Dr. Alejandro Arvelo

Hoy, 11 de septiembre de 2024, nos encontramos en el despacho del director de la Escuela de Filosofía de la UASD, profesor Eulogio Silverio, para dar continuidad a uno de los proyectos de su gestión: “El Archivo de la Voz”. Tenemos el honor de recibir al doctor Edikcson Minaya, egresado de la Escuela de Filosofía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), donde actualmente se desempeña como profesor. Además, ha sido director de la misma. Cuenta con una maestría en Estudios Avanzados de Filosofía por la Universidad de Salamanca y un doctorado en Filosofía por la Universidad del País Vasco.

Cuando se dice que una persona es una «promesa», generalmente se insinúa que tiene el potencial de convertirse en un gran filósofo, un extraordinario pensador. En el caso de Minaya, se combinan ambas cosas. Él ya es un pensador destacado de la República Dominicana, con un lugar asegurado en la historia del pensamiento filosófico dominicano. Sin embargo, dada su juventud y solidez de su obra —que tenemos aquí sobre esta mesa—, considero que los dominicanos no sólo le aguardamos un espacio generacional en la historia del quehacer filosófico nacional, sino que, muy probablemente, logrará también un lugar en América Latina y en el ámbito de la lengua española.

Bienvenido, profesor Minaya. Le damos la bienvenida en nombre del director Silverio, nuestro colega y amigo de tantos años. Para nosotros, es un inmenso placer recibirlo en este programa. Como usted sabe, estos archivos, que el profesor Silverio ha instaurado, buscan hablar al porvenir. Aunque tiene sus seguidores, como es su caso, que sigue de cerca “El Archivo de la Voz”, la idea es hacer una suerte de retrato dinámico, tanto de su trayectoria profesional como de sus vivencias y su labor académica.

Entonces, comenzamos preguntándole: ¿Quién es Edickson Minaya? ¿De dónde viene? ¿Quiénes son sus padres? ¿Cómo llegó a interesarse por el arte, que fue su primera carrera formal; y luego por la filosofía? ¿Qué vínculo existe entre esos dos ámbitos del saber humano?

Dr.  Edickson Minaya

Es muy difícil hablar de uno mismo, ¿no? Pero, antes que nada, quiero agradecer la invitación y destacar la interesante labor que está llevando a cabo Silverio con esta iniciativa, que marca el presente y el futuro de la Escuela de Filosofía. Sigo agradeciendo la invitación.

Bueno, yo soy de aquí, de la capital. Me considero un «animal urbano» porque, aunque mis padres son del Cibao —mi madre es de Puerto Plata y mi padre de Bonao—, nací en Santo Domingo, en el centro de la capital. Desde muy pequeño tuve inclinación por el arte, en parte porque a mi padre le gustaba mucho la geometría; él diseñaba máquinas hidráulicas y confeccionaba ese tipo de cosas. Esa relación e interacción familiar y cultural fue despertando en mí ciertas preferencias por el arte, que se convirtió en mi primera motivación.

Estudié arte desde bien joven hasta llegar a Bellas Artes, donde pasé mucho tiempo, interesado en el desarrollo de las artes visuales, lo que antes se llamaba las artes plásticas. Mi pasión siempre ha sido la pintura. Me fascina el tema de la pintura.

¿Cómo llegué al arte? Bueno, fue una vocación natural. Pasé muchos años en Bellas Artes, primero en la sede de la Máximo Gómez y luego en la Galería de Arte Moderno, cuando aún no se llamaba museo. Después, comencé a hacer estudios más formales y personales. Lo que más me llamaba la atención era el arte contemporáneo. Recuerdo una enciclopedia famosa, “Enciclopedia de pintores célebres”, que estaba en la biblioteca de Bellas Artes. Al leer el volumen 3, sobre los pintores contemporáneos, me di cuenta de que la producción artística contemporánea tiene una fundamentación filosófica sólida. En ese momento pensé: «Yo quiero lograr algo así en el arte», y me di cuenta de que, para ello, era necesario desarrollar una forma de pensamiento.

El arte que más me atraía era el  abstracto. Estudié detenidamente esta corriente y me considero conocedor, aunque ahora hay cosas más actualizadas que en su momento dejé atrás, pero sigo revisando de vez en cuando lo que es la corriente del expresionismo abstracto, especialmente la Escuela de Nueva York. Me fascinaba el tema del «dripping» de Jackson Pollock y esa corriente del expresionismo abstracto. Leyendo sobre estética y filosofía del arte, me di cuenta de que había una fundamentación más allá del dominio de una técnica en el ámbito pictórico. Ya no se trataba exclusivamente de la formación del ojo, la mano y el cerebro, que están muy vinculados en el mundo del arte —lo cual Eulogio sabe bien, porque también estudió arte—.

