Entrevista al profesor Leonardo Díaz

Doctor Alejandro Arvelo

Hoy, por invitación del director de la Escuela de Filosofía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), profesor Eulogio Silverio, nos reunimos en su despacho para recibir al doctor Leonardo Díaz, quien es una de las figuras señeras de la filosofía dominicana en los últimos 20 o 25 años. Tiene varias publicaciones, entre las que sobresalen dos obras premiadas: “Las tensiones de Thomas Kuhn: Una perspectiva crítica para los estudios sociales y culturales de la ciencia”; y su extenso ensayo “La filosofía y los espacios”. Estos textos han sido galardonados tanto a nivel estatal como por la Fundación Global Democracia y Desarrollo.

Díaz ha desempeñado funciones importantes, como director de la Escuela de Filosofía y de la Comisión de Filosofía y Epistemología de la Academia de Ciencias de la República Dominicana, donde ha impulsado intensamente el quehacer filosófico. Actualmente, es el presidente de la Asociación Dominicana de Filósofos. ¡Bienvenido, profesor!

Gracias, doctor Díaz, por aceptar nuestra invitación a este nuevo «El Archivo de la Voz». En este espacio, creado por la gestión del profesor Silverio, buscamos dejar un legado a la posteridad, una memoria viva de las grandes personalidades de la filosofía, especialmente de aquellos que han trabajado en la Escuela de Filosofía de la UASD. Desde estos encuentros, nos interesa conocer todos los aspectos que lo definen: ¿quién es, de dónde viene, ¿quiénes son sus padres y cuáles han sido los profesores o pensadores que más lo han influido? Sabemos, por ejemplo, que fue una pieza de primer orden en la fundación del grupo Break, responsable de la revista Paradigma, que representó un hito en su momento por ser una publicación indexada que se mantuvo activa durante mucho tiempo. Háblenos un poco de usted, de cómo llegó a interesarse por la filosofía y qué pensadores marcaron su trayectoria desde el preuniversitario, pasando por sus estudios de grado, hasta sus alcances doctorales.

Doctor Leonardo Díaz 

Bueno, para comenzar con el origen de mis intereses, puedo decir que, desde muy joven, estuve interesado en los temas literarios. Soy hijo de Ramón Humberto Díaz, comerciante; y Francisca Antonia Díaz, ambos de Gurabo, Santiago. Aunque toda mi familia es de Gurabo, yo nací aquí en Santo Domingo, en Ciudad Nueva. Desde temprana edad, fui expuesto a las letras. Estudié en un colegio parroquial católico dirigido por españoles, quienes me incentivaron a leer y escribir.

De ese colegio aprendí dos grandes lecciones: una positiva y una negativa. La positiva fue el amor por la lectura y la escritura; aprendí a escribir y a disfrutar el proceso. La negativa es que el colegio tenía un enfoque autoritario, incluso con tintes franquistas, lo que me hizo valorar profundamente la libertad.

Mi formación inicial fue en un entorno literario, pero con el tiempo descubrí que lo que realmente me apasionaba de las grandes novelas y clásicos eran las ideas filosóficas que subyacían en ellos. Fue esa atracción por las concepciones filosóficas lo que me llevó a la filosofía. Ya en el bachillerato, había leído textos que presentaban la filosofía como una concepción totalizadora del mundo, y esa idea me fascinó mucho más que el enfoque especializado de las ciencias.

Doctor Alejandro Arvelo

En cambio, en sus investigaciones y publicaciones, que incluyen alrededor de cinco libros y numerosos artículos en revistas especializadas, como Paradigma, es notable la presencia de la ciencia como un tema central. ¿Cómo se explica esa inclinación hacia la ciencia?

Doctor Leonardo Díaz 

Sí, aunque mi primer acercamiento fue hacia una filosofía más general, una vez dentro de este campo, lo que más me atrajo fue la teoría del conocimiento, lo que me llevó directamente a la epistemología.

