Vamos a escuchar ahora cuáles han sido los aportes de Federico García Godoy al pensamiento filosófico dominicano, y lo haremos de la mano del doctor Julio Minaya.

Buenas noches a cada uno y cada una de ustedes que han venido a escucharnos.

Federico García Godoy es, para mí, un dominicano fuera de serie. Yo decía de Pedro Francisco Bonó, a quien dediqué mi tesis doctoral, que es un pensador indispensable. Aunque Bonó desarrolló su pensamiento desde San Francisco de Macorís, la provincia Duarte y la provincia de La Vega son limítrofes. Fue en La Vega donde surgió y se desarrolló este pensamiento emancipador que sufrió los rigores de la inquisición política.

El libro El derrumbe no podía ser tolerado por los estadounidenses, pues su contenido llamaba a un levantamiento. En el texto, García Godoy se pregunta: «¿Dónde está ese pueblo restaurador que se alzó en contra de los españoles? Ahora no se ve nada de eso». Por esta razón, El derrumbe fue quemado. Se sabe que el libro fue incautado porque el gobernador militar estadounidense le escribió a García Godoy informándole que lo tenían en su poder, pero que era un texto peligroso.

En tres ocasiones, Federico García Godoy escribió a las autoridades militares estadounidenses solicitando la devolución de su libro. Siempre recibía respuestas evasivas, pero, en la tercera ocasión, finalmente le dijeron la verdad: «Su libro ha sido incinerado porque sus planteamientos no convienen a la situación actual del territorio dominicano».

Juan Bosch pidió ser enterrado junto a Federico en La Vega porque, cuando era niño, lo escuchó hablar y su vocación literaria estuvo influenciada por esas charlas, tertulias y mensajes que dejaba don Fico, como cariñosamente lo llamaban.

El título de esta exposición nos lleva a preguntarnos sobre la magnitud de su producción filosófica. ¿Cómo se percibía él mismo? ¿Cómo lo han visto otros filósofos y filósofas, como la profesora Lusitania Martínez, que lo ha estudiado?

Parece que García Godoy pensaba que lo iban a descalificar como filósofo, que harían más hincapié en su labor como novelista, crítico literario, educador y publicista. Por eso, se encargó de argumentar lo siguiente: «No puede únicamente adjudicarse el nombre de filósofos a los grandes creadores de sistemas, a los constructores de vastos monumentos metafísicos: los Platón, los Leibniz, los Hegel. En determinado sentido, todos, casi todos los que, en actitud reverente, ponemos nuestra alma en relación con lo infinito, pidiéndole la revelación de sus formidables secretos, somos también filósofos. ¿Por qué no?»

Algunos decían que José Enrique Rodó no era filósofo. Para defender su condición filosófica, García Godoy argumentó: «En nuestra mentalidad, aún atiborrada de modos de ver y de entender anticuados, persiste la creencia de que solo merece en realidad el nombre de filósofo quien alcanza a encerrar, en los límites más o menos amplios de una concepción metafísica, su visión personal del mundo y de la vida.

Para la mayoría, solo pueden llamarse filósofos los grandes creadores de sistemas. Entendida de esta manera, Rodó no tiene una filosofía. Pero, sin llegar a tales sistematizaciones, es y puede apellidarse filósofo cualquier espíritu que, atraído por el espectáculo de la vida en todas sus manifestaciones y en todos sus más recónditos modos de producirse, quiera subjetivamente explicarse tales cosas. Por el solo hecho de rastrear esa explicación, da ese espíritu a su entendimiento investigador un carácter fundamentalmente filosófico».

En su afán de ampliar la noción de filosofía, García Godoy también nos dejó su propia definición: «La filosofía es la elevación de la inteligencia y de la sensibilidad a la contemplación serena y aproximada de la realidad exterior o íntima en que refugia y se expande la vida. Ya sea en la forma monística de irreductible unidad de Haeckel, o en la forma radicalmente pluralista de William James».

Tratando de superar la dicotomía entre filósofos y pensadores, García Godoy entendió que, en América Latina, era fundamental estudiar a nuestros pensadores. Muchos de ellos han elaborado importantes planteamientos filosóficos. Por ello, trazó una diferenciación entre dos categorías:

  1. Filósofos: Aquellos que se dedican a reflexionar filosóficamente y dejan una obra, aunque no sea sistemática.
  2. Pensadores: Un conjunto de abogados, historiadores, políticos y educadores que, en América Latina, han recurrido a la filosofía, han leído a los filósofos y han vertebrado importantes postulados filosóficos sobre la sociedad, la moral y el mundo.