En ese momento pensé: «Quiero lograr una obra de arte que sea original e innovadora», y entendí que lo que realmente me interesaba era lo que plantea la filosofía. Así descubrí todo un mundo. Más tarde, supe que lo que los artistas contemporáneos de principios del siglo XX, y en las décadas de los 50, 60, 70 y 80 estaban haciendo, era desarrollar lo que se conoce como una «ontología estética».  Ya no se preocupaban por lo bello en el arte, que era un tema tradicional, sino por el ser de la obra de arte. O sea, la obra de arte como un mundo de significados que configura una realidad, una forma de conocimiento.

Entonces, me fui moviendo hacia la filosofía. Cuando terminé el bachillerato, inicialmente quería estudiar arquitectura, pero vi que no había recursos para seguir por ese camino, y me decidí finalmente por la filosofía. Comencé a estudiar filosofía aquí en la universidad y ahí continuó mi trayecto. Pero, hubo un desequilibrio, porque quería ser artista visual y, al mismo tiempo, filósofo. La filosofía consume mucho tiempo y el arte también.

Surgió un conflicto: o dejaba una cosa o dejaba la otra. Fue algo bastante fuerte, hasta que pensé: «Bueno, terminaré la universidad”, y me fui separando del arte, aunque mantengo un vínculo con él. El arte no se olvida nunca, jamás se olvida. Así que mis intereses iniciales por las artes, especialmente las visuales, sobre todo, la pintura, siguieron buscándome.

Dr. Alejandro Arvelo

¿Y en qué año comenzó usted sus estudios formales de filosofía?

Dr. Edickson Minaya

En 1994. Cursé desde el 94 hasta el 98.

Dr. Alejandro Arvelo

¿Y esa experiencia de cursar la carrera respondió a sus expectativas primeras, o la carrera lo llevó por otros rumbos?

Dr. Edickson Minaya

No, ciertamente respondió, porque ya tenía unos intereses marcados. Pero, en la medida en que uno se va adentrando en los autores, en las lecturas, en las conversaciones con los compañeros, en las clases de los profesores, se van abriendo otros horizontes. Lo que siempre me llamó la atención desde el comienzo, aunque tenía muchas inquietudes, fue la lógica. Me absolvió. Estudié lógica durante un tiempo, luego empecé a buscar otras cosas. Cuando me encontré con “Ser y tiempo”, de Martin Heidegger, cambió mi vida por completo. Creo que ese ha sido uno de los libros, o de los pensadores, que ha transformado mi trayectoria y mis caminos. Desde mi primer contacto con “Ser y tiempo”, pensé: «¡Wow!» y dejé la lógica.

Dr. Alejandro Arvelo

¿En qué nivel estaba usted en la carrera cuando leyó “Ser y tiempo”, profesor?

Dr. Edickson Minaya

Exactamente, a los dos años, en 1996.

Dr. Alejandro Arvelo

Qué interesante. Así como hay libros que marcan vidas e intereses, también hay personas, ¿cuáles de esos maestros que conoció en sus estudios preuniversitarios, en la Escuela Nacional de Bellas Artes, o en la universidad dejaron una huella profunda en lo que es hoy el académico e intelectual Minaya?

Dr. Edickson Minaya

Bueno, pensándolo en general, en el bachillerato me llamó la atención una profesora de literatura que nos instruyó en ese campo. Gracias a ella, conocí todo el Siglo de Oro español, y me leí toda la literatura de esa época porque me gustaba realmente. Incluso, pensé en algún momento ser novelista y escribí algunas cosas, aunque no florecieron.

Luego, en Bellas Artes, Félix Soñé, que era maestro de escultura, fue un gran mentor. Nos quedamos siendo amigos, y me enseñó bastante sobre la importancia del diseño y las leyes del diseño para la creación artística. Freddy Javier fue otro gran maestro de dibujo; me gustaba su interacción con los estudiantes. Traté a otras personas en el mundo del arte, a través de los talleres; veía cómo trabajaban y la facilidad que tenían, lo cual fue  enriquecedor. En ese contexto, me encontré con varios artistas de renombre, con quienes mantuve conversaciones fascinantes.