Aquí, la persona más influyente en mi formación ha sido el doctor Enerio Rodríguez Arias, mi mentor y, de alguna manera, un segundo padre, quien además es padrino de mi hijo mayor. Él me introdujo en los estudios de filosofía de la ciencia en la academia dominicana y guió mis pasos hacia esta área. Su soporte ha sido indescriptible en la dirección de mi camino hacia la filosofía de la ciencia.

Aunque mi maestro tenía una fuerte vocación hacia la filosofía continental, sus enseñanzas también me llevaron a interesarme por la filosofía anglosajona, en particular por la forma en que estos filósofos escriben y abordan los problemas filosóficos. Esta combinación me ayudó a profundizar en el pensamiento de Thomas Kuhn, cuyo trabajo ocupa un lugar central en mi investigación.

Mi motivación por Kuhn surgió precisamente durante una de sus clases, donde nos mostró el pensamiento epistemológico del siglo XX. A partir de entonces, comencé a estudiar estos tópicos, inicialmente en mis estudios de maestría; y luego lo seguí desarrollando durante mi tesis doctoral. Este trabajo culminó en la publicación de mi libro sobre Kuhn, que fue galardonado con el Premio Nacional de Ensayo.

Normalmente, en nuestros días, la teoría del conocimiento y la epistemología suelen ser vistas como disciplinas distintas. Cuando me refería a la teoría del conocimiento, hablaba de esa rama de la filosofía que se ocupa del problema clásico de los orígenes del conocimiento, es decir, la relación entre el sujeto y el objeto en términos tradicionales. Posteriormente, mi observación se dirigió hacia la epistemología, más detalladamente al planteamiento sobre el conocimiento científico: su estructura, límites y procedimientos.

Con el tiempo, me distancié un poco del canon clásico de mi maestro, quien se concentraba en la filosofía de la ciencia tradicional. Mi atención se desplazó hacia la epistemología social. En los últimos años, he trabajado en este campo, que se aleja de la preocupación lógica por el conocimiento y se ocupa más de los condicionantes sociales que lo afectan. Cuestiones como el papel de los prejuicios en los testimonios y los factores sociales que intervienen en el conocimiento han pasado a ser centrales en mi investigación.

Un tema que he explorado en profundidad es el de la injusticia epistémica, un concepto determinante dentro de la epistemología social. Este problema se refiere a la degradación que sufre una persona como sujeto de conocimiento debido a los prejuicios asociados con su pertenencia a un grupo social específico. La injusticia epistémica se manifiesta cuando los testimonios de ciertos individuos o grupos son subvalorados o ignorados a causa de esos prejuicios.

Otro ámbito en el que he estado inmerso últimamente es el de la posverdad, un asunto que también se inscribe en la epistemología social y se conecta con la filosofía política. En esta misma línea, he estudiado el pensamiento de Hannah Arendt, especialmente su análisis sobre la «banalidad del mal», lo que me ha obligado a detenerme en la relación entre epistemología y política.

Esto refleja un punto esencial de la epistemología social: la falta de demarcaciones estrictas entre epistemología y ética. En realidad, existen conexiones entre ambas. Algunos problemas son de naturaleza epistemológica, pero también tienen tentáculos sociales, éticas y políticas. Es ahí donde convergen.

A menudo, a los filósofos se les acusa de vivir en una «burbuja», como sugiere la célebre anécdota de Tales y la muchacha tracia, pero no es mi caso. Soy socialmente activo y colaboro con diversas instituciones, como la Comisión Nacional de Ética, la Asociación Dominicana de Filósofos (ADOFIL) y la Academia de Ciencias de la República Dominicana.

Doctor Alejandro Arvelo

¿Cree usted que la filosofía tiene un espacio en la sociedad o es un campo estrictamente académico, como muchos piensan?

Doctor Leonardo Díaz 

Creo firmemente que la filosofía debe desempeñar un papel en el espacio público. Por eso, defiendo el rol del filósofo como divulgador y generador de opinión. Desde hace 11 años, tengo una columna en Acento, donde escribo sobre situaciones sociales desde una narrativa filosófica. Además, participo en programas de divulgación. Todo esto orientado a la idea de que la filosofía debe estar presente en el espacio público, más allá de lo académico.

