Tal como se ha planteado en la cápsula anterior, la mejora de nuestro mundo pasa, entre otras cosas, por la reducción de los conflictos armados que hoy afectan a más del 40 % de las naciones. Hemos sugerido, además, desplegar acciones para desenmascarar la publicidad armamentista, crear un marco legal internacional que penalice a esa industria de muertes y que las obligue a reparar los daños causados. Asimismo, son pertinentes otras medidas, como las siguientes:
- Presionar a las Naciones Unidas, la Cruz Roja, los diversos foros internacionales y los demás organismos multilaterales relacionados con el manejo de conflictos para que amplíen las restricciones en el uso de armas letales. Así como se ha regulado el uso de armas biológicas, químicas y atómicas, también se puede limitar el poder destructivo de los explosivos y el lugar de los ataques.
- Trabajar en la motivación y empoderamiento de organismos internacionales, grupos e individuos con capacidad para generar opiniones sobre los perjuicios del armamentismo y la conveniencia de construir espacios sociales menos violentos y más seguros.
- Promover el surgimiento de un liderazgo político consciente de la necesidad de prevenir los conflictos armados y las acciones violentas. La misión esencial de esta clase política debe ser la detección temprana de conflictos potenciales y trabajar en soluciones que eviten las confrontaciones violentas.
- Involucrar a grupos de derechos humanos, ambientalistas, cientistas sociales, educadores y filósofos en la producción y promoción de valores coherentes con la cultura de paz que procuramos construir. Estos contenidos deben alimentar los programas formales que se desarrollen en las escuelas a escala global.
- Aprovechar las redes sociales, tan activas e influyentes hoy, para promover ideas y valores cónsonos con el modelo de sociedad a que aspiramos: más pacífica y solidaria, más segura y equitativa; un mejor lugar para vivir, trabajar y divertirnos.
Seguiremos, nuevas profecías se estarán develando…