En la universidad, tuve varios maestros que dejaron una marca innegable: Tomás Nova, ya fallecido, y Luis Cruz. Fueron dos grandes profesores que, prácticamente, definieron mi horizonte. Nova nos enseñó a leer, y además, siempre se mantenía actualizado. Era curioso, uno se preguntaba cómo una persona en un país con tan poca información en ese momento, comparado con hoy, podía estar tan bien informado. Fue con él que conocí a autores como Lotar Bimol, la hermenéutica y “La fenomenología del espíritu”, de Hegel. Fue una gran influencia en mi formación. Cruz, por su parte, me apasionó con su manera de enseñar la historia. Me deleitaba su forma de abordar los temas históricos.

Cuando fui a Salamanca a estudiar, veía a los grandes maestros de allá y pensaba: «Nova y Cruz no tienen nada que envidiarles a estos profesores». Me sorprendía la calidad de mi experiencia anterior al compararla con la nueva. Fue muy alentadora. Esos profesores realmente trazaron mi trayectoria formativa, lo que agradezco enormemente.

Dr. Alejandro Arvelo

¿Y cómo impactaron las experiencias en la Universidad de Salamanca y en la Universidad del País Vasco en Minaya?

Dr. Edickson Minaya

La experiencia en Salamanca fue muy reveladora. Tuve la oportunidad de trabajar intensamente la fenomenología con la profesora Carmen Patricia Marín, que es traductora de Merleau-Ponty. Una gran fenomenóloga. También, tomé unas clases con un profesor alemán y la maestra Zoraida, de la Universidad de Valladolid, sobre la fenomenología del sujeto. Recuerdo que trabajamos específicamente la fenomenología de la conciencia inmanente del tiempo, un tema bastante difícil, pero bien explicado.

Trabajé ampliamente la hermenéutica. Fue una vivencia maravillosa porque pude interactuar con compañeros que, aunque tenían intereses diferentes a los míos, compartíamos algunas ideas. En un momento nos sumergimos en la lectura de “La fenomenología de la percepción”, de Merleau-Ponty y discutíamos sobre los conceptos fundamentales. Fue un tiempo largo de escritura; tenía espacio para leer en la biblioteca, escribir, hacer trabajos, investigar, caminar y explorar. Todo esto contribuyó enormemente a mi formación.

En cuanto a la Universidad del País Vasco, agradezco haber encontrado a Luis Garagarza, discípulo de Andrés Ortiz-Osés, un filósofo que conocía desde mis estudios de filosofía. Le escribí en su momento, y cuando estaba en el departamento de Humanidades de la UASD, me enviaba opúsculos y revistas que publicaba. Todavía conservo todo eso. Incluso, le envié ese librito amarillo que está ahí, y él me respondió que lo estaba leyendo con mucho interés y me envió otro en retorno. Mantuvimos contacto por correo, ya que en ese entonces no existía internet como hoy en día.

Fue una experiencia única, sobre todo con Garagarza, con quien compartí muchas ideas y formas de trabajo. Además, Ortiz-Osés me enseñó cómo se debe trabajar un manuscrito filosófico, lo cual fue de gran ayuda desde el punto de vista metodológico. Yo intento hacer una filosofía constructiva, que también es reconstructiva. Esto requiere una labor metódica en el mejor sentido de la palabra, una estrategia para abordar un texto, una obra, una idea o un concepto.

Dr. Alejandro Arvelo

A propósito de su relación con el filósofo Ortiz-Osés, usted también es conocido por su participación institucional en el país. Por ejemplo, tiene una vida activa en la Academia de Ciencias de la República Dominicana, de la que es miembro desde hace más de una década. Es fundador del grupo “BREAK” y de la Asociación Dominicana de Filósofos, y ha dirigido la Escuela de Filosofía de la UASD, ¿cómo logra armonizar estos dos mundos, el académico y el institucional, considerando que ya nos había dicho que tuvo que elegir entre las artes plásticas y la filosofía?

Dr. Edickson Minaya

Se trata de armonizar. Siempre entendí que el ejercicio filosófico, desde el punto de vista académico, debía estar acompañado de compromisos institucionales e incluso políticos, en cierta medida. Se trata de generar equilibrio entre tus intereses académicos, filosóficos y personales, y lo que puedes desarrollar como miembro de una escuela, una institución o una universidad.

Desde que fui monitor en la UASD, me interesó el desarrollo del departamento y colaboraba con los profesores que estaban detrás de los procesos, especialmente a partir de la influencia de Morla. Me involucré en la vida académica y nunca vi esa participación como algo separado del ejercicio profesional como filósofo o escritor. Siempre lo vi como aspectos complementarios, porque la vida filosófica se desenvuelve, quieras o no, en la academia, especialmente hoy en día, cuando la filosofía se ha profesionalizado al punto de que un filósofo puede ocupar una posición en una universidad, un instituto o en el Estado, dependiendo de las circunstancias.

