Saludos a todos.
Dentro de los textos que seleccioné para estas olimpiadas tengo exactamente cinco:
- Vigilar y castigar, de Michel Foucault
- Así habló Zaratustra, de Friedrich Nietzsche
- El existencialismo es un humanismo, de Jean-Paul Sartre
- Filosofía de la Liberación, de Enrique Dussel
- Sapiens, de Yuval Noah Harari
De estos textos, siempre es recomendable elegir aquel con el que uno se siente más cómodo.
En mi caso, he decidido trabajar con Vigilar y castigar, de Michel Foucault.
Se trata de un texto maravilloso, publicado en 1975, en el cual Foucault se atreve a hacer una radiografía completa del sistema de represión.
Sin embargo, no se limita a describirlo, sino que busca responder una pregunta fundamental:
¿Por qué reprime el Estado?
¿Y qué es realmente el Estado antes de serlo?
Foucault argumenta que el Estado es la representación de Dios en términos de control social.
Es decir, su función principal es normalizar la sociedad, regulando la conducta de los individuos a través de un sistema de vigilancia.
Para desarrollar esta idea, utiliza varios conceptos clave, como:
- Cuerpos dóciles
- El panóptico
- La microfísica del poder
En particular, la microfísica del poder es uno de los puntos donde hace mayor énfasis.
Aquí, Foucault plantea que el poder, a pesar de ser una estructura de dominación, opera a través de relaciones interpersonales.
Es decir, el poder no solo es ejercido desde arriba, sino que se filtra en la sociedad a través de múltiples mecanismos.
De esta manera, los individuos, aunque aparentemente libres, están siempre bajo la influencia de estructuras que regulan sus comportamientos.
Por ejemplo:
- Si alguien padece ansiedad, debe ir al psicólogo para ser normalizado.
- Si alguien roba, la cárcel se encarga de sancionar su conducta, pues el robo atenta contra la dignidad de la propiedad privada.
- Si alguien quiere ser parte de la sociedad, debe asistir a la escuela, donde se le inculcan normas básicas de convivencia.
Todo esto forma parte de lo que Foucault llama sociedad normalizada.
En el pasado, según Foucault, este proceso de normalización era una función de Dios.
Hoy en día, es el Estado el que ha asumido esa tarea.
Para ello, ha desarrollado sistemas de vigilancia que etiquetan a aquellos que no encajan dentro de la norma.
Este punto es sumamente interesante, ya que permite comprender cómo se construye la diferencia entre lo normal y lo anormal en nuestra sociedad.
Foucault ejemplifica esto de manera brillante con un caso histórico:
Durante la Edad Media, si a un ciudadano le aparecía una luz en el cielo, se interpretaba como una señal de que había sido elegido por Dios para cumplir una misión especial.
Sin embargo, si hoy en día alguien asegura haber visto una luz y afirma que Dios lo ha escogido, lo más probable es que termine en un hospital psiquiátrico.
Este cambio de percepción ilustra cómo el poder regula no solo las acciones, sino también las interpretaciones que hacemos de la realidad.
Otro concepto central en Vigilar y castigar es el panóptico, el cual Foucault toma del filósofo utilitarista Jeremy Bentham.
El panóptico es un modelo arquitectónico de prisión donde una torre central permite vigilar a todos los reclusos sin que estos sepan en qué momento están siendo observados.
Foucault utiliza esta idea para explicar cómo las instituciones—no solo las cárceles, sino también las escuelas, los hospitales y las fábricas—ejercen vigilancia sobre los individuos y moldean sus comportamientos.
Si las personas saben que pueden ser observadas en cualquier momento, comienzan a autocensurarse y a actuar de acuerdo con las normas establecidas.
De esta manera, el poder no solo se impone desde afuera, sino que se interioriza en los propios sujetos.
A propósito del panóptico y la forma en que has desarrollado la idea del poder, me gustaría plantearte una inquietud.
Por lo general, cuando se habla de poder, solemos pensar en el poder ejecutivo, pero Foucault lo concibe como una estructura mucho más amplia.
Mi pregunta es la siguiente:
¿Estamos condenados a ser libres o el poder es una constante inmanente en la condición humana?
El problema con el término «libertad» es que, por más que lo analizo, siento que no logro definirlo completamente.
Si la libertad implica la posibilidad de cometer acciones que limiten la libertad de los demás, entonces estaríamos hablando de una libertad egoísta.
Desde esta perspectiva, creo que sí, que todo individuo tiene la capacidad de ser libre.
Sin embargo, si existe un ente regulador que normaliza la conducta—como plantea Foucault—entonces mi libertad también es regulada.
Así, incluso si estoy preso, fui libre de hacer lo que quise.
Pero la consecuencia de mis actos me ha llevado a una privación de libertad dentro de una estructura que siempre estuvo ahí para vigilar y castigar.
Vigilar y castigar es un texto que surge en un contexto histórico particular:
Europa de la segunda mitad del siglo XX, en un momento en que ya se había superado la Segunda Guerra Mundial.
Pero, ¿crees que las ideas de Foucault siguen siendo actuales hoy en día?
Es imposible responder esa pregunta sin tocar temas de la realidad actual.
Por ejemplo, en historia sabemos que el Imperio Romano utilizaba información falsa para distraer a la población de los problemas internos.
Ese mecanismo de manipulación de la información es una forma de poder.
Si nos basamos en lo que dice Foucault, el Estado siempre ha tenido y tendrá el monopolio de la información.
Hoy en día, los gobiernos siguen aplicando estas estrategias.
Por ejemplo, si hay una reforma que afecta directamente a la población, pueden surgir otros temas mediáticos que desvíen la atención de ese debate.
Eso es un mecanismo de normalización.
El Estado tiene objetivos claros, y para lograrlos utiliza la información como un recurso de poder.
En ese sentido, la vigilancia y la manipulación de la opinión pública siguen siendo herramientas clave para el control social.
Y me atrevo a decir que esto no cambiará en el futuro.
Ahora quiero hacerte una pregunta más ligera, basada en Sapiens, de Yuval Noah Harari.
¿Por qué, según Harari, el ser humano puede sentarse en una cafetería, comerse un bizcocho, tomarse un vaso de Coca-Cola bien grande y no sentir remordimiento de conciencia?
Bueno, esa es una pregunta interesante. La respuesta está en la cantidad de azúcar que estamos ingiriendo. El azúcar genera adicción, y Harari menciona este tema en Sapiens, aunque lo desarrolla más en Homo Deus.
Básicamente, el sistema económico actual está diseñado para fomentar el consumo compulsivo. Los alimentos ultraprocesados están formulados para estimular nuestros instintos y generar placer inmediato. Por eso, cuando alguien se come un bizcocho y se toma una Coca-Cola, en lugar de sentirse culpable, simplemente disfruta el momento.
Como mencionaste antes de la pregunta, la respuesta ya estaba implícita. Si algo nos gusta, no sentimos remordimiento.