Andres Avelino

2 Véase, Francisco Larroyo (2006) La Filosofía Iberoamericana. Segunda Edición, Bilbao, Universidad de Deusto, pág. 240.

3 Carlos Beorlegul (2006) Historia del Pensamiento Filosófico Latinoamericano. Segunda Edición, Bilbao, Universidad de Deusto., pág. 240.

  1. Ibid.

En Hispanoamérica, según nos plantea Beorlegui, la influencia de la Ilustración fue determinante en el campo intelectual y político desde finales de la segunda mitad del s. XVIII… (Influencia que en el caso específico de nuestro país se produce con un significativo retraso) La Ilustración -en Latinoamérica aunque desteñida y distorsionada, o bien, interpretada desde nuestro terruño- suponía una invitación a la libertad de pensamiento, que implicaba también un impulso a la emancipación política, en la medida en que suponía una incitación a tomar conciencia de la propia identidad. Ese movimiento emancipatorio comenzó contentándose con pedir una cierta autonomía política respecto a la Metrópoli, pero en la medida en que ésta respondió de una manera negativa y cerrada, van apareciendo las primeras propuestas de independencia. En esta fase se produce la confluencia política e ideológica de dos movimientos de considerable trasfondo filosófico: el que propugna por la independencia de la Metrópoli, y propone un tipo de reforma política acorde con el espíritu de la Ilustración; y, el que busca, asumiendo los elementos más retardatarios del escolasticismo tradicional, reproducir estrategias y condiciones de dominación colonialista.

Nuestra extemporaneidad y desconexión proviene no, por lo antes dicho por Juan Francisco Sánchez, pues aunque nuestro pensamiento no guarde el orden y correlación que se observa en los países que tienen escuelas y tradiciones bien asentadas, lo que ha ocurrido no es tan solo que hemos vivido filosofando a destiempo, sino, también, que hemos vivido de espaldas a nosotros mismos, a nuestra realidad. Lo cual se constituye, en lo fundamental, en la raíz de todos nuestros males. De ahí la inautenticidad que le han echado en cara a nuestro filosofar. Así la situación, nuestra ausencia de tradición, desconexión del pasado, eclecticismo y libre pensamiento, como bien nos dice Sánchez, anexando a todo esto la inconstancia de nuestro carácter así como nuestro atraso mental, nuestros prejuicios y nuestro autoritarismo, se debe, no solo en sus fundamentos a la herencia de toda una concepción religiosa oscurantista medieval anti-ilustrada que ha operado y opera aun todavía hoy en nuestros días, proporcionando obstáculos de todo tipo que impiden nuestro desarrollo mental y, por ende cultural; todo ello en contubernio con esta práctica religiosa, a una práctica política muy arraigada que induce sistemáticamente a vicios como el autoritarismo, el populismo, la corrupción, el clientelismo y demás vicios derivados que atentan contra las sanas costumbres, la institucionalidad y el espíritu de las leyes.

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