Creo que el secreto es verlo de una manera complementaria. Lo que no pude hacer en su momento con las artes y la filosofía fue, en parte, por falta de madurez y experiencia. Luego lo entendí. Tal vez, si me hubiera dedicado a las artes, habría sido igualmente exitoso. Pero todavía hay tiempo, claro. De hecho, sigo haciendo mis cosas en el arte porque es una atracción que nunca se olvida.

Dr. Alejandro Arvelo

Claro, claro. ¿Y en qué medida sus conocimientos artísticos y ese sentido de la armonía han influido en su forma de abordar sus obras filosóficas, que tienen una construcción bastante geométrica?

Dr. Edickson Minaya

Desde el primero, hasta el último de mis textos, son muy sistemáticos. Creo que la clave está, primero, en tener unas ideas claras en ciertos temas o problemas filosóficos. Lo otro es la sistematización de la lectura, que es muy importante para mí. Si no quieres quedarte en el comentario al margen, debes encarar problemas filosóficos de interés.

Para mí, la ontología es la disciplina esencial, aunque eso no significa que no pueda reflexionar sobre otros temas, como la ética o la estética. La estética, por citar una cuestión, es algo que pienso abordar en el futuro, aunque no de forma inmediata.

Siempre me ha llamado la atención la ontología como disciplina filosófica, y el tema del sentido. Como mencioné fuera de cámara, pertenezco a la tradición conocida como filosofía del sentido y trabajo en tradiciones específicas.

Dr. Alejandro Arvelo

Usted también es reconocido, profesor, como una de las apuestas más avanzadas en términos de hermenéutica y fenomenología en el país.

Dr. Edickson Minaya

Bueno, yo no me atrevo a decir eso, porque siempre hay desconocidos que pueden sorprender. Pero eso lo decidirá la posteridad. Lo que sí puedo afirmar es que mis intereses normalmente han estado enfocados en la hermenéutica. Mi primer contacto con ella fue en 1996. Iba mucho a la biblioteca del Bonó, que solía poner en exhibición los libros de las asignaturas que se enseñaban. Un día, revisando los estantes, encontré un libro que me llamó la atención: “Hombre, mundo y lenguaje”, de Andrés Ortiz-Osés. Al revisarlo, me di cuenta de que esa forma de pensamiento me fascinaba, y empecé a leerlo.

En ese mismo lugar, encontré “Verdad y método”, de Gadamer, y comencé a adentrarme más en la hermenéutica. Pero, lo que más me llamó la atención fue la obra de arte como modelo de interpretación. No sólo se trataba de traducir, sino de entender la obra de arte como un modelo de interpretación del mundo. Esto me despertó una rara curiosidad, y así comencé a profundizar en la bibliografía, en los autores y en las tradiciones más relevantes de esta disciplina.

En paralelo, leía “Ser y tiempo”, y me dirigía al existencialismo, especialmente desde la perspectiva heideggeriana. También, me topé con Nietzsche, lo que me sumergió en un dilema filosófico. Me enamoré arduamente de las obras de Nietzsche, que estuvo en boga en los años 90. En ese momento, Nietzsche se había vuelto tan popular, casi clausurando el siglo XX. Su pensamiento resurgió gracias a pensadores que lo trabajaban, y eso me llevó a descubrir otras corrientes filosóficas.

Así fui revisando autores que trabajaban en la misma línea, como Gianni Vattimo, cuyo libro “El fin de la modernidad” fue inquietante para mí. Luego vino el debate sobre la posmodernidad, que, aunque ya era viejo, reapareció con fuerza en los años 90, mayormente en el ámbito hispanoamericano. Ahí comencé a involucrarme más y a desarrollar mi pensamiento, resolviendo dudas y reformulando preguntas. Algunas cosas las fui dejando de lado o las asimilé desde otros ángulos.

Dr. Alejandro Arvelo

A propósito de libros, lecturas y bibliotecas, pensando en el público que seguirá esta entrevista, ¿qué significa para usted leer filosofía, profesor Minaya?

Dr. Edickson Minaya

Quizás la respuesta sea un cliché, lo que básicamente se escucha, pero leer en filosofía es pensar. Es intentar responder a la pregunta: ¿qué significa pensar? Desde mi punto de vista, pensar las cosas implica una dimensión descriptiva, por un lado, desde la fenomenología, pero también un intento de comprender aspectos trascendentales que la filosofía puede aportar. Leer filosofía significa analizar la experiencia, describirla, entender su proceso de construcción de sentido.

