En la cápsula anterior nos referimos a las bases biológicas del comportamiento violento, en esta atenderemos al componente cultural de violencia, con su secuela de dolor y sufrimiento para muchas personas. La cultura, como segunda naturaleza, provee los valores y otros insumos ideológicos con base en los cuales orientamos nuestras acciones, incluyendo la forma de relacionarnos con los demás. Veamos algunos detalles del asunto:
- La violencia se aprende: Dice J.M. Serrat, en “Esos locos bajitos”: “Nos empeñamos en dirigir sus vidas/ Sin saber el oficio y sin vocación/ Les vamos transmitiendo nuestras frustraciones/ Con la leche templada/ Y en cada canción”. Lo mismo acontece con el comportamiento violento, que depende esencialmente del aprendizaje social. Familia y sociedad son escenarios perfectos para interiorizar los valores y pautas conductuales que caracterizan a cada persona.
- La cultura como terreno fértil para la violencia: Sin negar los avances en la promoción de la cultura de paz y la creación de leyes que protegen a los más vulnerables (menores, adultos mayores, personas con discapacidad, etc.) queda mucho por lograr en la creación de ambientes libres de violencia. En particular, representa un gran reto desmontar valores y tradiciones forjados como parte de una masculinidad que asume la violencia como método de control, para hacerse respetar o “disciplinar” a los hijos.
- Una retórica justificadora de los actos violentos: Empezando por los conflictos entre naciones, nos hemos acostumbrado a los discursos justificadores de la violencia. Sin ningún rubor se ensalza la inversión en armamento, el poder destructivo de las armas y la cantidad de bajas que se infringe al “enemigo”, como si se hablara de un videojuego y no de vidas humanas derrochadas inútilmente. Esta retórica cargada de violencia se ha hecho común en el lenguaje ordinario, desde los deportes hasta las conversaciones entre amigos y familiares. También es lugar común en los juegos electrónicos, tan populares en estos tiempos.
¿Qué podemos hacer para seguir avanzando en la construcción de una cultura de paz? En la próxima entrega trataremos de encontrar respuesta a esta cuestión.