La corrupción es todo acto que procura obtener beneficios ilícitos valiéndose de posiciones de poder o privilegio. Las acciones corruptas más comunes son: soborno, desvío de recursos, enriquecimiento ilícito, tráfico de influencia y colusión. El corruptor puede valerse de engaños, chantaje, intimidación, amenazas e incluso de la violencia, cuando sus intereses se ven amenazados.
La tríada formada por violencia, desigualdad y corrupción afecta nuestro hábitat, haciendo de este mundo un lugar peligroso e inseguro, donde mucha gente vive estresada, malhumorada, deprimida, irritada e infeliz. Revertir este estado de cosas demanda de cambios profundos, como hemos sugerido a propósito de la injusticia social, las guerras y el comportamiento violento en general. En esta ola de reformas debemos incluir la corrupción, convertida en eje transversal del malestar en que viven grandes conglomerados humanos.
Aunque la corrupción es más visible en el sector público, está presente también en el ámbito privado. Tan corrupto es el funcionario que aprovecha su posición para enriquecerse traficando con la influencia de la posición, como el empresario o profesional liberal que engaña al cliente cobrándole en exceso por bienes o servicios sobre valuados o de calidad inferior a la que se oferta. Las formas mixtas de corrupción también están presentes, como sucede cuando servidores públicos se asocian con sujetos inescrupulosos para defraudar al Estado.
El Foro Económico Mundial estima que la corrupción cuesta al menos 2.6 billones de dólares, lo que representa alrededor del 5 % del Producto Interno Bruto Mundial. En una escala de 100 puntos, según el IPC (Índice de Percepción de la Corrupción), la R.D. obtiene 32 puntos, formando parte de los dos tercios de los países más corruptos, que también son los más pobres, con puntuaciones por debajo de 50. En ese ranking de 2022, Dinamarca encabeza con 90 puntos, seguida de Finlandia y Nueva Zelanda con 87. El per cápita de los daneses superior a los 64 mil euros, el de R.D. no alcanza los 10 mil, ¿la transparencia tendrá alguna relación con el ingreso? Juzgue usted.
Esta realidad constituye un pasado lastre para los países empobrecidos, cuyos magros ingresos (PIB) se ven menguados por grupos parasitarios que medran en el erario y crean escandalosas fortunas que contrastan con el panorama general de sus naciones. ¿Cómo contribuye la corrupción en la profundización de la desigualdad y la pobreza en nuestro país y en el mundo? De eso trataremos en la próxima entrega.