
Rafael S. Morla
Como el maestro informó, hoy pretendo conversar sobre las implicaciones éticas del transhumanismo y el Posthumanismo.
Esta es una temática muy importante en la actualidad porque nos conecta no solo con el presente, sino también con el pasado y el futuro.
Llevo varios años indagando en torno a estas temáticas y, en los primeros años, me encontré con que existe un debate muy amplio en torno a estas cuestiones. Además, he observado que hay mucha confusión a nivel conceptual entre ambos términos. En algunos contextos se suele utilizar el Posthumanismo como sinónimo de transhumanismo y viceversa. También, en otros contextos, nos hemos encontrado con una visión extremadamente utilitarista y tecnologista de ambos conceptos.
Sin embargo, más adelante me encontré con muchas teorías filosóficas sobre el Posthumanismo, las cuales me permitieron distanciar ambos conceptos.
Pero antes de iniciar y sumergirnos en las diferencias, semejanzas e implicaciones éticas y teóricas del Posthumanismo y el transhumanismo, considero de gran importancia tener una noción sobre qué es el humanismo.
Me gustaría hacer el siguiente ejercicio: preguntar a quienes deseen compartir, ¿qué entienden por ser humano? Me gustaría escuchar sus perspectivas.
Entonces, recapitulando, para ustedes, el ser humano está muy asociado con la esencia de ese ser, el pensamiento y la vida vivida. Entiendo que, cuando se habla de «vida vivida», se refieren a la experiencia, es decir, el concepto de ser humano está vinculado no sólo al pensamiento, sino también a la experiencia vivida, ¿correcto?
¿Qué otra visión podrían compartir sobre qué es ser humano?
Maestro, gracias.
Entonces, para usted, el ser humano tiene capacidad de pensamiento complejo, simbólico y creador, y desarrolla cultura. Esto es muy importante. También mencionó el sentimiento, lo cual es bastante relevante. ¿Alguien más quisiera compartir su visión de qué es ser humano?
Permítanme repasar las dos intervenciones anteriores. Garibaldi, según tu concepción, el ser humano tiene la capacidad de racionalidad y conciencia de su existencia. Franklin, por su parte, mencionó una perspectiva arqueológica y antropológica: el humano como creador de símbolos.
Me parece interesante cómo Franklin, al enfrentarse a la pregunta del ser humano, también se cuestiona qué cosas hace el ser humano que no hace la inteligencia artificial, lo cual es un tópico relevante cuando conceptualizamos sobre el humanismo, el Posthumanismo y el transhumanismo.
Es importante hacer este ejercicio porque no podemos entender los conceptos de «posthumano» y «transhumano» si no entendemos primero qué es lo humano. Me gustaría escuchar una última intervención.
Gracias, simplemente quería hacer este sondeo para escuchar sus visiones sobre el ser humano.
En esta última intervención se habló de la finitud del ser humano, de su capacidad de desarrollarse, de su relación con la cultura, la capacidad racional y social. Como podemos ver, casi hay un consenso sobre colocar sobre la mesa la racionalidad del ser humano, la conciencia y la capacidad de pensar.
También podríamos ver al ser humano como una especie de primate que pertenece a la familia de los homínidos. Podemos definir al humano como el Homo sapiens, lo cual lo conecta con la capacidad de pensar, y al ser humano como un bípedo, un mamífero, un animal, etc.
La última intervención mencionaba la finitud del ser humano. Con esta visión de la finitud, recordemos que la vida humana concluye. Heidegger decía que algo que generaba angustia en el ser humano era la certeza de la muerte. De hecho, para Martin Heidegger, el filósofo alemán considerado por muchos como uno de los más importantes del siglo XX, el ser concluía con la muerte. Esa era, a grandes rasgos, la visión de Heidegger. Por lo tanto, la cuestión de la finitud del ser humano es trascendental en las concepciones sobre el transhumanismo.
Ahora sí, voy a entrar de lleno en las conceptualizaciones sobre el transhumanismo. El concepto de transhumanismo fue utilizado por primera vez en 1957 por Julian Huxley, quien era un biólogo, hermano de un escritor muy famoso que quizás muchos conozcan: Aldous Huxley, autor del libro emblemático Un mundo feliz.
El hermano de Aldous Huxley, quien escribió una novela muy famosa titulada Un mundo feliz, la cual también tiene una adaptación cinematográfica, realizó una crítica al desarrollo tecnológico y a la sociedad industrial. Su hermano, Julian Huxley, utilizó por primera vez el concepto de «transhumano». El término «transhumano» se refiere a algo que va más allá de lo humano. También existe una definición muy amplia sobre lo que es el transhumanismo.
El transhumanismo suele ser definido como un movimiento cultural, tecnológico e incluso filosófico que considera, y esto es muy importante, el deber moral de mejorar las condiciones de vida del ser humano.
La corriente transhumanista no solo piensa que se debería, sino que es un deber moral desarrollar las capacidades cognitivas y fisiológicas del ser humano. Para alcanzar ese deber moral, los transhumanistas consideran que debemos apoyarnos en el desarrollo tecnológico con el objetivo de suprimir nuestras limitaciones, tales como la finitud de la vida, erradicar las enfermedades y alcanzar la felicidad. Esta es, a grandes rasgos, la conceptualización del transhumanismo.
El transhumanismo tiene sus antecedentes en figuras como Nick Bostrom, quien fue el fundador de la «World Transhumanist Association» o «Asociación Transhumanista Mundial», creada en la década de los 90. Esta asociación, que hoy en día se llama Humanity Plus, tiene como objetivo mejorar el futuro, mejorar al ser humano y trascender las limitaciones del ser humano «normal».
Aquí surgen algunas preguntas que quisiera plantear: ¿quién determina qué es lo normal? ¿Desde qué perspectiva analizamos lo que es un ser humano normal y lo que es un ser humano anormal?
En este afán de la Asociación Mundial Transhumanista de mejorar a la especie humana, cabe preguntarnos: ¿cuáles son los límites de esa mejora? ¿Mejorar qué, específicamente? ¿La condición intelectual? ¿Hasta qué punto es moralmente correcto desarrollar estas capacidades intelectuales y físicas del ser humano?
Para Nick Bostrom, considerado el padre del transhumanismo, hay una diferencia entre el transhumano y el posthumano. Ahora vamos a ir conectando con el Posthumanismo, pero no todavía.
Para Bostrom, el transhumano se encuentra en un proceso de transformación y mejora de las capacidades y limitaciones que tenemos como especie, mientras que el posthumano es el objetivo último a alcanzar.
Según Bostrom, el posthumano es un proceso de mejora utilizando la tecnología, la biotecnología, entre otras herramientas, para ir superando nuestras limitaciones como especie humana. El transhumano está en un proceso de mejora que debe alcanzar el objetivo ulterior: convertirse en un ser posthumano.
¿Cuáles son las características del posthumano según Nick Bostrom? El posthumano tendría, entre otras, la capacidad de vivir hasta 500 años y poseería una superinteligencia.