Entiendo que la filosofía se ha profesionalizado y que el filósofo ahora se ve compelido a cumplir con criterios específicos, como publicar en revistas especializadas y escribir textos técnicos. Pero, no debemos abandonar el espacio público, sobre todo, en esta época en la que enfrentamos a los «sofistas modernos». Los filósofos también debemos desempeñar ese rol de conciencia pública, una voz que llame la atención sobre los temas importantes de la sociedad.

Doctor Alejandro Arvelo

¿No cree usted que esto puede ser peligroso tanto para el filósofo como para el sistema, si pensamos en los casos de Sócrates, los enciclopedistas o Marx, que intentaron llevar la filosofía a la ciudad y enfrentaron grandes riesgos?

Doctor Leonardo Díaz 

Podríamos decir que en algunas sociedades, criticar al sistema sí puede ser riesgoso para la vida del filósofo. Empero, acá el peligro no es la persecución, sino la indiferencia. Vivimos en un «bosque de voces», donde los influencers, youtubers y otras figuras públicas acaparan la atención, lo que puede hacer que la del filósofo pase desapercibida. Y esto es grave para la democracia, ya que una sociedad que no escucha a quienes promueven el pensamiento crítico puede volverse frágil.

Doctor Alejandro Arvelo

Además de los temas mencionados, ¿en qué otras líneas de investigación trabajan actualmente?

Doctor Leonardo Díaz 

En este momento, mi principal esfuerzo está en la posverdad. Me preocupa cómo la indiferencia hacia los hechos puede convertirse en una amenaza para la sostenibilidad de la democracia a largo plazo. También, me llama poderosamente la atención el rol que juegan las redes sociales en la formación de la opinión pública y cómo, a pesar de tener acceso a más información que nunca, es cada vez más difícil para el ciudadano común tomar decisiones bien informados. Es una de las grandes paradojas de nuestro tiempo.

Doctor Alejandro Arvelo

A propósito de esa paradoja, profesor, pensando en la sociedad occidental, ¿cree que goza de buena salud o es posible imaginar otro mundo en Occidente?

Doctor Leonardo Díaz 

Siempre es posible imaginar proyectos alternativos. Soñar con otro mundo es parte de la condición humana. Pero en cuanto a la salud de las sociedades occidentales, siento que estamos en una época complicada. La polarización, el auge de fundamentalismos religiosos e ideológicos y la crisis de la educación humanística son factores que pueden afectar negativamente el desarrollo de nuestras democracias.

Doctor Alejandro Arvelo

¿Cómo describiría usted esta crisis?

Doctor Leonardo Díaz 

Ha surgido un paradigma educativo basado en el desarrollo científico y tecnológico, que valora únicamente los saberes técnicos, relegando las humanidades por considerarlas inútiles o improductivas. Esto interviene en las políticas públicas y en el diseño de programas educativos, donde se invierte mayormente en áreas vinculadas al mercado. Aunque es cierto que necesitamos centrarnos en el conocimiento científico y tecnológico, no podemos reducir toda la educación a ello. Además, las implicaciones éticas de estos saberes, como las que surgen con la inteligencia artificial, son realidades que debemos plantearnos, pero que muchas veces se marginan en favor de una visión tecnocrática.

Doctor Alejandro Arvelo

Se dice que el filósofo es un «especialista en universales», lo cual suena paradójico. Pero quisiera preguntarle, profesor, ¿cómo ve usted lo «dominicano» en el contexto filosófico? ¿Es posible hacer una reflexión filosófica sobre la identidad dominicana, o es un escenario vedado para los filósofos?

Doctor Leonardo Díaz 

No sólo es posible, sino que es nuestra responsabilidad ética hacerlo. Uno de los sesgos históricos de este país es la creencia de que estudiar filosofía implica únicamente sumergirse en pensadores como Nietzsche o Hegel, y que discutir temas locales es hacer una «filosofía menor». Pero no debemos olvidar que toda filosofía responde a su tiempo y lugar. Pensar sobre lo dominicano es crucial para comprender quiénes somos y cómo nos insertamos en el mundo.