Además, leer en filosofía es explorar tradiciones, propuestas, visiones del mundo y argumentos que pueden ayudar a conjugar las propias ideas de uno. Leer filosofía obedece a una búsqueda constante del concepto. El concepto juega un papel primordial en filosofía. Yo sigo esa tradición, porque el análisis de los conceptos es básico para este servidor. Como dice Deleuze, la filosofía es una disciplina de creación de conceptos, y esa es la misión de la filosofía: crear nuevos conceptos.

Dr. Alejandro Arvelo

¿De manera que el discurso, el pensamiento y la lectura en usted son prácticamente lo mismo?

Dr. Edickson Minaya

Sí, yo lo veo así. El texto y la experiencia están muy vinculados. Ahora estoy trabajando en el tema de la fenomenología hermenéutica, que es una manera de hacer fenomenología. Algunos dicen que la hermenéutica es una forma de hacer fenomenología. Para mí, el texto, con su análisis, las trayectorias de la tradición, la construcción y la definición de los conceptos, todo esto es fundamental. La etimología, por ejemplo, juega un rol determinante; es un recurso literario de primer orden para el análisis de los conceptos.

Igualmente, el análisis de la experiencia humana y del discurso están íntimamente ligados. No puede haber experiencia sin discurso. Por eso me interesa esa conjugación. La verdad es que no sé cómo lo hago, es simplemente práctico y entiendo de esa manera. Una vez, un filósofo colombiano me preguntó: «¿cómo es que lo haces? ¿Cómo puedes conjugar esas ideas?» Y le respondí que no lo sé. Tal vez otros lo ven con mayor claridad, pero para mí es algo natural. Hago lo que entiendo que hacen todos los filósofos y los profesores, no creo que sea nada distinto.

Dr. Alejandro Arvelo

Tal vez si le hacemos la misma pregunta, pero de una manera más sencilla, nos pueda ayudar a entender. ¿Cómo surgió su obra “Filosofía y sentido”? ¿Qué fue primero, el esquema, el pensamiento o la escritura?

Dr. Edickson Minaya

Caray, esa obra fue motivada por la lectura de “La República”, de Platón, específicamente del libro II. Ese libro fue determinante. En él, Sócrates y Adimanto están conversando, y Platón presenta unos esquemas ontológicos que me ayudaron a organizar mi pensamiento. Cuando terminé la carrera y había presentado mi tesis, comencé a releer “La República”, en especial el texto II. Había leído otras ediciones, pero conseguí una de Alianza Editorial que me pareció excelente.

En el II, Sócrates menciona que a los niños se les debe enseñar con fábulas, y que, después, se les enseñará filosofía. Están discutiendo cómo deberían ser esas fábulas, y Adimanto le pregunta a Sócrates: «¿Qué responderíamos si alguien viniera ahora mismo y nos preguntara cómo deben ser esas fábulas, esos poemas y esos mitos?». Sócrates le responde: «No somos poetas, ni tú ni yo, sino constructores de una ciudad, y a los constructores de una ciudad solo les está dado conocer el sentido general por el cual esa ciudad se conduce».

Ese pasaje me impactó profundamente. Me dije: «¡Guau, esta es la definición de la filosofía!». Cuando hablamos de filosofía política, a veces nos piden propuestas concretas de constituciones, pero nuestra tarea es pensar en los principios generales que deben guiar una ciudad, no necesariamente proponer detalles jurídicos. Siempre pienso en Sócrates en ese pasaje. Creo que Platón comprendía la filosofía como el límite y la apertura del discurso: la filosofía establece límites al poder y al accionar humano, pero, al mismo tiempo, crea nuevas entradas. Esa fue la idea central que desarrollé en “Filosofía y sentido”.

Dr. Alejandro Arvelo

¿Y esa idea de la filosofía como límite y apertura la ha mantenido a lo largo de su carrera?

Dr. Edickson Minaya

Sí, la he mantenido. Después, al releer a otros filósofos, como Eugenio Trías, descubrí que iban en una línea parecida. Eso también me ayudó a complejizar en estos términos. La lectura de Platón, en particular su alegoría de la caverna, fue bien especial para mis procesos de entendimiento. Sostengo que no hemos salido de la caverna de Platón, y que su alegoría es un esquema ontológico que trasciende, aplicable a cualquier aspecto de la existencia humana. Pienso que Platón va más allá de una simple visión de la verdad; su obra describe la trayectoria de la existencia humana y la construcción del sentido.