De hecho, Nick Bostrom desarrolla el concepto de superinteligencia, que también se conecta de forma directa e indirecta con las conceptualizaciones de la inteligencia artificial, porque la inteligencia artificial busca convertirse en una superinteligencia. Sin embargo, Nick Bostrom, padre de la World Transhumanist Association, considera que existen algunos riesgos; él los llamaba «riesgos existenciales» del transhumanismo. Entre estos riesgos está el mal uso de las tecnologías, lo cual me parece muy interesante y se conecta con las cuestiones éticas, ya que hay quienes consideran que la tecnología es neutra, es decir, que no es ni mala ni buena, sino que depende de cómo y para qué la utilicemos.
Nick Bostrom, en esta asociación que busca alcanzar al posthumano —ese humano perfecto, incluso más perfecto que el «superhombre» de Nietzsche, que duraría 500 años—, considera que el posthumano utiliza la tecnología para alcanzar la felicidad, entre otros objetivos. Pero él alerta que, si usamos mal la tecnología, podemos fracasar.
Esto es muy importante. Otro de los riesgos, según Nick Bostrom, son las guerras nucleares y la creación de una «aristocracia posthumana». Aquí surgen muchas cuestiones, como el acceso a las mejoras tecnológicas: ¿Habremos todos de acceder a esas mejoras para ser posthumanos? ¿Los dominicanos también podremos ser posthumanos? ¿Quiénes serán los primeros? ¿Serán los países del primer mundo los primeros en ser posthumanos mientras nosotros nos quedamos con nuestras limitaciones fisiológicas e intelectuales? Esta aristocracia posthumana es uno de los riesgos que Bostrom identifica.
En cuanto al transhumanismo y su relación con la ética política, la ética económica y la ética social, surgen varias preguntas: ¿Cómo afectan estas ideas a la convivencia humana? ¿Qué plantea el transhumanismo respecto a la mejora de las emociones, como la depresión?
Una posible solución que se menciona es la farmacológica. En este sentido, el transhumanismo se conecta con la cuestión farmacológica, proponiendo que ya no sentiremos tristeza, envidia o cualquier emoción negativa, ya que habrá medicaciones para cada una de estas emociones.
Otro de los riesgos que menciona Nick Bostrom es la mala programación de una superinteligencia. Aunque él apoya que usemos la tecnología para buscar esta superinteligencia, advierte que, si la utilizamos mal, podríamos destruirnos completamente. Me parece interesante cómo, a pesar de identificar estos riesgos, Bostrom sigue defendiendo el desarrollo tecnológico, aunque lanza estas advertencias sobre los «riesgos existenciales» del transhumanismo.
Otro riesgo es la criogenización y la superpoblación. La criogenización consiste en congelar tejidos y cuerpos para preservarlos, lo que plantea la problemática de la superpoblación. Ya se está comenzando a hablar de que somos demasiados en el planeta — 9.000 millones de seres humanos— y se analizan los problemas derivados de la explotación de recursos naturales. Imaginemos un posthumano que viva 500 años: la superpoblación podría ser una consecuencia inevitable.
Otro de los riesgos que menciona Bostrom es el control del Estado, de las instituciones, de las ONGs o de los movimientos religiosos, que podrían impedir ciertas aplicaciones tecnológicas para el mejoramiento humano. Nick Bostrom teme que el Estado y las instituciones puedan controlar el desarrollo del mejoramiento humano. También se mencionan las dificultades tecnológicas que podrían impedir que el transhumanismo se lleve a la práctica, así como los posibles accidentes tecnológicos que obstaculicen el desarrollo del transhumano hacia el posthumano.
Otro riesgo es el agotamiento de los recursos naturales antes de que puedan ser creados artificialmente. Esta es otra problemática: imaginemos vivir más de 500 años y seguir explotando los recursos de la Tierra. El miedo es que los agotemos y no podamos reproducirlos tecnológicamente.
Nick Bostrom tiene varios libros en los que desarrolla estas ideas. Podemos mencionar, por ejemplo, El sesgo antrópico: efectos de la selección de observación en la ciencia y la filosofía. Bostrom, un filósofo sueco, desarrolló mucho la filosofía de la ciencia. Otro libro fundamental es El perfeccionamiento humano. En 2011 publicó Riesgo catastrófico global. También es autor de La inteligencia: caminos, peligros y estrategias.
Como pueden ver, Bostrom, padre de la Asociación Transhumanista, reconoce que existen muchos riesgos —los llama «riesgos existenciales»—, pero, a pesar de estos riesgos, sigue adelante con sus propuestas.
Es como si él estuviera advirtiéndonos sobre los problemas, pero considera que hay que seguir adelante. De hecho, ya estamos aquí, no es algo hacia lo que nos estamos perfilando, sino que es nuestro presente. Ese es el tema central: deberíamos estar debatiendo constantemente las problemáticas éticas del transhumanismo y el Posthumanismo, ya que estas cuestiones están muy relacionadas no solo con nuestro futuro, sino también con nuestro presente.
No solo con nuestro presente, perdón, sino también con nuestro pasado y con nuestro futuro. ¿Qué vamos a hacer con el planeta? Quédense con esta pregunta: ¿Qué vamos a hacer con el planeta? Es una pregunta importantísima, la coloco ahí y espero que se quede flotando antes de dar la palabra.
Quiero concluir esta parte porque también me resulta interesante que Nick Bostrom ve como antecedentes del transhumanismo a los filósofos griegos.
Porque para Nick Bostrom, los filósofos griegos buscaban la mejora. Entre los griegos está el concepto de ataraxia; buscaban desarrollar su cuerpo a través de diversas técnicas y controlar sus emociones. Además, muchos de los filósofos griegos buscaban la felicidad. Los filósofos griegos serían los psicólogos de autoayuda de hoy.
Todas las escuelas presocráticas, en su diversidad, buscaban la felicidad del ser humano y filosofaban para alcanzar la mejora y la felicidad del ser humano. Bostrom ve como antecedentes del transhumanismo a los filósofos griegos, sin embargo, dice que el mayor giro es el giro científico, con la revolución científica, y coloca como precursores a David Hume con su visión de la naturaleza como materia.
Esto es importante. Si vamos a buscar un culpable, no quiero que parezca que estoy moralizando ni diciendo que algo es bueno o malo, estamos simplemente lanzando las coordenadas para luego debatir. Estoy mencionando desde la perspectiva de Nick Bostrom. Para Bostrom, entre los antecedentes del transhumanismo están los griegos, pero el giro más grande fue con la revolución científica con David Hume y su visión de la naturaleza como materia, Isaac Newton, y Thomas Hobbes.
Otros antecedentes incluyen el positivismo y el evolucionismo de Charles Darwin, con su El origen de las especies, que, dicho sea de paso, según Nick Bostrom, es muy heredero de la filosofía de David Hume y su concepción de la naturaleza como materia.
Otro antecedente del transhumanismo para Nick Bostrom es el filósofo René Descartes, quien, no sé si lo saben, es el filósofo racionalista por excelencia. Esto es importantísimo. René Descartes dividió al ser humano entre cuerpo y mente; él hablaba de «res cogitans» y era un super racionalista.
La filosofía de Descartes, el empirismo de David Hume, los filósofos de la antigüedad griega y los avances tecnológicos de Isaac Newton, etc., son antecedentes del desarrollo del transhumanismo desde la perspectiva de Nick Bostrom.