La filosofía, aunque aspira a la universalidad, debe tratar los problemas de su época y contexto. Desde nuestro entorno cultural y geográfico, tenemos la obligación de enfrentar los desafíos que nos afectan como dominicanos y como parte de la comunidad latinoamericana. Nuestros retos no son los mismos con que tienen que lidiar los europeos o los norteamericanos, y es vital reconocer esa diferencia.

Doctor Alejandro Arvelo

Mirando hacia atrás, ¿existe un referente filosófico en la República Dominicana actual, o es la filosofía dominicana algo más reciente, posterior a la generación del 65 en la literatura?

Doctor Leonardo Díaz 

Tenemos referentes filosóficos en diferentes épocas. No obstante, una de las limitaciones ha sido acercarnos a ellos utilizando categorías y marcos conceptuales europeos, sin valorar nuestras especificidades culturales. Esto se relaciona con el famoso debate sobre si existe un «pensamiento latinoamericano» o un «pensamiento americano». La misma pregunta ya conlleva un prejuicio, pues se formula desde una óptica europea, sugiriendo que lo que hacemos no es filosofía porque no encaja en los patrones clásicos de la filosofía europea. Una tarea filosófica pendiente es cuestionar esa misma pregunta, reflexionar sobre nuestras problemáticas y nuestras particularidades.

Doctor Alejandro Arvelo

Usted ha mencionado la filosofía continental y la filosofía anglosajona y me pregunto: ¿es lo mismo filosofar en francés que hacerlo en alemán, italiano o español? ¿O el idioma influye en el pensamiento filosófico?

Doctor Leonardo Díaz 

La lengua tiene un rol protagónico en el pensamiento filosófico, porque no es sólo un sistema de comunicación, sino una forma de pensar, un estilo de ver el mundo. Por tanto, es absurdo inquirir si se piensa o no en América Latina, donde hay una lengua, hay una forma de pensar. No se puede esperar que los dominicanos piensen igual que los alemanes. A menudo, se critica que no hemos construido grandes sistemas filosóficos como los europeos del siglo XIX, pero esos sistemas fueron productos de su tiempo y cultura. Hoy en día, ya no se construyen sistemas filosóficos de ese tipo.

Cada lengua está profundamente enraizada en una cultura y una forma de vida y de ahí surgen estilos de pensamientos, categorías y particularidades. Sí existe una forma de pensar en español, en francés o en alemán. En filosofía, estamos llamados a resistir la tendencia, cada vez más común en las ciencias, de tomar el inglés como lengua modelo. Aunque en el plano científico y tecnológico es comprensible usarlo por razones operativas, en filosofía esto puede ser peligroso.

Cada lengua contextualiza el mundo de manera distinta y cuando nos enfocamos  en un idioma, podemos marginar otras formas de filosofar. Esto no significa que no podamos usar una lengua común, como el inglés en los congresos, para facilitar la comunicación. Sin embargo, es nuestra responsabilidad como filósofos fomentar el pensamiento en español. Cada vez que lo hacemos, estamos enriqueciendo nuestras categorías culturales, nuestros problemas y, en última instancia, nuestra identidad filosófica.

Doctor Alejandro Arvelo

Es interesante destacar que el profesor Silverio ha escogido como lema para el VI Congreso Dominicano de Filosofía, Santo Domingo 2025, «Pensar en español: Apuesta por la identidad». ¿Cómo ve usted, profesor Díaz, la relación o la tensión entre el idioma y la identidad?

Doctor Leonardo Díaz 

Es una tensión dinámica y en constante evolución. Me alejo de las posturas estáticas o metafísicas que tratan la lengua o la identidad como si fueran sustancias inmutables. La identidad se nutre de la lengua, pero también de otros factores y siempre dentro de un proceso cambiante. Uno de los problemas que hemos acarreado históricamente en el pensamiento dominicano es que a menudo se encara el tema de la identidad desde una trinchera excesivamente metafísica. Abogo por un enfoque más hermenéutico, histórico y contextual, que haga justicia a la complejidad de esta cuestión.