A través de esa lectura, el tema de la ontología se me hizo mucho más claro. Platón utiliza esquemas para hacer comprensibles los problemas filosóficos, lo que luego se conocería como el esquematismo. “Filosofía y sentido” agotó su primera edición y luego tuve la oportunidad de ampliarlo, agregando nuevos elementos. La última edición es la de 2004, con una portada negra y marrón, que tiene el prólogo de Carlos Rojas Osorio.

Dr. Alejandro Arvelo

¿Cómo fue la colaboración con Carlos Rojas Osorio para el prólogo?

Dr. Edickson Minaya

Interesante. Lo conocí en la Feria del Libro, si no me equivoco, por Basilio Belliard. Me lo presentó, y cuando le dije quién era, me respondió: «¡Ah, sí, tú eres Minaya! Leí uno de tus libros: “Filosofía y sentido”, y me pareció bellísimo. Me pidió mi correo y me dijo que escribiría algo sobre la obra. Después, cuando estaba trabajando en la nueva edición, pensé en él para hacer el prólogo, y lo hizo de manera excelente.

Amplié y modifiqué varias cosas; y esa es básicamente la historia de esa pequeña creación. Primero, entre simbolismo e implicación surge la relación de cómo nacieron estos ensayos para una hermenéutica relacionalista. Este fue publicado en España, mientras que ya de manera completa “Simbolismo e Implicación” salió a la luz en Colombia. El tema del texto es un asunto que estoy desarrollando y, con más tiempo, sistematizaré: entender el ser como relación. La filosofía contemporánea ha superado el esquema entitativo de la metafísica de la sustancia. El concepto de esencia se entiende de manera diferente a partir de Husserl, cuando hablamos de la fenomenología como una ciencia de la esencia, según él. Actualmente, no decimos ciencia en el sentido tradicional, pero a partir de ahí, la ontología ha tomado una nueva dirección, influenciada por pensadores como Nietzsche y Heidegger. Me he dado cuenta de que la búsqueda de la ontología ahora no se trata de sujeto y objeto, ese viejo esquema metafísico. Se está aperturando a lo que podría llamarse una tercera vía, un punto de inflexión en el pensamiento que rompe con esa tradición. El foco ya no está en la sustancia ni en la idea clásica de sujeto, sino en una red de relaciones.

No es algo que provenga de mí, sino que la tradición misma ha señalado esto. He ido reconstruyendo esta idea, que también se encuentra en filósofos como Romano Guardini, cuya obra “El contraste” presenta precisamente la noción de contraste en el campo de la ontología. Lo asemejo a los colores: lo cuadrado no tiene una sustancia en sí mismo, sino que está en relación con lo redondo y lo triangular. Reconocemos lo redondo porque existe lo cuadrado y lo triangular; es una relación. Aunque esto pueda parecer simplón, me sorprendió que otro filósofo pensara lo mismo, como José Ferrater Mora con su integracionismo. Ferrater Mora habla de integración y de que lo que tenemos son términos límite, disposiciones ontológicas. Veamos, no existe una distinción tajante entre sujeto y objeto; en cambio, hay correlaciones, conceptos límite que nos permiten hablar de las realidades.

Así se fue configurando este pensamiento. Autores como Amor Ruibal, Eugenio Trías y Carlos B. González Maurício han avanzado en estas teorías, cada uno en su propia dirección, basándose en Nietzsche y Heidegger. Me llamó la atención y pensé adentrarme en este campo, por lo que reuní una serie de ensayos, les di un sentido general y estructuré el tema de la hermenéutica relacional, que se fija únicamente en las relaciones. Es decir, concebir la realidad como un sistema de relaciones.

Desde ahí, propuse la publicación del trabajo a Román García, un amigo nuestro. Lo revisaron y fue aceptado. Lo que traté de hacer fue conjugar y reconstruir una tradición que ha ganado terreno en el pensamiento contemporáneo, sobre todo, en el ámbito de la ontología, y darle unidad a ese discurso a partir del concepto de relación. Otro concepto clave es la noción de urdimbre: el lenguaje, la afectividad, las cosas y la naturaleza no están solas, sino que hay una interconexión que se presenta a modo de urdimbre, un tejido o trama que permite formar unidades de sentido. En este proceso, el lenguaje juega un papel crucial en la concepción de lo humano.

Es importante destacar que el libro fue publicado por la editorial E-Cía, que pertenece a la Escuela de Oviedo, y aunque no es una orientación típica de esta escuela, que es muy materialista y centrada en asuntos sociales, se abrió este espacio para estas ideas.