También menciona los desarrollos de las teorías utilitaristas y del pragmatismo, y cómo el utilitarismo puede ayudarnos a desarrollarnos. El transhumanismo toma elementos de todas estas concepciones.
Es interesante porque Nick Bostrom dice que, según los transhumanistas, el Homo sapiens tecnológico estaría en condiciones de cambiar su naturaleza por medio de la biotecnología. También los desarrollos de la inteligencia artificial repercutieron en el desarrollo del transhumanismo. Durante los años 50, todos estos avances permitieron la emergencia del transhumanismo.
Justamente cuando hablábamos de los antecedentes, estábamos enmarcados bajo estos parámetros éticos que van desde la antigua Grecia hasta ahora. Precisamente, a lo largo del curso hemos discutido propuestas éticas sumamente interesantes. Esa es la cosecha que tenemos hoy.
En función del planteamiento del autor, este transhumanismo con tantas novedades, incluyendo el empleo de la inteligencia artificial y otros desarrollos tecnológicos, plantea la pregunta: ¿es posible dar el salto hacia ese futuro sin dificultad o habrá obstáculos?
Me gustaría matizar en ese sentido. No veamos el transhumanismo y el Posthumanismo como algo lejano. ¿Qué pretende el transhumanismo? Mejorar las capacidades y las limitaciones del ser humano. Parte de la idea de que somos la especie más vulnerable, pero también tenemos una inteligencia desarrollada, lo que nos permite trascender nuestras limitaciones.
Más adelante, cuando entremos en el Posthumanismo filosófico, veremos mucho cuestionamiento a esa visión antropocéntrica del ser humano. Pero no me adelantaré, aunque ya lo hice un poco; lo desarrollaremos más adelante.
No veamos este desarrollo como algo lejano. Nosotros somos la especie más vulnerable, y desde hace mucho tiempo todos somos, en cierto sentido, transhumanos. ¿Qué es un transhumano? No es más que alguien que utiliza la tecnología para trascender sus limitaciones.
Por ejemplo, cuando usamos gafas para ver, estamos apoyándonos en artefactos técnicos para mejorar nuestra visión. Cuando nos realizan una operación, estamos utilizando tecnología de punta para intervenir en nuestros órganos. Utilizamos ropa para protegernos del frío o del calor, etc. De hecho, hay teóricos que sostienen que siempre hemos sido transhumanistas, que siempre hemos sido posthumanos desde que utilizamos el fuego, lo cual fue trascendental para el desarrollo de la especie. Ya estábamos siendo, en cierto sentido, posthumanos.
Lanzo esta perspectiva para matizar y dejar de ver el transhumanismo como algo negativo o peligroso. He notado, tanto en diferentes pódcasts, conferencias, como en conversaciones y textos académicos o en medios de comunicación, que existe un discurso alarmista sobre la inteligencia artificial y la tecnología, como si fuera algo macabro y amenazante.
Algunos afirman que terminaremos siendo transhumanos y que eso es peligroso, que vamos a destruir todo.
Yo considero que esta es una cuestión mucho más compleja y tiene implicaciones éticas que debemos debatir.
Volviendo a los transhumanistas, ya voy a salir de Nick Bostrom y de todos estos pro-transhumanistas. El transhumanismo ha recibido muchas críticas. Francis Fukuyama, por ejemplo, fue muy famoso por su libro El fin de la historia y el último hombre, un bestseller. Fukuyama, un pensador controversial, incluso considerado por muchos como un neoconservador, decía sobre el transhumanismo que era la idea más peligrosa que existe. También hablaba de la repugnancia que le generaba el desarrollo tecnológico relacionado con el transhumanismo.
Otros críticos del transhumanismo incluyen a Jürgen Habermas. Para contextualizar, Habermas, entre sus muchos aportes, mencionaba que la modernidad es un proyecto inconcluso. Él sostenía que el proyecto de la Ilustración está inacabado, en una crítica a los postmodernos. Habermas también critica las corrientes transhumanistas.
¿Qué se critica de estas corrientes? Las contradicciones intrínsecas que presentan. Una de las principales contradicciones es en relación con los riesgos que conlleva la biotecnología y el desarrollo tecnológico para mejorar a la especie humana.
También se critica al transhumanismo el exceso de confianza en la ciencia. Para los transhumanistas, la ciencia se convierte en lo absoluto, casi como un dios. Nosotros, con la ciencia, nos estamos convirtiendo en dioses. Ya muchos críticos están empezando a cuestionar este exceso de confianza. También se cuestiona el reduccionismo tecnológico. ¿En qué consiste? En pensar que vamos a mejorar nuestra condición humana únicamente mediante la tecnología.
¿Qué hace el transhumanismo? Suprime la experiencia vital, suprime las emociones, anestesiándolas con fármacos, etc. No es importante la experiencia ni la espiritualidad para los transhumanistas; lo único relevante es la tecnología y su desarrollo. Otros críticos, como José Ballesteros, en su libro Biotecnología y Posthumanismo, también analizan estos temas. Ballesteros critica la biotecnología desde la filosofía del derecho y se hace muchas preguntas sobre la relación entre las máquinas y los humanos. El posthumano es una mezcla; el transhumano y el posthumano, en muchos sentidos, se utilizan como sinónimos. Es una combinación de tecnología y organicidad; somos una mezcla de máquina y ser humano.
Esa es la visión. Aquí entra el concepto de cyborg, también para que lo anoten y lo busquen, en el Manifiesto cyborg de Donna Haraway, que es un libro muy emblemático del postmarxismo crítico. En ese libro, Haraway desarrolla la contraposición entre naturaleza y cultura, y cómo el cyborg, la metáfora del cyborg como mezcla de elementos cibernéticos-tecnológicos con elementos humanos, es el futuro de nuestra especie.
Me he quedado en la parte de los críticos al transhumanismo. Entonces, cuando cuestionamos qué es esencial, si la condición biológica es lo que asumimos como humano, al eliminar lo biológico y hacerlo híbrido, ¿qué queda? ¿Todavía queda lo humano? Si asumimos que lo humano es esa condición natural, biológica o cultural, y transformamos eso en una máquina, ¿qué queda de lo humano? El proyecto transhumanista es, precisamente, dejar de ser humano, de transformarnos en algo distinto.
He mencionado las diversas críticas que han surgido al transhumanismo, pero ahora voy a entrar en el Posthumanismo filosófico, que va mucho más profundo y desarrolla teorizaciones más complejas. En esta visión de mejora, al utilizar lo tecnológico, se va a negar el aspecto humano de nosotros porque, desde la perspectiva transhumanista, el ser humano está limitado por completo.
Mis inquietudes van en este aspecto: para construir la máquina necesitamos recursos naturales. Creo que lo habíamos hablado antes: muchos de esos recursos naturales, como las tierras raras con las que construimos los celulares, se reciclan poco o nada. Tenemos un problema con la basura tecnológica. Ayer, en el periódico, salió un artículo muy interesante sobre la cantidad de agua necesaria para entrenar la inteligencia artificial. La cantidad de energía requerida para entrenarla es comparable al consumo de energía de una casa promedio en España durante 23 años, y la cantidad de agua equivale a 700.000 litros. La injusticia no es algo del futuro; los recursos limitados para este sueño del transhumanismo no son un problema del futuro, sino del presente. Ya no podemos darnos el lujo de invertir 700.000 litros de agua para entrenar una inteligencia artificial mientras hay personas en países como India que no tienen acceso al agua y tienen que caminar kilómetros para conseguirla.