Doctor Alejandro Arvelo

A propósito de este argumento, que debe partir de una base de verdades comunes propias de nuestro modo de hacer filosofía, ¿cree usted que podrían existir fuentes alternativas para desarrollar un quehacer filosófico específicamente latinoamericano o dominicano? Se lo pregunto porque, además de ser filósofo, usted sigue vinculado a la literatura, la ama y produce libros. Esto me hace recordar aquellos trabajos que escribió sobre la relación entre el mito y el logos hace casi 30 años.

Doctor Leonardo Díaz 

Sí, claro. Para mí, siempre ha habido un vínculo evidente entre la escritura literaria y la filosofía, entre el relato simbólico y el relato filosófico. Pero, también, entiendo que hay una diferencia abismal entre ambos. Un ángulo que me gustaría retomar en el futuro es el formato del diálogo filosófico, al estilo de la tradición clásica. Hace muchos años, Eulogio, Edison y yo publicábamos boletines donde escribíamos diálogos literarios sobre problemas filosóficos. Ese tipo de escritura es algo que quisiera recuperar, compaginándolo con textos más sistemáticos.

Doctor Alejandro Arvelo

A propósito de los géneros que ha cultivado, como el diálogo, el ensayo y el tratado, Popper decía que la filosofía tiene la ventaja de poder usar cualquier método, así como cualquier género, aunque con todas las connotaciones que tiene el concepto de «género» en literatura. ¿Cómo ve usted esta flexibilidad en la filosofía, profesor Díaz? ¿Cree que en América Latina, por ejemplo, algunos problemas filosóficos podrían abordarse mejor desde la sensibilidad literaria que desde el ensayo filosófico clásico?

Doctor Leonardo Díaz 

Sí, estoy de acuerdo. En América Latina, hay una sensibilidad literaria particular que puede ser más adecuada para ciertas situaciones filosóficas que el ensayo clásico. Los problemas latinoamericanos a rato se articulan mejor a través de esa sensibilidad literaria, que busca captar matices y complejidades que el ensayo filosófico a veces deja de lado.

Doctor Alejandro Arvelo

Hablando de métodos, ¿cómo enfrenta usted el problema del método en filosofía? ¿Cómo trabaja el doctor Leonardo Díaz en la creación de un ensayo o un libro?

Doctor Leonardo Díaz 

Lo primero que hago es recopilar la literatura principal sobre lo que voy a tratar. Normalmente, selecciono temas que están dentro de los idiomas que manejo, regularmente en español e inglés. Aunque hace años estudié algo de alemán, ya lo he olvidado en gran parte. Siempre digo a los estudiantes que, si van a analizar algo filosófico cuya literatura base está en una lengua que no dominan, tendrán serias dificultades para entenderlo adecuadamente.

En mi caso, cuando escojo un tema, comienzo a trabajar con la literatura en inglés, que domino bien. Recopilo las principales ideas, las organizo en esquemas y, a partir de ahí, surge un índice preliminar. Ese índice es una guía, pero puede cambiar a medida que avanzo en la investigación. En ocasiones, el contacto con un autor puede transformar completamente tu punto de partida.

Doctor Alejandro Arvelo

Usted es joven, pero por su trayectoria, premios y producción está en posición de ofrecer algunas orientaciones a los futuros filósofos, incluso aquellos que no necesariamente se insertarán en la academia. ¿Qué consejo les daría a los filósofos del mañana?

Doctor Leonardo Díaz 

Hay algo que constantemente me gusta subrayar. En una entrevista reciente, vi que usted le preguntaba a Edison sobre qué significa leer filosóficamente. Es una excelente pregunta; y sostengo que la filosofía es interactuar con la tradición. Existe una creencia superficial que sugiere que podemos tratar temas filosóficos actuales sin interactuar con los grandes referentes de la historia de la filosofía. Pero la filosofía no es como la ciencia. Como decía Kuhn, la educación científica y la humanística son diferentes: en la educación científica, no es necesario leer a los clásicos para ser competente. Un estudiante de biología no tiene que leer a Darwin, ni uno de física a Newton. Pero en filosofía, sí es esencial leer e interactuar con los clásicos.