Dr. Alejandro Arvelo

Aprovecho esta oportunidad para hacerle una pregunta, dado su enfoque hermenéutico y fenomenológico: ¿cómo ve la noción de «pensamiento como urdimbre»? Usted sabe que el profesor Silverio ha propuesto al Consejo de la Escuela de Filosofía tomar como tema del Sexto Congreso Dominicano de Filosofía, Santo Domingo 2025: “Pensar en español”. ¿Cree que existe una especificidad del pensamiento en español?

Dr. Edickson Minaya

Claro, la lengua juega un papel principalísimo en la construcción del pensamiento. Continuamente discutíamos esto con los compañeros en Salamanca y un asunto importante es que en español tenemos los verbos «ser» y «estar». Desde el punto de vista ontológico, esto llamó la atención de la escuela alemana, y Heidegger, por ejemplo, se interesó mucho en el pensamiento español por esa razón. Nos da una ventaja ontológica que en otras lenguas no existe. Heidegger y otros pensadores buscaron una forma de representar el «estar», lo que ellos intentaban captar con términos como «Dasein» (ser-ahí), pero nosotros lo tenemos en nuestra lengua.

Esto abre una posibilidad ontológica bastante exquisita que merece ser explorada, y me parece indispensable en el concepto de relación. El verbo «estar» en nuestra lengua permite capturar aspectos ontológicos que en otras lenguas es más difícil de expresar.

Dr. Alejandro Arvelo

Para terminar, quisiera preguntarle: ¿cómo surgió el grupo “Break” y la revista “Paradigmas”? ¿Cuáles eran las estrategias filosóficas que presidían este proyecto?

Dr. Edickson Minaya

La idea de “Break” y “Paradigmas” fue conjunta entre Leonardo y yo. En ese momento, queríamos aportar algo a la cultura filosófica dominicana mediante una revista. Era una locura hacerlo con nuestros propios recursos, pero lo intentamos. Si se fija en el símbolo, verá que se forma una «B» de “Break”, que simboliza ruptura. Queríamos abrir diálogos, incluir lo que se estaba haciendo aquí y tener una visión internacionalista. Esa era la idea: contribuir a la cultura filosófica de nuestro país.

Por supuesto, mi posición es que se está produciendo más filosofía. Hay un grupo cada vez más interesado y comprometido que se está dedicando seriamente a ello. Tenemos doctorados, que antes era impensable. ¡Oye, pero de verdad, era impensable! Contamos con doctorados en filosofía y propuestas de tesis que han sido sumamente interesantes y de gran calidad. Además, se han otorgado varios premios en la escuela, lo cual es una ganancia para la cultura filosófica dominicana. También, hemos disfrutado de buenas bibliotecas abiertas al público, y esperemos que nunca perdamos esa parte.

Sin embargo, aún quedan cosas por hacer. Las cosas no se logran de la noche a la mañana. El debate filosófico se enriquece a través de publicaciones y otras iniciativas, pero considero que la filosofía en nuestro país goza de buena salud. Ha entrado con fuerza en los congresos que se han venido celebrando, y las actividades que realizan ustedes mantienen un movimiento importante. Sin todo esto, no podríamos estar hablando de filosofía hoy en día. Porque, ¿qué es la filosofía? Son todas estas acciones que llevamos a cabo: las actividades, las publicaciones, el interés de las personas. Hemos logrado publicaciones en periódicos, medios formales y revistas internacionales. De hecho, varios profesores han publicado en revistas indexadas a nivel internacional.

Creo que la filosofía dominicana está en buen estado. No obstante, aún tenemos la limitante de la inserción internacional, esto no es exclusivo de nosotros; ocurre en todas partes del mundo. Estados Unidos y el centro de Europa siempre intentan ocupar el espacio central. Pero, al margen de eso, la filosofía dominicana sigue en buena forma. Hay más personas involucradas, más personas dedicadas. Los trabajos que se han venido realizando en la UASD en los últimos años y esta gestión que los continúa son maravillosos. Me imagino que en el futuro seguiremos produciendo y tejiendo cada vez más discursos filosóficos.

Dr. Alejandro Arvelo

Profesor, el señor director está con nosotros. A la vista de lo expuesto, podríamos continuar hablando de filosofía eternamente. Habitualmente, estos encuentros los concluye el maestro Silverio, siguiendo el formato que él ha querido dar a este programa. Personalmente, apreciado Minaya, le agradezco su tiempo y esta oportunidad que nos ha brindado para acercarnos a su pensamiento, su estilo de trabajo y, sobre todo, por comunicarnos esa vitalidad que usted posee como académico y productor de ideas filosóficas. Profesor Silverio…

Prof. Eulogio Silverio 

Muy bien, en nombre de la Escuela de Filosofía, agradecer al maestro Minaya.