Entonces, la injusticia no es algo del futuro, es algo del presente. Además, están las emisiones de CO2, que es otra historia. Agua para mantener ese sueño, materiales para mantener ese sueño, la cantidad de energía requerida y las emisiones que provocará este maravilloso sueño, y la injusticia que generará. Porque si ahora hay personas sin acceso a agua potable y nosotros usamos esos recursos para enfriar una máquina, ¿qué será cuando seamos aún más inteligentes y tengamos más capacidad para someter a quienes no tengan acceso a estas tecnologías?
Publico.
–-Soy bióloga, y siempre he visto que los ecosistemas tienen mecanismos de autorregulación. El depredador regula a los demás en la cadena trófica y asegura que las poblaciones se mantengan a un nivel adecuado. Incluso el depredador no está por encima de las leyes de autorregulación, porque hay bacterias, enfermedades y parásitos que lo afectan.
Aunque seamos muy tecnológicos y muy inteligentes, acabamos de tener una experiencia con la pandemia. Se suponía que vivíamos en la era de los antibióticos y estábamos libres de enfermedades infecciosas, pero no es así. Hay muchas enfermedades infecciosas que no hemos podido erradicar porque los parásitos evolucionan con nosotros.
Entonces, surge la duda: un ser humano que se instale por encima de la cadena trófica y que pueda vivir para siempre, ¿cómo alterará los demás elementos del ecosistema de los que dependemos? ¿Realmente eso no será un sueño? Porque siempre habrá microorganismos que mutarán y nos afectarán, como ocurrió recientemente con la pandemia. Hay otras enfermedades que, a pesar de toda la tecnología disponible, no hemos podido combatir. Cuánto se ha invertido en investigación del cáncer y aún no hemos logrado resolverlo.
Otra cosa: la seguridad. Si me instalan un chip en la cabeza, ¿quién me garantiza que no será hackeable, como lo es mi cuenta de Facebook, mi celular o mi correo electrónico?
Dr. Rafael S. Morla
Cuando inicié mi intervención dije que estas temáticas son muy complejas, porque repercuten no solo en el presente ni en el futuro, sino también en el pasado. La relación entre pasado, presente y futuro es importante, y todo lo que has mencionado es sumamente interesante y válido.
Nick Bostrom, el fundador de la World Transhumanist Association, ya hablaba de estos riesgos existenciales. Todas esas problemáticas que mencionaste las enumeró Bostrom, y aunque reconocía esos riesgos, siguió adelante con sus ideas.
Voy a entrar en lo que es el Posthumanismo porque no es lo mismo transhumanismo que Posthumanismo. Por ejemplo, Jürgen Habermas, que ya habías citado, en su teoría de la acción comunicativa, menciona que el ser humano debe avanzar en un proceso de consenso. La comunicación debe llevar consigo un consenso, y ese consenso entre los humanos es lo que permitirá avanzar. Habermas advierte sobre el peligro de enfatizar la ciencia y la tecnología, dejando de lado la parte humana.
También, Emmanuel Levinas, con su teoría de la alteridad, habla del intercambio entre humanos, donde damos y recibimos para poder crecer.
Quiero advertir sobre el peligro de perder la parte humana. El enfoque del transhumanismo está cargado de cosas positivas, como las mejoras en el ámbito de la salud. Por ejemplo, una operación que se realiza en Inglaterra, controlada por una máquina, se puede llevar a cabo aquí. Eso es genial. Pero también intento considerarme humanista, incluso tradicional, desde un aspecto espiritual y humano.
Veo un peligro en perder la relación de alteridad, como plantea Levinas, y que nos quedemos solo en la parte técnica.
Esta es la misma inquietud de todos los críticos del transhumanismo. La crítica principal al transhumanismo es el reduccionismo tecnológico: la ciencia vista como un absoluto y el reducir a los seres humanos a conexiones neurológicas. Este reduccionismo es heredero de la filosofía racionalista de Descartes y de la visión de la naturaleza como materia de David Hume. Todas esas inquietudes que mencionaste, y las de tu compañera Kenia, son parte de las preocupaciones de los críticos del transhumanismo y que toman cuerpo teórico y práctico en el Posthumanismo filosófico, el cual tiene diferentes vertientes.
Les recomiendo un libro que se llama Lo posthumano de una filósofa italiana llamada Rosi Braidotti. Rosi Braidotti es una filósofa teórica feminista que desarrolla el concepto de lo humano desde una perspectiva crítica y diferencia entre lo que es posthumano y transhumano. En dicho libro, ella desarrolla una especie de genealogía de qué es lo posthumano, pero no solamente teoriza, sino que también desarrolla un programa crítico que se conecta bastante bien con todas las problemáticas que mencionaba, por ejemplo, la ecología y cómo estamos destruyendo el planeta.
Recuerden que mencioné que dejáramos en el aire la pregunta sobre qué va a pasar con el planeta; ahí lo conectamos. Esa es una de las críticas fundamentales del Posthumanismo crítico: es un rechazo al antropocentrismo. ¿Qué se entiende por antropocentrismo? El antropocentrismo es la creencia de que la especie humana es el eje de todas las cosas, la más importante y la rectora de la humanidad.
Se comienza a criticar ese antropocentrismo que coloca a la especie humana como la más importante. Entre las críticas que se hace está el daño que el ser humano le ha hecho al planeta Tierra, lo que hoy en día se llama el antropoceno, es decir, la huella negativa que estamos dejando en el planeta.
Estamos destruyendo el planeta. Entonces, Rosi Braidotti, en su libro Lo posthumano, hace una reivindicación de lo posthumano como crítica al humanismo tradicional. Ella comienza analizando el origen del humanismo, que alcanza su cúspide en el Renacimiento, con la Revolución Francesa y los derechos del hombre y del ciudadano.
El epítome de ese humanismo está representado en el Renacimiento por el hombre vitruviano de Leonardo da Vinci como símbolo de la perfección y modelo universal de la humanidad.
Rosi Braidotti cuestiona ese humanismo clásico, que surge de la Revolución Francesa y alcanza su mayor auge en el Renacimiento, apoyándose en las tradiciones antihumanistas. Rosi Braidotti fue discípula de los postestructuralistas franceses como Deleuze y Guattari, y también fue discípula de Michel Foucault. Estos filósofos postestructuralistas, que fueron muy famosos a mediados del siglo XX, comienzan a cuestionar el proyecto ilustrado y la visión del ser humano que se desarrolló a través de la Ilustración, poniendo de manifiesto las trampas de ese humanismo.
El transhumanismo, como ya mencioné, al ser tan reduccionista y quedarse solamente en el aspecto tecnológico y de mejora del ser humano, desdeña consciente o inconscientemente todas las cuestiones sociales, así como las implicaciones éticas, políticas y de relaciones de poder que conllevaría este desarrollo tecnológico utilizado para la mejora del ser humano. Por esa limitación desde una perspectiva social, política y económica que tienen las concepciones transhumanistas, es que emerge el Posthumanismo filosófico. Por eso es complejo entender toda esta problemática, porque muchas veces se usan los términos Posthumanismo y transhumanismo como si fueran sinónimos.