Enrique Dussel sostiene que la filosofía debe estudiar a estos pensadores, y la Escuela de Filosofía de la UASD ha asumido esa tarea. Aquí mismo, entre el público, veo a un estudiante que escribió un ensayo sobre Federico García Godoy, un gran ensayo digno de publicarse en una revista académica.

Fueron tres ensayos en total, pero veo aquí a uno de los autores, Felipe Amparo. Debemos preocuparnos por estudiar a nuestros pensadores, especialmente a aquellos que han sido maltratados y vilipendiados. Federico García Godoy fue hecho prisionero en tres ocasiones. En un momento de inestabilidad política, lo enviaron a Samaná por haber tomado partido en una revolución en defensa de sus creencias.

Pagó el precio de ser un crítico. Como dice Enrique Dussel, García Godoy fue un pensador crítico, lo que lo vincula con la filosofía de la liberación. Varios autores se han preocupado por estudiar y exaltar su obra. Entre ellos:

  • Armando Cordero, quien en su libro sobre las ideas filosóficas en la República Dominicana dedica siete páginas a su estudio.
  • Lusitania Martínez, quien le ha dedicado varias páginas en su antología.
  • Miguel Ángel Pimentel, profesor jubilado que, aunque actualmente se encuentra apartado de la vida académica por razones de salud, realizó importantes estudios sobre su pensamiento.
  • Diógenes Céspedes, quien también ha abordado su obra.
  • Carlos Rojas Osorio, un investigador puertorriqueño que ha escrito ensayos y artículos sobre García Godoy y se llevó los seis tomos de su archivo a Puerto Rico para profundizar en su estudio.

García Godoy sigue siendo una figura fundamental en la historia intelectual dominicana y su legado merece un estudio más profundo. Yo destaco cuatro aportaciones fundamentales de su pensamiento.

Primero, el rol que jugó en la creación de un pensamiento crítico en la República Dominicana, el cual puso al servicio de la defensa de la soberanía y la patria, lo que le acarreó censura, persecución y prisión.

Segundo, su estudio sobre la historia y la cultura del país, que resultó en la construcción de una visión propia sobre el pueblo dominicano, una visión que no es necesariamente positiva, como veremos más adelante.

Tercero, su contribución a la difusión en el exterior de la producción literaria y filosófica de nuestro país. Es importante saber que este pensador pueblerino, vegano, nunca salió de su ciudad natal, pero recibió en su casa a José Martí cuando este recorría la región recabando recursos y apoyo para la causa independentista cubana.

Una de las pocas casas que Martí visitó en La Vega fue la de Federico García Godoy, lo que constituyó un reconocimiento a su personalidad. Existen muchas cartas intercambiadas entre ambos, pero la lista de los pensadores y filósofos latinoamericanos con los que mantuvo correspondencia es extensa.

Entre ellos se encuentran José Enrique Rodó, con quien intercambió numerosas cartas, y otros destacados intelectuales como Francisco García Calderón (Perú), Manuel Ugarte (Argentina), José Vasconcelos (México) y Horacio Blanco Fombona (Venezuela). Esto evidencia que García Godoy tuvo una relación directa y estrecha con grandes pensadores de su tiempo.

La cuarta contribución que considero fundamental es la recepción y divulgación en el país de filósofos europeos, estadounidenses y latinoamericanos. Él introdujo en la República Dominicana los primeros autores antipositivistas a inicios del siglo XX y, en este sentido, destacó la obra de Henri Bergson. Escribió un ensayo de aproximadamente doce páginas titulado Bergsonismo, en el que realizó una crítica rigurosa, con concesiones, pero también con fuertes objeciones. Este trabajo demuestra su profundidad filosófica, su capacidad crítica y analítica. Es, de hecho, quien primero hace una recepción de Bergson en el país.

Tengo una estudiante en nuestra escuela que está haciendo su tesis de licenciatura sobre Federico García Godoy, lo cual demuestra el interés que sigue despertando su obra. También se preocupó por el pragmatismo de William James. Destacó aspectos positivos de su pensamiento, en especial la relación entre filosofía y moral.