Doctor Alejandro Arvelo

Sin duda, pero esto no significa que se deba repetir a los clásicos, ¿verdad?

Doctor Leonardo Díaz 

Exactamente. El error está en pensar que estudiar a los clásicos es simplemente repetir lo que dijeron. En realidad, nos apoyamos en sus ideas para construir algo nuevo. Asumo firmemente lo que se llama sapientia perennis, no como un conjunto de verdades fijas e inmutables, sino como una experiencia acumulada de la humanidad. No podemos rechazar esa experiencia y pensar que empezamos de cero, ignorando todo lo que se ha hecho en el pasado.

Por ejemplo, si hablamos de política o ética, Aristóteles todavía tiene mucho que decir. Es ilógico descartarlo porque vivió hace 25 siglos, ni pensar que lo más reciente es lo único relevante. Debemos sustentarnos en la sabiduría de los magníficos pensadores, usar lo que nos legaron y luego ver nuestros problemas desde nuestro propio prisma. Esto es algo que siempre insisto a los jóvenes: pensar desde la tradición. La filosofía es un diálogo constante con esa tradición.

No se trata de basar nuestro pensamiento en lo que está de moda, como disfrutar un video en YouTube o leer libros recientes sobre estoicismo. Si quieres hablar de estoicismo,  ve a las fuentes: a los primeros estoicos, y luego estructura tu propio entendimiento. Así es con todos los problemas filosóficos. El diálogo con la tradición es mandatorio.

Lo otro en que insisto es la disposición a escuchar. Los clásicos siempre tienen algo que decirnos si estamos dispuestos a escuchar, y esto nos enriquece al enfrentar los problemas de estos tiempos.

Doctor Alejandro Arvelo

Eso conecta bien con una frase de Italo Calvino, que expresa que un clásico es un libro que nunca deja de decirnos lo que tiene que decirnos. Lo recreo porque en su intervención en El Banquete nos reintrodujo en el Teeteto. En algunos momentos, se presenta una tensión entre Platón y Aristóteles, pero en su caso parece que no los ve como incompatibles. ¿Es así?

Doctor Leonardo Díaz 

Depende del tema. En varios casos, como en la ciencia, sus posturas son claramente opuestas. Pero cuando leemos a los clásicos, no se trata de tomar partido por uno o por otro, sino de entender qué autor puede ayudarnos mejor a esclarecer una idea en un espacio y tiempo específicos. En algún momento, Platón será más útil; en otro, Aristóteles, o incluso Kant. Todo depende de lo planteado como estudio. El problema es lo que define la metodología y la mirada más adecuada.

Doctor Alejandro Arvelo

¿Ese enfoque también se aplica a quienes filosofan en República Dominicana, como usted y el profesor Edison?

Doctor Leonardo Díaz 

Sí, por supuesto. Es perfectamente aplicable a nuestra realidad. No se puede razonar sin referentes. En nuestro país,  esos referentes fueron el grupo Break y la revista Paradigma. Estos proyectos son imprescindibles para comprender el desarrollo del quehacer filosófico contemporáneo en la República Dominicana.

Doctor Alejandro Arvelo

El profesor Silverio ha mencionado el impacto de Paradigma y Break. ¿Cómo surgió este grupo y cómo se desarrolló?

Doctor Leonardo Díaz 

Bueno, ya no existe, pero fue un proyecto importante en su momento, aunque no fue institucional. Estamos hablando de hace unos 30 años, cuando no había mucha infraestructura ni apoyo para iniciativas de este tipo. Nos habíamos adentrado en el mundo académico y editorial gracias a viajes y contactos internacionales; y queríamos crear algo similar en República Dominicana.