El transhumanismo busca la perfección de la especie humana, la mejora continua. El transhumano sería la mejora en proceso y la transición, mientras que el posthumano sería el objetivo a alcanzar. Sin embargo, el Posthumanismo filosófico cuestiona al humanismo clásico. Los posthumanistas filosóficos, entre ellos Rosi Braidotti, critican la visión reduccionista que ya desarrollé en mi primera intervención. La versión del transhumanismo de Nick Bostrom y de la World Transhumanist Association es heredera del humanismo clásico occidental, de la visión humanista de Occidente, que, aunque con buenas intenciones, ha terminado destruyendo el planeta y a la misma especie.
Espero que haya quedado clara la diferenciación entre el transhumanismo desde la perspectiva biotecnológica de los technology studies y el Posthumanismo filosófico. Los transhumanistas, al enfocarse exclusivamente en la parte biotecnológica, ven la tecnología y la ciencia como absolutos, sin mirar otras dimensiones del ser humano. El Posthumanismo, por su parte, comienza a cuestionar estas posturas reduccionistas.
¿Alguna otra intervención, maestro?
Público:
—Tenemos dos condiciones: una condición natural y una condición humana. Miren que lo de humano casi siempre hay que acompañarlo de esa primera palabra, «ser». No podemos decir solo «humano»; no nos sentimos seguros hablando únicamente de «humano», tenemos que decir «ser humano». Y cuando se menciona «ser», entra una cuestión puramente metafísica, más allá de lo físico, es decir, la parte ontológica de nosotros. En las religiones está bien claro que esa es la parte nuestra que se conecta con Dios, y es una manera de resolver esa misma cuestión que ahora se trata de resolver desde el punto de vista de la ciencia y la tecnología. El ser humano buscó esa trascendencia por esa vía.
No sé si ya se ha hecho un trasplante de cerebro, si ya se ha logrado. Está en prueba, no se ha realizado aún, pero quiero que pensemos en lo siguiente para responder en el marco del transhumanismo y el Posthumanismo, desde la parte filosófica. ¿Puedo pensarme sin cuerpo? Aquellas personas a quienes les van amputando partes del cuerpo, al ir quitando esas partes, ¿va desapareciendo algo de lo humano? Si se realiza un trasplante completo, parte por parte, primero un trasplante de hígado, luego otro, ¿en qué momento aparece o desaparece el ser humano? ¿Pierde la condición natural al ser reemplazado? Toda esta problemática me ha estado preocupando, especialmente en el ámbito visual.
Una colega está trabajando en esto y, por eso, me interesan todas estas cuestiones.
Parecería que el transhumanismo podría interesarse en esa parte.
Aquella que va más allá del cuerpo, pero no hay un interés en la parte de nuestro cuerpo también. Eso no me queda claro, o sea, cuando se dice que vamos a mejorar la salud y todas esas cosas, ¿mejorar qué? Esa es la parte humana, esa es la parte natural. Es que toda esta cuestión se ve como imposible que pueda permanecer sin este caparazón. Necesitamos algo de esto, es esto lo que va a trascender. ¿Va esto a llegar a 500 años? Porque yo no puedo pensar sin todo esto. Me puedo imaginar sin todo esto, pero…
Entonces, no es posible sin esto la existencia de ese ser que mueve este cuerpo. Mientras duermo, mientras estoy en la cama, ¿hay un ser humano ahí? ¿Hay un ser humano o realmente hay una condición natural de vida en una cama? Durante ese tiempo hay una condición natural. Pueden hacerme análisis de sangre y ver el cuerpo en movimiento, pero el humano no está ahí. Alguien que entra en coma, por ejemplo, ¿es un ser humano? Hay una condición humana, hay una condición natural donde habita un humano, pero en ese momento no hay humano, no sabe nada de lo que pasó ahí, no es consciente de nada. Hay cosas que le dicen que hizo durante ese tiempo que no le habrían gustado hacer, o sea, está fuera de toda su voluntad. Esa es la parte.
Dr. Rafel S. Morla
Si el transhumanismo está preocupado por este caparazón, por la condición natural, realmente es algo paradójico para el ser humano, que no está seguro dónde radica su ser. Por ahí dije que iba a ser un poco complejo, pero me encanta. Me llegan muchas ideas, como, por ejemplo, el concepto de «cuerpo sin órganos» de Guattari.
También lo vinculaste con la intervención del compañero sobre la condición natural. Lo que pasa con los transhumanistas es que también debemos preguntarnos qué entendemos por naturaleza. Recordemos que mencioné que la crítica que se les hace a los transhumanistas es que toman el concepto de naturaleza como materia, heredado del empirismo de Hume, que veía la naturaleza como materia.
Entonces, los transhumanistas van mucho más lejos y terminan viendo el concepto de naturaleza reducido a conexiones neuronales, tejidos y órganos. Para los transhumanistas, eso es la naturaleza. Entonces también hay que preguntarse qué entendemos por naturaleza. ¿Somos más que cerebro? ¿Somos más que conexiones neuronales? Como seres humanos, ¿somos más que órganos? Pero si, por ejemplo, yo pierdo las piernas, pierdo los brazos, y solo está mi torso aquí sentado, ¿eso me hace menos humano que todos ustedes que tienen piernas y brazos?
Ahí también entra la parte «bonita», por usar un término, de la inquietud de los transhumanistas. Los transhumanistas desarrollarían la tecnología para crearme unas piernas y unos brazos con los cuales pudiera moverme y estar a la par con ustedes.
La problemática del transhumanismo es bastante compleja, pero lo que sí quiero opinar es que el problema y la trampa de los transhumanistas es que se quedan solamente en la parte del desarrollo tecnológico, amparándose en esa visión de la ciencia como absoluto, sin criticarla. Yo no pretendo satanizar al transhumanismo; tiene cosas interesantes, porque, imagínate, si yo tengo cáncer de pulmón y los transhumanistas me hacen un implante de pulmón, ¿cómo no voy a apoyarlo? Es la mejora del ser humano. Lo que vamos a apoyar es la mejora.
El problema es que, en ese afán de mejorar nuestras limitaciones, porque somos la especie más vulnerable que existe, en ese afán de mejorarnos como especie usando el desarrollo tecnológico, se dejan de ver todas las implicaciones políticas, sociales y de las relaciones de poder que se pueden desarrollar ahí.
Imagínate que, en ese desarrollo de corporalidades casi inmortales, sólo sea un segmento de la población, sólo los europeos y los estadounidenses, los que puedan implantarse toda clase de órganos y alcanzar a vivir 200 años, mientras que el resto del tercer mundo simplemente va muriendo. Ahí está de espaldas a las implicaciones incluso geopolíticas.
Todas esas cuestiones son las que se le critican al transhumanismo y que son tomadas por el Posthumanismo, lo cual me conecta con una de las cuestiones éticas en relación a este ser transhumano de 500 años de vida, incluso inmortal. ¿Es deseable ser inmortal? ¿Es deseable vivir tantos años? Es una pregunta que debemos hacernos. ¿Qué tan deseable puede ser tener una inteligencia y almacenar tantos datos?