Sobre William James, un insigne pensador estadounidense y eminente profesor de Harvard, García Godoy escribió: «En su dialéctica vigorosa y profunda, la doctrina, el pensamiento, tiende siempre a plasmarse pragmáticamente en direcciones éticas, en reglas de conducta que responden en todo a la virtualidad de su contenido ideológico. Así considerada esta nueva orientación, el pragmatismo deja cerrado el ciclo de infecundas especulaciones metafísicas».

Como positivista y materialista, nuestro pensador era antimetafísico, pero no fue dogmático en su rechazo a la metafísica. Los estudió con seriedad, a diferencia de muchos que condenamos y rechazamos ideas sin haberlas analizado. Uno de mis estudiantes, Álvaro Alejandro Ramírez, está profundizando en este tema y estudiándolo rigurosamente.

Federico García Godoy dedicó especial atención al sentimiento religioso y la idea de Dios. Siendo un positivista, criticó la «religión de la humanidad» de Auguste Comte, pues la consideraba excesivamente ritualista y carente de impacto real en la vida de la gente. Según él, la religión comtiana era más bien una sociología que una verdadera religión.

Para nuestro pensador, el sentimiento religioso persistía en su época como uno de los problemas fundamentales de la humanidad, no solo por su aspecto místico, sino también por su enorme eficacia como fuente de direcciones éticas y de finalidades altruistas. Sostenía que para muchas personas la motivación fundamental de su comportamiento moral y su capacidad de desprenderse del egoísmo carecerían de sentido sin recurrir a la fe o a la cuestión religiosa.

Esto se asemeja al planteamiento kantiano, según el cual la devoción o creencia en un ser superior tiene consecuencias prácticas evidentes. Estas se expresan en conductas solidarias, en el servicio al prójimo, en el sentido de justicia y en el cumplimiento de los deberes ciudadanos.

García Godoy percibía este fenómeno desde una perspectiva pragmática y lo asumía como un elemento de moralidad en la vida de las personas. Le interesó profundamente la evolución de la idea de Dios y la transformación de la religiosidad en su época. Observaba que la concepción de un Dios personal se estaba disipando progresivamente. Sobre esto escribió: «Asistimos a los funerales del Dios único».

Esto lo decía a inicios del siglo XX, cuando ya veía el declive del Dios antropomórfico de ciertas religiones tradicionales. En su lugar, observó el surgimiento de una concepción más difusa de la divinidad, una idea menos personal y más abstracta, creada por el intelecto humano. Para algunos, esta nueva divinidad se concreta en una realidad íntima que vivifica las cosas; para otros, en una especie de alma del mundo donde vibra y se unifica el infinito océano de la vida universal.

De esta manera, parecía estarse configurando una forma de panteísmo. García Godoy estudió la razón por la cual las personas creen. Consideraba que la inmensa mayoría de los creyentes se adhieren a una idea del más allá porque esta les brinda fortaleza, resignación y consuelo ante las decepciones de la vida y sus grandes infortunios. Por ello concluye: «Dejemos a esas almas que sigan creyendo, ya que no podemos darles nada más consolador».

Sin embargo, hizo una distinción entre la fe individual y la capacidad de racionalidad colectiva. Sostuvo que la humanidad, en su conjunto, no ha alcanzado aún, y quizá nunca alcance, un grado de racionalidad y energía suficientes como para aceptar un orden de ideas estrictamente científicas, excluyendo por completo los puntos de vista sobrenaturales. Esto lo expresó en su ensayo La religión de la humanidad.

Federico García Godoy fue laicista y naturalista, pero también materialista. Tuvo contacto con Eugenio María de Hostos en Puerto Plata cuando era aún un adolescente y luego forjó una amistad con él. García Godoy no solo defendió el laicismo y el naturalismo, sino que también desarrolló una forma de materialismo filosófico, que lo llevó a estudiar críticamente las creencias religiosas y su impacto en la sociedad.

Federico García Godoy dice lo siguiente: «Somos muy pocos los que, para salvar la aterradora dificultad, aceptamos como concepción general cosmogónica la materia (entre paréntesis, la palabra en cierto sentido no me satisface del todo, pero no encuentro otra mejor para el caso), la materia en evolución y transformación incesante, sin solución de continuidad, sin principio ni fin».

En este sentido, él ve la materia como el fundamento de todo. Esto sugiere que García Godoy se adhirió al materialismo filosófico. Sin embargo, pienso que, a pesar de todo, su orientación fundamental fue positivista. Su visión de la ciencia y del conocimiento no pudo desprenderse del hostosianismo, aunque mostrara un alto grado de criticidad.