Comenzamos escribiendo, utilizando contactos en el extranjero para conseguir artículos o realizar entrevistas. Transcribíamos las entrevistas a mano, sin la tecnología de hoy. La idea era construir un espacio de diálogo crítico, de ahí el nombre Break, que significa ruptura en inglés. Queríamos generar una ruptura con lo que se estaba haciendo en ese entonces, fomentar el debate. Cumplió su propósito, pero sin apoyo institucional y financiero, es difícil mantener algo así a largo plazo.

Doctor Alejandro Arvelo

Está claro que podríamos seguir hablando indefinidamente sobre su trayectoria y contribuciones académicas, pero para no extendernos demasiado, me gustaría cerrar con un pequeño ejercicio dialógico. Antes de dar paso al profesor Silverio, le propondré cinco nombres o términos, y me gustaría que, en unas pocas palabras, nos comparta su impresión sobre cada uno. Comenzamos con Tomás Novas.

Doctor Leonardo Díaz 

Profesor socrático.

Doctor Alejandro Arvelo

Enerio Rodríguez Arias.

Doctor Leonardo Díaz 

Sistematicidad kantiana.

Doctor Alejandro Arvelo

Escuela de Filosofía de la UASD.

Doctor Leonardo Díaz 

Articulación del pensamiento filosófico dominicano.

Doctor Alejandro Arvelo

Facultad de Humanidades.

Doctor Leonardo Díaz 

Espacio de reflexión interdisciplinar.

Doctor Alejandro Arvelo

República Dominicana.

Doctor Leonardo Díaz 

Nuestra tierra, la patria que amo.

Prof. Eulogio Silverio

Muchísimas gracias, profesor. ¿Me toca despedir?

Doctor Leonardo Díaz 

Claro.

Prof. Eulogio Silverio

Bien, Leonardo, en nombre de la Escuela de Filosofía, que es tu casa, como bien sabemos, quiero agradecerte por tu participación hoy. Fuiste director, ayudante de profesor, y ahora profesor titular, un mérito que todavía falta formalizar (hay que hablar con William). Hiciste una excelente gestión que sigue siendo valorada.

Como señalamos en la charla con Edison, nuestra labor ahora es recoger lo bueno que se hizo y continuar con ello, siguiendo la idea de «hacer lo que nunca se ha hecho», pero también de mantener lo que ya se hizo bien y mejorarlo.

Gracias por unirte a esta tercera temporada de El Archivo de la Voz. Con este proyecto, buscamos mostrar lo que la Escuela de Filosofía tiene para ofrecer. Sabemos que, aunque numéricamente es pequeña, la mayoría de nuestros académicos son intelectualmente productivos y activos. No se limitan a repetir la tradición, que es parte primordial de nuestro hacer, sino que por igual contribuyen con sus propias obras, como lo hacen tú, Edison, Dustin, Minaya y muchos otros.

Te comprometo, entonces, a seguir apoyándonos, especialmente con la revista La Barca de Teseo. Te pedimos un artículo para cada número o, al menos, uno al año, lo cual sería genial.

Otro compromiso del que no puedes escapar es el VI Congreso Dominicano de Filosofía. Sabemos de tu inclinación hacia la lengua anglosajona, como nos ha contado el profesor Enerio, quien afirma estar al día en dos lenguas. Tú también lo estás, en español y en inglés.

El lema de este sexto congreso es «Pensar en español: Apuesta por la identidad», que intenta dialogar sobre la identidad dominicana. No lo vemos desde una perspectiva metafísica o estática, sino dialéctica. Venimos de esa escuela dialéctica, materialista, incluso; y hemos evolucionado en nuestra comprensión de estos temas. Es importante reivindicar lo que la lengua española ha aportado y recordemos que hasta se ha dicho que España no tuvo una filosofía propia. Eso es inaceptable, considerando que un imperio que gobernaba 600 millones de hispanohablantes no tenga una filosofía reconocida. Como manifestaste, donde hay una lengua, hay pensamiento, aunque no siempre se reconozca como filosofía bajo los cánones establecidos.

Por eso, pido que te integres a la organización del congreso, aportando tu experiencia para mejorar lo que se hizo bien.

Muchas gracias.