Son cuestiones que se colocan sobre la mesa. Hemos visto series de televisión sobre vampiros inmortales y muchos de ellos sufren por ser inmortales. Yo siempre me preguntaba: «Ah, si yo fuera inmortal, ¿cómo sería?» Suena jocoso, pero esa es la premisa. De hecho, el transhumanismo y el Posthumanismo vienen del contexto de la ciencia ficción y de la imaginación. Eso es algo importante a tomar en cuenta.
Son preguntas que hay que lanzar sobre la mesa. ¿Qué somos? También una parte constitutiva de nosotros como seres humanos es la experiencia vital, la memoria. Yo, Rafael S. Morla, soy el resultado de todo lo que he vivido, de todo, no solo de los conocimientos, sino de todas las personas con las que me he relacionado a lo largo de los años de mi vida, que me han constituido en lo que es este Rafael Morla de hoy.
Pero claro, esas memorias de lo que yo he vivido, ¿están contenidas solo en mi cerebro? O mejor vamos a hacerlo en forma de pregunta: ¿esas memorias de mis experiencias vitales están solo constituidas en mi cerebro? Si, a la hora de hacerme un trasplante de cerebro, me colocan el cerebro de Francisco, ¿esas memorias vendrán con el cerebro? ¿Qué sucederá con mis memorias vitales?
Estas son preguntas interesantes. Si yo tuviera el cerebro de otra persona, ¿dejaría de ser yo mismo? ¿Qué es el «yo»? ¿El «yo» está en mi cuerpo o en mi mente?
Esto me conecta con lo que se le critica a Descartes, quien dividió el cuerpo y la mente. Aquí podemos conectar perfectamente con el Posthumanismo filosófico que defiende la filósofa Rosi Braidotti, entre otros, como un proyecto político y ético.
Por eso creo que es sumamente importante que salgamos de aquí con una comprensión clara de los fundamentos más importantes del Posthumanismo. De lo contrario, podemos simplificar el debate diciendo que el desarrollo tecnológico es bueno o malo, sin ver que somos más que impulsos neuronales que envía nuestro cerebro. De hecho, muchos de los críticos del transhumanismo cuestionan esa visión reduccionista en la que el transhumanismo solo nos ve como cerebro y órganos que se conectan. Esto se alinea mucho con el Posthumanismo.
Pido paciencia, no levanten la mano porque voy a entrar de lleno. Según ChatGPT, la primera respuesta es que no es lo mismo ser humano que humanismo. Ahora vamos a leer: según ChatGPT, ¿qué es el humanismo?
El humanismo es un enfoque filosófico, intelectual y cultural que pone énfasis en el valor y la dignidad de los seres humanos, promoviendo el desarrollo de sus capacidades intelectuales, emocionales y éticas. Se centra en la importancia de la razón, la libertad, la creatividad y el respeto hacia los demás. El humanismo ha influido en diversas áreas como la educación, el arte, la literatura y la ética, y ha sido una fuerza impulsora en la búsqueda de una sociedad más justa y humanitaria.
Rosi Braidotti, apoyada en todos estos filósofos, utiliza diferentes metodologías para criticar ese humanismo clásico, que ya dijimos es europeo y eurocéntrico. Ella analiza lo que se llama el antihumanismo, que es el nombre que reciben todas estas corrientes postestructuralistas que comenzaron a cuestionar los errores del humanismo clásico. Estas corrientes cuestionaron el universalismo del humanismo clásico, porque el problema es que, a nivel metodológico y epistemológico, ese humanismo se coloca como universal.
Todo lo que está fuera de ese humanismo, de esa corporalidad del hombre blanco europeo, no existe.
Rosi Braidotti, apoyada en los postestructuralistas franceses, empieza a cuestionar ese humanismo, señalando que es necesario romper con el humanismo como universal. También se apoya en las teorías antihumanistas que critican esa visión eurocéntrica, y en las teorías anticoloniales, postcoloniales, descoloniales, antirracistas y ambientalistas. Se apoya en todas estas corrientes que comienzan a cuestionar la visión universalista y occidental del humanismo.
Todo esto surge en el contexto de los resultados de la Primera y Segunda Guerra Mundial, y del desarrollo tecnológico.
¿A dónde nos había llevado todo este desarrollo y todo este progreso de la modernidad que supuestamente íbamos a alcanzar? Terminamos dividiendo el mundo en dos bloques y en guerra, matándonos unos a otros. En ese contexto histórico de desarraigo comienza a cuestionarse la herencia humanista. Rosi Braidotti comienza a analizar toda esta herencia antihumanista, apoyándose, repito, en teorías postcoloniales, descoloniales y en estudios del medio ambiente.
Las filosofías de la ciencia de carácter crítico comienzan a cuestionar todo ese universalismo del humanismo clásico, y Braidotti propone el Posthumanismo filosófico crítico. Ella analiza y desarrolla sus concepciones de lo poshumano, que no debe confundirse con la visión de Nick Bostrom, el transhumanista que mencioné al principio, quien veía al posthumano como el hombre perfecto que viviría 500 años.
No, el posthumano de Rosi Braidotti y de las corrientes del Posthumanismo filosófico abraza la tecnología, pero también rompe con la visión antropocéntrica y eurocéntrica del humanismo, colocando la ecología en el centro de la discusión e incluyendo a otras especies que no son únicamente la humana.
Rosi Braidotti y todas estas corrientes posthumanistas filosóficas son herederas de las visiones de Espinosa, que eran monistas, alejándose de la visión dualista de René Descartes, quien dividió el cuerpo y la mente. Esta división generó jerarquías, colocando lo universal por encima de todo lo que no fuera el hombre europeo blanco, creando la otredad. Toda esta corriente poshumanista filosófica se ampara en estas ideas para brindar una nueva manera de entender a la humanidad, o mejor dicho, a la posthumanidad. El Posthumanismo filosófico desconfía del humanismo.
Miren lo que dice Rosi Braidotti, y quiero citarla: «Lo humano es una convención normativa, no intrínsecamente negativa, pero con un elevado poder reglamentario y, por ende, instrumental a las prácticas de exclusión y discriminación. El estándar humano representa la regularidad, la regulación y la reglamentación».
Entonces, el concepto de humano de Rosi Braidotti y de muchos posthumanistas críticos comienza a cuestionar y a sospechar de lo humano, viéndolo como una norma universalista. Por eso prefieren al posthumano, pero no al posthumano de Nick Bostrom de 500 años, sino a un posthumano con una conciencia situada y encarnada: yo, como sujeto humano, no soy el centro del universo; yo, como especie humana, no soy superior a los animales ni a las plantas, y no debo destruir la naturaleza.
Todo este Posthumanismo filosófico crítico desarrolla sus concepciones desde una conciencia situada en el planeta y encarnada en él. Cuando hablo de encarnado, me refiero también a tener una conciencia de la propia corporalidad y de las problemáticas éticas y ontológicas.
Sé que estoy entrando en un terreno muy denso. Por eso decía que era un reto, porque tendría que mencionar muchas referencias filosóficas, y cada una de ellas nos llevaría a clases particulares. Pero, a grandes rasgos, el pensamiento posthumano actual, según Braidotti, se divide en tres vertientes: el reactivo al posthumano, que ella asocia con la filósofa Martha Nussbaum, una pensadora liberal muy importante de la actualidad.
