. Derisi: La enciclopedia filosófica italiana.

Bibliografía. Noticias de libros

UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS, Guatemala, publicación: trimestral, Núm. XXIX, octubre, noviembre y diciembre, 1956.

Sección de Humanidades: Carlos A. Contreras: Originalidades inteligencia superior. Héctor Ueri Castañeda: Nota sobre la lógica de los fines y medios. Oscar Alvarez Andrews: La sociología y los problemas de la hora presente. Juan Villaverde: Promoción de la sociología industrial en América Latina.