Debo decir que lo conocimos, Dustin y yo, en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Veíamos a este muchacho cuando bajábamos al sótano, donde Doña Elena vendía  refrescos, lo encontrábamos teorizando, hablando de historia del arte y otros temas. Nosotros estábamos un par de años más avanzados.

Dr. Edickson Minaya

Creo que sí. Yo tenía como 15 años en ese momento.

Prof. Eulogio Silverio 

Pero la gran sorpresa fue cuando decidimos estudiar filosofía. Precisamente, por la preocupación de tener algo que expresar en la obra pictórica.

En nuestro caso, queríamos tener una base sólida para hacer una obra en las artes de calidad conceptual. La idea era que, para producir algo en arte, debíamos tener un pensamiento fundamentado, porque la Escuela de Bellas Artes prepara sobre la técnica del oficio, no así sobre qué hacer. Esa fue la razón que nos trajo a Dustin y a mí a estudiar filosofía.

La buena sorpresa fue encontrar a Minaya en el aula.

Dr. Edickson Minaya 

Desde entonces, se estrecharon los lazos. Recuerdo que fue en el Colegio Universitario, en el edificio del Colegio, donde nos reencontramos.

Prof. Eulogio Silverio 

 

Ahí estaba este muchacho, que ya habíamos visto teorizando en Bellas Artes, cursando filosofía. Nos sentimos complacidos y, con esta anécdota, se cumple, en parte, el propósito de “El Archivo de la Voz”.

He admirado a Minaya desde que éramos estudiantes, porque es una de las personas más disciplinadas que he tratado. Compararte con Dustin, en cuanto a disciplina, aunque no debería decir esto, porque conozco más a Dustin que a ti, pero por los resultados veo que es lo mismo.

Dustin es incansable, y veo que tú también. Cada vez que te visitaba en tu casa, había una mesa llena de libros y un tarro de café. Rayando todos los libros. De hecho, me quedé con un libro tuyo, «El existencialismo es un humanismo». Está todo rayado con tus letras, porque trabajas así. Hay libros que uno se enamora de ellos.

Ahora bien, retomando lo institucional, somos una escuela numéricamente pequeña, por eso entiendo que debemos promover lo que hacemos. Mostrar los logros de nuestros profesores. En tu caso, y sin ofender a otros, no eres solo un profesor de filosofía, eres un filósofo. Es importante hacer esa distinción. Hay quienes son buenos profesores de filosofía, pero no alcanzan el nivel de filósofos. En cambio, tú eres ambas cosas: un excelente profesor de filosofía y un filósofo, una persona que piensa de manera original, además de conocer la tradición.

Eso es lo que debe llevarse al aula. Tienes tu obra, tu pensamiento; y agradecemos que seas parte de esta entidad.

También, valoramos la gestión que realizaste, una gestión equilibrada. A veces, bromeábamos con eso de que eras estrictamente institucional. Yo te decía que llamaras a los profesores y tú respondías: «No, no, yo soy institucional», y los mandaba a llamar a través de los mecanismos de la institución.

Gracias por todo lo que has hecho.

Dr. Edickson Minaya

Gracias a ustedes

Prof. Eulogio Silverio 

Esperamos contar contigo para el VI Congreso Dominicano de Filosofía 2025. Que tiene como tema, “Pensar en español: apuesta por la identidad dominicana”. Tú debes ser una pieza vital, como lo fuiste en el Primer Congreso Dominicano de Filosofía: Balance y Utopía. Algo que las nuevas generaciones de estudiantes de filosofía no han comprendido, es que nosotros nos integramos plenamente a las labores. Recuerdo que tú estabas al frente y yo en la parte de atrás, trabajando con los medios de impresión y edición de todo aquello. Fue una tarea titánica, pero estuvimos en esa comisión, haciendo lo que había que hacer.

Quizás no lo recuerdes, pero hubo un momento en que nos faltaba poco para graduarnos, y había un concurso para ayudantes y ese concurso tuvo que detenerse hasta que termináramos la carrera, pues por el trabajo que habíamos hecho ya nos habíamos ganado la autoridad de pedir el  aplazamiento del concurso.

Hoy, hay jóvenes que no quieren integrarse a los trabajos de la universidad y creen merecerlo todo. La filosofía necesita personas que la amen, la defiendan y la promuevan.

Finalmente, la última petición es que colabores con la revista «La Barca de Teseo», con artículos permanentes. Uno de los problemas de los medios nuestros es el asunto económico, pero también está el de la producción.

Muchas gracias.