Dr. Alejandro Arvelo
Hoy es miércoles, 20 de marzo de 2024. Nos encontramos en el despacho del director de la Escuela de Filosofía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, el profesor Eulogio Silverio, para dar continuidad al programa «El Archivo de la Voz». Hoy contamos con la visita del profesor Juan Manuel Acosta.
El profesor Juan Manuel Acosta es filósofo, egresado de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. Realizó estudios en el Seminario Conciliar Santo Tomás de Aquino. Es candidato a doctor por la Universidad Autónoma de Santo Domingo y la Universidad del País Vasco, y maestrante del programa de Metodología de la Investigación Científica de nuestra escuela.

¡Bienvenido, profesor Acosta!
Es un honor contar con su presencia en este programa de la gestión del profesor Eulogio Silverio.

M.A. Juan Manuel Acosta
Gracias.

Dr. Alejandro Arvelo
Como es de su conocimiento, este programa ha sido ideado para proyectar hacia el futuro las voces, ideas y perfiles de los profesores de gran renombre y peso en la escuela, entre los que usted se encuentra.

Buscamos que nos aporte elementos suficientes acerca de su trayectoria vital: ¿De dónde es usted? ¿Quiénes son sus padres? Comparta con nosotros sus recuerdos de infancia, anécdotas, trayectoria académica y, naturalmente, su carrera profesional.
Así que bienvenido, profesor Acosta, tiene usted la palabra.

M.A. Juan Manuel Acosta
Gracias, me siento honrado con la invitación y muy a gusto aquí.
Juan Manuel Acosta es un amante de la vida, así me considero: un amante de la vida y del buen vivir. Para mí, el buen vivir es simplemente armonía conmigo mismo, con los demás, con la naturaleza y con la trascendencia.

Vengo de una clase social muy humilde, no sé si hay otro término, de la zona rural de Moca. Mi familia es de origen campesino, de la montaña, concretamente en Carretera Moca-Amado. El instinto de supervivencia llevó a mi padre a mudarse a San Francisco de Macorís, como era tendencia en aquellos tiempos.
Mi padre era uno de los más pequeños de una familia de 18 hermanos. De los que sobrevivieron.

Se mudó a San Francisco de Macorís junto con otros hermanos, primos, compadres y amigos de la juventud temprana, buscando nuevas oportunidades. Mi madre es de la misma comunidad, de Puesto Grande, y según me cuentan, mi padre iba cada 15 días a cortejarla y se quedaba con sus familiares.