Martha Nussbaum y los liberales se apoyan demasiado en la herencia humanista como forma de alcanzar la dignidad humana. Rosi Braidotti y los posthumanistas filosóficos cuestionan todo lo que tenga que ver con el humanismo como universal, porque ven que el humanismo universal, en esencia, jerarquiza y crea taxonomías corporales y del ser.
Este es un tipo de humanismo que los posthumanistas filosóficos critican.
El segundo tipo de Posthumanismo es el de la ciencia y la tecnología, donde entra todo lo que hablamos del transhumanismo, que es reduccionista, tecnológico, biotecnológico, etc.
El tercer y último Posthumanismo es el Posthumanismo crítico, que rechaza el humanismo clásico, critica el antropocentrismo, cuestiona el humanismo como universal, y es situado, encarnado y ecologista. Cree en el cuidado medioambiental.
Este Posthumanismo crítico y filosófico permite a Rosi Braidotti y a otros pensadores que defienden esta corriente hablar de una ecofilosofía. Una ecofilosofía es una filosofía o un pensamiento crítico situado en el planeta, en consonancia con él, teniendo la conciencia de que todos estamos conectados con absolutamente todo y que no existen jerarquías.
Por eso no es dualista, sino monista, al estilo de la filosofía de Espinosa.
Esta filosofía situada y encarnada también abraza el desarrollo tecnológico, pero lo hace desde una perspectiva ética. Al tener una conciencia situada de los peligros y daños que se pueden causar al planeta, el desarrollo tecnológico se difunde de manera tal que no afecte al planeta, ni a otros seres humanos, ni a otros animales, ni a la Tierra y su ecosistema.
Esto es lo más interesante de la perspectiva del Posthumanismo filosófico: no sataniza el desarrollo tecnológico, sino que lo coloca sobre la mesa, ampliando nuestra visión de lo que es ser humano y desconfiando del humanismo clásico.
Es interesante también reconocer que el humanismo tuvo muchas cosas bellas, pero hay aspectos que deben ser criticados históricamente.
Por ejemplo, Braidotti y muchos filósofos posthumanistas citan a Edward Said, conocido por su obra sobre el orientalismo. Edward Said decía que hay que criticar al humanismo por el bien del humanismo. Es decir, es necesario cuestionar la tradición clásica del humanismo por el bien del mismo.
Esa es la esencia del Posthumanismo filosófico: es pluralista, horizontal, y se puede conectar con la visión rizomática de Deleuze y Guattari, como el concepto de rizoma, que se expande sin ser jerárquico.
Además de abrazar el desarrollo tecnológico, pero con una conciencia del cuidado del planeta y de otras corporalidades, el Posthumanismo filosófico también abraza la subjetividad, algo que los transhumanistas no hacen. Los transhumanistas invisibilizan la experiencia vital, ya que, para ellos, solo somos cerebro y órganos. En cambio, el Posthumanismo filosófico abraza la subjetividad, la configuración mental, la experiencia vital y la parte espiritual.
También se cuestiona la laicidad del humanismo clásico. Esto es lo que me parece más interesante del Posthumanismo filosófico.
Claro, entiendo que te parezca paradójico que se abrace lo tecnológico y, al mismo tiempo, se desarrolle una visión horizontal. Aquí entran las cuestiones éticas, como la bioética. Obviamente, la tecnología y el desarrollo se someten a una crítica ética también. Tal vez te parezca paradójico porque estamos acostumbrados a un enfoque dualista, propio del humanismo tradicional, que divide y jerarquiza todo.
Por eso, es necesario cuestionar qué es lo que nos parece paradójico o contradictorio en este pensamiento. No propongo que el Posthumanismo se convierta en un dogma, también hay cosas que podemos cuestionar de él. Por ejemplo, existen críticos del Posthumanismo. Entonces, si te parece contradictorio que se abrace el desarrollo tecnológico y, al mismo tiempo, se cuide el planeta, quizás es porque estamos viendo el desarrollo tecnológico como inherentemente negativo, como algo que por antonomasia va a destruir el planeta.
Es interesante reconocer que existen muchas visiones que se integran a este debate. Si lo vemos desde una perspectiva dualista, claramente nos va a resultar chocante porque estamos arraigados en un paradigma hegemónico que ha sedimentado ese conocimiento dualista y universalista. Pero también es importante hacernos este tipo de preguntas.
Yo creo que el desarrollo tecnológico, desde una perspectiva poshumanista crítica, puede ser viable y sostenible. De hecho, creo que es necesario, porque somos una especie demasiado vulnerable y necesitamos de la tecnología para poder sobrevivir. El problema está en la forma en que, históricamente, hemos utilizado la tecnología, que nos ha llevado a destruirnos a nosotros mismos y al planeta.
Si somos una de las especies más vulnerables y necesitamos del desarrollo tecnológico para sobrevivir, entonces, ¿por qué no desarrollar esa tecnología desde una perspectiva ética, con conciencia del cuidado del planeta y de otras especies?
Esa es la pregunta que debemos hacernos. Al principio, el transhumanismo surgió en el ámbito de la ciencia ficción, y después evolucionó hacia un Posthumanismo filosófico que prácticamente todos compartimos.
Es un pensamiento muy fuerte, intelectualmente hablando, considerar que el desarrollo tecnológico solo es posible destruyendo el planeta o destruyéndolo todo. No lo digo como juicio moral, sino como reflexión intelectual.
Lo primero, tú mencionaste la pregunta de por qué cuestionar ahora. Yo diría: ¿Por qué no cuestionar todo el tiempo? De hecho, la esencia de la filosofía es cuestionar.
Hay que cuestionar absolutamente todo; esa es la esencia de la filosofía.
Primero mencionaste la idea de cuestionar y luego utilizaste el término «satanizar». Son dos cuestiones completamente diferentes.
La esencia de la filosofía es cuestionar, y debemos cuestionarlo absolutamente todo. Al final, cuestionaste incluso lo que estabas diciendo, y eso me parece muy bien, porque eso es lo que debemos hacer: cuestionarlo todo, pero jamás satanizar.
Si lees y estudias a profundidad todas las corrientes postcoloniales y descoloniales, verás que no son lo mismo. Entre los postcoloniales, puedes estudiar desde Gayatri Spivak hasta Edward Said, así como a Dipesh Chakrabarty y todos los demás postcoloniales que comenzaron a criticar el eurocentrismo.
Cuando critican el eurocentrismo, no es para satanizar el conocimiento europeo, sino para cuestionar la hegemonía epistemológica de Europa. Eso es lo que se llama eurocentrismo desde la perspectiva epistemológica; no es satanizar. Al contrario, utilizan las herramientas del «amo».
Claro, lo de «satanizar» es una percepción tuya, y entiendo lo que quieres decir. Sin embargo, está errada, porque estás reduciendo las visiones críticas del eurocentrismo a una sola perspectiva, que es la visión que sataniza a los europeos. Por ejemplo, yo critico a aquellas personas que son muy descoloniales y poscoloniales, pero que ni siquiera se leen a los filósofos europeos. No comparto esa visión. Hay que leerlo todo, ¿entiendes?