Fue una especie de ecléctico, pues tomó elementos del positivismo, del pragmatismo, del bergsonismo y del materialismo, aunque hizo serios reparos sobre el positivismo. Cuando leí las páginas de Federico García Godoy sobre la sociedad dominicana, lo comparé de inmediato con Pedro Francisco Bonó.

Bonó veía la mezcla racial del pueblo dominicano como algo positivo. Para él, que los dominicanos sean en parte africanos, indígenas y españoles es una riqueza. Según Bonó, el pueblo dominicano es hospitalario, inteligente, trabajador y acogedor. Él afirmaba: «El dominicano está en todas partes, todo nos es familiar, todo nos pertenece». Por el contrario, Federico García Godoy, influenciado en este aspecto por Herbert Spencer y su visión de la evolución social, veía esta mezcla racial como algo nocivo.

Consideraba que no había favorecido el desarrollo del país y que la inmigración europea era preferible, en consonancia con las ideas de Eugenio María de Hostos, quien también veía en la inmigración europea un factor de progreso social. García Godoy hablaba de progreso, felicidad y civilización. Sin embargo, sostenía que la herencia africana en la población dominicana no contribuía a la civilización. Escribió lo siguiente: «En el hibridismo de nuestro origen étnico residen los gérmenes nocivos que, fructificando con el tiempo, han determinado un estado social en gran parte refractario a un desarrollo de la civilización efectiva.

Nuestra concreción étnica actual está integrada por sangre del blanco europeo, de procedencia generalmente baja y maleante, y del etíope africano, salvaje y pleno de las supersticiones febricitantes y fetichistas de sus selvas.

De estas dos ascendencias tan distintas y desafiantes surgió un tipo colonial de aspectos precisos y definidos, pero poco capaz de evolucionar de manera natural y metódica hacia formas de vida social cada vez más progresistas y perfectibles».

Aquí encontramos un claro pesimismo sobre la identidad dominicana. Estas ideas están presentes en El derrumbe. García Godoy tituló su libro de esta manera porque vio el colapso de la soberanía nacional y la ocupación extranjera. Percibió una falta de identidad, de fortaleza nacional, de entereza para enfrentarse al invasor.

Para él, la identidad dominicana estaba débil, sin la suficiente solidez para oponerse al verdugo que nos ocupaba. Esta percepción lo llevó a un estado de desolación y angustia. Sin embargo, su planteamiento no se inclinaba hacia la revolución socialista. Él sostenía que la educación debía ser la clave para evolucionar dentro del republicanismo liberal.

No condenó totalmente el socialismo; reconoció que este fue producto de la desigualdad y la explotación obrera, pero no creía que fuera la solución en ese momento. A inicios del siglo XX, pocas personas consideraban el socialismo como una alternativa viable. Ya llevo mucho tiempo hablando. Creo que debo ir aterrizando porque este evento no busca decirlo todo, sino dejar estímulos para la reflexión. Sin embargo, son tantas las ideas de García Godoy que su obra debe ser publicada y estudiada con mayor profundidad. Concluyo con esta cita de Miguel Ángel Pimentel:«El esfuerzo teórico más brillante y sistemático en el orden de las ideas fue realizado por Federico García Godoy a inicios del siglo XX en nuestro país».

A partir de su pensamiento y de su praxis histórica, nace el nacionalismo político y literario como parte de su sistema filosófico. Sus novelas, mencionadas anteriormente por el doctor Neido Nova, buscaban fortalecer la identidad y el espíritu patriótico del pueblo dominicano. En Federico García Godoy tenemos a un intelectual comprometido con los más elevados valores de la nación dominicana. Por eso considero este coloquio oportuno y necesario.

Esperamos que, algún día, cuando el colonialismo intelectual y político deje de dictar las normas en este país, se le dé a este pensador el sitial que realmente merece.

Cuando llegue ese día, tal vez podamos tomar decisiones como las siguientes:

  • Nombrar a una de nuestras instituciones Federico García Godoy.
  • Echar a la historia de nuestra cultura nombres como Charles de Gaulle y en su lugar, Pedro Francisco Bonó.

Pero nuestra infravaloración de lo nuestro nos sigue llevando a cometer desatinos históricos.

Muchísimas gracias.