“Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro”. Esta frase, atribuida a Albert Einstein, cuyo sentido del humor era proverbial, no hace justicia a los grandes avances logrados por la humanidad en materia de ciencia, tecnología, arte, derechos y calidad de vida. Me atrevería a decir, contradiciendo al afamado físico germano americano: “Somos estúpidos, pero no tanto como para abandonar la autocrítica que nos ha conducido a rectificar muchos de nuestros errores”.
La historia no marcha a saltos, incluso los retrocesos son posibles, pero siempre regresamos a la senda para seguir avanzando positivamente. Es este optimismo el que nos lleva a “profetizar” importantes cambios en el mundo, entre ellos: menos guerras y armas letales, mayor armonía con el ambiente, más fraternidad y menos violencia entre humanos, más justicia social y menos desigualdad en el acceso a bienes y oportunidades. En suma, el advenimiento de la anhelada cultura de paz en la que podamos vivir con seguridad, dignidad y solidaridad.
Los ladrillos para construir ese mundo cualitativamente superior son las ideas, valores y experiencias que ha producido la humanidad a lo largo de su historia, y que han propiciado los progresos de nuestra especia, desde el Cromañón hasta el actual reino de la inteligencia artificial. Sin dudas hemos avanzado, pero no lo suficiente. Tenemos más y mejores normas de convivencia, sin embargo, persisten situaciones de injusticias, maltratos, abusos y confrontaciones irracionales.
La irracionalidad no será la norma siempre. Este punto de vista será la pauta para una nueva serie de “Cápsulas de Sabiduría para la Felicidad”, que a partir de ahora estaremos compartiendo con quienes nos hacen el favor de leer, comentar y compartir estos escritos.