Pero tampoco, porque haya dos o tres extremistas que son muy descoloniales y poscoloniales y que solo leen a las minorías, voy a colocar toda la disciplina postcolonial y descolonial en esa misma categoría. Eso es lo que quiero señalar: cuestionar es una cosa, y satanizar es otra.
Desde mi punto de vista, cuestiono por completo el eurocentrismo desde la perspectiva epistemológica, cuestionando la idea de que solo en Europa se crea conocimiento.
Están los postcoloniales, pero también están los descoloniales. Te invito a leer a Enrique Dussel, quien también se encuentra entre las corrientes descoloniales que profundizan y abordan con mayor amplitud el eurocentrismo. Léete a Dussel, a Walter Mignolo, a Aníbal Quijano y sus conceptualizaciones sobre la colonialidad del poder.
Todos ellos no satanizan el pensamiento europeo, sino que amplían la visión. También es una cuestión eurocéntrica, por ejemplo, que yo haya estudiado filosofía aquí, pero casi todo lo que estudié fue pensamiento europeo. ¿Por qué no estudiar también el pensamiento africano y oriental de la misma manera?
Exactamente. Esas son las cuestiones que quiero plantear. No se trata de satanizar, sino de ampliar la visión.
¿Alguna otra pregunta?
Justamente mencionaste a una administradora francesa y el tema de los derechos de la mujer. Es sabido que la Revolución Francesa proclamó la Declaración de los Derechos del Hombre en 1789, pero excluyó a las mujeres. Fue en 1791 cuando Olympe de Gouges redactó la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, como una respuesta a esa exclusión.
Posteriormente, Simone de Beauvoir se convirtió en una de las figuras más importantes en el desarrollo del feminismo, que fue tomando mucha fuerza con el reconocimiento gradual de los derechos de las mujeres. Así, otros personajes también contribuyeron al avance del movimiento feminista y de los derechos de género, incluyendo elementos de la teoría queer.
Quisiera comentar algo sobre la problemática de la humanidad. Decir «la humanidad» resulta muy abstracto; quiero decir que el problema del planeta también es un tema relevante, como la pobreza y las desigualdades que se generan.
Relaciono esto con el tema del humanismo y la importancia de la ciencia y la tecnología. Entiendo que todo depende del uso que se le dé a estas herramientas, como decía el compañero: pueden servir para cumplir el objetivo de la ciencia, que es mejorar la calidad de vida y prolongar la existencia en el planeta.
Es decir, mientras la tecnología colabore para mejorar la vida humana y alargar nuestra presencia en el planeta, su uso será determinante.
Bien, entonces, ¿de dónde entra el tema? Bueno, porque si intentamos atacar o violentar los derechos del hombre, eso sería cuestionable, ¿no? En ese sentido, el transhumanismo podría poner en peligro lo que es la especie humana. Sin embargo, hay una especie de reconciliación en los alcances que estamos teniendo, desde la crítica, para darle un buen uso a todas estas herramientas.
Bueno, tú mencionaste muchas cosas respecto al feminismo. Simone de Beauvoir y Olympe de Gouges entrarían dentro de esta corriente de un feminismo humanista. Simone de Beauvoir, con su emblemático libro El segundo sexo, con esa frase icónica: «No se nace mujer, se llega a serlo», fue una filósofa existencialista pionera del feminismo de la primera ola y del feminismo de la igualdad. Sin embargo, también ha sido cuestionada por el feminismo de la tercera ola, el feminismo de la diferencia y el feminismo decolonial, ya que existen múltiples feminismos que han generado una serie de debates diversos.
Entre las críticas al feminismo de Simone de Beauvoir, que era marcadamente humanista, se encuentra el carácter universalista y laico de su perspectiva, que, al centrarse en el humanismo clásico y en una laicidad extrema, niega otras formas culturales de ser mujer. Eso no significa que se deba satanizar a Simone de Beauvoir. Todo depende del nivel de sensibilidad que cada quien tenga al cuestionar determinados presupuestos. De hecho, algo que aprendí en esta carrera de filosofía es que siempre debemos cuestionar. Incluso cuando defendí mi tesis de grado sobre Foucault, recibí una buena calificación y muchas felicitaciones, pero una de las críticas fue que no cuestioné lo suficiente el pensamiento de Foucault.
Por lo tanto, hay que cuestionarlo absolutamente todo, sin caer en el maniqueísmo en el que muchas veces se encuentran los movimientos activistas.
He tenido experiencia en diferentes movimientos activistas, y he visto cómo caen en este maniqueísmo. Lo mismo ocurre en la academia, donde a menudo se tiende a ver el pensamiento de manera dicotómica: esto es bueno o malo, esto es negro o blanco.
El cuestionamiento nos permite ver desde diferentes perspectivas y hace que el pensamiento avance. En ese sentido, ciertas corrientes del feminismo critican el universalismo del feminismo de Simone de Beauvoir y de Olympe de Gouges, pero sin desdeñar los aportes importantes de su lucha.
Sobre tu inquietud, que me pareció muy interesante y con la que me identifico, mencionaste si podría haber una especie de consenso entre estas corrientes. Hay un filósofo que está desarrollando sus concepciones sobre el metamodernismo, aunque no recuerdo su nombre en este momento; luego lo compartiré en el grupo. Este concepto de metamodernismo busca crear un consenso entre los aspectos positivos del proyecto ilustrado y de la modernidad, criticando aquello que deba ser criticado y rescatando lo que sea valioso, al mismo tiempo que se critican y rescatan los aspectos pertinentes de la postmodernidad. Estos filósofos buscan dialogar entre ambas corrientes, la modernista y la postmoderna, que rechaza el modernismo y destruye el proyecto ilustrado.
Esta filosofía metamodernista, que según muchos teóricos actuales tendrá un gran impacto en el ámbito académico y que aún está en desarrollo, busca encontrar un equilibrio entre estos opuestos y sus implicaciones.
Creo que el intento del Posthumanismo filosófico es similar: realizar una crítica al humanismo clásico, trascender el antihumanismo que critica al humanismo, y proponer nuevas perspectivas sobre lo que significa ser humano o, en este caso, ser posthumano.
Eso se conecta con una de las preocupaciones de Nick Bostrom cuando hablaba de la aristocracia poblacional. Imaginen que exista una aristocracia de transhumanos y posthumanos, mientras que otros seres humanos «normales» se quedan atrás. Es preocupante pensar que algunos podrían ser descartados, como si fueran prescindibles. Son problemáticas que hay que tener en cuenta.
De hecho, uno de los principales objetivos de los transhumanistas es acabar con la muerte. Esa es una de las grandes cuestiones sobre la mesa. ¿Es realmente deseable eliminar la muerte? No puedo dar una respuesta definitiva, ya que es un debate abierto, una interrogante constante.
Para concluir, me gustaría decir que mi objetivo no era imponer una postura específica, sino presentar los diversos debates y perspectivas que se han desarrollado hasta hoy sobre el Posthumanismo, el transhumanismo, el humanismo y sus implicaciones éticas.
Me siento muy satisfecho porque al menos les he presentado estas diferentes perspectivas, y cada uno de ustedes las ha llevado a su propio terreno.
Eso, para mí, es sumamente importante, y les agradezco porque ha sido un intercambio bastante horizontal y enriquecedor.
Muchas gracias.
Dr. Rafael S. Morla